Carlos Díaz Chavarría
Nació en Heredia, Costa Rica, en donde reside actualmente. Es bachiller en Filología Española, realizó estudios en Derecho y obtuvo la Maestría en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Costa Rica. Actualmente cursa la Maestría en Currículum y Docencia Universitaria. Se ha desempeñado, desde 1989, como articulista de diferentes medios de comunicación escrita como El Semanario Universidad, La Nación o La Prensa Libre y, desde 1998, es comentarista del programa matutino Panorama de la Cámara Nacional de Radio de Costa Rica (CANARA).
Cuenta con catorce años de experiencia como docente universitario (Universidad de Costa Rica y Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología y se le ha premiado, en varias ocasiones en la categoría de Excelencia Docente. Ha publicado cuatro libros de poesía y uno de ensayos: “Mi propio tiempo” (poesía – 1997), “Aguas en celo” (poesía – 2000), “De panorama en panorama” (ensayos – 2003), “Soles de barro” (poesía – 2007) y La otra mitad de mi diferencia (poesía – 2012) que fue seleccionado para un espectáculo de poesía-dramatizada en México y será tema para una tesis doctoral en España.
Sobre La otra mitad de mi diferencia
Editorial Mirambell S.A., San José, Costa Rica, 2012.
La otra mitad de mi diferencia versa sobre poesía de género. A través del poemario se percibe un cuestionamiento de la discriminación vivida por el sector femenino a partir de esquemas patriarcales; un reclamo también a las mujeres quienes han sido cómplices de perpetuar el machismo; un reconocimiento a todas aquellas quienes, desde diferentes trincheras, han brindado sus luchas y compromisos para romper esquemas opresores; un cuestionamiento de los roles impuestos socialmente para hombres y mujeres, una exaltación a la liberación femenina y a todos aquellos hombres solidarios con la causa de género, y concluye con versos en donde se incentiva un diálogo, una sana convivencia, una concertación, una negociación, el diálogo entre mujeres y hombres, más allá de un desencuentro de géneros para la realización de una sociedad más equitativa y humanista. En ese sentido el libro posee el valor agregado de que el autor es el primer poeta costarricense en escribir un poemario netamente dedicado a la reivindicación femenina con un alto grado de denuncia, reclamo, libertad y solidaridad entre mujeres y hombres.
En pie de lucha
¿Qué nuevas melodías traerá este mar excitado? ,
¿Qué nuevas alas fecundarán nuestras miradas?…
¡No basta con retar los desatinos de esta historia!,
¡Ni desnudar la conciencia a bocajarros!
Más allá de las burlas de la vida y la muerte,
sé que seguimos teniendo la voz ensangrentada de denuncias,
labios aguerridos por la virtud de estas respiraciones que interrogan,
pues no somos más que la caligrafía desafiante
sobre este tablado de perseverancias que nos bautizan
tan al descubierto como nuestros pechos en pie de lucha…
¡Juntos!
¡Irrenunciables!
Con la placidez que crispa la autosuficiencia,
aunque casi siempre se entrelazan lacerantes pulsaciones
tenemos en nuestros nombres la sangres estremecidas…
¡tan palpitantes!,
como si de ellas hubiésemos ingerido inmortalmente
estos manjares de raciocinios en unas voraces respuestas
que se resisten a cumplir destinos.
Henos aquí,
despojados de disfraces,
sin probar más que este páramo tacto bañado
en su propia firmeza,
con un sorbo de nuestras huellas vociferando
más allá de nuestras diferencias…
Yuxtapuestos
¿Cuántos siglos de encuentros y desencuentros?,
cruzando descalzos corales arremolinados por el poder,
a veces resignándonos bajo porciones de opresión,
casi agonizando a pesar de la sangre palpitante de nuestros sexos,
desvanecidos en subterráneos fortificados de corderos y hienas,
intentando entresacar el intelecto de tu pecho,
y desgarrar el viril absurdo en mis templos
que inicuamente censuran la emoción de mis pupilas…
¡A cuántos verdugos con la verdad servida
enfrentaron nuestros versos !
