domingo, 5 de septiembre de 2010

905.- CARLOS MAMONDE


Carlos Mamonde, Poeta y escritor argentino, docente universitario especializado en literatura argentina y psicoanalista vivió parte de su adolescencia y juventud en La Rioja y reside en Madrid.

Carlos Mamonde partió al exilio luego de estar preso durante la dictadura militar de los 70. En España continuó su gran amistad con el reconocido escritor riojano Daniel Moyano y, por su intermedio, tuvo el privilegio de compartir algunos mates con Julio Cortázar.



POEMAS ENVIADOS POR EL POETA CARLOS MAMONDE
PARA ESTA ANTOLOGÍA


Poemas


Mi lengua supo sed muy antes que la luz,
antes aún que las encías de la muerte…
que la estructura del sinsentido

¿Dónde era el agua? Acaso niebla ya.

Sólo sangre lavó ese filo agudo
en la línea –no mellada- del horizonte

playas del gusano y del amor vertido.

El labio sorbió la arcilla
agria de la tempestad…

hielo del tiempo.


Fernando Sabido Sánchez y Carlos Hugo Mamonde
en un recital poético en Madrid


Rostro vacío de la luna:
ausencia de las flores
que tu paso quebrara

desierta ya la sombra del alma
en el secreto aceite de la piedra.

Sólo alienta el vacío en todas tus canciones
y la hierba famélica se oxida entre tus párpados.

Rostro borrado de la luna:
esquivas huellas de toda letra
ahuyentan nacimiento y muerte…

ahuyentan los pasos de tu éxtasis
y lo cierto de tu peso en el aire…



Debajo de tu boca ya no hay día

se enreda la luz en las mareas
y los insectos caen
caducos y perennes

y la hora se aquieta

aguas se quiebran

muslos que transcurren cesan

las estrellas son cera
y gimen al pabilo de la vela


debajo de tus ojos ya no hay día
y una fría tormenta que calcina
tiembla en el cielo

y el aceite
de los exhaustos cuencos
penetra hasta los sueños…

todo ahoga





¿”Muerte…dónde están tus banderas…”?

ya se ha puesto la tarde y
polvo de locura brilla
sobre el terror del cielo
polvo de las estrellas

¿dónde tu señorío?

además del crujiente miedo
además del pez del corazón
roído

Rotas todas la cuerdas,
ciegas de sal las olas…

© Carlos Mamonde







LO GRAVE y SENTIMIENTO DEL TIEMPO


1

Lo grave fue implacable,
sin piedad su arrebato de tu perfume hizo
y clavó hondo en la nieve la
forma extrema de tu corazón;

se muy bien que fue entonces
cuando ventanas… puertas,
ateridas pestañas,
murieron clausuradas,
para jamás oírte

Pero lo grave se desplegó sin tregua
y vieron la caducidad…

sólo mis ojos y la lluvia serena
retaron a la nieve
y al ensueño del tiempo


La tierra devastada…







2

No,
no aceptes la prédica ni el mapa,
ni el más secreto código del bosque…

¡ procura no enviar cartas
en mitad de la noche!

Y ausente ya tu frente de la luz…la baldía;
rechaza el orden y el sentido:

No existe otra vereda que la pena incólume.







3

Aquel hermano tuyo, el soñador
de goces
de lenguajes
de estigmas…

no pudo con el tiempo.


Nadie es cómplice del acontecer.
La roca se hace niebla en el mísero acto.

Acaso si,
acaso te tuviera, si

abriría mi boca:

expulsaría incertidumbre de las huellas…







4

Hay mujeres y hombres que ignoran el terror
(¡ Inverosímil !)

y viajan por países bajo nubes de espuma.



Ante ellos yo hablo como aquellos que callan.

Por eso sobrevivo;
Como polvo invisible…







5

No existe carne humana ni bestiales pupilas.
Ni ángel que cayera.
Ni victoria.
Ni trueques.

Nadie de nonada, nadie
que conozca el vacío
espacio de tu pena.

Ni te toca la lengua ni la filosofía:
escritos de la anemia

vacancia de la espera…







6

¿ Recuerdas el caballo
de tu infancia postrera;
el primitivo hueso que subió a la montaña?


Ese animal herido
acaso fue quien viese
las palabras del árbol,

la frontera que fluye,

la más tardía cresta,

que avanza entre la sangre

avanza, avanza, avanza…



¿Recuerdas el caballo, veloz como paloma?




