miércoles, 12 de noviembre de 2014

ALEJANDRO CASTRO [13.979]


Alejandro Castro

Caracas, Venezuela  1986. Licenciado en Artes, UCV, donde se desempeña como docente. Su poemario No es por vicio ni por fornicio. Uranismo y otras parafilias ganó el “Concurso nacional para obras de autores inéditos” de Monte Ávila.




XENOFOBIA

Nacido de un reloj
con forma de país
no pudiste aparecer a tiempo
contaste mal las horas.
ya mi corazón entró a la arena
y por más que lo intentes
no puedes vencer a los leones
del Emperador.
Tú y el primer mundo
nada saben de la barbarie




Cybersex (Cyberlove)

a Rafael Perozo, quienquiera que sea


Cuando ames, juega sucio.
Inventa un personaje
un enfermero
un transeúnte
un loco.
Y nunca digas la verdad
nunca expongas tu amor
como quien escribe    un poema.
Pero entrégalo siempre todo
lo más recóndito
y adorable.
De manera que  ……cuando se vaya
No deje nada detrás.
Serás como yo:
una rama seca,
pura.






Castro

Mi padre decía
mejillas temblorosas
ojos rojos
            ¡llora como un hombre!

Mi padre decía
miedo en el cuerpo
aliento a desesperación
            ¡habla como un hombre!

Una y otra vez
mi padre decía
            ¡duerme como un hombre!
            ¡corre como un hombre!

Y un hombre era él
yo no podía ser más que un niño
afeminado y torpe
sumido cada noche en cavilaciones
inútiles sobre la muerte y el amor.

Durante años
no supe llorar
ni hablar
ni dormir
ni correr.







La poesía de Alejandro Castro

Por Diomedes Cordero


El lejano oeste [Caracas, 2013], de Alejandro Castro [Caracas, 1986], como No es por vicio ni por fornicio. Uranismo y otras parafilias, su primer libro, que obtuviera el Premio Autores Inéditos, [2010], hace parte de una misma operación, creciente y sucesiva, de interpelación de la “poesía de la experiencia” española [Luis Cernuda, Jaime Gil de Biedma] y la experiencia inaugural del grupo Tráfico [Armando Rojas Guardia, Rafael Castillo Zapata] que no sólo sería una estrategia de lectura individual sino que sabría tocar el cuerpo de la sociedad, potenciando el efecto político de una operación inédita, anacrónica, mediante el encuentro con “la luz Incierta”, el deseo de esta sociedad, que Castro, como un lector agambeniano, parece percibir en “la oscuridad del presente”: la negatividad de la poesía homoerótica. Castro al elegir el lugar [el barrio, Casalta] y los lectores potenciales de El lejano oeste [los sujetos cooptados por los discursos de la política revolucionaria y de la normatividad heterosexual], convertiría su voz poética en un gesto político, al no ratificar las convenciones, estereotipos y prejuicios de carácter sexual acumulados y pasteurizados en la tradición poética, política, social y cultural.

La estrategia poética de El lejano oeste tiene como centro de su operación los procedimientos de la ironía política y los efectos políticos derivados de la re-contextualización de la poesía de la experiencia en el tiempo y el espacio del presente venezolano. Castro es un ironista moderno, que va contra todo y contra todos, no contra un adversario concreto, alcanzando con la ironía, su propio punto de vista; es decir, un ironista de sí mismo, aquel que no deja nada, absolutamente nada, fuera del proceso de ironización. Pero, la intención de la ironía de Castro, en el contexto político venezolano actual, marcado por el discurso revolucionario, se transforma en una intención de carácter político, privilegiando, posiblemente, la función subversiva de la ironía de las formas diversas del poder, por encima de su función autorreflexiva, que con la quiebra de la mimesis, pondría en evidencia el medio por el cual el arte se autopresenta. Al atravesar las relaciones de poder contenidas en el espacio irónico del poema, la intención política de Castro, percibida o no, provocaría posiciones de consideración como la inclusión y la exclusión, la intervención y la inhibición, lo que Hayden White llama el carácter “trans-ideológico” de la ironía, que el caso de El lejano oeste, por la cesura y la discontinuidad con las que Castro horada el tiempo, e ilumina con la poesía de la experiencia, las tinieblas del presente, representa, tal vez, el artefacto poético y político que, centrado en la exposición de lo homoerótico, explora con rabia y ternura, intensidad y dignidad, las humillaciones y vergüenzas, los odios y las violencias, que forman parte de las circunstancias y las situaciones y acontecimientos vividos por los habitantes de las zonas populares del oeste de la ciudad de Caracas, e intenta, como pocos en el panorama venezolano de los jóvenes poetas, sin caer en la estetización de lo político, alcanzar por medio de la intención crítica e inteligente, directa y precisa de la frase, la belleza consciente y manifiesta del gesto político en el poema.

Si como dice Linda Hutcheon de la ironía política: “potencialmente conservadora tanto como radical, represiva y a la vez democratizadora, la política trans-ideológica de la ironía es compleja: por eso es tan fascinante y –para decirlo con franqueza– tan eficaz en el discurso”, para la crítica e interpretación de la ironía política de El lejano oeste sería esencial comprender el contexto del discurso [el poema], independientemente de la capacidad previa de comprensión y uso de la ironía, porque las ideologías existentes en el contexto y sus diversas nociones y relaciones de raza, religión, sexo, etnia, nacionalidad, profesión, identidad política, afectan la capacidad irónica potencial del crítico e intérprete. Sea cual sea el modo de entender la ironía, su política trans-ideológica la dota de un carácter subversivo ligado a la capacidad de autocrítica, de autoconocimiento, de autorreflexión, con la que subvierte las relaciones de poder contenidas en los discursos y derivadas del contexto de relaciones políticas, económicas, sociales, sexuales y culturales.

