sábado, 9 de octubre de 2010

AHMAD AL-SHAHAWI [1.430]


Ahmad al-Shahawi

Nació en Damietta, Norte de Egipto, el 12 de noviembre de 1960. Realizó estudios de Periodismo en la ciudad de Suhag, en la Facultad de Letras de la Universidad de Asiut, licenciándose en 1983.

Trabaja actualmente como Director de Redacción en Al-Ahram, que se considera la mayor fundación periodística en Egipto y el Mundo Árabe, a la que se incorporó en el año 1985. En 1991, participó en el Programa de los Autores Internacionales en los Estados Unidos por tres meses y recibió el certificado de asociado en Literatura de la Universidad de Iowa en el 12 de diciembre del 1991.

En 1994 obtuvo un diploma especial en Cultura y Ciencias del Centro Jónico en Grecia y sus Obras Poéticas están traducidas a varios idiomas.  En 1995 obtuvo el premio UNESCO de Letras. Participó en el Programa de la Fundación Girace de Creación, octubre del 1995- San Francisco, California. En 1998 obtuvo el premio Kafavis de poesía. Fue miembro de la Comisión de Poesía del Consejo Superior de Cultura de Egipto desde el año 2001 y hasta 2006. Su obra poética ha sido objeto de estudio de varias investigaciones de máster y doctorado en la universidades egipcias y árabes.


HUÉRFANA SOMBRA

¿Qué reservas tú para dentro de un año?

Tan sólo las máscaras,
un cielo, exilio,

lugares que crearon tus pies,
aire que, por azar, pasó por el ojo de la aguja,
un libro lleno de equívocos sobre la marcha de mi secreto
hacia la letra de tus manos y la puerta de tu lengua,

éxodo devoto hacia un dios
que, dormido, olvida las normas de su credo,
almohada de sueños
que revive muertos,

oscuros lienzos colgados de alambres
de un cielo desprendido de la mano de un carcelero,
imágenes de una ausencia que, tras recorrer la Tierra,
vuelve a su poeta paciendo niebla,
aves solitarias que cruzan inmóviles vientos
hacia el olvido,
hastío que hiere el son de la flauta
antes de refugiarse en su escondrijo,

agua de alquimia de la nada
que filtra tiempo de la edad de la luz,
corola de cosas que atraviesa el árbol del sueño
y baja al pozo sola,
enamorada de nombres tatuados en un cielo,

río que nace en tus manos y luego vaga
hacia una pila abandonada por la leyenda en la canícula,
que declara el luto del génisis, de la cabeza del trono
y de un mar que, de la sal, prende lenguas de fuego.

¿Qué reservas tú más que una flor de acacia
que recuerda tiempos de desamor,
sombras de candelas muertas,
caballos hechos de partículas de polvo,
y palomas que se aman en la niebla?
¿Qué otra cosa que un cielo de lánguida voz,
una ausencia que toca sus dudas,
cae de la ventana de la palabra
como un verso que ha sobrado al poeta
y, ahora, duerme al pie de la puerta como sombra huérfana?

¿Qué otra cosa reservas tú
más que una letra que ha sobrado a la lengua de nuestros mayores
y muere sola en su soledad:
no le valió ninguna revancha.
Nadie sabe dónde estás.
¿Dónde está el supremo nombre?
¿Dónde está en la Tierra el árbol de tu perfume?
¿Dónde estoy yo de ti, dónde?


COLOFÓN ABIERTO

Que una mujer se baje en mitad del camino
quiere decir
que no hagas reproches,
que no te canses,
que la estrella en su espejo se apagará,
que un camino abrirá paso a otro hombre,
que en el espejo verás una cara negra,
que no pidas a Jesús levantar a tus muertos,
que no tejas con débil hilo tu secreto,
que no mendigues recuerdos al olvido,
que no enciendas fuego en el desierto de un otoño,
que no ordeñes la sombra de un toro en una noche muerta,
que no midas los versos y abandones la música,
que no caigas como los sabios,
que no invoques a Dios para salvarte del esplendor de la unión,
que no subas a una mora para cubrir con una hoja el sexo de una mujer,
que no escarbes en el idioma más allá de lo que haga el silencio,
que no imagines en lo alto una luna,
-porque no es más que una gota de sangre-,
que no descartes el nombre de una mujer en un texto que has escrito para perdurar,
que no te avergüences de caer vencido en el rastrojo como una nube vacua,
que no abras una puerta ciega,
que no gastes tinta elogiando a una mujer
que recoja tus errores como uvas en un colofón abierto.




DUERMEVELA

Insólita como el color verde,
tú eres sueño y eres perlas,
casas que surcan el agua y cantan la sabiduría de los dioses
que estrujaron los primeros la sombra de mi corazón
y elegieron el Alefh como una guía para todas las gentes.


Tú eres el más antiguo de mis libros,
mi viaje iniciático en los refranes,
en el viento
y en la lengua madre,
tú, la madre.

Estos poemas fueron traducidos por Mohamed Abuelata.


