Jean de La Fontaine
Jean de La Fontaine (Château-Thierry, Aisne, 8 de julio de 1621 - París, 13 de abril de 1695) fue un fabulista francés.
Sus cuentos y novelas están inspiradas por Ariosto, Boccaccio, François Rabelais y Margarita de Navarra. También es autor de "Cuentos Galantes" (libertinos) que fueron adaptados al cine por Benazeraf. En 1683 se convirtió en miembro de la Academia francesa. Está enterrado en el cementerio parisino de Père Lachaise.
Sus fábulas fueron publicadas en múltiples ediciones ilustradas. A mediados del siglo XVIII, se lanzó una edición en varios tomos, con grabados basados en diseños de Jean-Baptiste Oudry. En 1838 J. J. Grandville ilustró las fábulas, Gustave Doré hizo lo propio en 1867 y Benjamin Rabier lo haría a comienzos del siglo XX.
Su principal obra publicada fue una adaptación (1654) de Eunuco, del dramaturgo romano Terencio, pero su fama literaria reside en sus Cuentos y relatos en verso (1644). Fue miembro de un destacado grupo literario francés en el que figuraban los dramaturgos Molière y Racine, y el crítico y poeta Nicolas Boileau-Despréaux.
Obras
La anciana y el perro (1654)
Adonis (1658)
Élégie aux nymphes de Vaux (1661)
Od au roi (1663)
Fables (1668)
Amours de Psyché et de Cupidon (Los amores de Psique y Cupido) (1669)
Poème de la captivité de saint Malc (1673)
Daphné (1674)
Astrée (1691)
El lobo y el cordero
El que no escucha
El ratón cortesano y el ratón campestre
El gato y la zorra
Júpiter y el pasajero
El cirio
Nada con exceso
El lobo y el perro flaco
La ostra y los litigantes
El loco vendiendo sabiduría
El león y el ratón
El cuervo y la zorra
La junta de los ratones
La joven viuda
De un esposo la pérdida sin suspiros no ocurre;
Mucho ruido se hace, luego viene el consuelo:
Con las alas del tiempo la tristeza se aleja,
Otra vez el tiempo vuelve a traer placeres.
Entre la viuda de un año
Y la viuda de un día,
Grande es la diferencia; no creeríamos nunca
Que es la misma persona:
Una hace huir la gente, la otra atrae a todos.
A los suspiros, verdaderos o falsos, aquella se abandona;
Siempre es la misma nota y palabras iguales;
Dicen que no hay consuelo,
Dicen, pero no es cierto,
Como gracias a esta fábula
Veremos, o más bien gracias a la verdad.
El esposo de una joven beldad
Se iba al otro mundo. Su mujer a su lado
Le gritaba: "Espérame, te sigo; y mi alma
Al igual que la tuya dispuesta está a partir".
El marido hace el viaje solito.
La beldad tenía un padre, hombre prudente y sabio;
Éste deja el agua correr,
Al final, para consolarla:
"Hija mía, le dice, son demasiadas lágrimas.
¿De qué le servirá al difunto que ahoguéis vuestros encantos?
Puesto que hay gente viva no penséis en los muertos.
Claro, no digo que al instante
Una condición mejor
En bodas cambie este dolor,
Pero luego de un tiempo, aceptad la propuesta
De un marido guapo, bien hecho, joven, y en todo diferente
Del difunto. -¡Ah, dice ella de inmediato,
Un convento es el marido que necesito!
Su padre le deja digerir su desgracia.
Todo un mes así pasa;
El siguiente lo emplea en cambiar cada día
Algo en el vestido, otra cosa en la ropa, en el peinado:
El luto al fin, en espera
De otros adornos, sirve de adorno.
De los querubines la banda entera
Retorna al palomar; las risas, los juegos, la danza
Al fin tienen su turno:
Mañana y tarde, en la fuente
De eterna juventud cada uno se baña.
El padre ya no teme al muerto tan querido;
Pero como a nuestra beldad él de nada le hablaba:
"¿Dónde pues, dijo ella, está el joven marido
Que me habéis prometido?"
Traducción de Miguel Ángel Frontán
La jeune veuve
La perte d'un époux ne va point sans soupirs.
On fait beaucoup de bruit, et puis on se console.
Sur les ailes du Temps la tristesse s'envole;
Le Temps ramène les plaisirs.
Entre la veuve d'une année
Et la veuve d'une journée
La différence est grande: on ne croirait jamais
Que ce fût la même personne.
L'une fait fuir les gens, et l'autre a mille attraits.
Aux soupirs vrais ou faux celle-là s'abandonne;
C'est toujours même note et pareil entretien:
On dit qu'on est inconsolable;
On le dit, mais il n'en est rien,
Comme on verra par cette fable,
Ou plutôt par la vérité.
L'époux d'une jeune beauté
Partait pour l'autre monde. A ses côtés sa femme
Lui criait : Attends-moi, je te suis; et mon âme,
Aussi bien que la tienne, est prête à s'envoler.
