Mijail Lamas
Carlos Mijail Lamas Alfaro, poeta, traductor y crítico mexicano, nació en Culiacán, Sinaloa, México el 22 de febrero de 1979.
Mijail Lamas estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Autónoma de Sinaloa. Fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas en 2005-20061 y 2006-2007. Ha sido becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sinaloa. Fue director de producción de la extinta editorial independiente PÁRAMO ediciones.
En 2011 obtuvo un accésit del Premio de Poesía Ciudad de Zaragoza con el poemario El canto y la piedra. El jurado de este concurso español, lo valoró como una “reivindicación de las tradiciones filosóficas presocráticas con una voz propia y aportes renovadores.” El Premio recibió 421 libros desde todos los puntos de España y también de numerosos países de Latinoamérica -México, Argentina, Chile...- Portugal, Estados Unidos y algunos países de Europa.
Ganó por unanimidad el Premio de Poesía Clemencia Isaura del Carnaval Internacional de Mazatlán 2012, con Canción del navegante de sí mismo. El poemario está construido a partir de la figura del poeta lusitano Cesário Verde.
Publicaciones
Ha traducido al español poemas de Luís Vaz de Camões, José Régio, Cesário Verde, Mário de Sá-Carneiro, así como algunas prosas de Carlos Drummond de Andrade. Ha publicado poesía, traducciones y crítica en diferentes revistas y suplementos culturales del país, como Letras Libres, Tierra Adentro, Nexos, Luvina, Literal, Este País, Textos, Crítica, Biblioteca de México, Los perros del alba, La gaceta del FCE, Pliego 16, Hoja por Hoja y el suplemento cultural Laberinto.
Participó como compilador de la antología Vientos de siglo. Poetas mexicanos 1950-1982 publicada por la UNAM. Esta antología es es la más reciente e importante revisión de la poesía mexicana de los últimos años.
Obras
Los límites acordados. Ocho poetas jóvenes sinaloenses*, Difocur, 2000 [antología]
1979 Antología poética, Ayuntamiento de Culiacán, 2005
Cuaderno de Tyler Durden seguido de Fundación de la casa, Ediciones sin nombre/flm, 2007
Contraverano.6 Fondo Editorial Tierra Adentro, México D.F., 2008
El canto y la piedra en Poemas 2011. XXVII Concurso de Poesía Ciudad de Zaragoza,7 Ayuntamiento de Zaragoza, 2011
Vientos de siglo. Poetas mexicanos 1950-1982 Margarito Cuéllar (Compilador,Coordinador,Prólogo,Notas), Mario Meléndez (Compilador, Notas), Luis Jorge Boone (Compilador, Notas), Mijail Lamas (Compilador, Notas), UNAM/UANL, Colección: Poemas y Ensayos, México 2012.
JANIS
…la muerte nos anuda la corbata
Livio Ramírez
El aire me desgarra, Janis,
tu voz me parte el rostro
y mi corbata es el signo de todos los ahorcados.
Restos de mí se van rodando por el suelo
y el filo de tu voz
hace explotar mi lunes en pedazos.
Sólo, Janis, me queda
el hambre de este empleado que mira con desprecio
el rostro de sí mismo en los cristales,
el hambre de una fábrica de angustias,
certezas de saber que en el futuro
nada podrá ir mejor
y que esta bandera enarbolada de la juventud
también se caerá al suelo
y el último refugio tendrá que ser la piel
o el alcohol solitario.
Janis,
tu voz es un cuchillo
que vibra en la garganta del dolor.
Pero ahora el silencio.
He llegado al lugar de los pequeños señores
y me apresuro a aniquilar
estas ganas de mandar todo al diablo.
PETER PAN RECLAMA
Y un buen día nos volvemos adultos
y vamos al trabajo enfundados en un traje,
pero llevamos un riff de Metallica sonando en la cabeza
y es ese nuestro único amuleto.
SEGUNDA INVOCACIÓN A APOLO
Para Alí Calderón
En el poema todo se ordena en la disposición de las balas de un revólver.
Primero una palabra que propicia otra,
otra que afila su sentido,
una más como un hacha dando un tajo
y la última:
un disparo en el orden exacto de los versos.
English versions by Jenny Augustin
You didn’t want to stay.
You didn’t want to learn how to stay.
To stay and give in to drinking all the light that never dies.
So now the memory bribes you,
makes you hesitate and carry your hands to touch that what you don’t have.
