martes, 14 de octubre de 2014

ANTENOR SAMANIEGO [13.651]


Antenor Samaniego

Antenor Samaniego (Sicaya, Perú  30 de agosto de 1919 - Lima, 5 de enero de 1983) fue un poeta, narrador, crítico y profesor peruano. Estuvo vinculado con el grupo literario de orientación aprista, llamado «Los Poetas del Pueblo». Su poesía se caracteriza por su orientación social y su apego a las formas clásicas de versificación.

Sus estudios escolares los cursó en el Colegio Santa Isabel de Huancayo, culminándolos en 1938). Luego se trasladó a Lima, donde cursó sus estudios superiores en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, graduándose de bachiller en Humanidades (1947) y de doctor en Educación (1959).

En la década de 1940 estuvo vinculado con el grupo literario de orientación aprista, llamado «Los Poetas del Pueblo», que congregó a Alberto Hidalgo, Luis Carnero Checa, Guillermo Carnero Hoke, Gustavo Valcárcel, Mario Florián, Felipe Arias Larreta, Abraham Arias Larreta, Alberto Valencia, Manuel Scorza, Eduardo Jibaja, Mario Puga y Ricardo Tello.

Fue profesor de Lengua y Literatura del Colegio Militar Leoncio Prado (1950-1964) y entre sus alumnos se contó Mario Vargas Llosa. A partir de 1965 ejerció la docencia en la Gran Unidad Escolar Bartolomé Herrera. Simultáneamente fue profesor en el Instituto Femenino de Estudios Superiores de la Pontificia Universidad Católica del Perú (1962-1964); y en la Universidad Nacional Federico Villarreal, donde tuvo a su cargo las cátedras de Teoría Literaria (1962) y Literatura Universal (1963).

Crítica

Su poesía tuvo constantemente un tono de protesta social, con acento humanista, emoción neo-romántica (con influjos modernistas) y compromiso con el futuro del pueblo.

A la vez, fue un ferviente defensor de los recursos tradicionales de la poesía, un decidido partidario de las lecciones del Siglo de Oro Español y el Modernismo, así como del cultivo de los géneros y las combinaciones estróficas de la tradición cultista. Por eso afirmaba, refiriéndose a las corrientes vanguardistas y sucedáneas:

"Se rompe todo y se hace tabla rasa
del Arte y de las Letras. Esta es la hora
de una nueva barbarie que amenaza,
sedienta de grandeza y de tesoro,
con apagar la luz del Siglo de Oro".

El crítico Luis Alberto Sánchez dice sobre el poeta: «Samaniego es un temperamento fuerte, se expresa con excesiva espontaneidad, utiliza una forma explicativa, lata, sin concreción que hoy –y ayer– se exigió al poeta… A cambio de su ingenua abundancia y su retórica diatriba contra el orden social vigente, se advierte en él a un hábil conocedor de la versificación.»

Obras

Poemarios

América nuestra (1942)
Rótulo de la esfinge (1943) y Bahía del dolor (1943), en colaboración con Sebastián Salazar Bondy.
Sinfonía del alma (1944)
Cántaro (1944)
El país inefable (1948)
Yaraví (1951)
Oración y blasfemia (1955)
La odisea de Angamos (1956)
Rumor de la palabra desgarrada (1960)
Canciones jubilares (1963)
Imágenes florales (1963)
El fuego lacerante (1970), en donde ensaya formas modernas y lanza un mensaje social, a menudo bien logrado aunque demasiado oratorio.

Narrativa

Del barro nació la luz (1959), novela.
Oligarcas de poncho y foete (1966), cuentos.
Lobos y no corderos (1976), novela.

Otras obras

Un estudio crítico sobre César Vallejo y su poesía (1954), distinguido con el premio nacional otorgado a los ensayos literarios en 1955.
Un drama en tres actos: La mercenaria (1955).
Una antología temática: Poesía peruana contemporánea (1968), en torno al paisaje y el hombre.
Varios ensayos y textos escolares sobre literatura peruana, hispanoamericana y universal.

