Biófilo Panclasta
Vicente Rojas Lizcano (Chinácota, Colombia, 1879 – Pamplona, Colombia, 1943), llamado Biófilo Panclasta, fue un escritor, activista político y anarquista individualista colombiano. En 1904 comenzó a utilizar el seudónimo con el que sería reconocido: Biófilo, amante de la vida, y Panclasta, enemigo de todo. Estuvo en más de cincuenta países avivando las ideas anarquistas y participando en manifestaciones obreras y sindicales, en las que pudo entablar amistad con personajes como Kropotkin, Máximo Gorki y Lenin.
Hijo de Bernardo Rojas y Simona Lizcano, una mujer obrera, Biófilo inicia sus estudios en el Bachillerato de Pamplona, ciudad cercana a Chinácota. De 1897 a 1898 ingresa a la Escuela Normal de Bucaramanga, de la que es expulsado por crear un pequeño periódico que se manifestaba en contra de la reelección del presidente Miguel Antonio Caro.
Participación en la revolución venezolana
En 1899 deja la escuela y viaja a Venezuela y, junto con Eleazar López Contreras, funda la primera Escuela Pública en la población de Capacho Nuevo, capital del municipio Independencia (Estado Táchira). Ese mismo año se enrola en el ejército del militar venezolano Cipriano Castro al frente de la Revolución Restauradora, quien tenía como objetivo derrocar al presidente Ignacio Andrade. Pronto se aleja de sus huestes y viaja por Venezuela en compañía de otros grupos revolucionarios que merodeaban Trujillo, Portuguesa, Cojedes y Carabobo. A la ciudad de Valencia llega en enero de 1900. En noviembre de 1904 se traslada a la ciudad colombiana de Barranquilla, en calidad de coronel del ejército de Cipriano Castro; ofrece sus servicios como militar en respaldo de las fuerzas colombianas que combaten a los separatistas panameños apoyados por los Estados Unidos.
Primeros contactos con el anarquismo
En 1906 viaja a Buenos Aires, en Argentina. Allí comienza sus contactos con el pensamiento anarquista y socialista, asistiendo a reuniones y escribiendo en periódicos especializados. Ese mismo año parte para Europa como delegado de la Federación Obrera Regional Argentina al congreso obrero de Ámsterdam. En Holanda es invitado por el grupo Estudios Sociales para que refute una conferencia de Bestraud titulada La anarquía contra la vida.
Biófilo Panclasta (tercero de izquierda a derecha, también ampliado de frente en el extremo derecho) expone su pensamiento desde la cárcel, en 1911.
Actividad revolucionaria en Colombia
En 1908 es desterrado de España por petición del presidente colombiano Rafael Reyes. Llega a Puerto Colombia con el fin de seguir luego a Bogotá; sin embargo, opta por viajar y refugiarse en Panamá, de donde es nuevamente desterrado por orden de Rafael Reyes. Es entregado en calidad de preso a las autoridades colombianas. De ahí en adelante Biófilo Panclasta sale de una cárcel para entrar en otra: estuvo preso en Cartagena (1909), Barranquilla (1910) y Bogotá (1911). Algunos organismos nacionales como el periódico Maquetas pidieron para él la pena de muerte, por considerarlo una persona perturbadora del orden.
Retorno a Venezuela: Cárcel de Valencia
“Los presos, que me habían visto, penetrar a la celda, tuvieron cuidado al entrar de no tropezar con mi cuerpo desfallecido y frío. Uno de ellos, palpó con su mano, mis carnes que no estremecieron, porque ya todo lo había sufrido del dolor y al observar que ni me movía, ni hablaba, exclamó entristecida y quedamente: 'a éste, lo colgaron en la Policía y lo trajeron a morir aquí'”
Biófilo regresa a la ciudad venezolana de Valencia en 1914. Allí es apresado por realizar un discurso en una plaza pública, ensalzando a la nación francesa, días después que hubiese iniciado la Primera Guerra Mundial. En realidad, fue puesto preso por órdenes de personas leales al presidente Juan Vicente Gómez, quien había sucedido a Cipriano Castro, amigo de Panclasta, luego de un golpe de Estado. Durante los siete años que estuvo encarcelado, Biófilo pasó trabajos, penurias y hambre, según fuesen los deseos del alcaide de turno. Compartió sus años en prisión con diversos presos políticos venezolanos, muchos de los cuales murieron en esa cárcel. En 1921, bajo la tutela de un alcaide asignado por el recién nombrado gobernador del Estado de Carabobo José Antonio Baldó, Biófilo fue trasladado al Castillo Libertador, donde es tratado humanamente y liberado a los pocos meses.