Before one can touch it, one has to know how to say it, say it many times.
For a long time you have thought about unwinding, one after the other,
the strands that are getting tangled between your fingers.
For a long time you wanted to enumerate every particle of dust, every layer of sadness,
you wated to enumerate every frustrated blow,
every trick to deceive the midday that used to chop your figure into shadows.
But you are not able to. You raise a hand to your head
and you realize that in this recount
there is an image you have of yourself and which is a stranger to you,
which you can only recognize in it’s outlines and from far away,
barely even in it’s shadow.
There is something that holds you back now.
You have said too much and have gotten into a problem.
The old pain that keeps you awake and, in the shadow,
holds a feeling of revenge for you.
You cannot advance as much as you would like to,
the desert you try to remember has turned into an even vaster place.
from Contraverano (2007)
No quisiste quedarte.
No quisiste aprender cómo quedarte.
Quedarte resignado a beber toda la luz que nunca muere.
De tal modo que el recuerdo te soborna,
te hace dudar hasta llevar tus manos a tocar lo que no tienes.
Para tocarlo primero hay que saber decirlo, decirlo muchas veces.
Mucho tiempo has pensado destejer, una tras otra,
las tramas que se te van enredando entre los dedos.
Mucho tiempo quisiste enumerar cada partícula de polvo, cada capa de tristeza,
enumerar también cada puñetazo de la frustración,
cada truco para engañar el mediodía que te cortaba en sombra la figura.
Pero no puedes y te llevas una mano a la cabeza
y descubres que en ese recuento
hay una imagen que tienes de ti mismo y te es extraña
que sólo en sus contornos y a lo lejos, apenas en su sombra,
podrías reconocer.
Hay algo que ahora te detiene.
Has dicho demasiado y te has metido en un problema.
El añejo dolor que te conserva despierto y a la sombra
guarda para ti un sentimiento de revancha.
No puedes avanzar lo que quisieras,
el desierto que pretendes recordar se vuelve más extenso.
de Contraverano (2007)
What was the desert before, still persists
and with a few lines you believe that you can recapture everything,
recapture that landscape where the summer carries out its inevitable destruction.
But something is different.
The streets you remember have deeper ditches,
the walls of the houses have cracks like lightning in the stone.
You believe that you can return to filling your pockets with sand,
believe that you can kick away remorse, rage and spite
as if that were an easy thing to do.
You believe that you can return and are surprised by a dry feeling in your throat.
You are also surprised by the affection that used to justify the scolding,
that feeling of not being alone without believing in God’s protection.
And in a low voice you utter
a blasphemy that comforts you alone.
Or could it be that everything you’ve said is nothing more than a supposition?
Or an impatient recount of the incidents?
Or a way to authenticate a lie?
Because you’re just another prey of oblivion.
And, your sides wounded by the sun,
have all your memories been burnt?
There isn’t a thing.
It’s hard for you to believe that there isn’t a thing.
You return searching for something that remains inside of you
and you realize that the only thing palpable you can call yours,
now that it’s already late and you’re exhausted,
is the body of a woman who cannot sleep
and awaits you in the other room.
You lay down the pen that you had taken to write down what you aren’t able to grasp
you silently switch off every single light in the house.
A gleam of unrest remains.
You would like to continue but it’s late already.
From Contraverano (2007)
Lo que antes fue desierto aún persiste
y en unas cuantas líneas crees recuperar todo de nuevo,
recuperar aquel paisaje donde el verano cumplía su destrucción inapelable.
Pero hay algo diferente,
las calles que recuerdas tienen zanjas más hondas,
las paredes de las casas tienen grietas como relámpagos de piedra.
Crees que puedes volver a llenarte de polvo los bolsillos,
crees que puedes patear lejos de aquí remordimiento, rabia y rencor
como si de cosa pequeña se tratara.
Crees que puedes volver y una sensación de sequía en tu garganta te sorprende.
Te sorprende también aquella disposición al cariño que justificaba cada golpe,
aquella sensación de no sentirte solo sin creer que dios te vigilaba.
Y pronuncias en voz baja
una blasfemia que solamente a ti te reconforta.
¿O es qué todo lo que has dicho no deja de ser una conjetura
o una ávida reconstrucción de los hechos
o una manera de legitimar una mentira,
porque eres otra presa del olvido
y herido por el sol en el costado,
se han calcinado todos tus recuerdos?
No hay nada,
te cuesta trabajo creer que no hay nada.
