lunes, 19 de marzo de 2012

6252.- FRANCISCO CASTAÑO



Francisco Castaño (Salamanca, 1951)
Francisco Castaño se gana la vida como profesor de francés, oficio razonable para quien es un gran admirador y conocedor de la cultura francesa, un auténtico afrancesado de nuestros días. En el campo literario ha publicado nueve libros de poesía, varias traducciones (de Régis Debray, de Stéphane Mallarmé, de Jacques Roubaud, de Paul Valéry) y una semblanza de Gonzalo Torrente Ballester.

Los rasgos más relevantes de su obra poética son éstos:

Uso abundante de las formas clásicas: con rigor, vigor y maestría Castaño utiliza el soneto, el romance, la décima y, en general, los metros y las estrofas de la tradición con un lenguaje y unos contenidos nada arcaicos. Este marcar distancias con respecto a la herencia vanguardista es un rasgo que Castaño comparte con otros poetas actuales, como Antonio Carvajal.
Los temas también son los de siempre: el amor, el paso del tiempo, el sexo, la muerte, la amistad o la propia literatura.
“La consciencia de que escribir es en gran medida reescribir, recorrer el territorio de la escritura anterior, nutrirse de ella y retener fragmentos, versos, imágenes, metáforas, ritmos, que, al integrarse en un contexto nuevo, muestran su vitalidad y su versatilidad semánticas para dar expresión a una sensibilidad lírica contemporánea”. (Celia Fernández)
El humor y el ingenio suelen estar presentes en sus versos, que adquieren, gracias a esto y gracias al respeto por las estrofas clásicas, ecos barrocos. En ocasiones, ingenio y humor componen la máscara que Francisco Castaño se fabrica para disimular su condición sentimental y tierna, su natural tendencia a la emoción pura y dura.
LIBROS DE POESÍA (todos ellos publicados por la editorial Hiperión de Madrid): Breve esplendor de mal distinta lumbre, 1985; El decorado y la naturaleza, 1987; Fragmentos de un discurso enamorado, 1990; Siete maneras de mirar a un mirlo, 1990; El vuelo de los últimos vencejos, 1991; Libro de las maldades, 1992; El fauno en cuarentena, 1993; Dentro del corazón de la memoria, 1997; Corazón alfabético, 2003; El hallazgo y la espera, 2005; Avisos y cautelas, 2008.





RELATO DE FEBRERO


Érase una vez más por vez primera
Porque en amor no vale lo aprendido.


Nevaba sobre ayer
Y quedamos aislados
En un presente incólume.
Nevaba
También sobre la huella de tus pasos.


La nieve nos mantuvo en su blancura
Como una flor de pétalo perenne
Y la luz aprendió de tu mirada
Nuevos nombres de luz.


Seguimos donde ayer,
En un presente incólume,
Y son la misma huella tus pasos y mis pasos
Y no ha vuelto a nevar como nevó aquel día.


Érase una vez más por vez primera
Y por primera vez no acaba bien la historia,
Ni mal, porque no acaba.


Comienza cada día


(De Fragmentos de un discurso enamorado)








LAS DIMENSIONES DEL TEATRO


Reconnaissance du Faune au Centaure


Que la vida es un modo de fracaso,
Es algo que se aprende con la edad.
Y que lo más cercano a la verdad
Es una vaga forma del acaso.


Que las musas no habitan el Parnaso
Sino un patio de obscena vecindad,
Se aprende a costa de la vanidad.
Y que el alba es presagio del ocaso.


Como todos los jóvenes, yo vine
A llevarme la vida por delante,
Con absoluto afán de ser feliz.


La vida es más compleja que en el cine,
Y aunque el carbón se vista de diamante
Es apenas un cambio de matiz.


(De El fauno en cuarentena)










MANERAS DE LA LUZ


Es ajena la luz a nuestro estado
De ánimo aunque se finja
Más apagada cuando la tristeza
-Y acaso algo más íntima-
Dibuja un alba gris en la ventana
Acorde a la pupila.


Porque es la misma luz –aunque nos ciegue-
La que nos ilumina
Cuando escribimos júbilo y tristeza
Con letra tan distinta.
La misma luz sobre el acanto en flor
Y en piedra de la ruina.


(De Dentro del corazón de la memoria)








Cuando tú las dices
Mis palabras tienen
Perfil más amable
Y tono más tenue.
Todas sus aristas
En tu voz se vuelven
Voluntad de pétalo,
Levedad de nieve.


Mis palabras saben
La escondida fuente
Porque reconocen
De qué labios vienen.


Primicia de aurora
Cuando así amanecen
Como si durmieran
En ti desde siempre.


Pero ensombrecidas
Cuando tú enmudeces
Porque son tus labios
El edén que pierden.


(Es el poema VIII de la sección “Cancionero de otoño” del libro Corazón alfabético)










Conferir al lenguaje cotidiano
Un uso inusual
Lo hicieron en sus versos los poetas
En tiempo inmemorial.


Conferir al objeto cotidiano
Un uso inusual
En arte se hizo cuando un urinario
Adquirió ese marchamo con Duchamps.


(Yo no sé si eso quiere decir algo.)










Francisco Castaño






Huésped de la Memoria y el Olvido


El tiempo, bien lo sé, todo lo cura.
Todo lo afirma y todo lo desmiente,
Lo devuelve a su ser, y solamente
Lo fugitivo permance y dura.


El tiempo es la sutil arquitectura
Del amor, su memoria del presente.
El tiempo es como un dios adolescente
Para el que nada pasa y nada dura.


El tiempo del olvido, la corola
Del tiempo en flor apenas entreabierto
Frente a la soledad en que se inmola.


El tiempo de escribir, el tiempo muerto
De la palabra que se sabe sola
Frente a tu corazón, solo y desierto.







6



A veces, no sin cierta razón, de los tribunos
Se dice que son gente de escaso razocinio,
Que les faltan lecturas, y es pobre su discurso.


Aunque es verdad que para hablar en público
Tampoco es necesario leer a Plinio.
Basta con no tener sentido del ridículo
Y una escasa pasión por los principios.


9


De tanto buitre en el aciago cielo
-¡Que me perdonen aves tan pacíficas!-
De la política y la economía
-¡Tanto pleonasmo en tan escaso vuelo!-
Ni siquiera saber es un consuelo
Que ellos también se morirán un día.


19


(De aquel azar con n de nostalgia)


La lleva en el alma escrita:
Nostalgia de un general
Que meaba agua bendita,
Un cáliz como orinal.


Tres epigramas del libro Avisos y cautelas, Madrid, Hiperión, 2008.



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