Juan Mollá
Juan Mollá López (Paterna, Valencia, 1928) es un escritor y poeta español. Sus obras están incluidas en diversas antologías españolas y extranjeras; entre ellas en las últimas ediciones de Las mil mejores poesías de la lengua castellana.
Además de escritor y poeta, es presidente de la Asociación Colegial de Escritores de España. También fue presidente del Centro Español de Derechos Reprográficos durante ocho años y en la actualidad es vicepresidente 1.o. Ha sido traducido al francés, italiano, portugués, catalán y valón. Ha obtenido diversos premios literarios, entre ellos el Premio de la Crítica del País Valenciano y el Premio de Novela Plaza & Janés.
Obras
Poesía
Pie del Silencio. Canto al Cares
País de la lluvia
Milenios
Memoria de papeles amarillos
Sombra, medida de la luz
Antología poética
Animales impuros
Jardín sin límites
Poemas Mediterráneos
La selva y otros sueños
Contra el tiempo
Narrativa
Sueño de Sombra (en colaboración con Víctor Alperi)
Agua India (en colaboración con Víctor Alperi)
Cristo habló en la montaña (en colaboración con Víctor Alperi)
Segunda Compañía
Fuera de Juego
El solar
Cuarenta vueltas al sol
La caracola herida
Ensayo
Carlos Bousoño en la poesía de nuestro tiempo (en colaboración con Víctor Alperi).
Teatro español e iberoamericano en Madrid
LA SELVA
Y OTROS SUEÑOS
Los pájaros
Nacieron con la luz. Eran la luz. Brotaron
con el alba primera, con la voz inicial.
Nacieron. Surgieron de la luz, de la voz; era
un abanico inmenso que crecía.
Una luz que crecía, una voz que volaba.
El estallar de un átomo que iba cuajando el aire,
que iba abriendo el espacio, que iba poblando el cielo
multiplicando el soplo del origen.
Estallaban, crujían luces, voces, espacios.
Se alejaban vanguardias de la voz, de la luz.
Cuajó el tiempo, cuajaron ciertas quietudes, aires.
Hubo un silencio. Una mirada. Un sol
Descubrieron sus alas extendidas. ¡Volaban!
Despertaron sus plumas los colores.
Las alas se extendían, se agitaban. Su brillo
era ya el parpadeo más vivo de la aurora.
Fue la aurora feliz. Fueron los pájaros.
Fueron las alas, fue la luz; el vuelo.
Se extendió sobre el mar. Sobre el sol. Sobre el verde
rumor de hierba y selva que crecían.
Todo creció bajo el batir del ala.
Fue la alegría nuestra Ley primera.
Una risa nació. Cubrió la tierra pura.
El silencio escuchó. Los pájaros cantaban.
El bosque
El bosque crece lento. Pero crece
tan rumorosamente que se escucha
su bramido tan hondo como el mar, como el viento.
Se oye crecer, abrirse, parir, cantar, mecerse.
El bosque canta, sueña. En sus frondas nacimos.
En sus ramas saltamos. Trepamos por su tronco.
Bosque lleno de nidos, que mece con bravura.
Bosque materno, padre bosque, patria.
Mirad, mirad la fronda transparente
cómo filtra el azul del cielo altísimo.
Mirad a vuestras plantas las raíces,
el agua verde de los manantiales,
las hileras de hormigas negrirrojas,
los reptiles de plata, las mariposas de oro.
Tan sólo apenas extender las alas,
y volar y volar; subir cantando,
subir volando en largas curvas. Luego,
descender… Y ascender, cruzar el cielo
sobre el bosque dormido. Torcer el ala apenas
y girar y doblar y zambullirse
en el mar vegetal cantando, amando.
Es el tiempo sin fin. Es la mañana eterna.
Es el bosque sin límites. El vuelo
sin cansancio. La luz, la luz. El bosque
todo clama radiante de alegría.
Noche
La noche suena ti. La noche suena
a tus cabellos donde el viento canta,
al profundo clamor de tus torrentes,
al mar que sueña el mar en tus oídos.
La noche suena a ti. Suena a tus selvas,
a tus inquietos pájaros sin nombre,
al pisar de tus fieras enceladas,
al grillo de silencio que te pulsa.
Oigo esta noche palpitar tus sienes
en la mágica red de las estrellas.
Oigo correr tu sangre noche abajo,
mientras la luna brama por tu pecho.
Siento temblar de amor la noche entera,
mujer lejana, tierna amada ausente.
Solo, sin ti y en medio del silencio,
te oigo temblar y tiemblo, noche mía.
Historia de la piedra
Borrada por la luz brutal del día,
cada tarde, al crepúsculo, despierta.
Es una roca enhiesta entre otras rocas,
en la ladera descarnada y vieja.
Su silueta recobra entre las sombras
un perfil casi airado, casi aullante,
un puño en pie, surgiendo de las ruinas
desmoronadas por la gran catástrofe.
Nudillos destrozados, ya sin forma,
conservan aún su furia. Los tendones
de sus aristas tensan aún su fuerza.
Masa de piedra hundiéndose en la noche.
La piedra no recuerda, pero guarda
claras señales en su piel. Indicios
y mensajes grabados que algún día
alguien descifrará: Letras y signos
que relatan su historia, peripecia
minuciosa y muy lenta de otra historia
escrita en cordilleras y desiertos,
con palabras de abismos y de olas.
Inútilmente la contemplas. Nada
te revela su bronca geografía.
Y su historia, lo sabes, es tu historia.
Su vida es tan fugaz como tu vida
Al margen
1
Underground
Miedo crucificado por niños implacables,
alas con alfileres, fuego en la boca, grito
en la tarde.
Temblor de sombra, roce gris, susurro,
palpitación de la humedad, contacto
con lo oscuro.
Menudo corazón en parpadeo,
pupila ciega que nos mira horrible
por los sueños.
Reina en la noche pálida, murciélago,
alma furtiva, morador del sótano,
presidiario escapado entre cables de muerte,
eterno fugitivo
de la Ley y del Sol, rondando el crimen
al margen de la luz, de la caricia
y del beso imposible, hermano nuestro.
3
Subterráneos
A Víctor Alperi
Por selvas de raíces escarba galerías
con los ojos cegados hundidos en la tierra.
Con urgencia de pánico se desliza en lo oscuro
socavando praderas interminablemente.
Esclavo de sus uñas, condenado a trabajos
de preso fugitivo que no ha de ver la Luna,
jamás terminará su laberinto.
Vive para escapar y no escapará nunca
de una cárcel que nunca existió en su conciencia,
pobre topo tiernísimo. Eternamente huyendo
no cuida de buscarse la libertad del aire.
Tú has visto removerse la tierra bajo el césped
y de un golpe certero le has roto el corazón.
7
Tela de araña
Funámbula lentísima en la cuerda
de cristal de la noche.
Gris envenenadora cuya astucia
prepara aleve el crimen.
Repulsivo contacto de lo blando.
Qué Universo dispones en el bosque
tendiendo tus espejos que reflejan
el orden sideral del firmamento,
geométrica y sutil astronomía
que copia el ritmo de la luz primera.
No son trampa tus redes a la Luna.
Es tu sueño imposible de belleza,
jorobada escondida
en la radiante catedral que inventas
cada noche y te salva,
oscura dama.
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