Claude McKay
Claude McKay, Poeta y narrador estadounidense (Clarendon Parish, Jamaica, 15 de septiembre de 18891 – Chicago, 22 de mayo de 1948), fue un escritor y poeta jamaicano. Comunista en su juventud, no llegó a hacerse miembro del partido al decidir, tras realizar una visita a la Unión Soviética, que el comunismo era demasiado disciplinado y represor. McKay participó en el Renacimiento de Harlem (Harlem Renaissance), y escribió tres novelas: Home to Harlem (1928), éxito de ventas con el que ganó el premio Harmon de oro de literatura, Banjo (1929), y Bananas Bottom (1933). McKay también escribió una colección de relatos cortos, Gingertown (1932), y dos libros autobiográficos: A Long Way from Home (1937) y Harlem: Negro Metropolis (1940). Su libro de poesía, Harlem Shadows (1922) estuvo entre las primeras publicaciones del renacimiento de Harlem. Su libro de poemas escogidos, Selected Poems (1953), fue publicado póstumamente.
McKay, bautizado con el nombre de Festus Claudios McKay en James Hill, Clarendon, Jamaica, era el hijo menor de Thomas Francis McKay y Hannah Ann Elizabeth Edwards, granjeros prósperos, aunque analfabetos, con las propiedades suficientes como para tener derecho a voto.
A la edad de cuatro años McKay comenzó a asistir al colegio de la iglesia a la que asistía, y con siete años fue enviado a vivir con su hermano mayor, maestro de escuela, para que recibiese la mejor educación posible. Mientras vivía con su hermano mayor, Uriah Theodore, McKay se volvió un lector voraz, comenzando a escribir poesía con tan solo 10 años. Bajo la tutela de su hermano, McKay estudió las figuras más representativas de la literatura y filosofía, tanto clásica como inglesa, así como ciencia y teología.
En 1906 McKay entró como aprendiz de un ebanista de carruajes y armarios, conocido como Old Brenga, con el cual permaneció durante dos años. Durante dicho periodo, en 1907, McKay conoció a Walter Jekyll, quien se convirtió en su mentor e inspiración, animándole a concentrarse en sus escritos. Jekyll convenció a McKay para escribir en su dialecto nativo, e incluso más adelante pondría música a alguno de sus versos. Jekyll también ayudó a McKay a publicar en 1912 su primer libro de poesía, Songs of Jamaica, los primeros poemas publicados en Patois (dialecto conformado a partir de una mayoría de palabras inglesas, pero con estructura africana).
El siguiente libro de McKay, Constab Ballads, se publicó ese mismo año y estaba basado en su experiencia como oficial de policía en Jamaica. También ese año se marchó a EE. UU., al instituto Tuskegee de Booker T. Washington, donde se sintió conmocionado por el fuerte racismo que encontró en Charleston, Carolina del Sur, donde muchos edificios públicos estaban segregados. Ante el rechazo a "la existencia maquinal allí", McKay se fue a estudiar a la Universidad Estatal de Kansas. A estas fechas corresponde su periodo de activismo político, así como la lectura de The Souls of Black Folk, de W. E. B. Du Bois, que tuvo un gran impacto en él.
A pesar de los buenos resultados obtenidos en los exámenes de acceso, en 1914 McKay decide que no quiere ser ingeniero agrónomo y se va a Nueva York, donde se casa con su novia de la infancia Eulalia Lewars.
McKay publicó dos poemas en 1917, en Seven Arts, bajo el alias de Eli Edwards. Sin embargo, McKay continuó trabajando como camarero en el ferrocarril. En 1919 conoció a Crystal y a Max Eastman, editores de The Liberator (donde McKay trabajaría como coeditor ejecutivo hasta 1922). Fue en este momento cuando publicó uno de sus poemas más famosos, "If We Must Die", durante el "Verano Rojo", un periodo de intensa violencia racial contra los negros en las sociedades angloamericanas. Esto tuvo lugar en una etapa de su poesía que señaló el comienzo de su vida como escritor profesional.
Durante la estancia de McKay en The Liberator, tuvo aventuras amorosas con hombres y mujeres, incluyendo a Waldo Frank y a Edward Arlington Robinson. Los detalles sobre sus relaciones son escasos.