Magisterio

En el prólogo de su libro Literatura destinado para el 5º año de instrucción secundaria (1958), explicaba los fines de la enseñanza de la literatura castellana en las aulas peruanas:

Dos son los fines principales en la enseñanza y el aprendizaje de la Literatura Castellana: el informativo y el formativo.
El informativo consiste en la suministración sistemática al estudiante de conocimientos en torno a los autores peruanos e hispanoamericanos comprendidos dentro del Programa del Ministerio de Educación Pública.
El formativo —fin supremo que debe perseguirse— consiste en poner al alumno en contacto de la belleza literaria, en encauzar y disciplinar su expresión cotidiana, en despertar y desarrollar su aptitud de sentir LO BELLO y saber expresado, en incrementar su amor por el idioma y sus grandes cultores, en leer no solamente fragmentos escogidos, sino libros considerados clásicos, en depurar su gusto y sensibilidad, en practicar la escritura, clara, correcta y armoniosa, en fomentar la germinación de su personalidad a través del estilo y, finalmente, en robustecer en él el vínculo de solidaridad entre el Perú y los hispano parlantes.
El estudio de esta asignatura conlleva al alma juvenil un mundo ingente de maravillas del que nunca saldrá desengañado. Ciencia del espíritu al fin, y arte por encima de todo. Hay que propender —y esto es un goce desinteresado y puro— a que el estudiante no se complazca con ser un mediano lector, sino todo lo contrario. Téngase como premisa que los grandes hombres de la historia no fueron otra cosa que grandes e infatigables lectores. Leer es, ante todo, conocerse a sí mismo, conocer a la naturaleza y conocer a los hombres…



Perfil

Poeta: árbol azuloso en los obscuros limos de la Muerte
nutrido de la pálida savia de la tristeza,
sólo se exprime de tus poros la angustia de tus sueños,
mientras que dentro del cráneo un insecto de fósforo
te devora toda la cal.

Minúscula migaja de la carne del Universo,
circula por tus huesos i red de capilares
la sangre azul del cosmos i se filtra en flexibles
palabras que se curvan como el aire
¡remanso de espigas de los astros rosados!

Poeta: que el mundo –tu dominio- es apenas
un diminuto corpúsculo en el naufragio eterno
del polvo en la marea del Misterio.
Que tu corazón levadura de lágrimas
llueve en el ánfora de sombras de la Muerte.

Poeta:... I me siento como una gran herida en llamas
abierta en el costado izquierdo de la Vida.




Sombra

(A Crescencia)

Tu sombra es un arroyo en el que se ablucionan las estrellas.
Tu sombra es un árbol bordado de jazmines.
Va tras tu sombra un río azul de hisopos.
Van sobre los morros de tu sombra alboradas la miel.

Se duermen en tu sombra los nenúfares del cielo.
Tras de tu sombra quiebran su flor de soledad los ojos.
Tu sombra es un alcázar de golondrinas verdes.

En el dintel de la Muerte de tu sombra solloza
la brisa i llora mirtos.
Tu sombra es el sendero del Ensueño.
En tu sombra la luna es una anémona
muriendo en piélagos de azures y zafiros.

A orillas de tu sombra tengo una sed de olvido.
¡Tu sombra es mi camino hacia la Muerte!




Amor

Goce de amor: palomas celestinas,
licor nupcial en copas carne rosa,
sustancia nutritiva i luminosa
de un racimo de dulces vitaminas.

Pena de amor: crucifixión i espinas,
escarcha, lluvia de agua dolorosa
hiedra de sombras, hiedra tenebrosa
sobre un árbol azul de golondrinas...

Goce de amor: jardín de lo Prohibido
donde tejes para tu gloria eterna
flor de luciérnagas sobre el Olvido.

Pena de amor: guadaña marfileña
cayendo en la dormida carne tierna
i en los ojos sedientos del que sueña!




DE IMÁGENES FLORALES



La Totora

Verde, tupida, fresca la totora
circunda las orillas de los lagos;
búrlase del invierno y sus estragos,
búrlase de la escarcha de la aurora.

Bruñe la insolación sus tallos rígidos
-ficción de inmenso estuche rojigualda-;
los lagos, minerías de esmeraldas,
chispean como dardos de oro frígidos.

La población palmípeda se mueve
y echa a valor en frágil disciplina
sus alas que pregonan luz y nieve.

Preludia cuando el viento la estremece;
se mustia si el inverno la carmina
y revive si el sol la reverdece.