Dichos del exilio

La tierra es una cárcel,
y los cielos guardan las estrellas fugaces.
Huye,
entra en el trono del amor,
pues la muerte es una criatura,
y tu lugar es el destierro.
Tu secreto se ha difundido,
y la duración de tu tiempo surge de una rosa.
Visitarás un istmo
y serás aniquilado,
mas tu alma permanecerá indescifrable.



Ahmad Al-Shahawi (Egipto), Salah Hassan (Iraq) y Papa Susso (Gambia). La obra de Al-Shahawi y Hassan fue censurada en sus respectivos países.



DICHOS DEL AGUA

Entrego mi cuerpo
a cualquier holganza
y olvido el agua del primer instante.
Escribo en el aire del sueño
una letra para el suicidio de dos ciudades.
Coloco la cabeza sobre la almohada de la tierra
e invoco los comienzos.

Veo pájaros en la habitación
Y dos palmeras de fuego,
y el sonido de la llegada del agua a lejanas ciudades.
Extraigo el placer
del espíritu de la separación
y me encamino a los cielos.

Frente a mí hay un sueño de muerte
y, a mis espaldas, las víctimas de la pasión.
Recorro la distancia en la aguja del suero,
arrojo unas cosas en la cesta del espíritu,
rocío el agua con agua,
y marcho en dirección a mis prados,
despertando entonces mi primer felino.

¿Qué percibió esa mujer
cuando abrió la puerta de su infierno
y vio el libro de las expresiones?
¿Lloró acaso la historia de su placer?
¿Se convirtieron en fuego las escalas de su alma?
¿Se enemistó con el anhelo que dormía en el fondo de su corazón?
Se colocó la mujer en el agua del dolor
y se bañó en la sangre de los recuerdos.

En su sangre
duerme la otra mujer
y se explaya en las letras.
Mas
cuando apagué el río de mi continuidad,
en los desiertos
se despertó la aurora.

Sus alminares se irguieron,
y en el instante
en que durmieron los ojos de las lunas crecientes,
concluyó la oración.
Y permanece como recuerdo mi mezquita,
mientras dormita el Señor del gran placer.

¿Por qué me gusta el papel blanco?
¿Y la tinta negra?
¿Y el color negro?
¿Y el pelo negro?
¿Y la poesía negra?
¿Y el negro lecho?
Me alegra acariciar con los dedos
las hierbas negras que nadan en las aguas del corazón
y arraigan en la puerta de entrada.

Mi luna creciente
dormía en su boca.
Despertó...
y escribió un nuevo Corán.
Selló el mensaje,
y asoció la boca a otras creencias
lo que se había revelado.
Este desierto,
que ha entrado con su oscuridad,
ha arrojado la civilización a la basura
y me ha dejado sus violetas
en las manos.

Abandonó ella los pañuelos de papel
de su alma
y ascendió los escalones
hasta los árboles de mi alma,
donde comió todos los frutos.

Salgo del polvo
y camino hacia un abismo.
Dejo a mis amantes en un balcón
gritándome,
sin preguntarme por el regreso.
Abandono la casa, las calles, el agua
para permanecer en un lecho.

(Publicado en: Instituto Egipcio de Estudios Islámicos. Madrid, 2002).
TRADUCCIONES de Milagros Nuin


AHMAD AL-SHAHAWY

Hace un tiempo, un escritor me envió un manuscrito, un poemario para que le diera mi opinión. Yo, que soy prudente y carezco de poder moral para enjuiciar la obra de otro autor (aunque lo hago en mi blog al dar mis impresiones de los libros que leo, lo que no es óbice para sostener lo que antes he afirmado), quizá porque sé lo difícil que es construir una historia, armar una novela, dibujar un relato o componer un verso. Yo, ya digo, quizá  no sea quién para enjuiciar, pero sí creo que soy capaz de dilucidar entre lo bueno y lo malo, lo trabajado y lo superficial, una obra que merezca la pena de la que no. Ese escritor que me mandaba por correo electrónico su manuscrito, escrito en árabe pero traducido al castellano, se llama Ahmad al-Shahawy, y su poemario lleva por título “Nadie piensa en mi nombre”.

Comencé a leerlo con cierta reticencia, el hecho de que se hubiera animado a enviármelo sin conocernos, sólo porque al leer mis escritos él suponía que podía confiar en mí, en cierta forma me ponía en una situación extraña, y, por otro, alimentaba mi vanidad. Pero, en cualquier caso, era sorprendente que lo hiciera, que creyera que yo haría un buen uso de sus poemas. No soy un gran lector de poesía, lo mío es la narrativa, pero, sin embargo, a medida que me sumergía en los versos de al-Shahawy  me di cuenta de que estaba descubriendo algo, algo excelente, exquisito, sorprendente.
     