McKay se involucró con un grupo de radicales negros descontentos tanto con el nacionalismo de Marcus Garvey como con la organización reformista de clase media NAACP. Entre ellos se incluía a los afrocaribeños Cyril Briggs, Richard B. Moore y Wilfrid Domingo. Todos ellos lucharon por la autodeterminación negra dentro de un contexto de revolución socialista. Juntos fundaron una revolucionaria organización semisecreta, la Hermandad de Sangre Africana. Pronto, McKay partió hacia Londres, Inglaterra.
Hubert Harrison le había pedido a McKay que escribiera para el Negro World propiedad de Garvey, pero únicamente unas cuantas copias del mismo han sobrevivido a esa época, ninguna de las cuales contiene artículos escritos por McKay. Él solía frecuentar una asociación de soldados en Drury Lane y la Organización Socialista Internacional en Shoreditch. Fue durante este periodo cuando el compromiso de McKay con el socialismo aumentó y comenzó a leer a Marx con asiduidad. En la Organización Socialista Internacional, McKay conoció a Shapurji Saklatvala, A. J. Cook, Guy Aldred, Jack Tanner, Arthur McManus, William Gallacher, Sylvia Pankhurst y a George Lansbury. Pronto fue invitado a escribir para el periódico Workers' Dreadnought.
En 1920, el Daily Herald, un periódico socialista publicado por George Lansbury, incluyó un artículo racista escrito por E. D. Morel. Titulado "Black Scourge in Europe: Sexual Horror Let Loose by France on the Rhine", insinuaba una flagrante hipersexualidad en africanos en general, pero Lansbury se negó a imprimir la respuesta de McKay. Esta respuesta apareció más tarde en el Workers' Dreadnought. Aquí comenzó su colaboración habitual con el Workers' Dreadnought y con la Federación Socialista Obrera, un grupo perteneciente al Comunismo Consejista activo en el East End y que tenía mayoría femenina en todos los niveles de la organización. Mckay se convirtió en periodista asalariado del periódico; algunas personas afirman que fue el primer periodista negro en Gran Bretaña. Asistió a la Communist Unity Conference que creó el Partido Comunista de Gran Bretaña. Al mismo tiempo también se publicó algo de su poesía en la Cambridge Magazine, editada por C. K. Ogden.
Cuando Sylvia Pankhurst fue arrestada conforme a la Ley de Defensa Nacional por publicar artículos "deliberados y que con probabilidad causarían sedición entre las fuerzas armadas de Su Majestad, en la Marina, y entre la población civil," la casa de McKay fue inspeccionada. Es probable que él fuera el autor de "The Yellow peril and the Dockers" atribuido a León López, que fue uno de los artículos mencionados por el gobierno en el caso contra el Workers' Dreadnought.
En 1922 visitó la Unión Soviética y asistió al cuarto congreso de la Internacional Comunista en Moscú. Allí, conoció a muchos líderes bolcheviques incluyendo a León Trotsky, Nikolai Bukharin y Karl Radek.
McKay fue una figura fundamental dentro de la literatura afroamericana en EE. UU., ya que se dio a conocer como una de las primeras y más activas voces del denominado Renacimiento de Harlem. Fue considerado uno de los principales poetas del movimiento. Entre sus más famosos poemas de este periodo se encuentran el comprometido If We Must Die (1919) y el autoretrato Outcast, que fue recogido en Harlem Shadows (1922).
McKay también escribió reminiscencias líricas de su Jamaica natal, así como obras sobre el amor y el exilio, tales como el Tropics in New York y Harlem Dancer. El tono de muchas de sus obras ha sido descrito como racialmente consciente y revolucionario. Abogó en favor de las libertades civiles plenas y de la solidaridad racial. El orgullo de McKay por su cultura, y su conciencia racial, ayudaron a estimular la expresión de la cultura Afroamericana.
En 1928 McKay publicó su novela más conocida, Home to Harlem (1928), con la cual ganó el Harmon Gold Award de literatura. La novela, que describe la vida de la calle en el Harlem, tuvo un gran impacto entre los intelectuales negros del Caribe, oeste de África, y Europa.
La novela de McKay consiguió un considerable número de lectores, especialmente entre aquellos que querían saber más acerca de los intensos, y a veces impactantes, detalles de la vida nocturna del Harlem. Su novela fue un intento por capturar el espíritu penetrante y enérgico de los "desarraigados negros sin techo". Home to Harlem fue una obra en la cual McKay buscó entre la gente común una identidad negra distintiva.
