José de Ciria y Escalante
(Santander, 1903-Madrid, 1924)
De José de Ciria y Escalante, una fugaz sombra en la poesía de los años veinte, han quedado unos pocos poemas, muy de época, y el conmovedor memento de un soneto de Lorca («delicado giocondo, amigo mío»). César González-Ruano traza de él esta rápida viñeta: «José de Ciria, santanderino, murió muy joven, era rico y vivía con su guapísima madre, Lola Escalante, en el Hotel Palace». Guillermo de Torre, en su obra Literaturas europeas de vanguardia, lo encuadra entre «los ultraístas de secuencia creacionista». Y añade: «Este malogrado compañero, arrebatado cruelmente a la vida en sus floridos veinte años, publicó escasos poemas, recopilados póstumamente por los que fuimos sus amigos. A los diecisiete años, "con la corbata azul de las ilusiones sobre el pecho y bien apercibido el rifle de las imágenes" [...], compuso delicados poemas que muestran su fresca sensibilidad y la buena puntería de un cazador lírico». En 1920 codirigió el primer y único número de la revista Reflector.
Obra poética
José de Ciria y Escalante [Poemas], Madrid, Artes de la Ilustración, 1924; 2.ª ed., Cáceres, Norba, 1991. Introducción de José Luis Bernal.
Obras (ed. Leopoldo Rodríguez Alcalde), Santander. Librería Moderna, 1950.
Quincena ultraísta (ed. Arturo del Villar), Madrid, Los Libros de Fausto, 1983.
Bibliografía
Rodríguez Alcalde, Leopoldo, «Estudio», en Obras (1950).
Villar, Arturo del, «Imagen difusa de José de Ciria en su tiempo» en Quincena ultraísta (1983).
VV.AA., «José de Ciria y Escalante», en Peña Labra, núm. 18, Santander, invierno de 1975-1976.
Reloj
Para Adolfo Salazar
La madre abadesa
reza
con voz de estrella
Las novicias se han dormido
soñando
con los trasnochadores
La pantalla cinematográfica
aborta
un paisaje lunar
Y en lo alto del FARO
el torrero y su novia
se dan un beso en la boca
Los luceros agitan
las campanillas
Verbena
Para Eugenio Montes
Las carreteras vírgenes
cogidas de las manos
ofrecen sus vientres desnudos
a los aeroplanos
En un beso sin alas
me remonté a una estrella
Aquella nube blanca
que me enjugó las lágrimas
hoy ha muerto de pena
De mi sortija penden
todos los merenderos
y en mis hombros reposan
los senderos
HE CAÍDO
Las miradas de todas las doncellas
se habían enroscado en mis pies
ADELANTE
El humo de mi pipa pita como un tren
Angustia
Para Mauricio Bacarisse
Los árboles gimnastas
que han saltado en la pista
van recogiendo aplausos con el pico
Las banderas desnudas
sollozan en sus cárceles
Canciones insospechadas
naufragan en mi pecho
El otoño ha deshojado mi cartera
Un lucero extraviado
me canta junto a la almohada
Espuma
Las banderas rebeldes
cruzan los horizontes
Cristo
sobre las aguas
apacienta el rebaño de las olas
Jornada
Para Isaac del Vando-Villar, cuya sangre está plena del optimismo quieto de una media verónica
Mis ojos se han manchado
de Sol
Todos los ruiseñores tienen un libro
abierto
¿Será de Campoamor?
Al traje de Belmonte
le apolilló una estrella
El toro ha destripado con sus cuernos
al Sol
Y todos los recuerdos
se han vestido de blanco
en mi corazón
[Poemas]
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