“Nadie piensa en mi nombre” es Poesía, escrita con mayúscula, con eso todo está dicho. Poesía cercana, teñida de sufismo, sensual, terrena y espiritual, que hurga en el alma humana pero también en lo sensorial, te llega como una brisa suave que alberga una voz profunda, te abraza y te abrasa, un ensueño con aromas orientales pero engarzado a la realidad de nuestro tiempo. Poesía embaucadora, llena de onírica sensualidad, con las mujeres como centro de sus palabras bien aquilatadas y medidas, con las mujeres como anzuelo, un anzuelo endulzado con ese veneno del que un hombre bebería con los ojos cerrados.
    
Ahmad y yo nos hemos escrito, comentando sus versos, y ha surgido una sincera amistad. Sigo pensando que era algo abrumador dar mi modesto parecer sobre su trabajo, pero ya le conozco, sé cómo escribe, he llegado a paladear la belleza de sus palabras, especialmente gracias a esta estupenda traducción de Mohamed Abuelata y, por tanto, ya no puedo atrincherarme en excusas superfluas. Le dije a Ahmad que sus versos son extraordinarios, y le pedí permiso para compartirlos con vosotros. (Acompaño algunos de sus poemas que forman parte de “Nadie piensa en mi nombre” con textos que han escrito sobre Ahmad al-Shahawy quienes han estudiado su obra en profundidad). Porque sólo cuando ya nos conociamos, Ahmad me envió su curriculum (que podéis ver al final de este post) y entonces vi que es un poeta laureado, reconocido y admirado. Y eso es prueba de su carácter, de su humildad como escritor, es decir, una persona a respetar.

Sólo espero no defraudar a quienes sean adictos a la poesía y no conozcáis a este autor, aunque lo dudo. “Nadie piensa en mi nombre” seguramente hará que al final de su lectura penséis en el nombre de Ahmad al-Shahawy.

 Por Sergio Barce, agosto 2011


 قتيل العبارة      /    Cada vez que muere alguien…

Cada vez que muere alguien,
balbucea el sepulturero una alabanza.
El vendedor de telas a Dios da gracias
por el corpulento cadáver.
El recitador del Corán sonríe
porque habrá funeral,
pero es más feliz
si en una noche recita en dos velorios.
Los usureros lloran
y se desesperan
por cobrar el préstamo perdido.
Sólo el muerto
vuela llevado sobre hombros,
y pasa la noche solo
y, sólo, piensa en el albañil
que levantó la tumba de prisa y corriendo.     


Ahmad al-Shahawy

Un poeta que ama el fuego, y quemar etapas. Nunca satisface la sed beber en las fuentes de la tradición espiritual a la par que sigue el ritmo de lo ultramoderno, y, al final, uno no acierta a saber si estás en presencia de un maestro derviche del sufismo oriental o se trata de un poeta maldito genio del arte moderno. Mas una ola de poesía te calma el ánimo tan pronto como percibes el regalo de una fresca y balsámica creatividad. Shahawy busca la sabiduría sin estar seguro de haberla alcanzado; dominar el lenguaje aun consciente de lo imposible de la tarea. Sin embargo, se siente fiel continuador de la saga de poetas tocados con la llama de la profecía artística y sigue sin poder huir de la quema.    [Salah Fadl: diario “Al-Hayah”, Londres, 9 de mayo de 2005]

 باب في رأسي     /    Una puerta en mi cabeza

Anoche,
con la tercera copa,
con lo negro atrapado en las piernas,
ocupado en brotes de flores de oro
de un cuerpo que llovía fuego,
una cama nocturna y sola,
el Nilo contemplando,
la puerta de la habitación esperando
cerrar
y tentar,
y la secreta puerta, mi cómplice de pasión.
Adelanté el sábado
pero los domingos extremaron
su temor a las paredes.
Volví a casa
arropado por la copa,
llevado en negro.

Desde su madrugador poemario, “Dos prosternaciones de amor”, Shahawy viene perforando el resistente terreno de la poesía para plantar, tal vez, un árbol; pero, en su lugar, tan sólo encuentra letras. Ahmed Shahawy consagra su propio sancta sanctorum y, con sus duelos, formula sus propios tabúes, erigiendo para sí un credo en el que se sume sin tregua.    [Dr. Yusuf Zidán]


Damietta (Egipto), ciudad natal de Ahmad al-Shahawy

عين كل صورة   /   El ojo de cada imagen

Tus párpados son fuego
y no es raro
que nazca de tu agua,
tan gigante,
mi volcán.

La obra poética de Ahmed Shahawy propone el amor como una ventana para asomarse al mundo, presenta a la mujer como razón de ser de la existencia y plantea el amor como un deber sagrado. Y no pecaría yo de exagerado si dijera que Ahmed Shahawy es el legítimo heredero de la saga de los grandes amantes que en el mundo ha habido. Ahmed Shahawy ahonda, por un lado, en su herencia espiritual del Corán y de la senda recta y, por otro, en la herencia secular de amor mundano. Asimismo, y a lo largo de su trayectoria con la tradición, pudo desplegar parte de su experiencia personal y sus propias vivencias cuyo resultado, lejos de limitarse a la mera recreación, bucea en la misma raíz de lo femenino o de la mujer, primera ausente desde muy temprano aunque presente siempre día y noche. Por otra parte, es clara y notoria, como herencia de la tradición ancestral, la tendencia a que, en la poesía amorosa y la relación hombre-mujer, el hombre ocupase el corpus y la mujer, el margen. Llegó Ahmed Shahawy e invirtió esa tendencia cambiando el sentido y rumbo de la misma para ser mujer-hombre; de modo que, en su poética, la mujer ahora ocupa el corpus y el hombre, la nota a pie de página.   [Dr. Muhámmad Abdul-Muttalib: Poetas de los 1970 y el caos creativo, El Cairo, Ediciones Maktabat Al-Usrah, 2009]



