jueves, 2 de junio de 2011

RAMÓN PALOMARES [3.886]


Ramón Palomares

Ramón David Sánchez Palomares (Escuque, Trujillo, 7 de mayo de 1935 - Mérida, 4 de marzo de 2016) fue un poeta venezolano. En 1975 obtuvo el Premio Nacional de Literatura por su libro Adiós Escuque; en 2006 resulta ganador del primer Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora; y en 2010 del Premio Iberoamericano de Literatura.

Nació el 7 de mayo de 1935 en el poblado de Escuque, estado Trujillo. En 1952 obtiene el título de maestro normalista en la Escuela Normal Federal San Cristóbal. Seis años después –en 1958– se graduó como Profesor de Castellano y Literatura en el Instituto Pedagógico de Caracas. Enseñó en colegios de educación secundaria en los estados Nueva Esparta y Trujillo, y en Caracas. También se licenció en Letras por la Universidad de Los Andes, de la que fue profesor titular de Literatura y de la cual está jubilado. En 1952 obtiene el título de maestro normalista en la Escuela Normal Federal San Cristóbal. Seis años después –en 1958– se graduó como Profesor de Castellano y Literatura en el Instituto Pedagógico de Caracas.

Enseñó en colegios de educación secundaria en los estados Nueva Esparta y Trujillo, y en Caracas. También se licenció en Letras por la Universidad de Los Andes, de la que fue profesor titular de literatura hasta su jubilación.

En 1958 publica su primer libro de poemas: El Reino, por la editorial del grupo Sardio. Por esta época forma parte de Sardio, al lado de intelectuales como: Salvador Garmendia, Adriano González León, Guillermo Sucre, entre otros.

Para 1963 se suma al movimiento estético El Techo de la Ballena, y participa como editor de la revista Rayado sobre el techo. Al año siguiente el Ateneo de Boconó publica su poemario Paisano. Palomares edita ese mismo año El ahogado, un poema con fotomontajes de Mateo Manaure. En 1965 obtiene el Premio Municipal de Poesía de Caracas por Paisano y Ediciones Poesía de Venezuela, dirigida por Pascual Vinegas Filardo, divulga Honras fúnebres.

En 1966 la editorial Seix Barral publica la antología de la poesía viva latinoamericana, de Aldo Pellegrini. Por Venezuela aparece Palomares junto con Rafael Cadenas, Juan Sánchez Peláez, Juan Calzadilla y Francisco Pérez Perdomo. Al año siguiente, en conmemoración del cuatricentenario de Caracas, Palomares publica el poema Santiago de León de Caracas, donde recrea momentos de importancia en la historia de la ciudad.

En 1975 es reconocido con el Premio Nacional de Literatura por su obra Adiós Escuque. En 1991 se realiza la Primera Bienal de literatura Mariano Picón Salas, en la cual se rinde homenaje a la trayectoria de Palomares.

En 1997 la VI Semana de la Poesía, organizada por la Fundación Juan Antonio Pérez Bonalde, también le rinde homenaje. En la misma, los artistas plásticos: Gloria Fiallo, Ernesto León y Gisela Romero, exponen dibujos basados en los poemas de Palomares.

El 14 de junio de 2001 le es concedido el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de los Andes, junto con los poetas Rafael Cadenas y Juan Sánchez Peláez. Residió en la ciudad de Mérida hasta su muerte

Fallecimiento

Falleció el viernes 4 de marzo de 2016, debido, hasta donde se conoce, por una cardiopatía. La noticia la divulgó el ministro para la Cultura, Freddy Ñáñez. Distintas personalidades como embajadores, poetas, políticos y pobladores de Trujillo. El presidente Nicolás Maduro decidió condecorar a Palomares con la Orden Libertadores de Venezuela.

Obra poética

El Reino. Caracas: Grupo Sardio, 19589
Paisano. Boconó: Ateneo de Boconó, 196410
El ahogado. Caracas: Editorial Arte, 196410
Honras fúnebres. Caracas: Poesía de Venezuela, 19659
Santiago de León de Caracas. Caracas: Ediciones de la Comisión del Cuatricentenario de Caracas, 19679
El vientecito suave del amanecer con los primeros aromas. Boconó: Ateneo de Boconó, 196910
Poesía (1958-1965). Caracas: Instituto Pedagógico, 1973
Adiós a Escuque. Mérida: Universidad de Los Andes, 197410
Poesía. Caracas: Monte Ávila Editores, 1977
Elegía 1830. Mérida: Universidad de Los Andes / Concejo Municipal del Distrito Libertador, 198011
El viento y la piedra. Mérida: Empresas Grespan, 198410
Mérida, elogio de sus ríos. Mérida: Ediciones del Concejo Municipal de Mérida / Dirección de Cultura de la ULA, 198510
Alegres provincias: homenaje a Humboldt. Caracas: Fundarte, 19889
Trilogía. Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1990
Mérida, fábula de cuatro ríos. Mérida: Academia de Mérida, 199410
Lobos y halcones. Caracas: Tierra de Gracia Editores, 199712
Ramón Palomares. Antología poética. Caracas: Monte Ávila Editores, 2004
El canto del pájaro en la piedra. Salamanca: Fundación Camino de la Lengua Castellana y Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, 2004
El reino de Escuque. La Habana: Fondo Editorial Casa de las Américas, 200512
Vuelta a casa. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 200612


SALUDOS

Saludos, precioso pájaro.
Y no abandones el oro de las plumas
entre aquellas nubes
ni pierdas el canto en el dominio de los truenos.
No sea que pases del cielo
y quedes preso en los astros.

De viajes, cuánto se ha perdido,
cuánta ola estrellada en el acantilado,
mientras tus alas
robaban fulgores al poderoso perro del cielo.
Y cuánto de lluvias,
de verano, de hierba roja
por la implacable estación.
O de gris, nieblas y continuado fantasma
frente al joven enamorado de barcos.
Los vecinos perdidos,
el llanto de amigos
que he visto secar en paños
por olvidos e irremediable paso.
Ni qué decir de la muchacha
cuyo pecho hasta ayer fuera tan liso
y que luego se ha visto
como exquisito racimo.

