Rufino Blanco Fombona (Caracas, 17 de junio de 1874- Buenos Aires, 16 de octubre de 1944) fue un importante escritor y político venezolano de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Fueron sus padres Rufino Blanco Toro e Isabel Fombona Palacio. Los estudios primarios y medios los cursó en los colegios Santa María y San Agustín de Caracas. En 1889, se graduó de bachiller e ingresó a la Universidad Central de Venezuela para estudiar derecho y filosofía; estudios que abandona al poco tiempo para ingresar en la Academia Militar (1891). En 1892, participa en la Revolución Legalista, tras lo cual viajó a Estados Unidos (1892-1895) como cónsul de Venezuela en Filadelfia. De regreso a Venezuela se incorpora como colaborador de El Cojo Ilustrado. En 1895, es publicado su primer escrito impreso, el poema Patria. En 1896 se desempeña como agregado de la Legación Venezolana en Holanda. Regresa a Venezuela en 1898 y al año siguiente, publica su primer libro Trovadores y trovas. En 1899 actúa como cónsul de Santo Domingo en Boston. Al tomar el poder Cipriano Castro el 23 de octubre de 1899, lo nombra secretario general del estado Zulia (1900); en Maracaibo publicó su panfleto De cuerpo entero.
Entre 1901 y 1904 fue cónsul de Venezuela en Ámsterdam, y de regreso al país fue designado como gobernador del territorio federal Amazonas en 1905. Durante esta gestión se opuso al monopolio del caucho que se llevaba a cabo en la región, lo que le costó ser acusado y detenido por un tiempo. En la prisión de Ciudad Bolívar, escribió una de sus novelas más conocidas El hombre de hierro. Luego de ser liberado vuelve a Europa donde vive entre 1906 y 1908. Derrocado el régimen de Cipriano Castro, ocupó como diputado, la Secretaría de la Cámara de Diputados. No obstante, al poco tiempo comenzó a realizar severas críticas al gobierno de Juan Vicente Gómez, que produjeron su encarcelamiento en La Rotunda por un año (1909-1910) y luego enviado al destierro hasta 1936. Como tantos escritores y artistas latinoamericanos de su generación su exilio lo llevó a vivir en París (1910-1914), y luego en Madrid (1914-1936). En España continuó su labor como escritor y fundó la casa editorial América (hacia 1916), pensada para la difusión de autores y de libros olvidados con prólogos detallados y notas ilustrativas.A este período pertenecen el panfleto antigomecista Judas capitolino (1912); 2 tomos de su diario La novela de dos años (1929) y Camino de imperfección (1933); varios estudios críticos como los que aparecen en Grandes escritores de América (1917) o en El modernismo y los poetas modernistas (1929); crónicas como las que se presentan en La lámpara de Aladino, o estudios históricos como El conquistador español del siglo XVI (1921). En 1928, su nombre fue propuesto para el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura. Durante su permanencia en el exterior, ejerció diversos cargos públicos: cónsul del Paraguay en Toulouse (1918-1925), en Lyon (1927) y en Lérida (1928-1932). Restablecida la República en España (1931), se desempeñó como gobernador de las provincias de Almería (1932) y Navarra (1933). Dos años después de la muerte de Gómez (17.12.1935) regresa a Venezuela. En 1939, siendo presidente del estado Miranda, fue incorporado como individuo de número de la Academia Nacional de la Historia. Posteriormente, entre los años 1939 y 1941, fue ministro de Venezuela en Uruguay y sería Huésped de Honor del Gobierno de Cuba (1944). Los últimos años de su vida los dedicó al estudio de la figura de Bolívar, publicando los siguientes títulos: Bolívar y la guerra a muerte, El espíritu de Bolívar y Mocedades de Bolívar. Murió cuando viajaba por Argentina, por lo que sus restos fueron repatriados y enterrados en el Cementerio General del Sur, el 8 de diciembre de 1944. El 23 de junio de 1975 sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional de Venezuela.
Fue un escritor sin arrequives retóricos en sus novelas (El hombre de hierro; El hombre de oro), de pulso narrativo, descriptivo y modernista en su poesía (Trovadores y trovas; Canto de la prisión y del destierro), consciente y culto en el ensayo (El modernismo y los poetas modernistas; Grandes escritores de América).