Regresas para buscar en ti algo que permanezca
y compruebas que lo único palpable que posees,
ahora que ya es tarde y tienes sueño,
es el cuerpo de una mujer que no puede dormir
y te espera en otro cuarto.
Dejas la pluma que habías tomado para escribir eso que no alcanzas a fijar,
apagas en silencio cada una de la luces de la casa
y el desasosiego no se extingue por completo.
Quisieras continuar pero ya es tarde.
de Contraverano (2007)
It’s hard to stay still
and only look at what is outside of one’s own self,
only listen to what the night suggests.
You know it’s better like this,
not changing your habit the slightest bit, not fighting the boredom,
letting darkness fall over everything you’re observing.
But this darkness isn’t enough to cast a shadow
over your memories.
It’s not enough to extinguish the summer’s fury that lives within you.
You wanted to resist the light that continually attacks your memory,
the light that makes you immobile sitting at the desk
where you are writing,
that makes you discover bitter words in your mouth,
the feeling of painful hunger.
You don’t know how to explain why the summer follows you,
why the sun of those days always keeps you restrained.
You cannot explain why your shadow grows large without permission,
why the movement of palm trees in the middle of a street
doesn’t seem so distant to you now,
not as much as the distance between what you forgot
and what you remember.
The voice of your memories couldn’t follow your will,
a part of you returns, without permission, to the regime of light,
where the heat implements its torment,
where death recurs and offers you its hand.
From Contraverano (2007)
Difícil estarse quieto
y sólo mirar lo que hay fuera de uno mismo,
sólo escuchar lo que la noche nos propone.
Sabes que es mejor así,
sin mover un ápice de la costumbre o romper el tedio
y dejar que la oscuridad se pose en todo lo que miras.
Pero esa oscuridad no basta para ensombrecer
tu recuerdo
no basta para extinguir la furia del verano que te habita.
Has querido renunciar a la luz que asalta tu recuerdo a cada instante,
a la luz que te mantiene inmóvil frente a la mesa
donde escribes,
que te descubre en la boca una amargura de palabras
una sensación de hambre dolorosa.
No sabes explicar por qué el verano te persigue,
por qué el sol de aquellos días te sale siempre al paso.
No puedes explicar por qué tu sombra se alarga sin permiso,
por qué la agitación de unas palmeras, en medio de una calle,
no te parece ahora tan lejana,
como sí te lo parece la distancia entre tu olvido
y tu recuerdo.
La voz de tu recuerdo no pudo obedecerte,
algo de ti regresa sin permiso a la dictadura de la luz
donde el calor instaura su pesadumbre,
donde la muerte se repite y te tiende la mano.
de Contraverano (2007)
In a putrid landscape of harbors and stations,
the charge carried by ships and trains
is a constant rhythm in my head.
A company of shadows tunes its machinery
and an army of fog,
which eats away everything,
tells us, between whistles:
The city’s a corpse and doesn’t know.
A woman with deep-set eyes
wanders around between the docks.
Her heels resound,
a blade of impatience settles in the chest and destroys it.
[In all of this there’s a certain discontent
nobody can escape.]
Close by the docks
the whores live on the walking desire
of the men who step off the ships,
tired of their own touch.
Over there, the noise of light and the city,
a flower of luxury, glowing with shop windows:
There is contempt in this brightness.
How great it would be if the windows exploded
or the theatres started burning
and not to know, in the end, that the night,
as it comes around the corner,
sharpens its knife
and that those who built their home in the shadow
will take by force
everything that was theirs.
Like that, death would be happy and quick,
not like this departure, drop after drop,
like a heavy,
dark
pounding,
that deafens everything.
[To die is nothing but a change of habits.]
Maybe taking a walk, going out
would be the most ad hoc thing to do.
But this tailcoat is old,
its buttons are battered!
From TREVAS. Canción del navegante de si mismo. (2014)
En un paisaje fétido de puertos y estaciones
la carga que transportan los barcos y los trenes
es un ritmo constante en mi cabeza.
Una empresa de sombras afina maquinarias
y un batallón de niebla
que todo lo carcome
nos dice entre silbatos:
la ciudad un cadáver que no se da por enterado.
Una mujer de ojos hundidos
deambula por los muelles,
reclama su botín
y un filo de impaciencia anida y rompe el pecho.
[En todo esto hay una insatisfacción
de la que nadie escapa.]
Muy cerca de los muelles
las putas se alimentan con el deseo ambulante
de los hombres que bajan de los barcos
cansados de sus propias caricias.