La ironía política de El lejano oeste, no puede aislarse de su sintaxis poética o de su pragmática, de sus referencias a los eventos [textuales y contextuales] y de su escenario de uso y recepción. La apelación sentimental del sentido con la que traza y trenza la visión directa, festiva y divertida, que funde y separa, al mismo tiempo, lo alto y lo bajo, lo culto y lo popular, con un humor leve y reflexivo, de la experiencia homosexual vivida y padecida en el oeste caraqueño, en medio del dolor y la miseria, la sobrevivencia y la muerte, produce la intelección poética [y racional] del desvelamiento de los “bajos sentimientos”, de “la extraordinaria poesía homoerótica de Alejandro Castro, su irreverente desenfado, su sabia y subversiva ironía”, que, según Armando Rojas Guardia, por la “presencia tácita pero también abrumadora” de “la atmósfera urbana”, que la contiene, no “es explicable sin el antecedente de Tráfico”.

“A quien pueda interesar:”, poema inicial a manera de arte poética; y las partes “[Casalta]”; “[Textículos insurrectos]”; “[Monstruación]” y “[Vísceras de soledad]”, estructuran los cuarenta y nueve textos de El lejano oeste, que desde el mismo nombre produce una mirada irónica, poética y política, indirecta, lateral y crítica del ser y la práctica homosexual, “la infancia perdida, la guerra perpetua en la ciudad y sus lugares emblemáticos, sus voces altisonantes y chillidos, su sensorialidad tramándose en lo pútrido y lo cursi, en lo culto decapitado por lo popular, el homoerotismo y las infamias que configuran su lugar en el mundo, la historia patria y la historia literaria”, del hablante poético, máscara probable de Castro, como lo señala Roberto Martínez Bachrich, en la contratapa del libro.


Estos fragmentos de poemas de El lejano oeste:


 “Tengo que sobrevivirte  
entre los perros que de madrugada  
profieren la música del odio.  
Debajo de las balas encima de la ciudad 
día tras día Casalta tengo que sobrevivirte” 
………….
 “Papá, cuando sea grande  
quiero ser pato.  
Caminan raro, pero cómo nadan   
cómo se deslizan por la superficie  
del lago, con qué gracia estoica  
avanzan en línea hacia el matadero.  […]  
Papá, cuando sea grande  
quiero ser pargo.  
No he visto uno vivo.  
Pero fritos     son deliciosos.  
Quiero ser algo jugoso y muerto  
sobre la mesa del último banquete.” 
……………
“Yo sólo amo mujeres defectuosas  
estériles de vientre putas o poetas  
¿De qué sirve –en la guerra-  
una mujer idiota una mujer mujer?  
Colecciono cicatrices abortos persigo  
una cabeza oscura paridora de versos  
una infeliz que no haya querido  
a sus hijos lúbrica baudeleriana lésbica mujer  
incendiaria     libérrima.” 
…………
 “Voy a meterle la mano a este poema  
Voy a lamerlo, voy a mentirle voy a perder  
la cabeza por este poema como si fuese  
un hombre.  
Voy a mirarle los pies largamente, 
voy a mirarle el paquete a este poema como  si
fuese de carne. Ignoraré las señales de alerta, no podré  
decidir si es amor o deseo o hastío lo que 
me arrodilla frente al poema.  
Y no alzaré la mirada hasta su corazón:  
me gusta el poema de la cintura para abajo.  
Este poema no tiene corazón y el mío  
a esta hora es del muchacho que exprime las naranjas.”

Sirven de incitación y tentación para engrandecer y ennoblecer la comunidad poética y política del país, que Alejandro Castro, siguiendo a Rancière, cree ver, pensando “en un sentido amplio”, como las “dos pulsiones urgentes del espíritu humano que se desprenden de la misma, irrestricta, menesterosidad: el otro. El olvido de esa médula compartida nos ha dejado malos poetas y peores políticos”.




Etiología

Cuando tenía quince años
me enamoré de un pescador borracho
que sólo dijo que me quería
bajo una mata de mangos
en una terrible tormenta de año nuevo
casi sin querer.
Por supuesto
después no recordaba nada
ni siquiera el cariño que
según parece
era un efecto secundario
del ron.
Yo tampoco quería recordar
pero recordaba
recuerdo
con precisión.
Después
me enamoré de un surfista
hermoso como Dios
que sí recordaba
pero no entendía.
Yo tampoco quería entender
lo poco que había para entender
y era simple.
Luego el silencio
y ahora tú.
Fue difícil
difícil y admirable
hacerme si no el loco
al menos la loca
y dejarte ir.
¿Qué es lo que sigue?
Esto es lo que sigue:
este cursor palpitante
que no me deja morir.





Bestialismo

Si digo
«no me gustan las mariquitas»
no hablo de insectos rojos
con lunares negros:
esas me gustan.
Pero a veces
de noche
tu foto en la pared
parece cambiar.
Entonces me miras
y encima de tus antenas
aparecen bolitas.
¡Por Zeus
maestro de la metamorfosis!
¿Será posible?




Coca – Cola

Siempre queda
esta sensación de haber sido engañado
no por la publicidad
sino por todas esas bocas
que auguraron una muerte segura.
Y el cuerpo aguanta
contra todo pronóstico
contra toda esperanza
aguanta.

http://www.arquitrave.com/index.php/home/1/150-alejandro-castro


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