Saludos.
Pero, amigo de viajes,
¿cómo poder contar las pérdidas,
ventas que se han hecho,
nuevas adquisiciones?
Y si la modesta familia
vende las posesiones de provincia
y compra apartamentos confortables,
¿no hemos vendido al corazón
y una y otra vez
cambiado los pareceres de conciencia
para entender mejor las noticias a la semana?
Y mientras tú por el pasado año
te entregabas a los aromosos cielos del norte,
aquí las muertes y los nacimientos
cambiaban las cuerdas del buque
y hacían trastabillar al viejo.
Y mientras robabas a ese perro
los bellos fulgores,
el oro para majestad en tus alas,
los cambios de ciudad,
las venidas al amor,
los cantos de una ilusionada nube
que nos ahogara en deseos
pintaban nuevas y extrañas figuras
en la quilla del buque.

Y entretanto no había más
que el incesante brillo
y el incesante batir de esas alas
sobre espumas y ciudades,
sobre campiñas y lejanas praderas;
más allá de las torres establecidas por la
caída de la noche.
No había más que esos ojos absortos,
fijos hacia el norte o el sur,
la cola firme,
a manera de timón,
y el impulso
y la ruta que algún hilo indicaba.

Y el cielo, y los aromas
de flores muertas o recién abiertas
y los aires cambiantes.

Y nada más había para ti,
amigo de viajes;
las idas, los regresos
encontraban esas pupilas
quietas, serenas, tendidas
en medio a las carreras que el cielo juega.

Saludos.
Apenas para ti hay tiempo de cantar
en el delicioso jardín
y sacudir en el estanque las alas
allí donde el viento no ha podido vencer.



EL NADADOR

Seas bello, joven nadador,
levantado sobre las aguas,
ajustadas tus piernas y cada brazo al muslo.
Bello como el mástil que alcemos al día soñado.

Ni tus cabellos sean irrespetados por el viento
ni tus labios tiemblen.
Más bien parezcas al sol,
divino en su postura, y, desnudo,
seas como rosa amanecida hoy para la aventura mortal.

Sólo un pájaro distinto
descendiente del más alto ramo del cielo
sea igual a tu cuerpo
en la maravilla del salto.
Al desafío de los aires
penetras sus dominios
y en la caída silbas tu cuerpo.
Ni una rápida estrella
igualaría esa delicadeza:
el arco mágico de tu pecho
que se abalanza al agua desconocida.

Seas impuesto sobre los voraces
y la gran injuria de la espuma
errante, sabia de otros odios,
no llegue a tu boca
ni entre a tu garganta como el leopardo de muertes.

Pase un navío cerca de ti,
bella sus velas, altos sus mástiles,
con aves en derredor.
Y te sea descendida una embarcación de descanso.

Caiga del cielo un ramo salvador
y asido al fulgor de sus hojas
abraces el día siguiente.

O más bien te sea otorgada una isla
toda llena de la flor pasionaria.

Seas salvado, joven nadador,
hoy allí, frente a la casa del cielo.
Lejos sólo una llama, débil palma
preciada como salvación.

Las aguas caídas en los años pasados
no desconozcan al joven nadador
ni dejen de tejer sus paños en el día triste.
Y traiga el encanto dorados caballos
y el cielo de aquella ciudad
donde el invierno llora.
Baste para él el amor,
igual que antes bastara la margarita
para sus elevados misterios.
Y brille siempre el aire sobre él
y una luz sea sobre su cabeza.

Recuérdase para el joven nadador
los altos árboles
en los montes esbeltos y soberbios
a la hora de la muerte y la huida de aves celestes.

Quien fuera sueño de los días,
oro a los ríos,
recordador del sol;
bien va sobre las aguas
a terminar su corazón en los temibles hielos,
la garza helada de las alturas.

No bastan los ejercicios de esta adorada ribera,
se escuchan por el monte los terribles lobos.
No basta la contemplación:
Perseguidos, como la flor astromelia
igualmente asesinada.

Y en tiempos ya ajenos a la memoria
un resplandor devora su casa.
Aparece en su corazón un ramo,
una fragante maceta de lirios,
un apasionado y rebelde astro.

Un ave larga y radiante
pasa sobre los ojos para el efecto de maravillas:
Un reino para ti,
joven, bello nadador,
para holganza de tus miembros.
Y esta extraña mansión alza sus tigres a las estaciones,
a las lenguas del astro.
Sean entonces los sueños arrancados al cielo
por un joven que abre sus brazos al agua desconocida,
ajeno a toda perfidia.
A pesar de la luz maldita,
la perdición de estas hojas que bailan las nubes,
las furiosas bestias habitantes del corazón.
Aparezcas no comido por el vestido cruel,
no atrapado en redes, la traición
y la humillación de los rangos altos.

Seas el limpio, dulce paño de las noches,
y aparezcas, joven, bello nadador,
arriba del milagroso altar,
igual que la estela invitadora al bien.
Seas llevado por los días,
el mar, gran atormentador de los navíos solitarios,
el agua armada,
puro de orfandad, sano sobre los peligros.
Vayas siempre asido al cielo
sobre las brisas y altos fuegos de tormento.
Digno amparado de la luz,
joven, bello nadador,
hoy y para siempre colocado más alto que esta flor limpia
salida de tu boca a los terribles,
locos, voraces cielos
a que se enfrenta el corazón.


PALABRAS DEL ACTOR

Te inicias en los jardines de escena bajo máscara secundaria,
en tanto los actores principales se acribillan
y la primera actriz rueda en las falsas sangres del amor.

Te inicias vestido con traje pálido, preferible al principiante,
y de escarlata en sus ropajes y modos
los que están en el vértigo mayor.

Los primeros días serán perdidos a la acción.
Entonces hay que dedicarse a conocer la magia del ademán
y los grandes azares corridos en la tragedia
para conmover a los públicos;
así como los lugares donde colocarse en lo futuro
al errar de la fama en los labios de un papel importante.

Ocurre lo mismo con los colores y cielos
y la sapiencia de modulaciones
según los festones del techo raso sean grises trágicos
o raso del porvenir.

Conocerás que la compañía está regida por fuerzas
ajenas al actor, y que después la temporada
pasará a otras variedades, en tanto los astros
cargan en sus estaciones las llamas del teatro.