Actividad revolucionaria en el mundo
En 1923, dos años después de haber salido de la cárcel de Valencia, Biófilo es nombrado delegado de la Asociación Anarquista Mexicana, por lo que viaja a Barcelona para participar en un congreso. Allí propone un proyecto denominado Operación Europa, el cual consiste en:
“[...] la formación de un comité internacional encargado de ordenar, planear y ejecutar en un mismo día el asesinato del zar de Bulgaria, el emperador de Inglaterra, del rey de Italia, del rey de Egipto, el arzobispo de México, del presidente de Francia, del cardenal arzobispo de Toledo y de Léon Daudet.”
Al año Siguiente viaja a São Paulo con el fin de organizar una huelga de cafeteros, pero es nuevamente encarcelado y trasladado a la ciudad de Cayena, de donde se fuga. La Liga do los Derechos del Hombre lo envía a la isla de Martinica; luego de visitar fugazmente cincuenta y dos países regresa a Colombia. Allí es nuevamente apresado junto con el sindicalista Raúl Mahecha, en la ciudad de San Gil. Al año siguiente funda en Bogotá el Centro de Unión y Acción Revolucionaria cuyo lema es: ¡Revolucionarios de todos los ideales, uníos!.
Últimos años
En 1934, Biófilo Panclasta se une a Julia Ruiz, una conocida pitonisa que laboraba en Bogotá. Se concentra en escribir para periódicos y conceder entrevistas, así como enviar cartas a varios presidentes de Latinoamérica. En enero de 1939 muere su compañera. Un año después, Biófilo intenta suicidarse en Barranquilla electrocutándose con los cables de la luz y degollándose con una navaja.4 En diciembre de ese mismo año, la policía de Bucaramanga decreta su expulsión de esta ciudad, por vago y alcohólico. El 1 de marzo de 1943, Biófilo Panclasta muere en el Asilo de Ancianos de Pamplona a las diez de la mañana víctima de un fulminante paro cardíaco.
Pensamiento anarquista
Las ideas de Biófilo Panclasta sobre el anarquismo fueron muy particulares. Osciló entre el anarquismo individualista, como lo denominaba Kropotkin, con una fuerte influencia de Max Stirner, y un anarquismo societario, el cual es posible reconocer en una serie de cartas que envió desde la prisión de Barranquilla, en 1910. En un primer momento, Biófilo se consideró un individualista extremo, radical, muy de la mano de la idea del superhombre de Nietzsche, su filósofo predilecto; Biófilo detestaba al hombre-masa:
“Mi alma neopagana y de artista, mi temperamento de rebelde y de individualista, mi horror a las multitudes no podría infundir admiración en esa gran foule (masa) humana que no tiene otro mérito que el de haber sido arrebatada de las manos de sus amos de ayer por los que hoy la poseen para libertarla a su pesar.”
Para Panclasta, la lucha social que él realizaba no era por los otros, sino para él mismo, para sentirse vivo. La lucha por los otros le permitía desplegar, según él, todas sus capacidades de acción, amor u odio.
A pesar de su fuerte postura anarcoindividualista, Biófilo fue muy crítico con ésta, llegando a identificarse con el anarquismo societario. Las apreciaciones de Biófilo sobre ambas corrientes del anarquismo son congruentes con su modo de pensamiento, el de alguien que detestaba los extremos absolutos, que consideraba que el hombre no es un ser totalmente social o individual; procuraba distanciarse de cualquier forma de militancia política, así fuese una organización anarquista. En una conversación con Kropotkin, le manifestó a éste:
“Yo no soy un anarquista, le decía yo a Kropotkin, yo soy yo. Yo no dejo una religión por otra, un partido por otro, un sacrificio por otro. Yo soy un espíritu liberado, egotista. Yo obro como yo siento, yo no tengo más causa que la mía.”