Le mari fait seul le voyage.
La belle avait un père, homme prudent et sage:
Il laissa le torrent couler.
A la fin, pour la consoler,
Ma fille, lui dit-il, c'est trop verser de larmes:
Qu'a besoin le défunt que vous noyiez vos charmes?
Puisqu'il est des vivants, ne songez plus aux morts.
Je ne dis pas que tout à l'heure
Une condition meilleure
Change en des noces ces transports;
Mais, après certain temps, souffrez qu'on vous propose
Un époux beau, bien fait, jeune, et tout autre chose
Que le défunt. -Ah! dit-elle aussitôt,
Un cloître est l'époux qu'il me faut.
Le père lui laissa digérer sa disgrâce.
Un mois de la sorte se passe.
L'autre mois on l'emploie à changer tous les jours
Quelque chose à l'habit, au linge, à la coiffure.
Le deuil enfin sert de parure,
En attendant d'autres atours.
Toute la bande des amours
Revient au colombier: les jeux, les ris, la danse,
Ont aussi leur tour à la fin.
On se plonge soir et matin
Dans la fontaine de Jouvence.
Le père ne craint plus ce défunt tant chéri;
Mais comme il ne parlait de rien à notre belle:
Où donc est le jeune mari
Que vous m'avez promis? dit-elle.
El lobo y el cordero
Que la razón que triunfa es del potente
en esta historia quedará patente.
Bebía un corderito
en las límpidas aguas de una fuente,
cuando se hace presente
un lobo que corría aquel distrito.
-¿Cómo osas enturbiarme la corriente?
-gruñe el lobo, furente-.
No ha de quedar inulto tu delito.
-Ruego a su señoría no se altere;
antes bien considere
que bebo en el regajo
más de cuarenta pasos por debajo,
y, así, es cosa clara
no poder ser que yo se la enturbiara.
-Tú me la enturbias –díjole el mal bicho-.
Y, además, se me ha dicho
que las pasadas yerbas
diciendo ibas de mí cosas acerbas.
-¿Cómo puedo haber sido
si yo aún no había nacido?
Yo mamo aún –dijo el corderito.
-Si tú no fuiste, las diría tu hermano.
-Aún no tiene mi madre otro hijo
-repuso el inocente al tirano.
-Pues alguno será de tus parientes.
Vosotros, los pastores y los perros
nunca cesáis de cometerme yerros.
Tomaré la venganza con mis dientes.
Al punto al bosque se lo lleva preso,
y allí lo traga, sin mediar proceso.
Traducido del francés por Miguel Requena.
La mosca y la hormiga (La versión de La Fontaine):
La mosca y la hormiga discutían sobre sus méritos.
¡Oh, Júpiter, decía la mosca,
Cómo el amor propio enceguece la mente
De terrible manera,
Que hasta un vil y rampante animal
De la hija del aire pretende ser la igual!
Yo entro en los palacios, a tu mesa me siento,
Si te inmolan un buey lo pruebo en tu presencia,
En tanto que esta otra, débil y miserable,
Del palito que arrastra come tres días enteros,
Pero, querida mía, decidme, ¿acaso
Os paráis en la cabeza de los reyes,
De los emperadores, de las bellas mujeres?
La piel blanca yo adorno
Y el último detalle que pone a su hermosura
Una beldad conquistadora
Es un toque que de las moscas viene.
¡Acabad pues de aturdirme los oídos
Con vuestros graneros! — ¿Habéis ya dicho todo?
Le respondió la hacendosa.
Frecuentáis los palacios, pero allí se os maldice, y por lo que respecta
A ser en probar la primera
Aquello que se sirve en la mesa divina,
¿pensáis que tiene, acaso, por eso más valor?
Si entráis por todas partes, también los importunos.
En la cabeza de los reyes y también de los asnos
Os paráis. No lo niego,
Y yo sé que a menudo
Una temprana muerte es el justo castigo.
Cierto detalle, decís, vuelve hermosa.
De acuerdo: como vos ese detalle es negro y como yo.
Admito que como vos se llama. ¿Es una razón, acaso,
Para pregonar tan alto vuestros méritos?
¿No se llaman, también, los parásitos moscas?
Terminad, pues, con tan vano lenguaje,
Abandonad tan altos pensamientos.
A las moscas como vos de la Corte se las echa,
A los moscardones se los cuelga, y vos moriréis de hambre,
De enfermedad, de miseria, de frío,
Cuando Febo esté en el otro hemisferio.
Del fruto de mi esfuerzo disfrutaré yo entonces.
No iré por montes ni por valles
A exponerme al viento y a la lluvia.
Viviré sin tristeza;
Exenta de inquietud gracias a mis trabajos.
Entonces podréis ver toda la diferencia
Entre un falso y un auténtico orgullo,
Adiós: mi tiempo pierdo; dejadme trabajar,
Ni mis cofres ni me granero
Con charlas se llenarán."
(La traducción es de Miguel Frontán Alfonso).
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