A pesar de esto, el libro suscitó las críticas de uno de los héroes de McKay, W. E. B. Du Bois. Para Du Bois, las francas descripciones de la sexualidad y la vida nocturna en el Harlem de la novela, lo único que hacían era apelar a la "curiosidad lasciva" de los lectores blancos y de los editores en busca de retratos del "libertinaje" negro. Según dijo Du Bois: "Home to Harlem ... en su mayor parte me da náuseas, y después de leer las partes más sucias de esa porquería siento invariablemente ganas de tomar un baño." En la actualidad, autores más modernos rechazan esta crítica de Du Bois, quien estaba más preocupado por usar el arte como propaganda en la lucha por la liberación política de los Afroamericanos más que en el valor del arte como escaparate de la verdad sobre vida de la gente negra.
Otras novelas de McKay fueron Banjo (1930), y Banana Bottom (1933). Banjo fue célebre por su retrato de cómo los Franceses trataban a los colonos negros, ya que la novela gira en torno a las aventuras de un marinero negro en Marsella. Césaire afirmó que en Banjo, se describía a los negros sinceramente y sin ningún tipo de "inhibición o prejuicio". Banana Bottom fue la tercera novela de McKay. Se dice del libro que sigue como tema principal a un individuo negro en busca del establecimiento de su identidad cultural en una sociedad blanca. El libro trata entre líneas de las tensiones raciales y culturales.
McKay también escribió una colección de relatos cortos, Gingertown (1932), y dos obras autobiográficas, A Long Way from Home (1937) y Harlem: Negro Metropolis (1940). Su recopilatorio de poemas, Selected Poems (1953), y su segunda autobiografía, My Green Hills of Jamaica (1979), se publicaron póstumamente.
Desilusionado del comunismo, McKay, abrazó las enseñanzas sociales de la Iglesia Católica Romana y se bautizó. Murió de un ataque al corazón a la edad de 59 años.
Legado
En el 2002, el erudito Molefi Kete Asante colocó a Claude McKay en su lista de los 100 Mejores Afroamericanos.6 Es considerado como "el más destacado intelectual negro de izquierdas de su tiempo" y sus obras han influido enormemente en toda una generación de autores negros, incluyendo a James Baldwin y Richard Wright.
Premios
La medalla de oro del Jamaican Institute of Arts and Sciences en 1912 por dos libros de poesía, Songs of Jamaica y Constab Ballads;
El premio de la fundación Harmon por su distinguido éxito literario, NAACP, en 1929, por Harlem Shadows y Home to Harlem.
Y el James Weldon Johnson Literary Guild Award, en 1937.
PARIA
(Outcast)
Por regiones oscuras de donde mis padres salieron
Mi espíritu, en cautiverio por el cuerpo, anhela.
Sentía palabras, pero nunca escuché, mis labios se enmarcarían;
Mi alma cantaba canciones de junglas olvidadas.
Me gustaría volver a la oscuridad y a la paz,
Pero el gran mundo occidental me mantiene remunerado,
Y nunca podre esperar una liberación completa
Mientras que a sus dioses ajenos doblego mi rodilla.
Algo en mí se ha perdido, perdido para siempre,
Algo importante ha salido de mi corazón,
Y tengo que caminar el camino de la vida de un fantasma
Entre los hijos de la tierra, una cosa aparte;
Porque yo nací, lejos de mi clima nativo,
Bajo amenaza del hombre blanco, fuera del tiempo.
AMÉRICA
Aunque ella me da de comer el pan de la amargura,
Y hunde en mi garganta su diente de tigre,
Roba el aliento de la vida, y confesaré
¡Me encanta este infierno culto que pone a prueba mi juventud!
Su energía fluye como las mareas en mi sangre,
Dándome la fuerza para levantarme contra su odio.
Su grandeza barre mi ser como una inundación.
Sin embargo, como los frentes rebeldes de un rey en caos,
Yo estoy dentro de sus paredes no sin una pizca
De terror, maldad, ni una palabra de burla.
Miro oscuros los próximos días,
Y veo allí su maravilloso poder y granito
Bajo el toque de la mano infalible del tiempo,
Como tesoros de incalculable valor que se hunden en la arena.