Y de la rosa pálida caeremos al sangrante girasol
y estaremos envueltos en los dorados mantones de amor;
y hénos aquí: galantes y apasionados
distrayendo el corazón de la jovencita
o los lechos de la esposa olvidada
vestidos con el esmero rojo del celo
o cantando en las ventanas ilusas, al castillo de la amante;
y ardemos así en falsas llamas
apenas brillantes para una clase de espectador
no enterada en tales asuntos.
Mas, ¿no es cierto que aquí entramos a los fogosos besos del
{trágico
con un pie en el ridículo y otro en las plazas gloriosas?
Comenzarías una edad prestigiosa después del amor
tras abandonar algunas galas sentimentales
y vestirte al modo cínico del payaso
que atiende más a los lados frívolos
realzado ante las vistas por el color estallante.

Y en tanto cruzamos por el burbujante jardín dado a deseos
{y placer
y rosas salvajes y el animal lanzado a carreras desenfrenadas.
¿No has sentido cómo un día, cuando no lo esperabas
salta la flor distinta y planta en la alegría
el color melancólico de la violeta,
cierta nota de ausencia
que distrae los vicios y llama una desventaja a la risa?

Y después, disfrazados de hastío erraremos en los carnavales
y amoríos de jóvenes
como los señores de conversación, sentados al margen
o más bien adentrados en plan de consejeros.
Así te verías en las nubes tediosas del espectáculo
cuando comienza el fastidio de los repetidos papeles
de príncipe y bufón y caballero pródigo.
Pues el viento de hastío cruza las elegantes salas
en tanto uno pasa hacia lados opuestos
entre lucientes ropajes y la gala de falsas joyas
encarcelados en la verdeoscura decoración
llena de ilusas fuentes o cisnes de ocio, cerca de aves
{imaginarias,
¿Y qué resta después sino un giro trágico y violento,
la representación paternal del sacrificio
en un día cuando los públicos estén menos conmovibles
y sea necesario lanzarles un lirio negro sobre el rostro
y entonar la canción ridícula del suicida?

Y luego caerás con la máscara a sus pies
semejante a un anuncio celeste.


LAS COMEDIAS Y LOS DÍAS

Todos los colores son trágicos
desde la barba púrpura que señala los días de sol
hasta el azul, denotador de los mares
y que es más amable a los públicos.

No se representa en diciembre con trajes amarillos
ni se hace ostentación
más bien cúbrese con violetas y tulipanes la voz del actor
y de uno a otro lado hay telas vaporosas
semejantes al llanto.

No pondrías a diciembre en los límites de abril
y mayo sería incompatible con octubre
de estas maneras cada época alumbra en los soles del mes
sus propias flores
y conoces que aquella que se jacta de su olor y brillos en junio
no tendría iguales condiciones por noviembre,
asimismo los vientos emplean otras banderas de color
en sus mariposas y aves.

Lo propio sucede entonces con las damas
y observarás que los incitantes escotes
no están irremediablemente bajo la rosa Reina de las Nieves
o consagrados a la orquídea de melancolías,
pues a otra ocasión
fulge bajo el astro rojo de sus suertes
la aguamarina familiar a Capricornio
o estalla en la piel suave y blanca del cuello la dalia del sol.
Correspondiendo a estos motivos cruzamos por los ojos del público
en poses apropiadas
y a ejemplo de ello caeremos de rodillas en octubre
ante las tumbas ilusas;
cuando el aire celebra los fieles difuntos.

A cambio de ello haremos una rama de fuego en las juventudes
de febrero
bailando el lujoso tambor tocado por las demencias
hasta caer como insectos impuros sobre los sexos
y los vestidos rotos de cada uno en la parte de las piernas.

Celebramos alegres nupcias en abril
adorando la margarita
sumidos en sueños, con niebla mágica de amores y viajes
y allí, acostados con la damisela del lecho
llegamos al momento de oro
cuando la compañía, inclusive la muchacha trágica,
tiene los ojos menos preparados a la circunstancia dolorosa.

Y el público nos aplaudirá delirante
junto a las mujeres vestidas de tela liviana
y con sus encantos más a la vista
bajo el hechizo de lilas.

Después seré la andanza por campos de julio y del agosto
que ya pesan al calor de más de un incendio
en los cabellos de las jovencitas.
Y allí la presentación de una pieza frívola
para caballeros y damas de edad
iniciados en prácticas amorosas de mayor audacia
y, desde luego, menos escrupulosos en sus manejos.

Entonces no habrá otro color que el del alhelí
bajo el cual asoman las damas sus manos
lujosas por la joya.
Y allí desearemos prolongar la comedia
porque en octubre la moda dicta muertes de violencia
mezcla de azules de tempestad y el vino de obispos
hasta llegar al color cardenalicio
semejante a los vientos oscuros sobre el tejado
y las ruinas de casa en las efervescencias del incendio.
Y aquí es donde arrastraremos
para sorpresa de la amable charla de las meriendas,
en medio a la bebida,
arrastraremos ante los asistentes
un joven apuñalado por celos,
y los esposos suicidas y las mujeres crueles
asustadas en el desastre de sus amores.

Y nos llevaremos la mano al pecho
y cruzaremos el teatro de uno a otro ángulo
con exclamaciones sorprendidas
para desmayarnos poco después, en el más alto clima del juego.
Y por último un tulipán negro es la señal representación
y nos verías de riguroso luto
o bien cerrados de blanco,
y los presentes, acongojados en sus sitios,
temerosos de la próxima ocurrencia,
pendientes de la tragedia donde todos los actores están condenados;
y observarás que la mujer
oculta su cuello con lirios
y el techo está gris, matizado
por rojos y negros en sitios convenientes.

Entonces alguien da la alarma
y todos, irremediablemente perdidos,
caemos como extraños astros en el abismo.


MÁSCARAS

He aquí que existimos en el límite de la mentira
que nuestra vida es impalpable
que estas personas representadas pertenecen
a un dueño de otro orden.

Cumplimos cabalmente en escena
ante el gran público. Así recreamos bajo los astros
y acudimos a una cita en los vientos
saliendo al paso de nuestras fiestas.

Nuestro corazón está prestado a otros personajes,
murmuramos un sueño y nuestros labios no son responsables,
somos bellos o nobles según las circunstancias.
Nos asalta un delirio azaroso
y caemos en los escenarios bajo una voluntad extraña.
Y no tenemos vida,
pues andamos sobre ruedas en un país desconocido
cuyas flores nos interesan de manera frívola
y cuyas mujeres nos aman en alcobas de falsedad.