________________________________________






Carlos Mamonde /
TRAZAS DE MUDEZ y DE NOCHE DE EXILIO




Caballo inaccesible


Tu ausencia y tu retorno, el vaivén de ese aire
mortifica la pena que condena a las cosas…

pero

su desespero ( de las cosas) oigo
porque tu boca tienta al hambre de la muerte
y a aquel caballo verde donde Dios se disfraza
en el hondón del bosque para callar airado.

Y las voces y sombras de los objetos muertos
gimen entre las frondas donde trisca la bestia
bebiéndose la niebla, humillando al silencio …

Y un desamor antiguo degrada la materia,
las fuentes más secretas y las finitas flores
donde pisa su cuerpo.
…………………………………………..…

Piafa y trota un instante derrumbando la tierra
¡y su poder se hurta y tú te desvaneces!.







El cono de tu eclipse


Es tu precisa sombra de imprecisas cuchillas
la que hiere a mi alma y a su voz luminosa

esa sombra redonda y salobre y amada

esa tu sombra esa tú… que te eclipsas
forma de luna
ingrata

que pule cada sábana de los días complejos y
a la arena y al heno que paren al verano
deshilas con tus dientes de pavorosa niña.

Tergiversas mi herida con tu heridora mano
y me das risa y huellas de tu sangre caníbal:

¿por qué bajo tu peso me inclino hasta la muerte?

¿por qué los muros huelen a cristales y a peces?

¿por qué sopla mi tumba tu canción y enmohece?







Bajo una luz oscura se comprende la falta


Uvas bajos las Pléyades iluminan las cárceles

y el sudor que tuvimos de amantes estallando…

y mi memoria inútil que te busca (hoy) en textos
y en todas las crujías del centro de los días
bajo todos los cielos de boca de los niños
y aún bajo la forma del huevo de serpiente
que amó nuestro verdugo con besos de mujer.

Exilado de ti.
Lejano de tus muslos, toda piedra me hiere…
me borra cada ácido de la voz enemiga.

Y si me das la espalda, ese calor dulcísimo
que todo te robaron; su absoluta condena
bebe ríos y lluvia y devasta la vida…

¡No puede sostenerse el fragor de tu ausencia

y no puedo perderte porque ya no te tengo…!











TATOO

Lo pánico

Hay un viejo exterminio,
una muerte ya clásica...
naciendo y renaciendo de tu propio pavor

su aroma fascinante ya devasta tu sombra,
la casa de tu pena, el pálido lenguaje, la
música cautiva de tu ensimismamiento...

De allí vienen los ríos y las altas mareas
y el fulgor que en el sexo maquilla el desespero.

Es la gloria del hombre, herido pero vivo,
contemplar lo ya sido y lo que nunca fuera
como heredad altiva, como el amor baldío
de algún dios en penumbra;
desnudo y en exilio...






Tatuajes

Tal vez tatuaron crímenes
en mis ojos humanos
los poemas históricos
y la canción más fúnebre
de peligrosos niños

Yo constato su abismo
fragoroso en el alma
como un hielo sutil de azar y de cuchillos.






Amaneciendo

Cierro la puerta, salgo
tan quedamente
vivo...
Abandono la vida y
en la grieta del texto aspiro desolado
agrio viento inhumano que destella en la calma.

Hoy ya estoy en la muerte, azul de desperdicios
de flores degolladas. Estoy en la fisura,
sonrisa ante el abismo, loco
por sus albricias.







Memorias

Esos corruptos ojos con que la Historia mira
mientras pare el instante del sombrío morder...

Que clausura su espasmo la libertad y el aire
y mina corazones y la tregua transgrede
y a mansalva arrebata lo inmortal de tus besos
y embebe con su aceite el pánico del día.

Con la muerte fornica, la hetaira desatada...

Malditas sus palabras,
su atesoro de nada.







Portrait

El amor no es un dios ni acepta tus ofrendas,
ni atenúa por preces su colérico trueno...

es una rata oscura y un alba incandescente
que incendia, mientras roe,
tu profunda ceniza...








En el cielo

Sombras evanescentes y dedos afilados
los cuervos más estúpidos sobrevuelan la nada
y su canto destruye el banquete del habla y
flor de las elegías y séquitos de almas

Vagan bondadosas alas...






Tañidos

Narra tú, sueño mío,
tu soñar a los ojos, al rizoma y la fuente
azul donde desea azul niña la muerte.

La niña está cantando;
tañendo allí, en lo horrendo,
el deseo y el sueño:
el labio donde el cielo
su vacuidad sonora
desmesurada sangra,
intolerable canta:
mansedumbre aparenta...