RECUERDO DE JUNIO.
(A Memory of June)
Cuando Junio llega bailando por la muerte de mayo
Con rosas rojas tiñendo su pecho verde,
Y el apareamiento de los tordos marcan el comienzo de su día,
Y la Tierra de puntillas por su invitado de oro,
Siempre veo la noche cuando nos conocimos -
El primero de junio se bautizó en la lluvia tierna -
Y se fue a casa a través de amplias avenidas, brillando húmedo,
Atascados los brazos, nuestra carne caliente latiendo con el dolor del amor.
Siempre veo la pequeña habitación alegre,
Y en la esquina, fresca y blanca, la cama,
Dulce aroma de un perfume delicado,
En el que para una noche sólo nos casamos;
Cuando en la quietud iluminada por las estrellas yacemos en silencio,
Y escuchó la lluvia susurrando toda la noche,
Y tu cuerpo quemado marrón era un laúd
Sobre el cual mi pasión tocó su canción febril.
Cuando Junio llega bailando por la muerte de mayo
Con rosas rojas moteando sus bellos pies ,
Mi alma se despide de mí para cantar todo el día
Un amor tan fugaz y tan completo.
Traducción Literal del Inglés por: Juan Diego Amoroz E.
CASAS BLANCAS
Vuestra puerta se ha cerrado contra mi rostro, aplastado,
Y, con el descontento, estoy tan afilado como el acero;
Mas poseo la valentía y la gracia
Para aguantar mi cólera con orgullo y altivez.
Las losas de la acera arden sueltas bajo mis pies,
Los de un salvaje irritante, abajo en la calle decente;
Y la pasión desgarra mis órganos vitales a mi paso
Por donde audazmente brilla, cerrada, vuestra puerta de cristal.
¡Oh, debo buscar la sabiduría a cada hora,
En la profundidad de mi iracundo pecho, dolorido y abierto,
Y hallar en ella el poder sobrehumano
Para cumplir el texto de vuestra ley!
Oh, debo mantener mi corazón inviolable
Contra el potente veneno de vuestro odio.
Traducción de Rubén Pérez
El Harlem Renaissance (1919-1941).
by IGNACIO VILORIA
“Puedes cubrir tus tetas con blanco satén, llevar gardenias en el pelo y no ver una sola caña de azúcar en kilómetros a la redonda, pero seguirás trabajando en una plantación.” (Billie Holiday)
Con el nombre de Renacimiento de Harlem se conoce la primera explosión de arte negro propiamente americana. Desarrollado en el periodo de entreguerras, hasta entonces tan sólo podíamos hablar de un incipiente folklore común, resultado de mezclar las diversas tradiciones africanas con nuevos elementos endémicos. Sin embargo, el Renaissance trasciende esta categoría para consagrarse como un verdadero movimiento cultural urbano. Sus manifestaciones incluyen la literatura y prácticamente todas las artes escénicas, con especial protagonismo de las musicales, pues no cabe duda de que sin el blues y el jazz, el espíritu del Harlem Renaissance no se habría difundido entre las masas y habría quedado reducido a una generación más de escritores e intelectuales que incluir en los planes de estudio de las carreras especializadas.
El jazz nace en Nueva Orleans a finales del siglo XIX, en el seno de una comunidad negra muy influida por los criollos franceses ―llamados cajunes―, y de no ser porque a partir de 1910 se inicia un intenso movimiento migratorio de la población afroamericana del Sur hacia las grandes ciudades norteñas ―principalmente Nueva York, Washington, Chicago y Detroit―, bien pudo haberse limitado a enquistarse como una manifestación local. Los motivos de este éxodo son bastante comprensibles: cuando prácticamente había transcurrido medio siglo desde la Emancipación, la situación de los libertos y sus descendientes era en muchos aspectos incluso peor que en los tiempos de la esclavitud. A una discriminación legal y práctica, en ciertos detalles incluso más radical que el Apartheid, había que sumarle el hecho de que los emancipados ya no disfrutaban de la ligera protección que les proporcionaba su antigua condición de propiedad privada, puesto que tras la abolición habían pasado a ser una mano de obra casi gratuita y fácilmente reemplazable, en lugar de un patrimonio con valor económico que había que cuidar para evitar la ruina. Además, el revanchismo confederado, que culpa a los negros del desastre sufrido en la Guerra de Secesión, había resurgido con temible energía ya a finales del XIX, y mucho más tras el estreno en 1915 de “El nacimiento de una nación”, de D. W. Griffith, que ―a pesar de ser una película grandiosa― actuó como refrendo intelectual de esa teoría revisionista. Así, los linchamientos públicos se convirtieron en algo normal y corriente que rara vez les deparaba alguna consecuencia a los asesinos. La imagen de un cadáver negro colgado de un árbol se hizo tan familiar que la canción Strange Fruit, compuesta por Abel Meeropol y popularizada por Billie Holiday, se refiere a ello como si se tratara de un fruto más de los que se dan en la zona. La situación se complicó aún más con una serie de plagas de gorgojo que arruinaron varias cosechas de algodón consecutivas y que llevaron a estas gentes al borde la hambruna. Por otra parte, el estallido de la Primera Guerra Mundial hizo que el Norte reclamara con urgencia trabajadores para nutrir sus fábricas, de manera que en ciudades como Detroit la población negra se sextuplicó en menos de diez años.