El modo de pensar de Biófilo Panclasta demuestra que, más que un hombre de ideas, era un hombre de acción. Biófilo se valía de la necesidad que tenían los hombres de liberarse de la opresión para poder actuar desde allí; para él, las organizaciones eran efectivas sólo en la práctica, no en aspectos programáticos sino al calor de los intereses de los seres humanos, lo que él denominaba intereses de situación.
Obras
Libros
(1932). Siete años enterrado vivo en una de las mazmorras de Gomezuela: Horripilante relato de un resucitado. Bogotá: Tipografía La Libertad.
(1929). Mis prisiones, mis destierros y mi vida. Bogotá: Águila Negra Editorial.
Artículos de prensa
(1940). Recordando lo pasado. Periódico El Deber, Nº 5004.
(1936). ¡En marcha! Desde la mesa. Periódico El Diario Nacional, Nº 8119.
(1936). La fatalidad de ciertos nombres. Periódico El Diario Nacional, Nº 8112.
(1935). Una injusticia. Periódico La Democracia.
(1935). En Marcha. Periódico El Diario Nacional, Nº 8105.
(1935). Renacimiento. Periódico La Democracia, Nº 91.
(1935). Una injusticia: remitido. Periódico La Democracia, Nº 75.
(1931). Más papista que el Papa. Periódico Gil Blas, N° 6119.
(1928). Yo RATIFICO, no rectifico. Periódico El Socialista, N° 356.
(1928). Comprimidos psicológicos de los revolucionarios criollos. Periódico Claridad, N° 52, 53, 54, 55 y 56.
(1912). Y sueños de ambición. Periódico El Domingo, N° 166.
(1910). Alba roja. Periódico Nuevo Rumbo, N° 52.
Cartas
(1936). Dos misivas Al presidente Alfonso López Pumarejo, una solicitando su mediación en la expedición de un pasaporte para viajar a Venezuela, y otra de agradecimiento por la ayuda prestada.
(1936). A Eleazar López Contreras, presidente de Venezuela, sobre política.7
(1930). Carta abierta a Enrique Olaya Herrera: Los parias del derecho: ¿voces del desierto?.
(1910). Simiente roja. Periódico Nuevo Rumbo, N° 52.
(1910). Los crímenes contra el pensamiento. Periódico Nuevo Rumbo, N° 47.
(1910). En marcha.... Periódico El Pueblo, N° 248.
(1910). Habla Biófilo Panclasta. Periódico Gil Blas, N° 17.
(1910). Datos autobiográficos de Panclasta. Periódico El Pueblo, N° 219.
Poemas
(1935). Cómo es Colombia. Periódico La Democracia, Nº 92.
(1920). Carcelarias. Periódico Nuevo Rumbo, N° 42.
(1912). Efímeras. Periódico El Domingo, N° 166.
Soneto
En mi férreo y horrible calabozo,
donde nada fulgura una esperanza,
yo mantengo muy alta la confianza
de un porvenir muy libre y muy hermoso.
¿Qué importa que hambreado y haraposo,
hoy sufra de la muerte la asechanza,
si yo veo lucir en lontananza,
el sol de la ventura esplendorosa?
Sin amigos, sin Dios, entre cadenas,
yo desprecio la negra tiranía
y la necia congoja de mis penas.
No imploro compasión, ni desespero,
que de pie bajo el golpe en la porfía:
"Yo he sabido esperar y siempre espero".
Efímeras
Amar es fundirse.
Todo amante es sol, toda amada, satélite.
La naturaleza es la gran cúpula,
de los seres bajo la mirada vivificante del sol.
Mi amada vino a mi.
Y fue en mí.
Ella, vive en mi.
Por eso fue Heliófila.
Vos amais a varios (soles) ¿Sois cometa?
