Kunwar Narain nació en 1927 en la India en el seno de una familia dedicada a los negocios, lo cual le ha permitido entregarse de lleno a las letras. Pasó sus primeros años en las ciudades de Ayodhya y Faizabad antes de residir en Lucknow. Después de cinco décadas en esta ciudad, se fue a Delhi donde vive actualmente con su esposa e hijo, quien es también su traductor al inglés. Su obra abarca más de medio siglo dentro de la literatura hindú posterior a la independencia de su país y comprende varios géneros literarios como la poesía, los poemas épicos, las narraciones cortas, la crítica literaria, el ensayo, la traducción y escritos diversos sobre cine, música e historia del arte. Ha sido traducido a varios idiomas y en su haber se encuentran algunos de los reconocimientos artísticos más importantes de su país, incluido el Jnanpith Award en 2008. Ha recibido también significativas distinciones en Polonia (medalla de la Universidad de Varsovia por el conjunto de su obra, 2005) y en Italia (premio Feronia en honor al autor extranjero del año, 2006). Considerado uno de los poetas hindúes más leídos en el mundo, con frecuencia se destaca la naturaleza meditativa de su poesía, que se desplaza hacia el presente a través del mito y la historia, acompañada de una sensibilidad decididamente moderna. Su trabajo poético se compone, entre otros, de los siguientes libros: Chakravyūh, 1956; Parivésh: Ham-Tum, 1961; Apné Sāmné, 1979; Koī Dūsrā Nahīn, 1993; In Dino, 2002 y Vājashravā Ké Bahāné, 2008. El poema que publicamos a continuación fue tomado del libro No other world, selected poems (Rupa &Co, 2008), traducido del hindi al inglés por Apurva Narain.
Medium
Entre hecho y hecho hay un lenguaje
que nos divide,
entre tú y yo un inquebrantable silencio
que nos une:
apartada del mundo, sucede una visión
que sostiene sueños infinitos,
una conciencia intranquila que, en frenesí,
toma el lenguaje como un hecho, lo despedaza
y lo esparce sobre su solitud;
después, como un niño sollozante se hace esquivo,
amontona otra vez en su gastada mente
esos mismos fragmentos del lenguaje,
los ordena de nuevo y reencuentra la vida
con un nuevo sentido.
La intimidad con la existencia, diariamente, despacio,
que no empañe
el espejo de uno mismo
con demasiada familiaridad;
que se salve con hastío, con languidez…
deje que mucho permanezca oculto…
La luna y la osamenta de noches solitarias,
algunas líneas inertes
algunas imágenes selectas
que te doy
son los límites de la antigua plaza,
pero yo soy el núcleo de la luz que,
cayendo sobre los hechos, puede cambiar sus sombras.
Como esquelético relámpago
súbitamente brillando en mis líneas
no sólo despojo al mundo
sino también ilumino la existencia de otras maneras.
Desde las digresiones de mi poema
edifica tu propio cielo,
toma mis palabras intranquilas
y otórgale a este andrajoso prejuicio residual del arte
un renovado cuerpo de belleza
(este es el único medio siempre intacto)
Deja que la intimidad con las palabras crezca tanto
que sus ráfagas puedan tocar tu ser sublime
y que alcance tu nobleza aquello que yo
no puedo dar:
En el abrazo maduro de un éxtasis cumplido
puede asirse un noble territorio, como el eco de un himno,
gentil, como el incienso de una oración;
permite a la lactante creación bañada de rocío
traer los nacientes sueños de inocencia…
una paz benigna
que se contenga en el simple esplendor del
amanecer;
en la periferia del misterio, que una sorpresiva belleza
fermente con dulzura la vida para siempre
Oh, desconocido,
si mi fervor te alcanza,
acepta este tumulto muy dentro de tus cielos;
te sorprenderá saber
que tú eres el poeta…
y yo sólo una reciente colección de elementos aislados
revoloteando cerca de tu imaginación
signos sobre las posibilidades de la existencia.
Araceli Mancilla nota y traducción
Descripción de aquella que perdí
Del color del trigo, al modo del campesino,
de un marrón como quemado,
bastante alta y que habla
como si nunca hubiese conocido la pena.
Si le preguntas su edad balbuceando te dirá
miles y miles de años, más o menos...
Parece loca pero no lo está.
Se ha caído de sitios más altos más de una vez
y se ha roto todo
por eso parece pegada
como un mapa de la India.
Description of the Missing One
Wheat-coloured, a peasant’s ways,
scarred brow,
height not under five feet,
talks like he’s never known grief.
Stammering,
if you ask his age, he’ll tell you –
several thousand years, give or take a few . . .
Seems crazy, but isn’t.
Has fallen off high places more than once,
and got all broken up, so
looks glued together,
like the map of India.
(Traducción al inglés de Daniel Weissbort y Kunwar Narain)
A BETRAYAL
Pull him out first. Uproot his house
from its foundations
and make it stand on its side like a cot;
then lift him up
and place him
on the closed door.
He will be bewildered.
Tie his hands behind his back
and a colourful lie on his eyes.
In all probability
he won’t say anything.
For a moment
he will even believe
that it is in his best interest.
Now make a noose
with a rope taken from his own well
and place it around his neck like a necklace.
Like a pitcher in a ritual prayer
he will not do anything.
Tie the other end of the rope
to the old tree before his house.
He will offer you his salutations.
Then ask him what he wants.
If he only wants to live in peace in his house
quietly get up
and open the door of his house for him.
He’ll writhe in agony.
But to writhe is not to make a plea.
He’ll soon be dead
and there’ll be no difference between you and him.
© 1979, Kunwar Narain
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