sábado, 21 de julio de 2012

7301.- ANTONIO DE UNDURRAGA




Antonio de Undurraga (n. en 1911 en Santiago de Chile y fallecido en 1993 en la misma ciudad) fue un abogado, funcionario público, diplomático y escritor chileno.

Fue diplomático en Argentina y Panamá, además de funcionario del Ministerio de Hacienda. Poeta de la corriente denominada hermetismo, escribió también cuentos, novelas y ensayos. Realizó numerosas antologías de escritores [[[chile]]nos y se desempeñó además como periodista en diarios y revistas, entre ellas Caballo de Fuego, de la cual fue director.
Vicepresidió el PEN Club de Chile, y la Sociedad de Escritores.

Obra

Escribió mayormente poesía, además de relatos, novelas y ensayos:1
1938 La siesta de los peces (poesía).
1939 Morada de España en Ultramar (poesía).
1944 Transfiguración en los párpados de Sagitario (poesía).
1945 Manifiesto del Caballo de Fuego y poesías (poesía).
1945 El arte poética de Pablo de Rokha.
1946 El líder de sudor y oro (poesía).
1946 Red en el Génesis (poesía).
1946 Recabarren
1947 Zoo subjetivo (poesía).
1957 Fábulas adolescentes y epitafios para el hombre de Indias (poesía).
1957 Teoría del creacionismo (ensayo).
1951 Pezoa Véliz (ensayo)
1958 Atlas de la poesía de Chile, 1900-1957.
1959 Ocho poemas (poesía).
1960 Hay levadura en las columnas (poesía).
1963 El mito de Jonás y otros cuentos (relatos).
1964 Jesús el desconocido (novela).
1966 Absalón no debe morir (novela).
1967 Autopsia de la novela.
1968 La diplomacia de Jeremías.
1970 Honduras, fábulas y cuentos
1973 El eclipse de Narciso y otros cuentos.
1976 Jesús, el profeta del Mar Muerto (novela).

Premios

1951 Premio de la Sociedad de Escritores de Chile por Pezoa Véliz.
1951 Premio Municipal de Santiago por Pezoa Véliz.




ELEGIA AL PIE DE LA GÁRGOLA

Golondrinas náufragas, viscosas
golondrinas cayendo 
en el más puro vacío.

Hay un maniquí morado
para uso de frías lágrimas 

Y hubo una gota que resbalaba 
por una lengua de mármol.
Mi infancia ya era: 

Terciopelo herido que cubre una gárgola
Y yo era aún la estatua de un niño,
cuando en mi taza de musgo
recogí las lágrimas de un dios adulto.

Y aunque podría hablaros de la herida,
de la herida sin lengua, ni raíces
que llagó y llaga sin tregua mis arbustos íntimos,
decidlo gritadlo también sin tregua:

Antonio de Undurraga, 
fue herido al pie de una gárgola y sus palabras
flotaron en sangre. Su retórica fue hecho y fabula de pelícanos.







PORTACELI

Llagas, si muchas llagas
que en el vacío, mudas se prolongan.

Creedme: Soy sólo un costado de barco
sanguilonento, húmedo 
y estoy sujeto a la eternidad
como un buzo cargado de relojes.

Cargado de sangre, de desdicha
y una gelatinosa demencia de ostras.

Mi lecho es de agujas
Empero, como un murciélago clavado en el muro
mi corazón aún yace.
Y en medio de una umbría de gargantas sordas
Hoy grito en la soledad
como una isla cubierta de designios.

Pero la soledad y el vacío me roen los labios.

¡Oh tú maniquí o huésped que moras en la niebla,
dadme la orilla y la luz oculta para elevar
mi oscuro globo de golondrinas!

¡ Oh tú distante huésped, reduce mi vacío,
tú sabes que he puesto pez de castilla a mi lengua
y que va pegada a mis llagas
como los pies de la domadora a su caballo.

¡Portaceli, bóveda y luz, cúpula y sangre
para tan largo viaje!

¡Oh huésped inconsútil, creedme:
El corazón me pesa demasiado
Y he resuelto: abandonarlo a una tribu de babosas.





TIEMPO SUMERGIDO

Voy hacia tu espíritu y gravito
en las columnas de tu cuerpo desnudo.

Pero el tiempo cae en negros pedazos
Y tú lo extiendes como al puente cortado en un abismo.

Yen los muros del llanto vacío
en el centro de un océano de agujas
o en el lomo de un glauco horizonte muerto,
me palpo como un jinete que perdió los muslos
o como el marino que al pronunciar el nombre de su nave,
pájaros suicidas le devoran los labios.