Astro errante y mensajero de indecibles cosas bellas,
vuestro amor fue un destello.
Los cometas no pueden amar.
Amar es combatir.
Y ellos por falta de fuerza no pueden ser atraídos
Son rayos de luz andante.
Balaguero miró al cielo y se enamoró de la luz.
Por eso es Photófilo.
Más, ¿qué ama?
Vuestra órbita es infinita.
¿También será infinito el amor?
¡No!
El amor es la concretación de los sentidos a un ser ecsogido.
Amar es gravedad. Atracción. Pesantez. Afinidad.
Siempre fuerza.
Y la fuerza es un concreto de energías en acción.
Vuestro Balaguero está solo.
¡Oh, astro errabundo, volved a vuestro cielo!
Sédle propicio.
En las noches estrelladas sueño con una estrella solitaria,
enamorada errante de un sol perdido.
Es "Ella".
Pero en mi pase sideral al través de la imaginación,
no os encuentro.
¿Es que sólo sois un "esquife que se aleja"?
Sois como tantos amores, un imposible, un sueño, una ilusión.
¡Sed Heliófila!
¡Salud!
PENSAMIENTOS DE BIOFILO PANCLASTA
- La vida es la única verdad real, vivirla es nuestro destino, mostrarla desnuda es nuestro único deber.
- Yo no quiero que nadie me presente: Biófilo presenta a Panclasta
- Los colombianos somos en otra tierra panas del derecho.
- Ocultar un prisionero es como ocultar una chispa, lo que se le arroje para esconderla, con el tiempo, que todo lo seca, solo servirá de combustible.
- Yo no soy anarquista, yo soy yo. Yo no dejo una religión por otra. un partido por otro, un sacrificio por otro. Yo soy un espíritu liberado, egoísta. Yo obro como yo siento Yo no tengo más causa que la mía.
- Me repugna tanto gobernar como ser gobernado; cada hombre debe ser su camino, ni sigo a nadie y no quiero que nadie me siga.
- Mi lucha, por la libertad, no es sino pasión por la libertad. Mi amor a todo lo que tiene vida no es sino sentimiento de placer, reflejo prolongado hasta el infinito. Mi odio a los tiranos no es sino el desarrollo mental izado del instinto de defensa por la conservación Por eso he obrado siempre como he sentido.
- No creo ni afirmo nada. Vivo. Obedezco a la fatalidad, obro con ella y la ayudo. ¿Podré ser propagandista cuando me falta la fe? En consecuencia, yo no propongo nada.
- Vengo de todas y de ninguna parte. Solo puedo decirle que vengo del mundo.
- Soy como el sándalo perfumo el hacha que me hiere.
- Lo que más se siente al estar preso, es que se pierde hasta el derecho de delinquir.
- La crítica no es sino la comparación de gustos.
- Dos seres de igual naturaleza al juntarse se crecen en cantidad pero no en esencia.
- Y el alma es cabalmente eso: una esencia eternamente renovada.
- Respecto a la libertad de las mujeres, ellas deben saber que no son una clase sino un sexo. Que solas nunca triunfarán.
El amor es fuego y el fuego devora lo que quiere ocultarlo.
- Amar es fundirse. Toda amante es sol, toda amada, satélite.
- En las noches estrelladas sueño con una estrella solitaria, enamorada, errante de un sol perdido es "Ella".
- El día en que la vida deje de serme fiel, la destruyo.
- Viajar, siempre viajar, tal es mi suerte, y al través de mi rústico camino soy un eterno peregrino que solo busca la deseada muerte.
- Para quienes sentimos la vida como un desfile de visiones, como una marcha angustiosa y precipitada hacia la nada, viajar es renovar los panoramas mustios, buscar el yo siempre ansiado y nunca hallado.
- Cualquier mujer, afirman los ginecólogos, es siempre mejor que la propia.
- Los pueblos como los hombres tienen letargos enervantes; pero las noches no son eternas ni en las regiones polares, tras toda noche nace una aurora.
- Estas "Flores rojas del trabajo" como las flores de barbasco son tanto más hermosas cuanto más venenosas.