El Eucalipto

Verde volcán que se alza en la llanura
hasta rozar las sienes con el cielo.
Dardo fugaz que al detener el vuelo
se enhebra de luceros en la altura.

Converse con el viento y la montaña.
Aquél, golpeándolo, lo desmelena,
y el eucalipto, aterrador, se llena
de colores sinfónicos y extraños.

Sombrío sacerdote, bardo ascético,
meditación siniestra hecha follaje,
salmo diabólico sobre el paisaje.

Barbado de hojas, patriarcal, profético.
Don Quijote tal vez, por lo alto y hético,
pronto a saltar al cielo, en abordaje.





El gigantón

Bosque de gigantones. Geometría
de tallo hexagonal. Verdes serpientes
reptando entre el breñal y la pendiente
castigada de sol y de agonía.

Cristalería en barros de cemento.
Encarnación de ideas locas. Versos
de inspiración satánica. Perversos
discursos del abismo contra el viento.

Salmos petrificados en las rocas.
Plegaria que saliendo de la boca
se hizo blasfemia y se colmó de espinas.

Empero, saben prodigarse en finas
corolas de cristal, o su grosella
sangre sale tornada en roja estrella.




Cholita picantera

¡Qué buenamoza, por Dios
que te vas pa la recoba!...
Vas repicando al andar
tus donasuras y glorias.

¡Qué bien te quedan las simbas
simbilas color de alondra!
Tan carosita que estás
con tus colores de rosa.

Por ti cholita de Tiabaya,
Mi corazón se me aloca.
Yo siempre te estoy cateando
escondidito en las sombras.

Me gustas; también me gusta
tu casa con zarzamoras,
tu corredor con balayes
y tu cocina de chombas.

Cuando haces la chicha baya,
le pones no sé qué cosas.
Di, ¿qué le pones, cholita?
¿Tal vez la miel de tu boca?

-Le pongo, y sépalo usté,
un poco de agua y de jora,
candela a toito quemar
y el resto lo hace la chomba.

¡Qué arte el que dominas
entre cantarillas y ollas,
entre el anchi y la suisuna,
las llaretas y corontas!

A la hora de los picantes,
se te endiablan las personas.
y las guitarras de pronto
cantan de amor y sollozan.

Vasos van y vasos vienes
y el anís Nájar se toma;
se bailan las marineras,
se bailan las resbalosas.

Todos te buscan a ti.
Tú sales recia y oronda.
En tu pecho, cuando bailas,
Se te mueven dos palomas.

-¡Compadrito y, mire usté
que güeña está la Carosa.
Por arribita es un ángel,
Por abajo qué demonia.

Arde que arde en la cocina
el fuego igual que la cólera
y el deseo entre los mozos,
y la envidia entre las mozas.

Parecen rogar las cuerdas,
Parecen gemir las notas.
Tus ojos tienen estrellas,
Claveles tiene tu boca.

Gritan los más badulaques.
-Por ésta sí que arde Troya!
-¡Veyan cómo se mueve
tan igual que una melcocha!

Te aguaita el sol tras los sauces,
como una roja amapola.
Se levanta un viento pícaro
para agitarte la ropa...

Entra la noche en el patio
toda alumbrada de joyas.
El huarapo hace estallar
chiste y lisura en las bocas.

Alta ya, sobre las casas,
rueda una luna redonda.
De chicha no hay ni el olor,
de resacao ni una gota.

Y el yaraví que es galán,
y la pampeña que es novia,
se van quedando dormidos
de brazos, bajo las sombras.

Ebrio de música el viento
hacia los campos retorna.
Todo se queda en silencio.
Las calles se quedan solas.

Es que te has ido, cholita,
rapidol para tu alcoba,
sin que acertara ninguno
a darte un beso en la boca.

NOTA:
recoba!...Plaza pequeña de abastos.
simbas...trenza, cabellera.
cateando...mirar, avizorar.
balay... canasta de mediana dimensión.
Chomba....cántaro donde se fermenta la chicha.
Anchi...afrecho de la jora hervida para la chicha.
Suisuna...tela o tamiz con que se cierne la chicha.
Llarete ...Especie herbácea que se usa como leña.
Coronta...Tronco del maíz.
Huarapo...Aguardiente de anís, anisado.