Allá un ruido de luz y la ciudad,
su flor de lujo irradia escaparates:
en ese resplandor hay un desprecio.
Qué ganas de que exploten las vitrinas
o se incendien los teatros
y al final no saber que la noche,
al girar en la esquina,
aguza su cuchillo
y aquellos que en la sombra construyeron su casa
tomarán por asalto
todo lo que era suyo por derecho.
Así sería feliz y rápida la muerte,
no como en ese irse gota a gota,
como un pesado
oscuro
martilleo
que todo lo ensordece.
[Morir es solamente un cambio de costumbres.]
Tal vez pasear, salir hacia la calle,
sería lo más ad hoc.
¡Pero este frac es viejo
tiene muy maltratado los botones!
de TREVAS. Canción del navegante de si mismo (2014)
Motionless, the darkness nests inside me
and there is no tomorrow.
Only my thoughts are sharp,
needles inserted between the eyes.
The harbor’s sadness is a waving handkerchief,
the pier is pounding in my head.
John Keats the song is over.
Brothers in death and contempt,
you and I will leave slender and breached bodies behind.
The song is over, nightingale.
Are you awake or sleeping by my side?
Not long ago, I was a
business company man.
Where has that pragmatic eloquence gone,
which my pen used to trace?
The ships in the harbor
unloaded goods that I used to deal with.
Monotonous telegraphs sung praise to me…
[I write down the word shipwreck,
I am touching a sinking silence,
everything here holds its breath.]
And the enormous Ocean roars and intimidates me
because it can never be completely conquered,
because it never gives up.
It watches and doesn’t let its rancor rest.
I can feel its pulse
while my chest explodes.
Where is your bravery, you proud seamen?
Where will the restless heroes be, belonging to
a nation taken along on the ship?
Life is never necessary,
but sailing is the only thing
important now.
Ulysseses, I greet all of you, unshakable
legends of ships and archebuses,
oriental treasures aboard,
their bodies, for a long time,
have been rotting in the depths.
I have not been a seaman,
I am just a gasp.
Just a foolish pain
is left, hidden far away from the sea.
I am the dry land that will fall on me.
The docks are moving away,
the air is set on fire
and the heart vaults with an outcry.
Every breath is like fire.
From TREVAS. Canción del navegante de si mismo. (2014)
Quieto, la oscuridad anida en mí
y no hay mañana.
Sólo el pensar es lince,
aguja que se hunde entre los ojos.
La tristeza del puerto es un pañuelo que se agita,
el muelle es un latir en mi cabeza.
John Keats el canto acaba;
hermanos en la muerte y el desprecio,
tú y yo vamos dejando magros cuerpos quebrados.
El canto acaba, ruiseñor
¿despierto estás o duermes a mi lado?
No ha mucho yo fui un hombre
de empresas comerciales.
¿Dónde ha quedado aquella pragmática elocuencia
que mi pluma trazaba?
Los barcos descargaron en el puerto
mercancías que yo traté en negocios.
Telégrafos monótonos cantaron mi alabanza…
[Escribo la palabra Naufragio
voy tocando un silencio que se hunde:
aquí todo aguanta la respiración.]
Y el mar enorme ruge y me amedrenta,
pues nunca es conquistado por completo,
pues nunca se resigna;
vigila y no descansa en su rencor.
Puedo sentir su pulso
mientras me estoy quebrando por el pecho.
¿Dónde queda el valor, altivos navegantes?
¿Dónde estarán los héroes sin descanso
de una nación llevada entre sus velas?
Vivir nunca es preciso,
mas navegar es lo único
que ahora es necesario
Ulises inflexibles os saludo:
leyendas de bajeles y arcabuces,
tesoros del oriente al abordaje,
sus cuerpos hace tiempo
se pudren en lo hondo.
No he sido un navegante,
soy apenas resuello.
Sólo un dolor estólido
es lo que queda oculto ya tan lejos del mar.
Soy esta tierra firme que caerá sobre mí.
Los muelles se retiran,
el aire prende fuego
y el corazón se yergue en un aullido.
Cada respiración es un incendio.
de TREVAS. Canción del navegante de si mismo (2014)
Dos poemas sin título
Vienes a tomar posesión del desencanto,
a estrujar hierbas marchitas,
en esa tierra que se desmorona entre tus manos.
Vas quebrando los vidrios de tu desesperanza
pero en su lugar levantan muros.