Camino de imperfección (fragmento)
" Quisiera, al morir, poder inspirar una pequeña necrología por el estilo de la siguiente: Este hombre, como amado de los dioses, murió joven. Supo querer y odiar con todo su corazón. Amó campos, ríos, fuentes; amó el buen vino, el mármol, el acero; el oro; amó las núbiles mujeres y los bellos versos. Despreció a los timoratos, a los presuntuosos y a los mediocres. Odió a los pérfidos, a los hipócritas, a los calumniadores, a los venales, a los eunucos y a los serviles. Se contentó con jamás leer a los fabricantes de literatura tonta. En medio de la injusticia, era justo. Prodigó aplausos a quien creyó que los merecía; admiraba a cuantos reconoció por superiores a él y tuvo en estima a sus pares. Aunque a menudo celebró el triunfo de la garra y el ímpetu del ala., tuvo piedad del infortunio hasta en los tigres. No atacó sino a los fuertes. Tuvo ideales y luchó y se sacrificó por ellos. Llevó el desinterés hasta el ridículo. Sólo una cosa nunca dio: consejos. Ni en sus horas más tétricas le faltaron de cerca o de lejos la voz amiga y el corazón de alguna mujer. No se sabe si fue moral o inmoral o amoral. Pero él se tuvo por moralista a su modo. Puso la verdad y la belleza -su belleza y su verdad- por encima de todo. Gozó y sufrió mucho espiritual y fisicamente. Conoció el mundo todo y deseaba que todo el mundo lo conociera a él. Ni imperatorista ni acrático, pensaba que la inteligencia y la tolerancia debían gobernar a los pueblos y que debía ejercerse un máximun de justicia social, sin privilegio de clases ni de personas. Cuanto al arte, creyó siempre que se podía y se debía ser original, sin olvidarse del nihil novum sub sole. Su vivir fue ilógico. Su pensar fue contradictorio. Lo único perenne que tuvo parece ser la sinceridad, ya en la emoción, ya en el juicio. Jamás la mentira mancilló sus labios ni su pluma. No le temió nunca a la verdad, ni a las consecuencias que acarrea. Por eso afrontó puñales homicidas, por eso sufrió cárceles largas y larguísimos destierros. Predicó la libertad con el ejemplo: fue libre. Era un alma del siglo XVI y un hombre del siglo XX. Descanse en paz, por la primera vez. La tierra, que amó, le sea propicia. "
LA VISIÓN
Olor de rosas y batir de alas
me despertaron en la celda umbría.
Me despertaron, no; que no dormía.
Pésima noche entre mis noches malas.
¿Quién eres, di, le pregunté, que exhalas
tal fragancia y frescor, epifanía?
Tomó en sus manos la cabeza mía
de pelo en greñas y de barbas ralas.
Giró la vista en torno al calabozo;
creí escuchar un íntimo sollozo,
ynada... la visión desaparecía.
Algo llevóse y algo me dejaba.
Me incorporé sobre el jergón. ¿Soñaba?
Era... la que era. ¡Y no la conocía!
Del Siglo XVIII
La linda amorosa
la grácil duquesa
de cutis de rosa
y boca de fresa;
Con la sierva linda
de menudo paso
y boca de guinda
y cutis de raso;
Ante uno de rosa
feliz tocador
compara amorosa
sus senos en flor.
Escuchan un breve
y lánguido paso
que va al tocador
se abrochan el leve
corpiño de raso;
Y llenas de amor,
muerden, la duquesa
y la sierva linda
la esclava, la fresa;
la noble, la guinda.
Noche Dorada
Rompe la orquesta de alegrías hondas
que labios junta y corazones ata.
rompe a sonar bajo las verdes frondas
en la noche de estío azul y plata.
Echa a volar la luna por el cielo;
ave maravillosa,
bate la nívea pluma
y se convierte en blanca rosa,
en fantástica rosa de espuma.
Pasan bajo el azul del firmamento
los Deseos, cual potros voladores;
y se escucha un fragmento
de una canción de amores.
Los poderosos brazos no intimidan
a la breve cintura delicada;
y los besos anidan
entre la blonda cabellera amada.
Tiemblan sobre el corpiño
de la bella adorada
las camelias de armiño;
arden los sexos de rosa y de seda,
y en fúlgidos colores
teñido el rostro de la Virgen queda.
Es noche de alegría. Los amores
cantan bajo la erótica arboleda.
Revuelan por las callejas, como pájaros, las trovas
al son de dulces bandolines,
Y ríen, en las rústicas y fragantes alcobas,
los faunos de metal de los jardines.
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