DE Canciones Jubilares




Noche de éxtasis

¡Cuaresma! ¡Noche! ¡Qué noche!
Nochecita de suspiros.
¡Qué cosas se están diciendo
los grillos y los sapitos!

Niño el viento entre las hierbas
busca el anís y la menta.
Corazón de flauta el agua
canta su amor a las piedras.

Agua de Dios derramada,
agua azul, negra y pulida
agua de lirio y de malva
que espejea cielo arriba.

Mi alma, de tanta dulzura,
se me ha disuelto en la noche.
¿Qué felicidad es ésta?
¿Acaso es Dios que me absorbe?

DE Canciones Jubilares




Romance de la chola Baltazara

¿Qué tiene la recia chola?
¿Qué tiene la Baltazara?
Hombre que la mira, pierde
por ella el honor y el alma.

La mañana que llegó
a la plaza Huamanmarca,
prendió el asombro en toditas
las mozas que la miraban.

Las guitarras de los cholos
le siguieron las pisadas.
Quedó azorada la chola,
temblando como una dalia.

Los ojos de los rivales
cambiaron mudas palabras.
Puñales de odio chispearon
detrás de cada mirada.

En los senos de la chola
se oyó el rumor de dos alas.
Esa mujer era un reto
por donairosa y por guapa.

Juntas, bajando del cielo,
llegaron ella y el alba.
¡Con qué furor en sus rostros
batallan lirios y malvas!

En la plaza pequeñita
reabre el murmullo sus alas.
¡Ha entrado la tentación
en la tranquila comarca!

En el alma de los viejos
despiertan águilas bravas.
Los mozos sienten que el pecho
les arde como una brasa.

Las mozas tiemblan de rabia;
se santiguan las beatas:
-¡Qué mujer, Ave María!
-¡Qué mujer la Baltazara!

A ella se deben en los pueblos
pleitos allá, aquí batallas.
Hablen sino los cuchillos
de los secretos que callan.

En Choingos, en Huayucachi,
en Sapallanga, en Chupaca,
sembró el odio entre los majtas
y el duelo entre las guitarras.

Que hablen sino de claveles
de sangre las nieves altas;
los ríos y los pantanos,
del bermellón de sus aguas.

Hable el viento de los truncos
gemidos de las guitarras;
y los caminos, de potros
jineteados por fantasmas.

¿Qué tiene la recia chola?
¡Qué tiene la Baltazara?
Hombre que la mira, pierde
por ella el honor y el alma.

Ahora también, ya encendidas
las venas de chicha y chajta,
se arma un revuelo de gritos
en la plaza Huamanmarca.

Dos cholos color de arcilla
prenden la gresca. Sus caras
se buscan con fiero gesto
y con odio en las mirada.

Las manos de duros nervios
enseñan el arma blanca.
Van y vienen y, de pronto,
dan tarea a las navajas.

Las camisas de tocuyo
De rojas flores se manchan.
Los rostros empalidecen;
ruedan los cuerpos sin alma.

Las mozas sienten terror,
se santiguan las beatas.
-¡Qué mujer, Ave María!
-¡Qué mujer la Baltazara!

Y mudas como palomas,
se quedan las dos guitarras.
La tarde se pone triste
y el viento gime en las ramas.

Y camino hacia los campos,
ya se va la Baltazara.
Las viejas se hacen las cruces,
los viejos no dicen nada.

¿Qué tendrá la recia chola?
¿Qué tendrá la Baltazara?
Hombre que la mira, pierde
por ella el honor y el alma.

DE Canciones Jubilares



La Odisea de Angamos

1.

Es el ocho de octubre.
Agonías de luz van hendiendo las sombras.
Se inaugura el designio de la muerte y se siembran
panoramas de niebla.
Es como si la angustia deshojara
sus rosas blancas sobre el oro muerto
del horizonte.
Entre la indecisión de mar y cielo
parece que una población dada
se detuviera a contemplar atenta,
el sangriento episodio que se intuye.


2.

Es el ocho de octubre.
Alguien descorre el gran telón del tiempo.
Y en el fondo aparece, presidiendo,
la Muerte, blanco y descarnado el rostro,
la Muerte, sobre el hombro la guadaña,
la Muerte, encabezando fatídicos prosélitos,
la Muerte, la que siega la mies rubia del alba,
la que colma de negras tintas el mar y el aire
¡Es la Muerte que llega
devorando distancias!