Voy hacia tu espíritu, habito en tu piel
y me anuda la sombra de tu cuerpo precioso
como la goma, el llanto y los ciervos heridos.

Pero en cada velamen naufragan miríadas de plumas
Y hay péndulos enajenados que miden la agonía
de un hombre desnudo y devorado por su sangre
El hombre que pretendió ahorcarse en tu cintura.

Liquidas puertas girando 
en inmensos bloques oceánicos
me amputaron los ojos y las manos
cuando sólo un suspiro era la distancia 
que me separaba de ti. 

He aquí por qué en los muros del llanto vacío
he aquí por qué en el centro de un océano de agujas,
aun te espero, y muerdo fríamente:
el diabólico muro que te cubre y oculta,
el pájaro litúrgico que te cierra los labios,
la gangrenada lengua que te aparta de mi.





CORPOREIDAD DESNUDA

Ya relumbra en su espalda toda blanca
un pausado estupor de fríos dedos.
Y aun se palpa en la curva de sus muslos
que en lágrimas de unánimes corderos
van mis ojos creciendo en la pradera,
mientras hunden los siglos densos pliegos.
Ya en sus labios, caderas y hopalandas,
una fría cintura va en el tiempo
inundando mis párpados heridos.
Y aún va en mi ánima un delfin secreto
golpeando sin cesar un glauco muro
y en un vacío de cabellos negros
un hálito de naves torturadas
cae en mis labios como herido miedo.
Y ausculto sagitarios y clemátides
y en el jadeo de un lebrel esbelto
de umbrías el futuro me circunda,
pero gira la luz junto a su cuerpo
cargada de balanzas y de lágrimas.
Como el muro que nace en un espejo,
luego una ondina de ondulado vientre
abre los muslos y un navío yerto
curva las aguas junto a oscuros brazos
y en un pulso translúcido e incierto
mis labios ya sin tiempo se diluyen
en la ágil punta de sus fríos senos.





ELEGIA DE LOS RELOJES MUERTOS

Vosotros sabéis que la niebla se filtra por las lámparas
y que vuestra sangre circula en vano,
enfriando ventrudos sagitarios, humedeciendo
a aquellos jinetes que en vuestras vísceras transvasijan
roncas botellas de golondrinas ahogadas,
de golondrinas que sin cesar rebotan
en nuestros pies ya ciegos,
en nuestro frío calendario de huesos
circuído por las aguas de tantos relámpagos.

Y yo cruzo mi tiniebla de púas,
de bélicas sardinas imantadas por mis llagas:
me crujen los cabellos y la lengua;
y cargo a mi espalda un buque hirviendo
en medio de jaibas soberbias;
muerdo correas sanguinolentas
y grito en el pinar que brama azotado.
por solapadas, seculares vigas cubiertas de cueros azules
y betún agujereado por mis propios ojos.

Pero ¿sabéis, acaso, que es absurdo coger
la militar eslora del propio buque con los dientes?
Y para qué os explico que la muerte es densa como un plato;
que un verde sudor me muerde sagazmente los huesos;
que es tan duro acostumbrarse a aquel tocuyo
de babosas acomodaticias, puras, súbitas,
con que largamente atrapa nuestro cuerpo.

¡Ay! ¿es acaso ella egocéntrica como el hocico
de una esponja,
o el decapitado que desde su camisa de sangre aún habla?
Por ello, hierbecillas cenicientas,
¡llevadme al bosque que se nutre de todas mis gargantas,
cargad de escorpiones mis parcos relojes,
taconeadlos de escamas balbucientes,
atadme a la cintura todos los puentes cortados,
todos los horarios cuyas flechas escupen los murciélagos,
las larvas y los amigos que pasan por el ojo de una aguja,
ay, y entonces, nombradme como al sapo
que muere reseco y saluda su muerte
mordiendo los tejados!





INTIMA AUTOBIOGRAFÍA

Nací envuelto
en una camisa seráfica.

Dentro de mi piel siempre hubo
y hay luz.

Participo de la médula
de una entidad angélica,
como la paloma lleva su arco iris al cuello.

He ahí por qué me veis desnudo
ambular por una alfombra de sables,
pulsarle el cuello al ahorcado y al verdugo
y guardar para mí sólo la lengua,
la entristecida lengua del ahorcado.

He ahí por qué todos huyen de mis manos
que hace veinte mil años pintaron en los muros
de la gruta de Altamira.

Y he ahí por qué todos huyen de mi lámpara
y su Pez siempre encendido.


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