للسماء سقفان وكنت بينهما   /    Entre los dos techos del cielo   

Desde pequeño en la aldea,
siempre creí que era tan bajo el techo del cielo
que podía tocarlo con la mano, cada noche,
y llenarme los bolsillos de estrellas.
Mas, desde ayer,
desde que llegué al desierto,
vi la arena tan soñadora como su vientre,
el agua tan roja como sus labios
y probé la lengua de su insomne bahía.
Ahora sé que el techo del cielo está lejos
y que mis sueños pequeños
escalaron hasta sus aguas.

El Cairo



وما بينهما   /  Entre una cosa y otra

 Te prometo silencio
no palabras.
 Te prometo ser yo
no mi sombra.
 Te prometo mi letra
no lo que digo.
 Te prometo mi cara
no mi espejo.



ما الجحيم؟   /   ¿Qué es el infierno?

  ¿Qué es el infierno? –pregunté.

Amar
Sin eco,
Preguntar
Sin respuestas,
Escribir
Sin tener lectores,
Dormir
Sin que nadie pueble tu sueño,
Hacer votos
Sin que haya dioses,
Tener una llave
Y no tener casa,
Abrir la mano
Y no encontrar a ninguna mujer leyendo.


AHMAD AL-SHAHAWY nació en Damietta, Norte de Egipto, en 1960.   Realizó estudios de Periodismo, en la ciudad de Suhag, en la Facultad de Letras de la Universidad de Asiut, licenciándose en 1983.  Trabaja actualmente como Director de Redacción en Al-Ahram,  que se considera la mayor  fundación periodística en Egipto y el Mundo Árabe, a la que se incorporó en el año 1985.


Ahmad al-Shahawy

En septiembre del 1991, participó en el Programa de los Autores Internacionales en los Estados Unidos por tres meses y recibió el certificado de asociado en Literatura de la Universidad de Iowa. En septiembre del 1994 obtuvo un diploma especial en Cultura y Ciencias del Centro Jónico en Grecia y sus Obras Poéticas están traducidas a varios idiomas.  Miembro de la Enciclopedia Internacional de Poesía Quién es quién desde 1992. En 1995 obtuvo el premio UNESCO de Letras. Participó en el Programa de la Fundación Girace de Creación, octubre del 1995- San Francisco, California. En 1998 obtuvo el premio Kafavis de poesía. Fue miembro de la Comisión de Poesía del Consejo Superior de Cultura de Egipto desde el año 2001 y hasta 2006.  El Festival Internacional de Poesía en Rotterdam le publicó dos Antologías poéticas en inglés y holandés en junio del 2004. Su obra poética ha sido objeto de estudio de varias investigaciones de máster y doctorado en la universidades egipcias y árabes.

 Obras publicadas:

1.    Dos Rakaas para el amor- El Cairo-1988
2.    Los dichos- Parte Primera-  El Cairo-1991
3.     El libro del amor -El Cairo-1992
4.    Los dichos- Parte Segunda- El Cairo-1994
5.    Estados del enamorado El Cairo-1996- y segunda edición especial de 25 mil ejemplares Biblioteca de la familia-Festival Lectura Para Todos- El Cairo -2001.
6.    Los dichos ¨Antología¨- El Cairo-1996.
7.     El libro de la muerte El Cairo-1997.
8.    Di ella– El Cairo- 2000.
9.     Agua en los dedos- ¨antología¨-El Cairo-2002 y segunda edición especial de 25 mil ejemplares Biblioteca de la familia-Festival Lectura Para Todos- El Cairo –septiembre 2002.
Agua en los dedos, edición en español por Milagros Nuin- Instituto Egipcio de Estudios Islámicos en Madrid- Madrid-2002. Nueva Edición con una selección de Los consejos en el amor de las mujeres ¨El primer libro¨-Universidad de Costa Rica en cooperación con El Festival Internacional de Poesía en Costa Rica-2008.
10.  Los consejos en el amor de las mujeres ¨El libro primero¨-El Cairo- Julio 2003- y segunda edición especial de 25 mil ejemplares Biblioteca de la familia-Festival Lectura Para Todos- El Cairo -2003.
11.   La Lengua del fuego– El Cairo- 2005. Ministerio de Turismo y Cultura- segunda edición – Saná-2005.
12.  Los consejos en el amor de las mujeres ¨El libro segundo – El Cairo- 2006.
13. Un puerta y casas – El Cairo- 2009.
14. Conduzco las nubes – enero 2010.
15. Nadie piensa en mi nombre– Antología- 2011

Mohamed Abuelata, que ha efectuado la traducción de los poemas de al-Shahawy del árabe al español, es Catedrático de Hispánicas de la Universidad de Ain Shams de El Cairo (Egipto).