Producimos un fuego y su corazón azul
crepita con más fuerza que el nuestro
en tanto arden los leños a la manera de sangre.

Nos permitimos ser extraños. Falsos.
Llevar una emoción no sincera.
Mientras andamos, desterrados de nuestro cuerpo
en un interminable paseo.


PEQUEÑA COLINA

Pequeña flor blanca eres,
así te llamaría quien va a casarse.
Pequeña colina eres,
así te nombraría quien caza perdices.
Pequeña taza de oro eres,
así te llamaría quien bebe su licor.
Pequeña corriente de leche eres,
así te diría quien lave su cabeza bajo el sol.

Pequeña colina que duerme.
Pequeña colina echada como una gallina.
Pequeña colina como una cabeza de plata.
Pequeña colina como una fruta que orea.

Ponte cinco flores en el cabello:
Flor roja para tu alegría, para sonreír.
Flor azul para tu amor, para abrirte los senos y darlos.
Flor morada para llorar como una llovizna triste.
Flor amarilla para cantar con la luz.
Flor blanca, flor blanca, flor blanca,
esta última para que una ilusión ande en ti como la nube.

No hables de tristeza tú, pequeño malabar,
oye la luna comer maíz,
oye las estrellas picar las hojas del guamo.
No bebas la leche de un árbol triste,
mira correr los perros de caza,
bebe agua en el arroyo, lejos, donde van los perros de caza.

Pequeña, como las piedras de los ríos tú eres;
tú pintas el poblado de rojo pequeña colina,
tú eres como un ave para enjaular,
tú cantas y tu boca brilla por tu canto pequeña colina.

Como el manto de la serpiente coral
así de bella tú eres.
Así como el vestido de la orquídea blanca
tú eres de amorosa pequeña colina.

Y te llamarán como una pequeña loma
y en ti pondrán una bandera dulce y tierna.

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PREHISTORIA

El animal rojizo
bañándose con aire nuevo
estrenando su fuerza
va en el fulgor de ondulantes praderas.
Ningún acoso en el resonar de sus patas.
No ayer No mañana Sólo su imagen y bramido
Perseguido de su gran esplendor
sólo espacio para su hambre, pasto salvaje y viento
todavía no se ha inventado la muerte
El infinito no se ha escapado todavía
Tan sólo una gloriosa voluntad
Resplandece.



AGUAS LUSTRALES

Cuando se quedó atrás la oscuridad
me encontré desplazándome con fuerza incontenible
en el agua lustral de la primera noche –que atravesaba veloz-
mente –todo rayo de luz mi cuerpo
y miles junto a mí, todos hermanos, fluyendo hasta rabiar
fijos hacia delante, apremiando con furia.
Y el corazón ausente exigía más y más
y así llegamos.
Y ya el umbral,
apretujados y feroces
aquella impresionante multitud disímil y enconada
ardía en alaridos
Salté!
Y no pude volverme.
Y quedé solo –extraño y asombrado
creciendo fuegos y devorando un cielo ajeno
primero brasa, luego un sol, luego una inmensa estrella
rodando y dando saltos por espacios
que algún sueño ajustará a otro sueño.



MIRIAM DE BOCONÓ

¡Qué plaza ingrávida y luz turbia!
Flores del paraíso
          Rosas de Holanda
                                        Malabares:
Las campanas y valses encorvados
espuman flores.
Daré tres rondas, tres vueltas
al ángel de sus piedras,
y que aparezcan ya
Destrucción Silencio Olvido
-gracias de la muerte
En esta plaza honda y de tanto extrañada
                                        Miriam no está
Desanda un puerto humoso
-diligencia unos coros, un drama fantástico
un edificio suspendido en cristal.
Abordó un ferryboat todo geranios
iluminándose en su candelabro de plata
Qué luciérnagas Qué ensalmos la guardan.
De verdad se habrá ido en un ferry pálido
su belleza de irradiante granada



ARROYO

Tiene una carrera de cola de pájaro.
Pájaro Mosca
Colibrí largo
Y baila y baila sobre el trébol
Junto al berro tierno.
Habla como el ala de una cigarra
Dice que es Páramo
Cielo verde
Copas…
Y se va.


ELEGÍA A LA MUERTE DE MI PADRE

Esto dijéronme:
Tu padre ha muerto, más nunca habrás de verlo.
Ábrele los ojos por última vez
Y huélelo y tócalo por última vez.
Con la terrible mano tuya recórrelo
Y huélelo como siguiendo el rastro de su muerte
Y entreábrele los ojos por si pudieras
Mirar adonde ahora se encuentra.
Ya los gavilanes han dejado su garra en la cumbre
Y en el aire dejaron pedazos de sus alas,
Con una sombra triste y dura se perdieron
Como amenazando la noche con sus picos rojos.
Las potentes mandíbulas del jaguar se han abandonado
A la noche se han abandonado como corderos
O como mansos puercos pintados de arroyos;
Vélos abrirse paso en el fondo del bosque
Junto a los ríos que buscan su lecho subterráneo.
Y de esos mirtos y de esas rosas blancas
Toma el perfume entre las manos y échalo lejos,
Lejos, donde haya un hacha y un árbol derribado.
Ya entró la terrible oscuridad
Y con sus inexorables potencias cubre las bahías
Y hunde las aldeas en su vientre peludo.
Toma ahora el jarro de dulce leche
Y tíralo al viento para que al regarse
Salpique de estrellas la tiniebla.
Pero aquel cuerpo que como una piedra descansa
Húndelo en la tierra y cúbrelo
Y profundízalo hasta hacerlo de fuego
Y que el vapor se hunda con sus exánimes miembros
Y que su fuerza descoyuntada desaparezca
Como en el mes de mayo desaparecen algunas aves
Que se van, errantes, y nadie las distinguirá jamás.
La joven vestida de primavera,
La habitante en colinas más verdes,
La del jardín más bello de la comarca,
La del amante de las lluvias;
La joven vestida de primavera se ha marchado,
Inconstante, como los aires, como las palomas,
Como el fuego triste que ilumina las noches.
Así pues:
Que tus manos no muevan más esos cabellos,
Que tus ojos no escudriñen más esos ojos,
Pues se cansa el caminante que en la cumbre se detuvo
Y que el camino no pudo determinar su fin.
Pon sobre los lechos tela limpia,
Arrójate como el vencido por el sueño
Y como si fueras sobre los campos, sobre los mares,
Sobre los cielos, y más, y más aún:
Duérmete, como se duerme todo,
Pues el limpio sueño nos levanta las manos y nos independiza
De esta intemperie, de esta soledad,
De esta enorme superficie sin salida.
Dijéronme:
Tu padre ha muerto, más nunca habrás de verlo.
Abréle por última vez los ojos
Y huélelo y tócalo por última vez:
Como se toca la flor para la amada, así tócalo;
Como se miran los extraños mundos de un crepúsculo, así míralo;
Como se huelan las casas que habitamos un tiempo, así huélelo.
Ya los zamuros se retiraron a las viejas montañas
Y también los lobos, las serpientes,
Y no saldrán hacia los claros bellos de la luna
Y no escucharán el canto de las estrellas silvestres
Y no detendrán el suave viento que mueve las hojas.
Voltearon y se fueron y ya no quieren más las claridades,
Las claridades que bailan serenamente en las copas.
Ya las flores nacidas anoche,
Como el lirio, como la amapola, como la orquídea blanca;
Las flores nacidas anoche han desaparecido
Y sólo cuelgan con olores tristes de los gajos.
No mires más a los arroyos que se llevaron las aguas,
Las de ayer, las de hoy, las de ahora mismo,
Y por la lejanía no dejes vagar tu mirada
Acuciada por el dolor de los pájaros presos,
Por el dolor de quienes dejaron partir a la amada,
Por el dolor de quien no puede marchar más nunca a su país.
Hace poco tiempo han pasado ante tus ojos
Sobre la tarde gris, por el cielo inhóspito,
Ciertas aves migratorias llenas de tristeza.



