lunes, 13 de febrero de 2012

5861.- ALFREDO BUFANO




Alfredo Bufano
Alfredo R. Bufano (* 21 de agosto de 1895 - † San Rafael,Mendoza Argentina. 31 de octubre de 1950)
Nació el 21 de agosto de 1895, en un lugar que no ha sido precisado. Hay quienes sostienen que fue en un pueblo de Italia,1 mientras que otros insisten en hablar de Guaymallén, Argentina.2
De origen humilde, se desempeñó en muchos oficios desde temprana edad. Trabajando como lustrabotas en Buenos Aires, en donde conoció a José Ingenieros, escritor que influenció su obra junto a: Arcipreste de Hita, Góngora, Quevedo, García Lorca, Dante, Petrarca, Darío, Nervo, Lugones, Almafuerte, Banchs, Fernández Moreno y tantos otros que lo nutrieron e influyeron.
En 1917 se casa con Ada Giusti y escribe su primer libro: El viajero indeciso, que está dedicado a ella. Para luego escribir otros siempre en el ámbito de la poesía
En 1926 se instala en San Rafael para comenzar su profesorado en la Escuela Normal de Maestros, en donde ejerce durante más de veinte años. Después de quedar cesante, en 1947 viaja a Buenos Aires, en donde lo emplean en Amigos del libro.
Viaja a Europa para organizar en España la Exposición del libro argentino. Viaje en el que se inspira para escribir Junto a las verdes rías y Marruecos.
En octubre de 1950 viaja a San Rafael, en donde muere de forma inesperada el día 31. Siguiendo la voluntad del escritor sus restos se trasladaron a Mendoza y descansan en la Villa 25 de mayo, un pueblo muy cercano a la Ciudad de San Rafael. Una calle de Buenos Aires lleva su nombre en su homenaje.3


Premios literarios
1919, Premio de la Municipalidad de Buenos Aires, por Canciones de mi casa
Premio de la provincia de Cuyo, por Valle de soledad
1932, Premio Nacional, por Romancero y Valle de la Ciudad


Obra
Su obra ha sido dividida en tres etapas:
La primera, de iniciación y búsqueda, abarca desde el Viajero Indeciso (1917), hasta el Huerto de los Olivos (1923).
La segunda, de madurez, va desde Poemas de Cuyo (1925), hasta Charango (1946).
La tercera se inicia con su viaje a Europa y África. Va desde Junto a las verdes rías (1950) hasta Marruecos (1951) póstumo.
El viajero indeciso (1917)
Canciones de mi casa (1919)
Misa de Requiem (1920)
Antología (1921)
Poemas de Provincia (1922)
El huerto de los olivos (1923)
Poemas de Cuyo (1925)
Tierras de Huarpes (1926)
Poemas de la nieve (1928)
El reino alucinante (1929)
Valle de la soledad
Romancero (1932)
Laúdes de Cristo Rey (1933)
Los collados eternos (1934)
Poemas de niños para las ciudades (1934)
Poemas de las tierras puntanas (1936)
Ditirambos y romances de Cuyo (1937)
Presencia de Cuyo (1940)
Tiempos de creer (1943)
Mendoza, la de mi canto (1943)
Colinas del alto viento (1943)
Infancia bajo la luna (1945)
Charango (1946)
Junto a las verdes rías (1950)
Marruecos (1951) libro póstumo






CRECIENTE!!!


Lento bajaba el río como siempre,
entre sauces, arabias y jarillas.


La tarde estaba quieta en las montañas,
azul y quieta, como adormecida.


Mas poco a poco, grandes nubes negras
de las cumbres, fantásticas, surgían,
se abalanzaban por el cielo claro
como una loca y trágica tropilla;
y sobre el monte cárdeno y los árboles
torva zalea entretejiendo iban.


Rompió el trueno montés su gran matraca
contra la cordillera anochecida;
y el relámpago abrió su rosa inmensa,
roja, morada, verde y amarilla.
Rompió a llover. Rompió a llover en forma
que el cielo con la tierra se perdía.


El sonoro Diamante fue ccreciendo
y al rato era una sierpe enloquecida
que iba hinchando su lomo tenebroso
hasta romper bramando las orillas.


Sobre las turbias, poderosas aguas,
como si fueran deleznables briznas,
boyaban algarrobos y chañares,
matas de jumes, zampas, altamisas,
y cuanto halló al pasar la inmensa boa
que de la cumbre al llano se extendía.


Pasó el instante de terror. Ahora
como una agreste y dulce margarita,
sobre el cuadro cerril recién pintado
la clara estrella de la tarde brilla.


Presencia de Cuyo, 1940












Soneto del divino amor


Amor es éste que por ti me abrasa;
amor es éste que hacia ti me impele;
amor es éste que de amor se duele
en amado dolor que nunca pasa.


Amor en éste que se da sin tasa,
como nunca en la vida darse suele;
amor que estoy temiendo que se vuele,
porque sin él la muerta fuera escasa.


Amor, y extraño amor, este amor mío,
silencioso y profundo como un río,
que corre interminable y caudaloso.


Amor que nada pide y nada espera;
amor que es como un lago sin ribera
bajo un cielo piadoso.












La maestrita del vestido rosa


Todas las mañanas por la misma calle
del pobre suburbio pasa la maestra.
La dulce maestra del vestido rosa,
con sus ojos tristes y su cara seria.


Va siempre de prisa, como temerosa
de hacerse esperar en la escuela.
Lleva en la mano la enorme cartera
llena de papeles, útiles, cuadernos
que todos los días se trae y se lleva
para revisarlos en las horas libres...
que su casa y su clase le dejan.


A veces los niños le salen al paso;
entonces, su cara se pone de fiesta
y las claras voces de los colegiales
llenan... de alegría la triste calleja.


"Déme los cuadernos a mí, señorita".
"A mí señorita, yo tengo más fuerza".
"Señorita, tome, son rosas de casa;
para usted las corté de la huerta".
Y la señorita del vestido rosa sonríe...
como una beatífica abuela.








Y así diariamente, por la misma calle
del pobre suburbio, pasa la maestra;
la dulce maestra del vestido rosa,
con sus ojos tristes y su cara seria,
para ir a enclaustrarse, tres horas,
en las bullangueras aulas, donde cuida niños
que son de otras madres,
porque Dios no quiso, por santa y por buena,
que ella los tuviera.
Y la maestra del vestido rosa,
sin ser nunca ni madre ni abuela,
insensiblemente, sin notarlo acaso,
sin una caricia, sin una protesta,
rodeada de alegres caritas de niños,
se va haciendo vieja,
se va haciendo vieja....





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