Ojos sabios

El enmudecido piano no estaba dormido
 cuando me vio besándote.
 Abriendo dos cielos,
 componía una melodía
y contemplaba.

Un todo es indivisible

Dos interrogantes
 invertidos.
Uno pregunta
 y el otro
 piensa despertar de su sueño
y preguntar.

Guatemala, 11 de mayo de 2009


Ningún pecado me circunda

Es espuma efímera
Pero hiere la orilla
Y esparce a veces su sal
En el ojo de mi sol.

Guatemala, 12 de mayo de 2009


Tu inagotable cueva

¿Qué pasaría si se agotasen tus palabras?
El cuerpo del mar
diría otras
que igualasen el creador y la creatura.

Porque ni el caudal necesita caudales
ni la providencia providencias.

Tu deslumbre

Para los enamorados no existen techos
si los sietes cielos inferiores de Dios
son imaginaciones de Sus Manos
errando en el éxtasis. 

Una puerta, unas casas

Es el tiempo primero
mi casa.
Pero, la mujer primera
no es la última casa. 

Imágenes celestiales

En la niñez,
me criaron los gusanos de seda.

A los cuarenta
-a pesar de la profecía-,
aún no he salido de la crisálida. 


La puerta de la ilusión

Toda vez que una mujer
entrega el corazón a un poeta
espera ver su imagen
en el poema.

Por eso sufre la Tierra.


UN LIBRO ETERNO

Esa es una ciudad
ignorada por los geógrafos
y la trazaron tus labios.

Esa es mi ciudad,
ciudad de Dios,
que avivará el fuego de mi lengua
como un libro eterno para los
derwiches enamorados.

Traducción de:

Mohamed Abuelata



FIVE FRAGMENTS FOR THE SADNESS 
OF GREAT FIGURE

1

In the wide courtyard of our house
a child not even nine yet
tossed some wheat on the earth
sprouting cities of hunger.


2

It is not what you now pay
as price of pure drink
But it is the beginning of the abundant rain
the beginning of counterfeit
the beginning of trade
and the beginning of the end that might settle in the mind
where the earth falls in the palm – empty.


3

He waited for the caravan
so when it did not arrive
he turned twice to the right and the left
resting his arms
emptying the sadness of the two earths
in the empty rivers of the heavens.

4

When I finished writing the letters
she asked me
could my word
return to me my traveling face
and her luminous countenance in my blood?
My sadness answered:
I am unable with your blood
to give an answer
or to revere the ancestors.


5

Beneath the weight of a strange replay
I stand
my eyes open its doors
to the nearby morning
I see in the courtyard of the house two things:
my darkness
and the sad trees that are my height
trying to escape
out of exhaustion
it fixed its trunk in my room
spreading its leaves to my window
and planting its fruit the books.

© Translation: 2004, Mona Zaki




Traducción: Abeer Abdel Hafez

Así es mi tumba
هكذا قبري

Quiero ser enterrado solo.
Nadie antes, nadie después de mí.
Que me arropen en sudario de lino
Como un viejo sabio egipcio
Y que mi cara mire al cielo
Quiero llevar conmigo mis perfumes
Y mi cepillo de dientes
Y los poemas que aún no recitaba
Y los libros que no leía
Para no salir desnudo por la ciudad
Que me den papeles y lápices
Para que la tumba no me estrangule los sueños
Que asomen dos moreras sobre mi nombre
Me gustaría elegir del libro de Alá la azora “Lee”
Y la aleya: “No le hemos enseñado la poesía”
Para que las dos sean testigos
Y que escriban mi nombre en caligrafía persa
Y con caracteres árabes.
Tal como le gusta a Alá ver a un poeta como yo.
No existiría lo que prohíbe las frutas y las mujeres
Porque el paraíso puede que no está debajo de mis pies.

San José, Costa Rica
23 de febrero de 2012.
Ahmad Al shahawy

هَكَذَا قَبْرِي

أُحِبُّ أَنْ أُدْفَنَ وَحْدِي

لاَ قَبْلِي وَلاَ بَعْدِي أَحَدْ

أَنْ أُلَفَّ في كِتَّانٍ

كَعَارِفٍ مِصْرِيٍّ قَدِيم

وَأَنْ يُوَاجِهَ وَجْهِي السَّمَاء

أَنْ أَحْمِلَ عُطورِيَ

وَفُرْشَاةَ أَسْنَانِي مَعِي

وَالقَصَائِدَ التِي لَمْ أُتِمّْهَا

وَالكُتُبَ التِي لَمْ أَقْرَأْهَا

كَيْلاَ أَخْرُجَ عَارِيًا فِي المَدِينَة

أَنْ أُمَدَّ بِالأَوْرَاقِ وَالأَقْلاَم

كَيْلاَ يَخْنُقَ القَبْرُ أَحْلاَمِي

أَنْ تُطِلَّ شَجَرَتَا تُوتٍ عَلَى اسْمِي

وَأَنْ أَخْتَارَ مِنْ كِتَابِ اللهِ

سُورَةَ “اقْرَأْ”