3.

Cerca de Mejillones
cerca de Antofagasta,
en el instante de rodar la lumbre
como un fuego otoñal sobre los médalos,
en el instante en que las olas caen
como alas de ángeles suicidas
sobre las playas,
justamente a esa hora
navega el Huáscar y la Unión navega;
navega el Huáscar y parece un raro
pájaro visionario entre las nubes.


4.

Es él. Alucinado pasea sobre el mar
sus glorias de coloso.
Está ebrio en el jardín de jacintos del alba.
Bebe en la lejanía la magia de la luz.
La aurora se le brinda desnuda y palpitante
sobre un lecho de púrpuras.
El mar, el vasto mar, tiene un preludio de arpas.
Es el Huáscar que sueña
navegando en los puros reinos de la leyenda.
Y, mientras sueña, abajo hay un rumor,
abajo, encima de las olas blancas,
un rumor de laúdes y un cantar de sirenas.
Es que es la hora en que se abre como un libro de fábula
bajo el viento que agrupa floraciones de nácar;
es la historia, la historia,
que en las páginas blancas de las nubes
pretende perpetuar en relieves inmensos
la odisea del Huáscar, el Ulises austral.


5.

Es el mismo glorioso monitor, es el Huáscar;
y la fragata Unión,
que escolta la altivez del buque solitario,
semeja un gerifalte junto a un águila blanca.
Es el Huáscar. El mismo,
el que nació para tallar su historia
en los divinos mármoles del cielo;
es él mismo, él que ingresa de frente, como un dios,
en plena eternidad.
la eternidad se le abre
como un templo y él entra mientras cantan abajo
cientos de dulces náyades en sus cítaras de oro.


6.

Hay que decirlo.
No estaba el corazón del Perú tierra adentro,
no estaba en Lima ni en el Cusco estaba;
se había trasladado hacia altamar
y palpitaba allí, dentro del Huáscar;
el Huáscar era todo un corazón,
un corazón colmado de sol y de misterio,
un corazón hecho de vientos puros,
un corazón de mar, claro y azul, abierto
como una rosa náutica hacia todas las rutas...
Hay que decirlo.
Y el Huáscar recorría el litoral
semejante, unas veces, a paloma,
semejante, otras veces,. a león.


7.

Solo tejió todas sus glorias juntas;
solo, de norte a sur, paseó su señorío,
su altivez de héroe helénico,
su antigua majestad de faraón,
solo, solo, a manera de áticos dioses,
}solo, un diálogo intenso con el viento y los astros,
solo, bajo las rosas del alba y del crepúsculo,
Ulises resurrecto,
Quijote de las aguas.


8.

Un veintiuno de Mayo.
Y el Huáscar -cual se baten dos argonautas griegos-
embiste a la Esmeralda.
Desde los altos médalos de Iquique,
legión de cóndores las nubes miran;
asustada la luz cierra los párpados,
y el viento, que hacia el mar
va arreando su rebaño de lomas taciturnas,
enmudece la flauta que ejecuta al silencio.


9.

Un veintiuno de Mayo.
De tres espolonazos destruye al adversario,
tres golpes magistrales, tres duros aletazos
de águila, de repente surgida entre relámpagos,
tres golpes...La esmeralda revuélvese sangrante,
revuélvese como un dragón colérico,
revuélvese; y los mudos habitantes oceánicos
palidecen de espanto:
se oye un rumor de fuga;
las deidades marinas, las sirenas,
huyen despavoridas abandonando túnicas
entre un follaje de algas y de líquenes.


10.

La Esmeralda fenece.
Y Grau, el soñador, el Cid de aquellos mares,
temblorosas dos lágrimas al fondo de los ojos,
recoge los despojos de Prat, rival insigne;
los envuelve en los pliegues de un pabellón azul
y entre un llanto de nubes –vírgenes en martirio-
los envía a la gloria,
mientras él en la proa,
circundado de rayos recomienza a soñar,
a serenar sus iras, a arremansar sus ímpetus,
y, a pesar de los lauros que coronan sus sienes,
siente no sé que angustias y no sé qué tristezas;
sabe que el libro blanco que fue su biografía
se ha manchado de sangre...