Has venido a pelear una guerra perdida
en una tierra desolada no hace mucho.
Has querido recuperar anhelos que el sol ha consumido,
cuartos que guardaban para ti la oscuridad
o aquella sorda luz de los altares.
La áspera desolación de los caminos
es la forma en que tu alma se dirige al encuentro de su ruina.
Todo lo que buscas está lleno del polvo
que cubre la verdadera imagen que tienes de las cosas.
Te aferras a reconstruir un paisaje
y ese oficio que te aparta de la luz,
esa arquitectura del desastre,
es otra manera de mantenerte a flote.
De Contraverano (2007)
Él no suele pensar de qué manera
pudo llegar andando hasta este punto:
horarios y mañanas frías con el aliento amargo;
tres horas soportando adolescentes
que en las palabras ven un grueso muro
en el que se golpean la cabeza.
Como si él mismo no luchara en convocar esas palabras
esas enemigas que huyen y salen a la calle.
O acaso las encuentre en un café
mientras que va contando las monedas,
cada peso brillante y esforzado
que a veces le completa su mujer.
Aun así conserva confianza en lo que hace.
Si acaso alguna vez se habrá decepcionado,
siempre persiste la búsqueda de un verso
que ya no le hable más de su miseria,
las cuentas por pagar, lo atroz de sus zapatos,
las largas caminatas cuando olvida
que hay que pagar boleto de regreso
y todo se ha gastado en algún libro.
Al terminar el día
no puede distinguirse por completo
de aquellos que caminan a su lado.
Es sólo un pensativo que no suele pensar de qué manera
pudo llegar andando hasta este punto.
Poema no coleccionado en un libro (2008)
Lo que antes fue desierto aún persiste
y en unas cuantas líneas crees recuperar todo de nuevo,
recuperar aquel paisaje donde el verano cumplía su destrucción inapelable.
Pero hay algo diferente,
las calles que recuerdas tienen zanjas más hondas,
las paredes de las casas tienen grietas como relámpagos de piedra.
Crees que puedes volver a llenarte de polvo los bolsillos,
crees que puedes patear lejos de aquí remordimiento, rabia y rencor
como si de cosa pequeña se tratara.
Crees que puedes volver y una sensación de sequía en tu garganta te sorprende.
Te sorprende también aquella disposición al cariño que justificaba cada golpe,
aquella sensación de no sentirte solo sin creer que dios te vigilaba.
Y pronuncias en voz baja
una blasfemia que solamente a ti te reconforta.
¿O es qué todo lo que has dicho no deja de ser una conjetura
o una ávida reconstrucción de los hechos
o una manera de legitimar una mentira,
porque eres otra presa del olvido
y herido por el sol en el costado,
se han calcinado todos tus recuerdos?
No hay nada,
te cuesta trabajo creer que no hay nada.
Regresas para buscar en ti algo que permanezca
y compruebas que lo único palpable que posees,
ahora que ya es tarde y tienes sueño,
es el cuerpo de una mujer que no puede dormir
y te espera en otro cuarto.
Dejas la pluma que habías tomado para escribir eso que no alcanzas a fijar,
apagas en silencio cada una de la luces de la casa
y el desasosiego no se extingue por completo.
Quisieras continuar pero ya es tarde.
Palabras del poeta burócrata
MÁS QUE VER el otoño, el traje sastre de las mujeres, la camisa de fuerza, siento un nido de hormigas en los ojos. La sangre permanece inmóvil frente a los escritorios. Hay altas ventanas de cristal antes del estallido y conmutadores de odas beligerantes, al otro lado de la muerte, dictan un breve memorando para una cita ineludible. Papel en blanco, conejillo de indias que muere en la prosa nuestra de cada día: por medio de la presente, mi muy estimado señor, le dejo las cartas y los oficios de esperar, joyas del suspenso de los departamentos administrativos. Pero el paraíso es no salir nunca al sol, cuidar un sueldo, el café, los cigarros, el viático frugal de un guiño. ¿Para qué entrar en la calle —último bastión de la aventura— y con la noche inventar una navegación peligrosa? Pero no río, no encuentro en las cosas un eco, nada me pertenece, de todo soy cautivo. Hace falta recuperar el cuerpo, reconstruir los sentidos del asesino, la fuerza de la bestia, ser el dueño único de un crimen y no tener miedo de confesar que he pasado más horas delante de este monitor que frente al rostro de la amada.