EL PATIO

Pues me estuve entre las flores del patio
Con las cayenas
Gozando con las hojas y los rayos del cielo.
Aquí pongo mi cama y me acuesto
Y me doy un baño de flores.
Y después saldré a decirle a las culebras y a las gallinas
Y a todos los árboles.
Me estuve sobre las betulias y sobre las tejas de rosas
Conversando, cenando, escuchando al viento.
Yo me voy a encontrar un caballo y seremos amigos.
Mañana le digo al sauco que me voy
Hasta muy lejos, hasta allá donde están cantando los hombres,
Donde corren los muertos y se entierran.
Yo caminaba por unos árboles, por unas hojas doradas
Y me comía las estrellas, y me senté
Y escuché la hierba alta y vi los ojos de una mujer
Que brillaban como un diente
Entonces arrojé una gran rama de naranjo
Y todo quedó oscuro.



Adiós Escuque (1975), que ofrecemos hoy, y Paisano (1964), reeditado en el n.º 3 de Tinta China, son las dos obras principales de la poesía de Ramón Palomares (Escuque, Trujillo, Venezuela, 1935).

El conjunto de su obra ha cambiado radicalmente el sentido de la poesía venezolana de raíces tradicionales desde la aparición de El Reino (1958), a la vez que ha recorrido e interpretado parcelas de la historia fundacional de Venezuela, de sus héroes, de su paisaje, de sus ríos: Honras fúnebres (1965), Santiago León de Caracas (1967), El vientecito suave del amanecer con los primeros aromas (1969) Alegres Provincias (1988), Elegía 1830 (1980), El viento y la piedra (1984) Mérida, elogio de sus ríos (1985) y el reciente Vuelta a casa (2007)

Si bien en El reino (1958) se establecen los principios de su acercamiento al lenguaje oral de las voces campesinas, todavía aparece como trasfondo el siglo de oro español. Es en Paisano y sobre todo en Adiós Escuque donde su poesía se vuelve netamente hacia el lenguaje andino, trujillano y de la comarca de Escuque, para recrearlo en un nuevo artificio. Y con estas voces la narrativa poética de Palomares nos introduce en la vida, tránsito y muerte de los hombres y mujeres de los Andes venezolanos, en sus mitos, en sus sueños, en sus paisajes.

Cuando leemos Adiós Escuque estamos ante una conversación, ante un monólogo, ante situaciones que sucedieron o pudieron suceder a las puertas de una iglesia, a la orilla de un río, ante el misterio de una fiesta popular trascendida, subiendo una calle empinada de Escuque, recordando la infancia y la adolescencia. Y ante todo nos sobrecoge el poso interior del sonido de una poesía “tan natural, tan hablada, tan romance venezolano”. El telurismo magnificado y llevado a sus máximas consecuencias potencia y expone está poética al lenguaje universal de la poesía y abre las fronteras de lo regional a un lenguaje artístico panhispánico, donde la oralidad primaria, el lenguaje campesino, se nos presenta como el renovado tesoro de una cultura, por mestiza, hermana.

Está reedición de Adiós Escuque constituye una nueva posibilidad de que una de las obras de referencia de la poesía en español pueda ser leída y apreciada íntegramente por un público aún más amplio del que ya goza la obra de Palomares, cuyo parangón, fuera del ámbito venezolano, alcanza en nuestra lengua a textos de la trascendencia de Pedro Páramo de Juan Rulfo o La casa de Bernarda Alba y Yerma de Federico García Lorca, y en portugués a Grande Sertão: Veredas de João Guimarães Rosa.

DAVID GONZÁLEZ LOBO


ADIÓS ESCUQUE


PAJARITO QUE VENÍS TAN CANSADO

Pajarito que venís tan cansado
y que te arrecostás en la piedra a beber 
Decíme. ¿No sos Polimnia?
Toda la tarde estuvo mirándome desde No sé donde
Toda la tarde
Y ahora que te veo caigo en cuenta
Venís a consolarme
Vos que siempre estuviste para consolar 
Te figurás ahora un pájaro
Ah pájaro esponjadito
Mansamente en la piedra y por la yerbita te acercás 
—"Yo soy Polimnia"
Y con razón que una luz de resucitados ha caído aquí mismo 
Polimnia riéndote
Polimnia echándome la bendición 
                                  —Corazón purísimo. 
Pajarito que llegas del cielo
Figuración de un alma
Ya quisiera yo meterte aquí en el pecho   
darte de comer
Meterte aquí en el pecho
                                   Y que te quedaras allí
lo más del corazón.