“وَمَا عَلَّمْنَاهُ الشِّعْرَ”

لِتَكُونَا شَاهِدًا

وَأَنْ يُكْتَبَ اسْمِي بِخَطٍّ فَارِسِيٍّ

مَشْكُولاً كَمَا يُحِبُّ اللهُ مُلاَقَاةَ

شَاعِرٍ مِثْلِي

وَلَيْسَ مَا يَمْنَعُ

مِنَ الفَوَاكِهِ والنِّسَاء

لأِنَّ الجَنَّةَ يُمْكِنُ أَلاَّ تَكُونَ

تَحْتَ قَدَمَيَّ.

سان خوسيه – كوستاريكا

23 من فبراير 2012 ميلادية





Presentamos, en el marco del dossier de poesía árabe actual, preparado por Álvaro Solís, textos del poeta y periodista egipcio Ahmad Al-Shahawi (1960). Ha publicado los poemarios Dos Rakaas para el amor, Los dichos, El libro del amor, Estados del enamorado, El libro de la muerte, entre otros. La traducción de los poemas que se presentan a continuación estuvo a cargo de la Dra. Abeer Abdel Hafez.



El que vive entre dos minaretes

Si me confieso,
digo:
Soy  mil personas,
con un solo nombre
y muchas lenguas.
Me arruina la nostalgia a las montañas,
no me avergüenzo de una pasión anhelada
me hace llorar la campana del amor,
cuando se queda atrancada.
Elegías fúnebres me llevan al sueño
Me emociona un perro errante de unas palabras.
Creo en el elefante si canta poesía,
en la música cuando se crea sí misma
en la flor del Nilo cuando aísla su alma tras una muerte
en el poeta si se quita los zapatos antes de encender una vela

Soy la neblina cuando sonríe,
Los dedos cuando narran,
La tierra en mapas desconocidos,
La razón en la conciencia de la inconsciencia,
La puerta cuando la  llaman los visitantes,

El olor de los dedos en el tejido,
El caballero si monta dos caballos con un solo asiento,
El lápiz en su orfandad sin papel.

Soy
El llanto de las estatuas al recordar a sus escultores,
El caminante solo en el monte de su muerte,
El “traga fuego”
El bailarín en verbenas de los jeques de la muerte,
Quien renuncia a sus derechos para ganar el cielo,
una limosna de mis manos

Soy
El tiempo en su arena
La costa perdida en un círculo
El sueño dormido en mi vaso
La distancia entre un sol y otro
que duerme en los hilos de una camisa
El dueño de un diccionario y de un corazón de palabras
El que se multiplica cuando el pájaro pronuncia mi nombre.
La gota errante de agua del río,
Como dos mares beben mi sangre por descuido,
El ritmo cuando crea un lenguaje para los dedos,
El negro cuando duerme en el blanco de la luz,
La historia grabada en el mármol de los profetas,
El Aleph omitido de perezcan las manos de Abu Lahab[1]
Biografía del profeta Yususf[2] sin sus hermanos,
La huida del fin en un sueño.
El  pájaro llevándome la revelación divina.
Quien vive debajo de dos nieblas sin conseguir el destete,
El cazador sin “permiso” y sin un “está permitido”
Soy hijo de dos Sharías,
Y de cinco escuelas para vivir en sus manos.
Soy dos letras “ele” en marzo,
la primera en la muerte
Y la otra en mi nuevo nacimiento,
la  tierra cuando nace de sí misma
la escultura de una canción,
el pecado del agua está en el agua.

Yo, entre dos líneas,
Yo, el amor cuando se abre la puerta de las manos
Yo, Soad[3] que dijo a la muerte: llévame
para que todos los hilos se integren en el tejido
Yo, Zainab que esperó en su ataúd,
Hasta que los aviones derrotaron el aire,
ciudades… pueblos … yo no estaba allí,
Ciudades que no veo en los espejos
Y no me ven en sus lechos,
El diez cuando sella su cero,
El siete cuando se santifica en su último día,
El escorpión cuando muerde doce días
Y llama a Ahmad al invierno
Y coloca a noviembre en los mapas.
Soy, el océano que mis pies han alcanzado,
el desnudo la palabra le quita su manto
Y se va hacia el sol para tomar su té.

El tiempo cuando limpia el polvo de mi paso,
el sueño quitando la capa de la vigilia,
las estrellas castigan a sus cielos y se caen.

Soy el libro de la duda en la palabra
El templo que dibuja mil escenas de la pasión
El dios cansado cuando pasea por las calles,
Llevando sus secretos después que las arañas los revelaron.