I'M SO HAPPY 'CAUSE TODAY I'VE FOUND MY FRIENDSTHEY'RE IN MY HEAD...
He tenido amigos de la fuga y el regreso,
sin libros que devolver,
sin consejos realmente valorados.
Quienes creyeron en la poesía
y despertaron buscando trabajo o renunciando a ello.
Quienes presintieron un poema a la orilla del sueño
y se hundieron por la vista en las arenas del lenguaje.
Quienes, en un intento de la más alta rebeldía,
se fugaron de una casa en la que vivían solos.
Quienes correctamente vestidos
volvían sucios de la calle y la humillación.
Quienes creyeron en mi canción como en un balbuceo hermoso,
sin tigre ni relámpago,
quienes vieron caer los ideales de un siglo con los brazos cruzados
pero celebraron un juego de baloncesto,
dicha más grande que todas las revoluciones.
De fundación de la casa
1
Fundamos la casa en un cuarto piso.
Salvo los aviones,
nadie vive por encima de nosotros.
Ella delimitó sus dominios, no muchos,
la casa es chica.
No es difícil encontrarse a cada paso,
poco a poco dejamos de ser desconocidos.
Ella me deja entrar en la cocina,
que yo prepare de comer no significa
una invasión a su territorio.
En la mesa de la sala esta mi oficio,
desde ahí miro las repisas con los libros
y cerca de donde se lee historia universal
está la foto de la boda.
En ella no me parezco al que soy todos los días,
luzco feliz de otro modo,
de otro modo del que soy ahora.
ll
14 de febrero de 2006
Hoy comemos chocolates porque el día lo amerita.
Ella desconoce que no hay más metafísica que comerlos.
Ella desconoce, en fin, la metafísica.
¿Como podría saberlo
si su naturaleza etérea, ignora la ley de su propio vuelo?
Miramos el tulipán que le regalé,
nos gustan sus colores,
poco nos importa su falta de aroma.
Nos gusta mirar las cosas juntos.
Salimos a pasear por calles cercanas
y el mundo es nuevo.
Tenemos un aura distinta,
tal vez sea la luz del niño amor.
De pronto nos vemos perdidos el uno por el otro,
nos invade el deseo de volver a casa.
Vamos sin prisa, pero impacientes.
III
Lucía tiene oscuros ojos chinos y el cabello negro
Odia los domingos y los días de lluvia,
pero odia mucho más el humo del cigarro.
Su cuerpo, patria justa de mis manos,
es morena tarde que termina;
así también de oscura su nostalgia.
Su atuendo, que ha cambiado
de acuerdo al frío de esta ciudad tan grande,
aumenta en mi el deseo.
Le cuesta trabajo andar en metro,
dice que la mirada de los hombres
se le pega a la ropa,
por eso se desnuda en cuanto llega a casa.
Se pierde fácilmente en todas partes;
si la dejara en medio de un centro comercial
le costaría trabajo encontrar la puerta de salida.
Es de imaginar que nuca me separe de ella.
Se vuelve, si razón, loca de celos,
y a veces llora después de hacer el amor,
un poco como la primera vez,
donde la piel nos regalo su nacimiento.
No sé por qué lo hace,
qué lucha dentro se le vuelve llanto.
lV
El infierno serían
esos domingos,
todos esos grises, sordos, ciegos,
pantanosos
domingos…
Eduardo Lizalde
En domingo nos asalta la melancolía.
El día nace cuando corres la cortina del cuarto.
Cuesta levantarse de la cama y ordenarlo todo,
disponer la vida ante el domingo.
Telefoneas a tu madre
que vive a un día de camino de tu nostalgia.
Preparo café para los dos y sólo yo lo bebo.
Llenamos los huecos de la tarde
con la conversación de nuestros besos.
Pero el televisor, su mala señal,
no ayudan a distraer la tristeza.
Los domingos son iguales en todo el mundo,
lo dices convencida
y te lo creo.
V
Nos hemos separado,
en el metro tú abordas
vagón para mujeres.
Yo voy entre los hombres,
que no se ven de frente
y van apretujados.
Como yo, más de alguno
de los que viajan solos,
tendrá en otro vagón
su compañera;
sin embargo,
cosa buena sería
hablar entre nosotros
de las que viajan solas,
de lo bellas que son,
de lo tristes que van
sin nuestra compañía,
pensando sin mirarse,
en nuestra soledad
callada de varones.
Pero en otra estación
volvemos a encontrarnos.