Desbordarse

Mi humana forma gozo
musical en la sombra
miserable del mundo.

De ti el recuerdo gozo,
la luz desaforada
de tu gracia sin cuita...
y el umbral de tu boca
donde el río florece

Y el tiempo deja al tiempo
aullar abandonado...

No domada –cimera- ya despójame
de toda sed..., y mírame:
Vagar perdido mírame
por la meseta cruenta
abate al desconsuelo
y con tu amado acento
anonada este miedo…
Deja manar mi gozo, desbordarse
el océano...






Ambos expuestos

Extraña eres en el vínculo
extraño de la carne ciega
enajenada el alma /tormentosa brisa/
relámpago de ti
ya te aproximas...
alejándote y
llegando en lejanía de relámpago

Vivir en ti... y en mí tú misma habitas
¡ cuán extraño,
saberte y conocerte y con mis ojos verte...
tenaz y lúcida...sutil, enajenada !

tu nombre canto, ignaro de tu nombre...
tu nombre canto y lo contiene todo

Abiertos somos en clausurado espacio:
a luz intensa y a constante lluvia
a luz constante que las cosas abre
a lluvia intensa.

Y caen...
sombras
y gracia que desangra…

Siendo en la luz constantemente siendo,
ambos expuestos. Fusión y herida y quemadura.

Fusión de la intemperie y plaga.
Limpia impotencia de la mañana.





Cuando en la postrera noche, silenciosa

la lámpara palpita y desgaja tu luz

como gotas de mayo...
y el diluvio acalla el temblor de tu pecho,
ocurre que el herrumbre de la pena se abre
en corolas de azul y desamor.

Entonces tú te yergues –sola- y
tu sombra se levanta y mira fijo
al río que me lleva y que te aleja
y gritas a las piedras una queja herida...

Pero mis ojos ya no habitan tu boca
donde la noche estalla hacia su exilio:

y la corola del herrumbre se abre
entre nosotros y es linde y extrañeza
asfixia del lenguaje y de los cuerpos
cortados por el filo de la música.

¿Escuchas a tu lengua ya vecina a otra lengua
y mi nombre que rueda en el viento de mayo...?

¿Puedes decirme tú, agua de luz purísima,
por qué no abres tu sangre
a mi voz conmovida... si aún puedes mirarte
en esta sombra mía ...

Y el alba es tan hostil,
tan absoluta y dura
en esta soledad; ahijada de la muerte?.









SI LLEGANDO A LA MUERTE, DESPERTASE
Poemas de Carlos Mamonde




Excitación de la flora

Esta hierba de hoy, de esta mañana nueva,
inocente materia…
sabe como la infancia del exhausto pasado:
espigada y dulce, al paso de los labios y las revelaciones…
pero malsano crecer para la flor
ingenua
de la serenidad

Veneno para la esperanza;
(acaso) crecida de hierbajos…
(del) transcurrir de lo temporáneo, vana espera,
es habla y voz sumergida en las aguas…
alucinaciones de la espuma mortificada por el sol,
al orto de la tarde.

Mientras el laurel desnudo de la pradera de tu mente
vuelve a ser Daphne huyendo del deseo de Zeus…
entre los arroyuelos que mueren
en asombros de las sombras homéricas

Toda hierba de la infancia se agostará en la impotencia de mi alma;
en la excitación de la hierba...




ES TODO ESTE NO DESEO

¿Tú crees, carne mía, que el destino
nos conduce la mano,
el pie y la desventura
o el anhelo del ojo
hacia el dolor de todo lo que existe?

¿Acaso crees que hay una lámpara que espera tu palabra
-digo,
la mi palabra, digo- y
el agua de la luz de tus ojos?. Luz estremecida de la fluencia oculta.

Cuando se funde en ti
lo que será - mujer de mi alma y ángel verosímil-…
la infinitud del cielo te bate
el respirar…
como una rama ciega
bajo el odio de la nieve.

¡Y suena mi plegaria porque llegues a mi pecho
con el ascua de tus hombros…
amanecer terrestre, inenarrable galope en corazón:
-ese ojo ciego por donde la noche escruta-¡

Y si el aliento
con la muerte se clausura,
tú intuyes, a través de los muros del torso, eterno y tibio,
la ironía de estos días felices.

Eso es todo. Completo.






FURTIVO PIE EN EL BOSQUE

¿Pero, como se construye toda caza…depredación
secreta que te busca/ buscado/ buscará …mi dulce víctima?

