VENANCIO LISBOA (Valparaíso, 1917 - Temuco, 1993) Abogado; durante largos años, hasta su muerte, residió en Temuco, oficiando como notario público, escribiendo y participando de la vida cultural de la ciudad y la región. Su mundo poético lo distingue entre los poetas de su generación. Hombre culto, conocedor profundo de la lírica del Siglo de Oro, usó esta fuente en beneficio de sus propias creaciones de un modo original, vigoroso y emotivo a la vez. Su obra le transforma en un poeta de alta significación para la lírica chilena contemporánea. Esto a pesar de que sólo se le conocen cuatro publicaciones de poesía.
Lo fundamental de su poesía reside en dos vertientes que sostienen lo real y lo subjetivo. Es profundo, certero, humano. Va del surrealismo a la visión de las cosas cotidianas, dice Carlos René Correa.
En el pensamiento, que es fondo y luz de su universo lírico, se dan poemas corporales y naturales, poemas esenciales y de amor. Al decir de Francisco Santana: Con cierta retórica surge el desdoblamiento o la unidad de la materia y el espíritu. Muerte y origen, y la naturaleza eternamente renovada. Poesía de interrogaciones ante despedidas y llamados. Metafísica y misticismo. Presente y pasado.
Aunque se le considere por muchos como un poeta de raíz religiosa en lo fundamental, no deja de ser, a la vez, realista frente a las vicisitudes del mundo concreto. Dice Carlos René Correa: Venancio Lisboa descubre la verdad de existir, bebe del agua de Dios y se abraza con el hombre que sufre. Muere y permanece.
Incursionó también en el drama, el ensayo y la narrativa.
OBRAS PUBLICADAS:
--Llama Viva (1953)
--Simplemente poemas. (1957)
--Concierto (1958)
--Los Rostros de Jano. Drama. (1965)
--El Fagot en Llamas. Ensayo. (1966)
--Unos Poemas (1969)
--Psicoanálisis a Sigmund Freud. Ensayo. (1969)
--Madre Poesía. (1981)
--Dilema (Teatro para Mente y/o Televisión) (1986)
--Novela de Cuentos. (1986)
NOCTURNO
La noche no nos viene desde lo alto
La noche está escondida a ras del suelo;
Adentro de las cavernas y en los sótanos;
Debajo de los muebles y los árboles.
Y cuando el planeta que habitamos
Gira
Cuelgan hacia el cielo los techos de las casas,
Y duermen los caballos suspendidos de sus cascos.
La sombra fluye entonces de esos sitios,
Cae:
Y oscurece el paisaje
Pareciendo que ya es noche cerrada.
Y es sólo el mar que se torna cielo sobre cielo
Que fue dejado abajo;
Y los peces vuélvense pájaros encima del espacio.
APUNTES PARA UN POEMA
Con el rostro pegado a ras de tierra
Siento cómo
Las semillas estiran sus innumerables dedos
Por prenderse a la entraña.
Encima,
Todo busca expresión:
La tierra, el agua, buscan su forma y su manera,
Y yérguense agua y tierra convertidas en nervios de maderas.
La tierra yace tendida alrededor del buey
Echado en medio como un durazno grande.
El día,
Con infinitos ojos inmensamente abiertos
Contempla minuciosamente su paisaje
Observándolo todo con tranquilidad.
Hay vuelos invisibles en el aire
Que esperan ser volados por sus pájaros.
Y el sol,
¿erizo de oro? ¿araña en llamas? ¿cresta del día?
Oh, el sol, el sol, tan inefablemente parecido a si mismo.
El pudor de la tierra, por cubrirse, crea el pasto.
Cada piedra,
Un tormento de fuerza tremenda e inútil
Que a su propio interior
Febrilmente la aprieta y reduce.
Allá
Un manzano me confiere sus redondas mejillas, aquí
Un durazno, sus pómulos de niño.
Todos los árboles transforman
Secretamente el sol en frutas,
Mientras izan sus ocultas flores con serenidad
Y ocurre el tránsito escondido de las hojas
Que suben de la tierra hacia sus ramas.
Arriba,
A grandes trazos desplázase el espacio
Y confundido del vacío que deja tras de si,
A si mismo retornase y devuelve
Conciliándose y reconciliándose perennemente.
A lo lejos
Caballos
Recorren galopando la juntura del cielo con la tierra.
Heme aquí, observador,
Con el rostro apretado contra la tierra;
Apretándome la tierra contra el cielo.
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