11.

Tenía que pisar sentimientos y escrúpulos.
Por encima de su honra y de su vida
estaba la honra de la patria toda
y la vida también de todo un pueblo.
Y así tuvo que entrar
en los reinos llameantes del terror,
en los campos de sangre de la gloria;
y se vistió de rojo, pero era un ángel rojo;
sollozando la Patria fue a alcanzarle una espada;
y desde aquel instante, velaría,
velaría adelante, hacia el futuro,
la esperanza y el sueño de los niños,
el báculo del viejo
y las mieses de Dios
en el vientre sagrado de las madres.


12.

Y así nació la historia,
y así empezó a escribir el gran capítulo
que sería su vida y que sería su muerte.
Al choque de dos mundos
-Chile y Perú- nació, como nacen los astros,
entre un huracanado viento de sur y norte.
Y se elevó hacia el cielo: -¡lábaro de luz era!-
elevose en el mar, y su alma se extrendió
como un cielo de pronto nacido de las sombras.


13.

E inició la epopeya.
De su espada flamígera desprendiose la llama.
y su furia infernal de cernícalos rojos
fue desplanzando a todos los buques enemigos.
Elk incendio, primero, de la barca Clorinda,
después la Covadonga, cañoneada,
y el Matías Cousiño, destruido...
La epopeya crecía.
Se agigantaba el Huáscar tomando dimensiones
de algún ser mitológico:
un león, un pegaso...
Se extendían sus alas de horizonte a horizonte
y azotaban las costas del país agresor.
Tocopilla, Taltal, Chañaral y Caldera
azoradas temblaban como tímidas aves.
Y paseábase el Huáscar, el león del Pacífico.
La escoltaba el asombro de los días. El viento,
tallador de las nubes, esculpía en el cielo
fugitivas visiones de epopeyas antiguas;
y la estela radiante que dejaba a su paso
era el propio camino de la gloria en la tierra.


14.

Pero un día...Era, entonces, día octavo de Octubre.
Hacia punta de Angamos iba el gran monitor.
De pronto descubriéronse tres cabelleras de humo,
bajo el humo de tres barcos y en los barcos la Muerte.
Eran tres tripulantes, tripulantes fatídicos.
Era el Blanco Encalada y el Matías Cousiño
y hacia atrás la pequeña Covadonga.
Eran tres tripulantes:
la Ambición, la Venganza y el Odio.
Y venían a modo de siniestros dragones,
reluciendo ante el alba sus corazas metálicas,
y eran ígneos sus ojos y eran rojas sus fauces.


15.

El Huáscar temerario como un toro
que escarba el suelo e invita al enemigo,
silencioso esperó... Y estaba escrito:
"morir con honra antes de huir cobarde".
Empero la agresión
extrajo a relucir la garra del instinto,
la alzó contra la víctima con tal ensañamiento
que de estupor temblaron el mar y las montañas.


16.

Y fue doblado el número.
Otros tres se añadieron,
otros tres que, de súbito, irguieron la cabeza
empenachada en negras hogueras de exterminio.
Eran tres a manera de hipogrifos o gárgolas:
el Loa, el Cochrane y el O´Higgins.
Aquello sí fue un duelo de gigantes.
Aquello sí fue la ira desatada.
En medio estaba el Huáscar
y en derredor los seis rugiendo como leones;
en medio estaba el Huáscar,
solitario y altivo, hierático y solemne,
cual si fuese la cima del propio Huascarán
coronada de rayos y de águilas bravías.


17.

Iba a darse el comienzo a un diálogo de fuego.
Iba a escribir la Historia su más alta epopeya.
La voz del Aconcagua tronaba furibunda
rajando la quietud inmensa de las costas.
Y sonaba también la voz del Huascarán;
y su voz era canto y no rugido,
no era voz de codicia ni de abismo,
era un canto marcial de libertad
y no voz de opresión;
era voz de trompeta redentora;
no era voz cataclísmica,
no era voz infernal.


18.