Soy todas las letras que mi nombre no engendró,
los países cuyas manos los geógrafos no consiguieron unir,
el llevado hacia la ultra sombra.
Signo de interrogación que no encontró su línea
El llevado por un acento que une y no se lamenta
del frio del invierno.
Yo, después de la mañana y del hablar,
las sabidurías que volaron desde los muros de los templos,
como mariposas inmortales
Yo soy otro,
Yo no soy Yo

Nagpor-India
19 y 20 de enero de 2011



Así es mi tumba

Quiero ser enterrado solo.
Nadie antes, nadie después de mí.
Que me arropen en sudario de lino
Como un viejo sabio egipcio
Y que mi cara mire al cielo
Quiero llevar conmigo mis perfumes
Y mi cepillo de dientes
Y los poemas que aún no recitaba
Y los libros que no leía
Para no salir desnudo por la ciudad

Que me den papeles y lápices
Para que la tumba no me estrangule los sueños
Que asomen dos moreras sobre mi nombre

Me gustaría elegir del libro de Alá la azora “Lee”
Y la aleya: “No le hemos enseñado la poesía”
Para que las dos sean testigos
Y que escriban mi nombre en caligrafía persa
Y con caracteres árabes.
Tal como le gusta a Alá ver a un poeta como yo.
No existiría lo que prohíbe las frutas y las mujeres
Porque el paraíso puede que no está debajo de mis pies.

San José, Costa Rica
23 de febrero de 2012.



La tumba del desconocido

Escribid encima de mi tumba:
Estaba aquí
Pasó de viaje
Y si uno de vosotros es más generoso que escriba:
Quería a las gatas abandonadas
A la ropa y a los perfumes
A la mujer FLOR
A las nubes que andan con piernas femeninas
A  la luna en su mano derecha durmiendo
A las tumbas de los mayores, marchándose
Al Nilo mirando en su silencio
A  la noche revelando lo recóndito

A los hoteles, cuando se levantan las piernas
A los aeropuertos cuando se separan dos amantes
Al Corán en su cielo
Al negro cuando habla
A los senos cuando arden con palabras
Al papel dejado esperando
Al dormir antes del funeral del sueño
A la ida hacia la cosa
Al embrujamiento de los pájaros
A las frutas antes de caerse
A la línea virtual entre dos puntos
A la puerta sin nombres
Al muro que esconde  los secretos
A la tinta subyacente en el tintero
Al cactus que intima con la tierra
El pistilo de una palmera perdió a su varón
Al jeque que toca el laúd en la alquibla de la mezquita
Al sufí cuando dona su espíritu a la alquimia
Cuando mi sombra me adelanta en el día
A la oscuridad acaba con  la luz.
Cuando los conejos me deshacen de ternura
Los gusanos de seda repiten la creación en su ciclo
La araña errante entre mis manos
Los perros que yacen sobre los huevos
Los espejos que me calumnian
Los mapas que llevan mi nombre
Y el invierno en el mes de mi nacimiento
el Dios ya lo llevó en su palimpsesto.

Nueva York, 26 de Abril de 2011



Bolsillos para mi sudario

Encargaré a un sastre
Que haga bolsillos para mi sudario
No es para ocultar los robos del corazón
Ni lo que tenían mis manos de soles
Ni las palabras en mi mano derecha.

Sin embargo, pondré una letra en cada bolsillo
Para dar peso a la báscula de caridades
Y sepan los dos ángeles que soy hijo de su alma
Y que tú eres tierra para mi tinta.

San José, Costa Rica,
29 de abril, 2011



El uno

La sombra no se preguntó un día
Sobre su nombre.
Sobre el dormitorio
Sobre sus dolores
Sobre su lejana soledad
Sobre su biografía como una respuesta
Sobre su infancia
Sobre su orfandad
Sobre un árbol dormido en su cama
Sobre una muerte que le sorprendió anoche
Sobre el ahogado en el Nilo.

Vino con sutileza,
Sus manos llevando mi nombre,
faltando una letra,
Pensando que soy Dios.

Panamá City
10 de febrero de 2012


Una coma en una frase

Supón que no hayas nacido.
Supón que no eres Ahmad.
Y que no eres un poeta.

Supón que no hayas visto a nadie en el cielo
Y que todas las mujeres
No figuren en lo que tú pienses.
Supón que estás despojado del orgullo
Y que la vida es una coma tajante
en una especie de frase.

Supón que la sombra no fue tu enemigo
en la infancia
y que en la tierra hay un genio leyendo los nombres.

Supón que el camino no tiene fin,
Y que la noche no es hermana del dolor.

Supón que ella todavía no ha venido
Ni ha bebido el agua.

Supón que tu lecho es un paseo de palabras
Y que estás desolado por el abandono.

Supón que no hayas bebido la luz un día
Y que la oscuridad era tu camino al sol.

Supón que el libro que llevas ahora
Se fue con su escritor
y se convirtió en un pájaro con dos cabezas.

¿Qué harás de noche cuando al corazón
lo llame el hundimiento?
¿Qué escribirás unos segundos antes del final?