Entre toda esa masa migrada, se hallaban músicos de jazz que habían ido abandonando Luisiana en un goteo lento pero constante. Sin embargo, en 1917 se produce un traslado en bloque, dado que un alarmante incremento de la delincuencia común llevó a las autoridades a clausurar todos los locales del Storyville, el barrio chino de Nueva Orleans. La mayor parte de estos músicos acuden a Chicago, en cuyo distrito de Southside establecen un nuevo Storyville en pocos meses.
La capital neoyorkina, mientras tanto, permanecía de espaldas al verdadero jazz, consumiendo el foxtrot o el ragtime como modas pasajeras o recibiendo grupos sureños como algo exótico. Pero, casi de la noche a la mañana, uno de sus barrios más tradicionales, Harlem, queda prácticamente despoblado debido a una caída brutal del precio de los alquileres de vivienda, que anima a la mayor parte de sus moradores a mudarse a distritos más céntricos. Algunos pequeños empresarios negros ven en este vacío repentino la oportunidad ideal para desarrollar sus negocios a muy bajo coste, por lo que comienzan a concentrarse en Harlem, a tal ritmo que en 1920 su población ya era de doscientos mil habitantes: la mayor metrópolis negra de todo el planeta. Este dato estadístico no pasó desapercibido a sus impulsores, que pronto adoptaron para el barrio el título de Negro Capital of the World, empleando por primera vez la palabra “negro” como un estandarte de identidad con connotaciones positivas.
Quizá el detonante de este primer estallido de orgullo racial fuera el retorno a Norteamérica del heroico 15º Regimiento de la Guardia Nacional, compuesto exclusivamente por negros de Harlem y única unidad estadounidense condecorada con la Cruz de Guerra por el gobierno francés. Los supervivientes desfilaron triunfalmente por la Quinta Avenida en dirección a su barrio, y lo hicieron al son de una marcha cuya letra decía “regresamos, regresamos del combate y regresamos combatiendo”. Después de haber vertido su sangre por la causa de una democracia occidental que les trataba como parias, estaba claro que la comunidad negra jamás volvería a consentir ser discriminada. Comienzan así los disturbios raciales, con tanta intensidad que el de ese mismo año será recordado como el Verano Sangriento de 1919.
Claude McKay, nacido y criado en Jamaica, explotará esos sentimientos mediante la prosa, en novelas como “Home to Harlem” (1928) o “Banjo” (1933), aunque se dio a conocer en 1922 con un libro de poesía, “Sombras de Harlem”. En sus obras combina el análisis de los problemas del negro con la nostalgia del emigrado; del doblemente emigrado, en su caso, porque si él nació en Jamaica, fue sencillamente porque alguien arrancó de África a sus antepasados y los colocó como esclavos en la isla caribeña, lo que potenciaba la sensación de desarraigo de McKay. En cualquier caso, y en su opinión, esta circunstancia no puede suponer para el negro una excusa para acomodarse en la resignación, por lo que se mostró como uno de los más rabiosos defensores del orgullo racial. En un principio, trató de canalizar sus reivindicaciones a través del comunismo; sin embargo, su decepcionante visita a la Unión Soviética en 1922, con motivo de la Cuarta Internacional, le apartó de la militancia activa.
“If we must die”, de Claude MacKay (1919).