- Más vale un hecho que cien mil derechos.
- No obstante mi independencia considero que debo libertarme de los tormentos que me afligen. Por última vez y al borde de la tumba niego la existencia de Dios.
- Revolucionarios de todos ¡os ideales, unios!
- En donde he posado mi planta, tendrá mi verbo una frase candente contra los tiranos y el mundo una playa más donde recibir esta ola que no expira porque no encuentra una arena que la reciba en su agonía.
- Las noches no son eternas. El dolor es quizá más inconstante que el placer, porque éste podemos artificiarlo y aquel no.
- Me repugnan los seres que se quejan. Quejarse es declararse débil.
- La grandeza no está en las cosas, sino en el individuo.
- Yo no aspiro a la presidencia de la república pero me defiendo de quien a son de ese título quiera dominarme.
- Yo no transijo con las pequeñas debilidades.
- No tengáis deberes. Dejad esa tarea a los moralistas.
- La revolución social es un gran grito de dolor. Es la queja de cien siglos de ignominia.
- El amor no es otra cosa que la comunicación inconsciente de la vida.
- Una idea no es sino ¡a resultante de dos extremos absolutos que chocan. La chispa de dos nubes que se encuentran.
- Ser grande es ser todo. El hombre puede ser todo. Unirse es agigantarse. Comunicarse es fundirse.
- La vida es una especie de agradecimiento mutuo.
- Sentirse solo es sentirse inútil.
- Los revolucionarios son vengadores casi siempre inconscientes.
- Ser perseguido es ser temido. Ser maestro es ser tirano.
- Yo aún bajo paredes me creo y soy libre.
- La revolución soy yo.
1. LA ÉPOCA
En la desconocida historia de nuestra América resulta sorprendente encontrarse con un personaje tan singular como el colombiano Vicente Lizcano, conocido más por su nombre de combate: Biófilo Panclasta.
Los anarquistas más nombrados de las primeras décadas del siglo XX fueron la expresión de movimientos revolucionarios o de las luchas germinales de la clase obrera. Tal caso fue evidente en México, Argentina, Uruguay, Estados Unidos, etc., pero en Colombia, país clerical, bucólico, atrasado y conservador era casi una ficción que pudiera florecer un anarquista. Pero apareció, y a lo largo de 40 años su nombre fue continuamente mencionado en diversos lugares del continente y desde luego en nuestro país, originando una leyenda que se prolonga hasta el presente.
La rebeldía siempre acompañó a Panclasta, desde los años infantiles cuando tuvo que contemplar los sufrimientos de su madre, una humilde lavandera, y soportar las humillaciones a que ésta era sometida. Luego afrontó la intolerancia - que lo perseguirá a lo largo de su vida- al ser expulsado de la Escuela normal de Bucaramanga por manifestar su oposición a la inminente reelección de Miguel Antonio Caro.
De ahí en adelante hasta su muerte en marzo de 1942 la rebeldía, la independencia y su rechazo a todas las formas de opresión caracterizaron su vida y pensamiento.
2. EL REVOLUCIONARIO
Viviendo desde niño la opresión en carne propia, Biófilo fue dibujando los contornos de su rebeldía. Cuando tenía escasos 22 años resultó enrolado en las tropas de Cipriano Castro, por entonces presidente de Venezuela. En 1904, el anarquista colombiano adoptó el nombre que lo haría famoso y desde entonces ese apelativo de Biófilo Panclasta (amante de la vida y destructor de todo) se escuchará en distintos lugares del mundo.
En 1906 llega a Argentina donde se relacionó con los círculos anarquistas de ese país. Después de dirigió a España, país que fue su verdadera escuela de revolucionario. Recorrió Europa, participó en atentados y acciones anarquistas y sucesivamente cayo prisionero. Una de las expresiones más genuinas de su ser revolucionario es la cárcel. En ella se simboliza el rechazo al poder y a la humillación que sufren los rebeldes y parías del mundo. Continuamente fue encarcelado y desterrado de Europa, América y Colombia.