TODOS LOS CORAZONES



EL SIETECITO ESTÁ DE BUENAS

A Félix y Mireya

Grandes ojos esas ventanas 
Viendo al cielo oscuro Viendo a
todos los muchachos y gentes que pasan
calladas o pateando una lata o llevando de cabestro una bestia, o 
Flores, o
Noches...
Miran ellas, Ventanas, Qué grandes ojos! 
Y a lo lejos:
                    Puertas abiertas Hombres escupiendo Hombres bebiendo 
Oyes decir muy quedamente:
                    "Siete, de verdad, cómo estás de buenas..." 
Y entonces ves la yerbecita, ves los aleros, ves los grifos donde salta el invierno
                    Y echa a cantar... 
                    "Esta es la Casa Grande
                    Casa Grande/Vive la Niña Delia
                    Delia Margarita/Delia del Gran Sombrero 
                    Cabellera en el Agua/Delia de las muchachas nadando 
                    Se llama Olor/Granadas Rojas se llama
                    Delia de todas las Nostalgias 
                    Perfumes Idos"
Y ya el invierno se hace corriente por las piedras
Ai lo escuchas quedito
                    "Vení Este es tu enlozado húmedo" 
Y vas hasta el portón
Ay En este porten se detuvo el Siete Miró largamente 
Muertes ajenas lo habían inaugurado
pero ninguna de las suyas se había inscrito en los huecos de cigarrón 
Veta de madera/Tablita de adorno y Cerradura
Y allí pegó el oído para oír:
                    Se oyeron corrales de chivos que venían detrás de 
                                               una mujer
Vieja de las chivas Si María de los Ángeles dormida sobre restos 
                                               /y cagarrutas
Refunfuñona Venía — Al lado de los cabritos/Desgreñada 
con un palo en la diestra
Hay cerca de allí un sitio donde oscuras ruinas se levantan 
Muros derruidos
los vería con ojos nostálgicos
Mañanas soleadas/Tardes soleadas/Y tardes
de color de golondrinas
              "—Siete que estás parado en el portón
                   Dentrá!"
              dicen del zaguancito, de las piedritas
              del corazón de esos nombres enlazados —Doña y Él
              grabados en la arena.
              Y en el silencio Y otra vez 
              "Dentrá Siete"
¡Qué me vas a decir
                            Calle de todos los corazones!



DICIEMBRE ANDANDO POR EL CIELO

A Carlos

—"Díganle que me van a vestir de Virgen María
        Que ya tengo aquí el vestido y la banda azul que lleva"
Ai nos veiamos por las calles
        "Que si aquí no tienen al Niño Perdido" 
Ella iba montada en una burrita
Yo le traia la bestia de cabestro
        "Que al Niño Jesús Perdido
        lo venimos a buscar..." seguíamos
"¡Pobre Virgen Maria!" —decía la gente 
Los Reyes Magos bien rascados
caracoleando los caballos... 
"¡Cuidado con esas bestias!" 
Velas y faroles incendiaban las calles
los músicos reventaban sus cuerdas Y el cielo
arrebataban las pastorcitas
"Miren! Miren!" —decía la gente 
—El cielo más parecía un barco... 
"¡Miren!"
Entonces tú volvías la vista:
        "Después nos vemos Ya Sabes?" 
De todo corazón.

1974



AH RIGOR

A Luis Garcia Morales

No pues no vaya a creer Y cómo no me voy a acordar
Tanta noche con luna! Tanta guitarra! Y las ventanas perfumadas 
y vos llena de lirios Y los lirios en un decir
                                      Amor!"
Todos los árboles de la plaza Los bancos de la plaza La iglesia 
los caminos
                El pozo Albor... 
Oíme Oíme
Yo siempre estoy pendiente:
                —Dónde estará Qué estará haciendo Se acordará de todo?
                ¡Ah rigor!



LAS CATEQUISTAS

A Enrique Arenas

"Por nuestro amor oculto en el Sagrario" 
cantaron las catequistas
Bajaban las escaleras del Harmonio —Cantaban
"Dios está aquí..."
Hebe— Rosa— Beatriz— Gladys— Angélica—
La nave izquierda en la dorada iglesia
batía un aire tibio 
—"Pongan Atención!! 
Ténse quietos muchachos!!!"
Arriba: Golondrinas entrando y saliendo por vitrales azules 
               quejidos que venían
               de una perdida lluvia
Cómo sostenían sus pequeños libros en pequeñas manos floridas 
Y qué rostros de resplandecer
"Venid adoradores adoremos" cantaron
Entonces se escuchó al viejo del Coro: "A nuestro Redentor" 
Una rama de mirto y
                                un pulcro clarinete —Eso eran 
Los capiteles se echaron a dar vueltas Y sus columnas 
Ascendieron
La Inmaculada toda lágrimas junto a su hijo —San Juan íngrimo
en aquel llano...
"Gloria a Cristo Jesús" —cantaron las catequistas
"Cielos y tierras —Bendecid al señor" —Respondió el Viejo del Coro
El sacristán y su ayudante por la nave mayor pasaron muy de apuro
Y la pesada iglesia comenzo a levantarse:
               Las golondrinas y las cartas de amor
               se llevaban la iglesia...
               No vimos más las catequistas
               Hebe— Rosa— Beatriz— Gladys— y Angélica 
               Qué será de ellas en el dulce infinito?



DICE QUE YA NO LE HACEN FALTA FLORES

A Baica

Dice que ya no le hacen falta flores que paqué 
Que se las guarden pa la fosa —dice
Que se las lleven a la Inmaculada —dice
—Yo No 
    A mí no 
Por eso está cortando todo
                                         Por allí por allá
No deja nada con cabeza
               Los almendrones se pusieron blancos cuando
                                                       pring!
               comenzó a darles encaramado en la escalera 
                                                       El
               que vive envenenado 
—A las gallinas
    Al perro
    A las matas de rosa
    A todo A todo lo voy a fregar —dice 
—Paqué flores
    Paqué tanto animal 
    Pa puro echar jaretas! 
    Y Pring,
    Suena el machete en la ramita
    Corta el filo y en el tronco 
—Que se friegue todo
    Que se fuña
    Y ya en la casa no es más que afanar 
    Y corta que te corta
                                      Y "¡Bajemeeso!"
Y "¡Tumbemeeso!"
"Qué caray"



OYÉNDOME POR DENTRO Y VIENDO HACIA OTROS DÍAS

A Humberto

La ramita de eneldo dio la vuelta por su cuerpo 
y llegó hasta su corazón
Allí buscó largo rato
—"que a que no te acordás del Vestido de Blanco, El Grande" —dijo 
Entonces apareció un pueblo largo, muy largo
Venían tres muchachas por su calle diciendo: 
—Las canciones que cantabas anoche 
    sabían a rosas
—La manera como cantabas 
    estaba llena de sentimiento. 
Se montaron cada una en su caballo y siguieron 
Las muchachas desaparecieron
El pueblo se fue
Sólo el Gran Vestido de Blanco de vez en cuando vuelve.