Furtivo… yo persigo, tu transparencia de centro, en el roce del día…
pero la antigua llovizna del pensar -llanto que triza y viento apasionado,
tormenta imaginaria y terrible-
ha desvelado la fragilidad de toda acción de la pregunta,
y vacuidad del beso con que
quise, ebrio
penetrar, sin la culpa, el paraíso de tu sombra.

¿Pero… cómo se construye la pupila…y dónde
lo asombrado oculta su raíz de terror?

¿Hacia dónde van tus ojos hollados de tormenta…
y hacia dónde los míos que en soledad dialogan?

¿Con el iris cerrado florece lo posible de tu luz?
Lamen los perros aromas de tu nuca cuando la luz desguaza…

¡Aunque tenaz te busque, feroz, ensimismado, en sitios de inocencia,
donde la luz desguaza

la fiesta de los cuerpos…tu resplandor de hembra de los límites,
el temblor de mi ansia!.

Pero...acaso
¿alguien puede agotar la experiencia de la voz que decae,
-el poema trizado por el desequilibrio-
y comprobar, indemne, la inanidad de
todo?

¿Acaso leves huellas de ese mutuo destello…atenuarán un ápice 
el dolor de mi carne?...





LO MATERIAL, LO ÍNTIMO

La fe del hierro insiste su costumbre de objeto, su guerra con el dios,
dura rutina de melancolías, fallido ejercicio –ascesis para viejos ángeles-

pero…tú [y tu sombra...sobre la mía] ¿qué?
Si carecemos ambos –miserables- del barro de la creación. 
Sólo palabras advenedizas bailan en la saliva y el desasosiego…
sus ecos de escasa resistencia…volanderas palabras de tormentas 
y suicidios que observan
--tal el tesoro exhausto de gloriosa carne--

Y tú me repites, cantas, vuelto tu rostro al muro, las joyas que extraviamos:

tus besos y los mitos/el sexo y el poema/el asedio magnífico/

la música y la cópula y/el tiempo y la caída.../la muerte fascinante/

tu seno/ un sol bellísimo/tus huesos tan mortales y/el olor del poema/
el frágil pensamiento/de la muerte traviesa y /el olor del poema…

¿Retornamos al aire de un poema, hacia el final del día?
un ejercicio banal…hoy el más grave,
de cara a la muerte y al Leteo, siseando laberíntico.

¿Respirar en tu aliento es [asaz] un alba última?







ALLI, EN LA FOTO MUERTA

Si llegando a la muerte despertara, vivísimo y
-ya pasado el punto sin retorno del vuelo-
lúcido, al alba de un añil inocente…

e izándome del lecho [ya el perfecto]
¿veré la sombra de algún verso amado
columpiarse en la luz y
tal vez (luido ensueño)
la muerta fotografía de tus labios,
o el ojo del miedo carcelero,
-ese pulpo que humilla y va royendo
las letras de mi nombre, el corazón inútil, en la dura corriente
de la tos de los días. [La ya quemada lluvia del crepúsculo óxido…]

O, ¿abriré la casa de mi alma exhausta
en alto promontorio castigado,
del pensar, de culpa y de memoria?

Vivo, fui –acaso- una certeza ávida
de toda la agonía y todo goce
-nunca menguante la esperanza,
-el iris apasionado por lo vivo-

¿Podré mirar, ya muerto, lo narrado
por la ruidosa sangre
y el bien ya fracasado y
el tiempo, su piedra cenicienta?

No habrá tal vez jardín ni fuego, indescifrables.

Reencontraré los actos...
y ninguna palabra.
Jamás el sentido…ni su sombra.

Y se oirá en el mundo tintineo del vuelo de no volver…
y la caída -en llamas- de algún ángel soberbio.






QUIZÁ DE PURO MIEDO

Bajo el silencio incandescente de los santos de iglesia,
de vírgenes soñadas por sus frágiles teólogos.
Bajo eléctricas cúpulas de pecados estremecedores:

¡si soy inanidad
si soy culpable
del tiempo, el desvarío,
el sinsentido…
de hinojos yo me acuso ser la hierba cortada y maloliente…!

bajo la mala baba de los textos proféticos.

Tal vez la pena sea de quedarme
como una piedra ciega
oyendo al agua
su infinita materia
su agonía…
Oyendo la esperanza que –desnuda- ofrece su nuca a la cuchilla.

Quizá de puro miedo me desprenda de mínima prudencia
y me someta.
Y leve me abandone
como el polen...

Así de incierto
y libre.

Así violado…

©carlosmamonde



Con mi agradecimiento al amigo Carlos Hugo Mamonde
por el privilegio de dejarnos compartir estos poemas





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