Si hemos de morir, que no sea como cerdos
Cazados y sujetos en lugar sin gloria,
Rodeados por ladrido de perros locos y hambrientos,
Haciendo burla de nuestra desgracia.
Si hemos de morir – oh, que muramos noblemente,
Que nuestra sangre preciosa no sea derramada
En vano; así, hasta los monstruos que desafiamos
Serán obligados a honrarnos, aunque muertos.
¡Oh deudos! Debemos encontrar el enemigo común;
Aunque sean muchos más, nos mostraremos valientes;
Y por sus mil golpes devolveremos uno, mortal.
¿Mas qué yace frente a nos en la tumba abierta?
Como hombres enfrentemos el hato asesino y cobarde,
Atrapados contra el muro, muriendo, pero luchando.
by IGNACIO VILORIA
“Puedes cubrir tus tetas con blanco satén, llevar gardenias en el pelo y no ver una sola caña de azúcar en kilómetros a la redonda, pero seguirás trabajando en una plantación.” (Billie Holiday)
Con el nombre de Renacimiento de Harlem se conoce la primera explosión de arte negro propiamente americana. Desarrollado en el periodo de entreguerras, hasta entonces tan sólo podíamos hablar de un incipiente folklore común, resultado de mezclar las diversas tradiciones africanas con nuevos elementos endémicos. Sin embargo, el Renaissance trasciende esta categoría para consagrarse como un verdadero movimiento cultural urbano. Sus manifestaciones incluyen la literatura y prácticamente todas las artes escénicas, con especial protagonismo de las musicales, pues no cabe duda de que sin el blues y el jazz, el espíritu del Harlem Renaissance no se habría difundido entre las masas y habría quedado reducido a una generación más de escritores e intelectuales que incluir en los planes de estudio de las carreras especializadas.
El jazz nace en Nueva Orleans a finales del siglo XIX, en el seno de una comunidad negra muy influida por los criollos franceses ―llamados cajunes―, y de no ser porque a partir de 1910 se inicia un intenso movimiento migratorio de la población afroamericana del Sur hacia las grandes ciudades norteñas ―principalmente Nueva York, Washington, Chicago y Detroit―, bien pudo haberse limitado a enquistarse como una manifestación local. Los motivos de este éxodo son bastante comprensibles: cuando prácticamente había transcurrido medio siglo desde la Emancipación, la situación de los libertos y sus descendientes era en muchos aspectos incluso peor que en los tiempos de la esclavitud. A una discriminación legal y práctica, en ciertos detalles incluso más radical que el Apartheid, había que sumarle el hecho de que los emancipados ya no disfrutaban de la ligera protección que les proporcionaba su antigua condición de propiedad privada, puesto que tras la abolición habían pasado a ser una mano de obra casi gratuita y fácilmente reemplazable, en lugar de un patrimonio con valor económico que había que cuidar para evitar la ruina. Además, el revanchismo confederado, que culpa a los negros del desastre sufrido en la Guerra de Secesión, había resurgido con temible energía ya a finales del XIX, y mucho más tras el estreno en 1915 de “El nacimiento de una nación”, de D. W. Griffith, que ―a pesar de ser una película grandiosa― actuó como refrendo intelectual de esa teoría revisionista. Así, los linchamientos públicos se convirtieron en algo normal y corriente que rara vez les deparaba alguna consecuencia a los asesinos. La imagen de un cadáver negro colgado de un árbol se hizo tan familiar que la canción Strange Fruit, compuesta por Abel Meeropol y popularizada por Billie Holiday, se refiere a ello como si se tratara de un fruto más de los que se dan en la zona. La situación se complicó aún más con una serie de plagas de gorgojo que arruinaron varias cosechas de algodón consecutivas y que llevaron a estas gentes al borde la hambruna. Por otra parte, el estallido de la Primera Guerra Mundial hizo que el Norte reclamara con urgencia trabajadores para nutrir sus fábricas, de manera que en ciudades como Detroit la población negra se sextuplicó en menos de diez años.
Entre toda esa masa migrada, se hallaban músicos de jazz que habían ido abandonando Luisiana en un goteo lento pero constante. Sin embargo, en 1917 se produce un traslado en bloque, dado que un alarmante incremento de la delincuencia común llevó a las autoridades a clausurar todos los locales del Storyville, el barrio chino de Nueva Orleans. La mayor parte de estos músicos acuden a Chicago, en cuyo distrito de Southside establecen un nuevo Storyville en pocos meses.