Todo se reestablece.
Sobre tu propio pulso,
que acercas a mi tacto,
yo he ido construyendo
estas palabras.
VI
No puedes escaparte del resfriado,
te veo caer en cama.
Me preocupa no saber qué se hace en estos casos.
Me pides salir a la calle a buscar alguna cura.
Entro en la farmacia y trato de encontrar
el antihistamínico que sea adecuado
y sólo atino a hallar
la blanca santidad de la aspirina.
De regreso a la casa,
me quedo a tu lado para cuidarte,
te doy una caja de Kleenex
y me pides un trago de Coca-Cola fría.
Yo me niego a tu capricho y te convenzo,
casi te obligo a que te tomes el jarabe.
Al final logras dormir un intranquilo sueño
que no me tranquiliza.
VII
Me recibes llorando.
Mamá llamó y te dijo que la muerte
ha vuelto a convocar a la familia.
Habías estado nerviosa.
La noche anterior soñaste una boda,
tu tía la mayor siempre decía
que aquello era un presagio de la muerte.
Mi madre te ha dicho que debo regresar a casa
para estar con la familia.
Apresurado alisto la maleta para el viaje.
Entonces me doy cuenta
que mi casa está contigo.
VIII
Por fortuna has venido a ocuparte de mis cosas,
a meterte en todas ellas
como si fueras aire que todo lo acaricia y lo revuelve.
Has llegado a ocuparte de esta casa
y a darme una canción por las mañanas
que dura todo el día.
También has venido
a poner todas las cosas
en el sitio que no les corresponde
pero que mejor les acomoda.
Yo tan sólo consigo robarte estas palabras
y las pongo en el poema.
IX
Salgo a caminar para entrar en un café,
leer a Dante y extrañarte un poco.
Es viernes santo, las calles están casi vacías
y tres veces, como las caídas de Cristo,
no logro encontrar un lugar abierto.
Al final las luces de un fast food
me entregan sus señales.
Entro sin ninguna desconfianza y pido un refresco.
Los empleados, al verme libros bajo el brazo
parece que dirán:
“¿Quien es este que sin muerte
camina por el reino de los muertos?”
Ocupo mi lugar entre familias que gozan de su tedio.
Colocado en una mesa logro avanzar dos Cantos
y no consigo acabar con el Infierno.
Al terminar mi soda, garabateo el poema.
En la representación Cristo ha muerto.
Salgo del restaurante,
la noche se amodorra.
Todos esperamos la resurrección.
X
Hoy hablo de ti, del beso en el desnudo labio y los tormentos.
Hoy, en la misma carne que somos, azul la melodía del cielo en que respiras.
Hablo de la tierra que estremeces ante ti y nos palpa,
del Genezaret turbulento en que caminas.
Hoy hablo mujer de ti
que en la infantil Belén de los recuerdos moras.
XI
Ha empezado a llover, cosa que odias.
A mi me hace feliz secretamente.
No hace mucho vivimos aquí
y aún no sabemos leer este engañoso cielo.
No nos hemos acostumbrado al paraguas
y por más que me esfuerzo,
no he encontrado para ti,
maneras de sobornar al día.
Caminando somos una ausencia entre los otros.
No es raro que algunas cosas tuyas
guarden una hora menos
y que de vez en cuando a alguien,
le parezca extraño nuestro acento.
Cuando volvemos de la calle,
el reloj da marcha atrás,
mi voz se escucha natural entre la tuya
y la casa es una tierra hospitalaria.
XII
Saturada su piel,
ceñida tenazmente por mi cuerpo,
que hasta en su respirar
mi amor va desplegando
la pétrea flor, la rosa que se fija.
El tiempo pule en ella
su preciso diamante, duro rastro
que en mi cuerpo perdura.
Cristal clarividente
que así me ve caer desde sus ojos.
Al fuego que me esconde
la calma castidad de tus modales,
a ese voy cayendo
como si de la tumba
que es siempre hospitalaria, se tratase.
Así mi mano extiende,
urgida de apurar esa distancia,
la calidez del tacto
donde ganar se puede
la más oculta gloria de dos cuerpos.
XIII
Llegas del trabajo y te noto algo perdida,
me besas y te tumbas en la cama.
Te ves algo aburrida y no sabes qué hacer,
no encuentras algo para entretenerte.
Yo tengo para mí, los libros y la mesa,
las plumas y el papel a rayas.