LA NIÑA ROSA HABLA CON SUS QUIMERAS

A Carlos César

Ventarrones con lluvia
Nubes que de tan pálidas se iban volviendo negras
¡Quimeras!
Había que conocerlas con el tiempo
Porque si no
¿Quién iba a mantenerlas? 
—No
¿Y no se acuerda aquellas noches que pasaban volando?
—Aves, sí.
Nomás recados de una estrella 
Esa que va pendiente de uno 
—¡Y qué de sueños!
Por los días de San Juan: 
                    "Corazón, mira bien 
                    Ahora sí que te vas 
                    Que ya por vos
                    De muy remoto puerto viene un barco"
Y pasaban los años
y allí en las grises calles un mojabobos y un chinchín
                    "¿Nunca te darás cuenta
                    de que tu fiesta era un rocío?"

Otro era un decir los montes:
                    "Matrimonio y mortaja... 
                    "Matrimonio y mortaja...
Quimeras Sí! 
Más para qué espantarlas si ahí mismito remontábanlo a úno 
hasta el más bello suspirar: 
—Garzos ojos 
—Y estrellas que volvían del aguacero
—Barajas y pañuelos de Olán
—¿Se acuerda los jugadores de billar, 
el rosario empeñado...

Nombres tengo 
Nombres y sus personas en eso de ensoñar... 
Pero ai queden
—Valga Sí
    que el alma les dolía de quimeras
Y que de aquellas almas les volaba una flor
—La que llamaban Pensamiento Sí
—Se usaban en los libros
    Marca de amores en las cartas
    Marca de versos

Tiempos ya idos Qué de años
De los arrecostados, de los arrinconados decían
               "Viejos se van poniendo de puro requerir
                       sus adentros".

1974



MI PADRINO OYE UNOS FORASTEROS

A Pancho Crespo

        Encarnación! Encarnación!" —dijeron de la calle 
        Encarnación salga rápido que hay un muerto!" 
                        "—Vienen a matarte Encarnación Son ellos! 
Me acuerdo de mis comisiones Me acuerdo de mis deudas 
Por los andurriales de El Callao, San José de Guaribe, Río Negro, Barlovento...

—Encarnación!"
Al momento dieron las doce
        —Encarnación salga que allá lo esperan por el muerto" 
Son ellos —me dije— Al fin vienen — Cierto Cierto..."

Oímos relinchos y la inquietud de los caballos 
Crujían los arreos

Ai nos quedamos quietos
                        Yo en el portón Oyendo
Y ellos fijos también Espera que te espera 
Pasaron horas de horas
Nos quedamos dormidos 
Todavía estamos dormidos Todavía me esperan Todavía
estoy detrás del portón 
                        Oyendo...



EL CORAZON ATENDIENDO UNA VISITA

Para Orlando

        Imagínese que es de noche 
        Bien entrada la noche
        Imagínese que le tocan la puerta
        Ya está dormida
        Y vienen y le tocan
                        "Adelante! Adelante ¿Quién?..."
Ai entran El Cerezo, El Almendrón, Pandeaño, Hojalapas... 
                        "¡Ánimas Benditas ¿Qué es esto?"
        —Antes que sepás lo que somos 
        Oínos bien
        Oínos
                   Acordáte suficiente todo lo que por vos 
                   sufrimos, aguantamos, callamos, esperamos, trasnochamos, morimos. 
                   Y no nos des con las patas
                   Ni nos dejés Ni te olvidés 
                   —Ingrato—                   
                   Como si nada nos debieras. 
                   Que el que no es agradecido 
                   No es bien nacido..." 
        Esto dijeron
        Tierrita Negra, Piedras Conversadoras, Sartén de freir mojos, 
        Coronas de Cristo..."
        Y entraron y tomaron asiento allí
        Resplandeciendo
        Venían de visita Venían a saludar
        Pero mi corazón pensó "Ya no soy uno de ellos" 
        Yo y mi alma, perdidos del frescor.



SERENATA

A Miriam

Vengan las ventanas al anochecer
Vengan las rosas y Vengan los frascos de perfume
Que ella está muy solita y se oye:
              "Mi alma de luto viste — Y se encuentra entristecida" 
Ay soledad
Ya regresaron las guitarras a ponerte luna 
Ya vuelven los serenateros a gorgorear amor 
Y las calles se han ido levantando
                         y ya clarean sus nieblas
Oigan —Sí:
                     "La rosa que tú me diste -fue cortada antes de tiempo" 
Nomás que hacen falta los jazmines del macetero
Pero
Qué digo yo jazmines Miren que el aire acaba de conocer su más dulce ramo
Oigan respirar al silencio y Oigan 
aletear los corazones
porque el pueblo ha subido arriba del sereno 
y la canción se lanza al firmamento:
              ""No llores Niña — No llores — Que por tu llanto 
                            Me muero Yo"
Versos y flores
las ventanas se echaron a volar
                     se quebró la guitarra                      
                     Vengan
                     apaguen las poquitas estrellas 
                     que el albor arribó.



PUERTA DE GOLPE



MI PADRINO TIENE UNA PESADILLA

Al Catire Hernández

Se despertaba dando gritos: 
—Déjenlo! No se metan con él 
Déjenlo!

Y abría tamaños ojos
hasta que se encontraba de nuevo 
Entonces se tocaba el corazón 
Suspiraba...

Ay cómo estaba cansado de ese largo viaje 
hasta tantos años atrás
en los patios de café 
por los potreros,
en las calles empedradas donde rechinaban los cascos de tanta bestia...