Duelo de gigantescas proporciones.
Combate desigual.
Si es que ese día el sol detuvo su carrera,
fue para ver la gesta mayor de toda América,
tal vez un episodio que se olvidó en la Biblia,
pues, eso sí, fue un choque de ángeles y demonios.
Milton habría dicho que el Huáscar era un ángel
que con su espada en llamas
iba luchando contra seis monstruos fabulosos.
Y eran seis vestiglos
de repente surgidos de las fauces nocturnas;
eran seis cancerberos,
seis arpías del hambre,
seis jinetes del odio
destruyendo a mordiscos la indefensa
soledad del gran Huáscar.


19.

Allí sí que murieron como dioses
los patricios del mar que comandaban
el corazón del recio monitor.
Allí voló en pedazos el gran Contralmirante.
¡Tanto era el odio para tanto amor!
¡Cómo lo destruyó!
Cuando lo supo el sol,
que miraba de lejos tembloroso y estático,
no pudo menos que verter sus lágrimas;
y eran de sangre aquellas dulces lágrimas,
y era de sangre el mar,
y de sangre las nubes,
y de sangre la luz.


20.

Hinchábanse las olas como senos convulsos
y era que extrañas ninfas lloraban desoladas.
Remedaban las nubes un cortejo de vírgenes
y era que se llevaban el cadáver de Grau.
Desgarrábase el cielo como un rojo sudario
y era que enloquecían de horror el sol y el tiempo.
Sacudió un estertor todo el suelo peruano
y era que nuestra Patria rodaba en el sepulcro.


21.

Pero el Huáscar aún sobrevivía
y era que el alma inmensa del capitán mayor
soplaba como el propio fuego de Jehová.
Ahí estaba también Diego Ferré,
-águila sideral cerniéndose en la altura-
Elías Aguirre, Gárezon,
Melitón Carvajal y tantos otros
bravíos argonautas,
allí fueron a falta de combustible echando
las fuentes de su sangre, los leños de sus huesos...
¡Qué gran puñado de hombres!
¡Qué Ulises formidables!


22.

Y el pendón bicolor -el rojo y blanco-
no quería morir, tornaba siempre
a abrir las alas sobre el alto mástil,
y allí flameaba semejante a un águila,
semejante a un estrella invulnerable
o un pedazo de cielo ensangrentado
próximo a ser tragado por las sombras.


23.

Y el Huáscar, sobre el Gólgota del mar,
crucificado fue
y encarnecido fue.
Con la muerte del Huáscar también el sol murió
y se alegó la noche por todo el litoral;
la noche, sí la noche, la misma que extendió
sus brazos como largos tentáculos de acero.
Y comenzó en la tierra del Inca y del Virrey,
en la geo paradógica de Pizarro y Castilla
un murmullo de fierros,
una siembra de lágrimas...
Era el Perú marchando encadenado,
era el Perú sangrando bajo el látigo,
siervo de nuevo -¡hay que decirlo claro!-
otra vez arrastrando las cadenas
de una oscura derrota inmerecida.


24.

Pero no monitor, no en vano monitor
moriste en el calvario: no en vano Miguel Grau
esparciste tu corazón sagrado
en los surcos del viento; que no en vano
se holocaustan los dioses...Y tu muerte
fue la misma raíz del árbol de la gloria;
fue tu sangre el ungüento del divino bautismo
de Bolognesi y Cáceres...
Tu evangelio aprendido sobre el libro del mar
llegó hacia tierra firme... Y así fueron naciendo
no esta vez argonautas ni bravíos tritones,
sino recios centauros visionarios,
y profetas y apóstoles
que fueron defendiendo tu patria, nuestra patria.


25.

Padre nuestro que estás en nuestras vidas
y nuestro corazón, bendito seas.
Padre nuestro, señor, danos la gloria,
danos la libertad, padre Miguel...
Récente así los vientos marineros,
recénte así los días que amanecen
como dulces velámenes de ensueño;
récente así las aves que ornan los blancos mármoles
del blanco mausoleo que te erige la fábula;
récente así los cóndores, récente así las águilas,
los volcanes, los ríos, el maíz y el algarrobo;
récente así los leones que el huracán respiran
de tu valor para templar sus nervios y sus garras...
Padre nuestro que estás en todas partes,
donde se diga cielo, donde se diga mar,
donde se diga patria, donde se diga honor.

DE La odisea de Angamos



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