Tomas una de mis libretas,
la abres a la mitad,
dibujas bailarinas de ballet sin rostro,
cien veces haces tu firma irrepetible.
Al final,
ese juego adolescente, termina por cansarte.
Piensas que mañana
cumpliremos seis meses de haber venido aquí.
Miras los platos sucios que desde el desayuno esperan;
decides que no son un pasatiempo divertido.
La noche se ha cerrado por completo.
Nos vamos a la cama sin cenar.
No dirás mucho,
nos vencerá el sueño.
La tele se quedará encendida.
XIV
Por qué te amo, me preguntas,
nada sé decirte en ese instante,
pero una certeza tengo cuando miro
tu cuerpo: mar revuelto por mis manos.
Ahí soy náufrago y plegaria,
ahí, claro sobre oscuro, nuestro encuentro.
Y sé que tú me salvas con saberme cosa tuya,
es tu respiración la que me dicta estas palabras.
Te amo porque todos los días
la marea, carne embravecida,
inicia el juego de los dos cuerpos contrarios.
(En cada gesto tú adivinas mi deseo,
en cada ademán yo te anuncio la batalla.)
Te amo como si todavía
nos estuviera prohibido estar a solas
y nos buscamos con la luz
de la tarde que no ha muerto.
Hallamos nuevo cada espacio recorrido,
cada beso inaugura el mundo.
Tú habitas el otro lado de las cosas,
de ese otro lado traes el fuego que me templa,
su quemadura es la verdad de lo intangible,
es el dolor del alma de mis huesos,
es caricia que no puedo decir y sin embargo
nos da un nombre nunca pronunciado.
XV
Observo tu silencio
esperando que todos los colores
que nacen de tu voz
den sus claros matices.
De resonancia llenas lo que nombras
y yo te veo crecer como si fueras
ese sonoro árbol que en la casa
hecha a crecer raíces fundando mi alegría.
Eres árbol de fuego cuando ríes.
XVI
Hay días en que te dejo ir sola por la calle,
para ver que a tu paso el mundo no protesta.
Me gusta constatar que mi mirada
no es la única que brinda su homenaje
a tu lujoso andar desmañanado.
Observo que, muy cerca,
va alguno caminando que ahora te desea
en esa seriedad en que te envuelves.
Y tus pequeños pies no se apresuran
porque no has visto en tu reloj la hora.
Con impaciencia cruzas
el aire enrarecido
de la estación del metro.
Te sigo, duplicando mis esfuerzos
porque te has percatado
que, como siempre pasa,
se te ha hecho un poco tarde.
Te vas apresurando,
yo te sigo muy cerca.
Pero me gustaría
poder captar de ti todos los ángulos.
Como ahora que ya miro tu ademán de disgusto
por un sucio piropo
que te ha soltado algún desconocido.
Pero te sobrepones con firmeza.
Tal vez tan sólo pienses
que yo tendría que estar siempre a tu lado.
Pero de nuevo ocurre:
La gente se interpone entre nosotros.
Ya n o p u e d o a l c a n z a r t e.
Ahora irás sentada
si hubo un poco de suerte
en el asiento de un vagón muy lleno.
XVII
Que ganas de mirarte al terminar el día.
Es tu piel esa tarde
y mis manos inventan en tu cuerpo
lo certero del tacto.
Tu piel otorga mi sustento,
me nombra como a nadie,
con su sabor a tierra se humedecen mis labios.
De ti obtengo los más sabrosos frutos
y asciende por tu rostro la luz de tu deseo.
Deleite de la boca
mi lengua es otro sexo que se hunde
en el vertiginoso tañido de tu vientre.
Una canción distinta es la que entonas,
cuando instaurada queda
la equitativa entrega del combate.
Subordinado en todo a tu deseo
y al persuasivo ardor de tus caderas
permaneceré esclavo, sibarita
del oscuro alimento que me guardas
donde tu ardor su médula destila.
XVIII
Te propongo que hagamos del amor cosa sencilla.
Pensemos que debe adquirir una abierta disposición a obedecer.
Será necesario acariciarle el lomo,
para que aprenda de sus dueños la suavidad del tacto.
Dejémosle tranquilo andar por nuestra casa.
Tengamos fe.
Pero no olvidemos su condición de perro,
siempre muerde la mano que lo alimenta.
Él es quien nos cuida,
quien guarda con esmero nuestra casa.
Prisioneros de nuestra propia bestia,
vivamos temerosos de abandonar su rabia.
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