Las autoridades colombianas se enteraron de su existencia por un célebre suceso acaecido en la Haya en 1907. En esa ciudad se reunían casi paralelamente dos certámenes opuestos: un congreso anarquista y la Conferencia mundial por la paz. Biófilo fue confundido con el delegado oficial del gobierno colombiano Santiago Pérez Triana, lo cual estuvo a punto de originar un litigio diplomático cuando el general Rafael Reyes, que gobernaba el país, se enteró que su enviado especial había sido detenido en Holanda. El gobierno colombiano presionó para que fuera puesto en libertad su representante y efectivamente lo logró, con la diferencia que si bien es cierto el prisionero era colombiano, no se trataba de Santiago Pérez sino del anarquista Biófilo Panclasta. Este había sido detenido por haber participado junto con Kropotkin en un atentado contra la conferencia que reunía a los burgueses del mundo.
Con la prisión, el destierro y la difamación poco después fue recibido Biófilo en nuestro país. Corría el año de 1910, cuando lo encontramos detenido en Barranquilla de donde fue expulsado. Su caminar incesante lo llevó a Venezuela, siendo "enterrado vivo" en 1914 en una de las tenebrosas cárceles del dictador Juan Vicente Gómez. Permanece 7 años "sepultado en vida", padeciendo, junto a cientos de hombres, indecibles sufrimientos y torturas.
En la década del veinte recorrió otra vez medio mundo y retorna a Colombia para instalarse definitivamente en ella hasta el momento de su muerte.
3. EL HOMBRE Y EL AVENTURERO
Biófilo Panclasta era un viajero impenitente que, como muy pocos colombianos, recorrió el mundo sin un peso en el bolsillo. Su ideal libertario lo llevaba a considerarse un "ciudadano del mundo", que como tal podía moverse libremente superando las fronteras artificiales que dividen a los países. No le importaba que siempre el castigo fuera la cárcel o el confinamiento. Estoicamente Biófilo Panclasta soportaba los rigores de la prisión y después emprendía nuevamente el camino de andariego y revolucionario, como si siempre partiera de cero. Pese a la vigilancia de policías y carceleros de distintos países, Biófilo parecía desafiar todo orden y control.
Como errabundo que andaba y desandaba caminos, conoció a los más grandes revolucionarios de su tiempo: Gorki, Lenin, Román Rolland y a un gran número de anarquistas del viejo y nuevo mundo. A la par de revolucionarios, conoció un sinnúmero de mujeres que efímeramente lo sedentarizaban por unas cuantas noches de calor y ternura. Pero nada podía detener el trasegar de aquél que no estaba hecho para la quietud y pasividad.
Su sed de aventuras pasionales y revolucionarias no tenían límite. Nada podía acallar su voz y su pluma que aleteaba descontenta ante todo y con todos y que no se subordinaba ante credos ni partidos. Pero eso si, siempre militando al lado de los pobres y desposeídos como él. Porque Biófilo era un Charlot de la vida real que viviendo la pobreza y la humillación, mostraba con su pensar y su vida una esperanza para los hombres que no se conforman con las miserias de su presente.
4. EL ESCRITOR Y EL POETA
Todas la impresiones sensibles que percibió Biófilo Panclasta a lo largo de sus bien vividos 62 años dejaron innumerables expectativas y sueños - nunca realizados- que alimentaron una pluma ágil y punzante. Biófilo escribió mucho y de todo. Panfletos, cartas, artículos periodísticos y poemas. Su escritura revelaba su perpetuo inconformismo con el poder, su denuncia de la opresión y su amor por el arte y la poesía. Cuando era necesario con un estilo florido exaltaba a todos aquellos que consideraba como camaradas de ruta: María Cano, Ignacio Torres Giraldo, Pablo Mancera, etc.) así estuviera en desacuerdo con su militancia política y partidista. De María Cano, por ejemplo, llegó a decir lo siguiente:
Mariposa de amor libertario que quema las alas en una hoguera de piltrafas humanas, deslumbrada por el rojo esplendor de los incendios de almas.
Flor capitosa, plena de perfumes que embriagan a los pasajeros del camino de la libertad.