Alain LeRoy Locke, padrino intelectual del Harlem Renaissance.
La capital neoyorkina, mientras tanto, permanecía de espaldas al verdadero jazz, consumiendo el foxtrot o el ragtime como modas pasajeras o recibiendo grupos sureños como algo exótico. Pero, casi de la noche a la mañana, uno de sus barrios más tradicionales, Harlem, queda prácticamente despoblado debido a una caída brutal del precio de los alquileres de vivienda, que anima a la mayor parte de sus moradores a mudarse a distritos más céntricos. Algunos pequeños empresarios negros ven en este vacío repentino la oportunidad ideal para desarrollar sus negocios a muy bajo coste, por lo que comienzan a concentrarse en Harlem, a tal ritmo que en 1920 su población ya era de doscientos mil habitantes: la mayor metrópolis negra de todo el planeta. Este dato estadístico no pasó desapercibido a sus impulsores, que pronto adoptaron para el barrio el título de Negro Capital of the World, empleando por primera vez la palabra “negro” como un estandarte de identidad con connotaciones positivas.
Quizá el detonante de este primer estallido de orgullo racial fuera el retorno a Norteamérica del heroico 15º Regimiento de la Guardia Nacional, compuesto exclusivamente por negros de Harlem y única unidad estadounidense condecorada con la Cruz de Guerra por el gobierno francés. Los supervivientes desfilaron triunfalmente por la Quinta Avenida en dirección a su barrio, y lo hicieron al son de una marcha cuya letra decía “regresamos, regresamos del combate y regresamos combatiendo”. Después de haber vertido su sangre por la causa de una democracia occidental que les trataba como parias, estaba claro que la comunidad negra jamás volvería a consentir ser discriminada. Comienzan así los disturbios raciales, con tanta intensidad que el de ese mismo año será recordado como el Verano Sangriento de 1919.
Claude McKay, nacido y criado en Jamaica, explotará esos sentimientos mediante la prosa, en novelas como “Home to Harlem” (1928) o “Banjo” (1933), aunque se dio a conocer en 1922 con un libro de poesía, “Sombras de Harlem”. En sus obras combina el análisis de los problemas del negro con la nostalgia del emigrado; del doblemente emigrado, en su caso, porque si él nació en Jamaica, fue sencillamente porque alguien arrancó de África a sus antepasados y los colocó como esclavos en la isla caribeña, lo que potenciaba la sensación de desarraigo de McKay. En cualquier caso, y en su opinión, esta circunstancia no puede suponer para el negro una excusa para acomodarse en la resignación, por lo que se mostró como uno de los más rabiosos defensores del orgullo racial. En un principio, trató de canalizar sus reivindicaciones a través del comunismo; sin embargo, su decepcionante visita a la Unión Soviética en 1922, con motivo de la Cuarta Internacional, le apartó de la militancia activa.
“If we must die”, de Claude MacKay (1919).
If we must die, let it not be like hogs
Hunted and penned in an unglorious spot,
While round us bark the mad and hungry dogs,
Making their mock at our accursed lot.
Cazados y sujetos en lugar sin gloria,
Rodeados por ladrido de perros locos y hambrientos,
Haciendo burla de nuestra desgracia.
If we must die – oh, let us nobly die,
So that our precious blood may not be sheed
In vain; then even the monsters we defy
Shall be constrained to honor us though dead!
Si hemos de morir – oh, que muramos noblemente,
Que nuestra sangre preciosa no sea derramada
En vano; así, hasta los monstruos que desafiamos
Serán obligados a honrarnos, aunque muertos.
Oh, Kinsmen! We must meet the common foe;
Though far outnumbered, let us show us brave;
And for their thousand blows deal one death-blow!
¡Oh deudos! Debemos encontrar el enemigo común;
Aunque sean muchos más, nos mostraremos valientes;
Y por sus mil golpes devolveremos uno, mortal.
What though before us lies the open grave?
Like men we’ll face the murderous, cowardly pack,
Pressed to the Wall, dying, but fighting back!
Como hombres enfrentemos el hato asesino y cobarde,
Atrapados contra el muro, muriendo, pero luchando.
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