San José, Costa Rica, 24 de febrero de 2012



Odio el verbo odiar

Odio el algodón
Que un día me obligó inclinar la espalda.
Odio al sol y a la luna en mis manos
Porque no me convertí en un poeta.
Odio la noche porque me trajo dos desgracias
Que iban a dejar sediento a El Nilo.

Odio una neblina perdida
Que pensó en casarse con una idea mía.

Odio el camino que yo me imaginaba que era largo
-en la infancia-
Porque humilló mi pierna adrede.

Odio la arcilla
que piensa que mi luz está amasada con su agua.

Odio el campo de arroz
Que averió el reloj de oro de mi madre
Y regaló nuevas agujas a la tierra.

Odio el Aleph
cuando se desnuda, en un momento de debilidad, de su acento

Odio a la geometría
Porque no me pudo construir en el espacio
ni siquiera una tumba.
Odio la clase de ciencia,
Porque fracasé en hacer casar un ácido con un solo alcaloide.

Odio el día
porque revela el secreto de una gata
Odio el verbo odiar, porque anulará la imaginación
mil años más,
y concederá a las mujeres otros crímenes interminables.

Nueva York,
26 de abril de 2011



Sortija del desconocido

La sortija,
que cayó distraídamente del dedo del dios,
-no fue una distracción-
conocía su camino hacia mi dedo.

Nueva York
26 de abril de 2011


El mensaje del desconocido

No vine para derramar el agua,
Ni para labrar la tierra
ni para cuidar las criaturas que asombraron a su creador,
Sino para terminar mi mensaje.




Mi sombra robada

Alá te protegerá
No volverás derrotado sobre el ala de aquella
No te harán volver con rabia
No confiscarán lo que escribieron tus manos.

Te quitarás los zapatos
No es para decirles tu número de calzado,
Ni para probar cómo tus pies en esposas de hierro
Tal vez para que entiendan como pintaste un cuadro.

Confiscarán un código,
Para que no degüelles dos pájaros de un golpe
Y con sacies tu hambre con ellos
No has sido más que un profeta
Tus cuatro letras no son más que un abecedario
Para terminar el mapa
Para un reencuentro con una abubilla
Enviando la sabiduría en la letra Ra.

Atacarán tu sombra,
Si este traspasas tu línea de rectitud
La encarcelarán para que queda en su obstinación
Rota y humillada
Hasta que la soledad toque el silencio.

Nueva York
5 de Junio de 2010


“La obra poética de Ahmed Shahawy propone el amor como una ventana para asomarse al mundo, presenta a la mujer como razón de ser la existencia y plantea el amor como un deber sagrado.

Y no pecaría yo de exagerado si dijera que Ahmed Shahawy es el legítimo heredero de la saga de los grandes amantes que en el mundo ha habido.

Ahmed Shahawy ahonda, por un lado, en su herencia espiritual del Corán y de la senda recta y, por otro, en la herencia secular de amor mundano.

Asimismo, y a lo largo de su trayectoria con la tradición, pudo desplegar parte de su experiencia personal y sus propias vivencias cuyo resultado, lejos de limitarse a la mera recreación, bucea en la misma raíz de lo feminino o de la mujer primera ausente desde muy temprano aunque presente siempre día y noche.

Por otra parte, es clara y notoria, como herencia de la tradición ancestral, la tendencia a que, en la poesía amorosa y la relación hombre-mujer, el hombre ocupase el corpus y la mujer, el margen. Llegó Ahmed Shahawy e invirtió esa tendencia cambiando el sentido y rumbo de la misma para ser mujer-hombre; de modo que, en su poética, la mujer ahora ocupa el corpus y el hombre, la nota a pie de página”.

[Dr. Muhámmad Abdul-Muttalib: Poetas de los 1970 y el caos creativo, El Cairo, Ediciones Maktabat Al-Usrah, 2009]

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Biografía de la traductora:

Dra. Abeer Abdel Hafez.

Profesora titular en el departamento de Lengua y Literaturas Hispánicas en la facultad de Letras de la universidad de El Cairo. Actualmente directora del Centro de estudios Iberoamericanos en la Universidad de El Cairo. Estudió en la universidad Complutense Madrid. Profesora visitante en la Universidad de Zaragoza, La universidad de Castilla La Mancha, y la universidad Complutense Madrid. Publicó estudios sobre literatura española y latinoamericana en español y árabe. Tradujo obras de julio Cortázar, Roberto Arlt, Juan Goytisolo, Pedro Mir, Roberto Bolaño entre otros escritores del español al árabe. Tradujo antologías de poesía árabe al español del poeta egipcio Ahmad Al Shahawy, y del poeta saudí Aly Alhazmy.


Notas

[1] Primera aleya de las fibras del Corán.
[2] Título de la azora número 12 del Corán.
[3] Soad y Zainab son las hermanas del poeta..






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1 comentario:

  1. Oi su verso en la radio y corri a buscarlos en Internet. Me llegaron al alma.Gracias Maestro Pilar

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