Ave que no teme la voluptuosa crueldad del cazador furtivo, "estrella roja", en un cielo raso de los presidiarios del ideal.
Alma sensitiva.
Corazón de Magdalena.
Llama, luz, ángel, ave, flor, nada más.
Roja...
Roja, eso sí.
Muy roja!
De igual manera ensalzaba la belleza de la naturaleza, el esplendor de los paisajes, o la variedad de las ciudades que conocía, siempre mostrando una constante preocupación por todo aquello que lo rodeaba.
Su pluma se convertía en un instrumento implacable para burlarse de los poderosos, para denunciar la opresión y la desigualdad y hasta para reírse de sí mismo. Su pensamiento era cambiante en concordancia con sus experiencias y sueños.
5. PENSADOR Y POLÍTICO
Las huellas del pensamiento de Biófilo se encuentran desperdigadas en periódicos y entrevistas a lo largo del período 1910- 1942. El solo hecho de haber constatado una permanencia tan amplia en el panorama periodístico nacional, diferencia a Biófilo de la mayor parte de los revolucionarios de su tiempo. Ni María Cano ni Raúl Eduardo Mahecha alcanzaron una vigencia temporal tan prolongada.
Durante más de treinta años, pese a la dispersión de huellas, se puede captar la esencia de un pensamiento independiente, atravesado por disímiles influencias doctrinarias y políticas. El anarquismo, el socialismo y el liberalismo radical del siglo XIX fueron las corrientes que más lo impactaron.
Exaltaba el individualismo anarquista para enfatizar la oposición al hombre masa creado por el capitalismo, al mismo tiempo que reconocía el derecho de los pueblos a rebelarse contra la opresión. Aplaudía el ideario liberal del siglo XIX colombiano a la vez que cuestionaba la postración del partido liberal y sus conductores ante las fuerzas conservadoras y retardatarias durante las primeras décadas del siglo XX. Criticaba mordazmente el poder del clero y el conservatismo. Denunciaba la opresión del imperialismo norteamericano a la par que mostraba el carácter entreguista de las clases dominantes criollas.
Un pensar multifacético e inusual para su época, ya que reflexionar en términos diferentes al bipartidismo era casi imposible. Este es otro de los méritos de Biófilo Panclasta.
En 1928, una vez radicado en Bogotá, fundó el Centro de Unión y Acción Revolucionaria cuyo lema era Revolucionarios de todos los ideales uníos. Fue el primero y último intento organizativo del andariego anarquista colombiano. Pese a la vehemencia con que se entregó a dicho proyecto, éste fracasó. El Centro lanzó a la opinión pública un Manifiesto que llamaba a la unidad a los que tenían hambre de libertad, fraternidad y justicia. Era un ataque contra los traidores y ladrones empotrados en el gobierno, un grito de protesta contra el imperialismo yanki y una convocatoria al pueblo para defender su derecho al pan, techo, vida y asociación.
Unión, acción, selección y organización era lo que proponía Biófilo Panclasta como solución a la problemática del país. En el Manifiesto se reclamaba el derecho de asociación como una actividad lícita de defensa de la vida, consignada, incluso en la Constitución nacional. Se proclamaban "soldados del ideal proletario", y se declaraban en contra de sindicatos, centros, comités y personas que en nombre del pueblo conseguían prebendas en su provecho. Rechazaban alianzas con partidos u organizaciones de "pelambre burgués", porque "la emancipación del obrero debe ser obra del obrero mismo".
Este primer y último Manifiesto fue criticado y censurado por el gobierno. Sus firmantes fueron sometidos a proceso judicial por atentar contra el orden público. Así terminó la actividad política y organizativa del amante de la vida y destructor de todo.
Luego de una serie de intentos fallidos por salir nuevamente del país se recluye en el Asilo de ancianos de Pamplona donde muere solitario como solitaria había sido su dramática existencia.
Mg. Orlando Villanueva Martínez
Tomado de: VILLANUEVA MARTINEZ , Orlando. La revolución soy yo. Santa Fe de Bogotá: Orvim Ediciones, 1999, 162p.
¡Qué grande, Biófilo!
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