Hemos iniciado tantas batallas
y abierto tantas trincheras
en mitad de las lunas,
convocando gozosos conciertos de esperanzas,
confesándonos criminales de prejuicios,
aquí te las traigo…,
y nosotros siempre tan yuxtapuestos,
¡como debe ser!
como renovados astros envueltos en palabras y hechos…
A pesar de esas miradas diabólicamente condenatorias
que se aterrorizan de nuestras ideas,
a pesar de tantos enclaustrados en sus propias ideologías,
a pesar de que aún nos toca verlos gobernar
y picotear con sus fariseos dogmas nuestras andanzas,
en cualquier esquina seguiremos tropezando
con herederos buitres de golpes y mordazas…
¡Asumimos los riesgos!…
Para que todo siga dispuesto en nuestros encuentros,
yuxtapuestos,
para seguir rasgando,
soñando,
transitando,
colectivamente,
por nuestra eminente necesidad de permanecer…
¡Así lo haremos!
Lo impensable de los infinitos
Necesito que me aferrés a la ruta de tu vacío,
a esa marca ininterpretable
en la penúltima estación
del lugar de tus misterios…
A ese nudo de pensamientos,
a esa idea sin razones,
a ese espectro sin prejuicios,
a ese largo trecho atestado de huellas…
Porque ¿cómo no emerger en esta tu atrayente locura?…
¿Cómo no circunscribir mi goce
en el ensalmo de tus recodos de vida?…
Si vos,
mujer,
me llevás
a lo impensable de los infinitos…
Rebelión de nuestras coincidencias
A veces solamente me basta recostarme
a deletrear los compases
de nuestras irreverencias y complicidades,
de esas sanadoras marchas difuminadas
en tierras ya cultivadas,
y escribo con el sensual aliento del silencio
como camarada.
Así encuentro nuevamente
en tus revolucionarios pechos
la efusión de los orgasmos de tu corazón y cerebro…
Aprender la lección quizás fue espinoso…
-A veces se debe trasformar el dolor en alimento-
¡Pero me fascina aceptar que nuestras denuncias
se levantan en poesía!
Saber que todo conspira para dejarme sucumbir
en tus desvergüenzas,
y en todas esas voces que aceleran sus regeneraciones
como seres divinos sin género,
¿quién dijo que Dios era hombre?…
Está en nosotros este sabernos juramentados
en nuestra biografía de huesos y sangre,
este asumirnos no hembra subyugada y macho dominante,
persiguiendo aún la rebelión de nuestras coincidencias.
Lecturas patriarcales
Me han acostumbrado a leerte
en binómicos esquemas,
en donde tu ser se pudre
cada vez que vocifera tu alma…,
Pacos y Lolas de verdugos vestigios
que con grilletes de neuronas
censuran nuestra inteligencia,
y te idealizan tan simple e inerte,
ahogada en la profundidad de la sandez,
demoliendo tu historia en triviales personajes
de cenicientas,
cual reina de aquelarres cotidianos,
barriendo ardores y aspiraciones,
sumergida en versículos patriarcales y
lenguajes opresores,
con el sello de santa, ramera o demonio,
sujeta a los sexistas exilios de la voz…
¡Que no nos perturbe la desidia de ese gozo patriarcal!
¡Suficiente!
Hoy quien te lo reclama es mi piel de hombre
despojada de tanta vetusta dictadura masculina…
Rupturas de tus exilios
Cómo deseo que esta letra ayude a desgarrar
los silencios que amortiguan tus labios,
escrituras encadenadas en hábitos y viriles vestimentas,
entre tantos caminos sepultados por miedos y tapujos,
¡porque no quiero tener voz sin escuchar la tuya!...
Desgarrate la piel para que aflore tu poesía,
tan prohibida y repudiada,
pero eternamente tuya,
con sabor a celo matinal
y a piernas de fruto fresco,
para que te escribás en la historia
con tus pezones de furia
y tus miradas escriban en las horas
proféticas autobiografías.
¡No estoy descubriendo nada!
-No es imposible penetrar en tus voces
a través del estruendo de los encadenamientos-,
sólo hace falta alzar tus diferencias
para que irrumpan en estos patriarcales remolinos,
donde el conocimiento te haga incluyente,
penetrantemente,
por cada una de las rupturas de tus exilios…
Yo te comprendo:
no nacés mujer…,
¡te hacés mujer!...
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