—La noche está pesada - decía 
El tiempo está pesado - decía
La vida está pesando mucho... mucho



MI MADRE SE DESPIDE

A Régulo Villegas

Qué tiempo es éste que no tiene sábados 
Qué tiempo es éste todo esperas 
Adónde están las fiestas que dijeron 
Los domingos que decían Dónde fueron!

Perdida en mis enfermedades 
Asaltada por fieras hambres 
Dios Qué fue de tu misericordia!

Me remedié con haces de leña
Con remojo de ropas me sustentaba 
Pero este cuerpo no resistía su carga 
Agachado se hundía y se apagaba 
Ai fue cuando les dije a ustedes
        —"Hijos que me han costado tantas muertes
        Vayan y acójanse a otro pecho 
        Dios no desampara al que cría
        Ya los veré si un día regreso"

Só1o Dios sabe que al volver 
No tuve ya paz ni remedio 
El alma vuelta unos breñales 
y el corazón borrando nieblas
        Jesús Por qué un pago tan grande 
        Dime por qué todo es tan negro 
        Si te ofendía nuestra pobreza 
        ¿Por qué nos aventaste al suelo?



DESPEDIDA DE LAURENCIO

—Apúrate 
—Vamos
Y vos lejos, más lejos 
—Vamos
Y mucha gente, mucha gente 
Ay aparto la gente, me abrazan, lloran
¡Párate Laurel, Laurelito, Zorro, párate!
Pasé la mano por el vidrio
Vi tu nuca
                —donde te mataron—

Ay que tengo miedo Siete 
Rucha, Mi Poe tengo miedo
—No tengás miedo Zorro No tengás Miedo 
Mirá que hay flores Ves? Flores
(Y el olor de la muerte sos Vos, Laurel) 
Y ahora todos llorando Todos
y tranco las mandíbulas y aprieto la boca
Todos llorando Todos
Aquí comenzás cantar
"...las aves cruzan los campos"
Ay que tengo miedo Rucha, Mi Poe 
—Estoy aquí, muy cerca Zorro 
Bajamos los escalones
                    "...todo es silencio y calma"
Te asechan Te asechan ¡Te asesinan!

Misa
no hace un año que vinimos a otra
No mires pa trás ¡No mirés!
—Siete, Siete, oigo una música
Es noche. Muy oscura
se fueron las aguas
                    "Por la cuesta del arroyo" 
Va sudando el de alante / Suda
Y tocando la marcha 
Nos paramos en las esquinas por las posas / Le cae a uno 
agua bendita

Tan pálido allí ¡Tan pálido!
                         ¡Muerto!
En la Iglesia agarré unas palmitas que te pusieron
les dije 
—Hola Zorro, hola Laurel
y me dijiste 
—Quiúbo Siete, Quiúbo Mi Poe?
La casa de abajo toda reventada
Iba llorando
Y los almendrones: "Ay que este era el gallo de Laurencio / Cuídenle
                         ese animal Ay que eso era adoración con él" 
Cambiaron los cargadores
                         "sigue corriendo el agua, Suspiro..."
                         (esa era su canción, su canción)
Y ya pasamos la quebrada
—Me pusieron un flux que era tuyo oís Rucha?
A tu medida
Dijo el Cementerio
—Ya me traen al Laurel en sangre
le tocaba el primero
Voltiamos a mirar
Arriba Arriba
donde nacimos / donde nos levantamos
a puro sufrir
                         "Todo en silencio y calma
                         y alrededor"
Alrededor de la urna que ya está ensogada 
porque ya te van a bajar
—El fluz que nos cambiamos Rucha, Vítes? 
Ya están discutiendo cómo bajarte 
—Mi Poe, Sietecito ¡No me dejés!
Y los enterradores
                         "eso estaba que era pura agua, ya está limpia"
Pero ya comenzaron Ya comenzaron a taparte
te ponen cemento y
                         ya no veo la urna
—Adiós Zorro
                         (Tomá esta piedrita)
Y comoibaquedarme con los demás No yo me Fui abajo
bien abajo
                         solo.
Elevaban un volantín
un volantín
por el matadero y lejos
                         "Las aves cruzan los campos"
miré el cielo
Voltié
                                   Ya no eres más que Flores
                                                                    Flores
—Adiós Rucha. Adiós Mi Poe, Sietecito
                                                                     Adiós
—Sí Zorro, Sí Laurel
                     Adiós
Se fue yendo la gente, yendo
y unos pajaritos, unos pajaritos por el monte



VIEJO LOBO

A Micha y Armando Romero

Al decimocuarto domingo del año 
—Amanece! —dijeron
Y yo salí a la luz
Cuántas flores Rosas que duraron un golpe
pues desde muy temprano mi alma sola 
repasó versos, frondas y amor
en las hebras amargas. Y asi crecí
entre hermanas suaves y tías católicas 
y por la edad de adolescencia
zarpé lleno de sueños.

Después pasaron lentos años
se alejó el aire de los viajes y el viento 
me amarró a esta casucha
¡Qué plantas desgreñadas Y siestas
Y noches que escribían en un oscuro diario! 
Un corazón ocupado de amores turbios, alma en vilo
sin ley
En cuanto a los demás: 
Perros sin fiereza acesando sobre mugres migajas
—un dinero, un poder
una vida de más preponderancia 
No es que yo fuera puro si no 
que al poco de correr
vi entre ellos mi alma hirviendo y mascullando
Y ya no me quedaba más que
una huerteceja: tres matas de maíz y estos tapiales
Ai vinieron ustedes. 
Y para qué vivir si no
para recuerdos o para andar de arriba abajo
que decían de mí 
Ay Dios Lástima de hombre!
Y yo del fondo de mi vida hacía brotar un verso 
unn verso Sí un verso como una flor
reseca y arrugada
Y entredormido musitaba mi sueño:
Irme, Irme muy lejos
Quieres escucharme otra vez? 
"Adiós Adiós la Flor de este jardín...
          Adiós su señoría El Obispo 
          Adiós Adiós al General...
Frases de mi saludo a compás
Y subo con mi bastón de vero
pueblo arriba donde mis hermanas lloran por mi suerte. 
Desde lejos me odiaban y desde lejos 
yo también odiaba 
Yo era un resabio 
y era un asiento de bebida que tenía que dejarse 
Adiós las viejas fiestas, los poemas 
el gusto por los discursos de orden 
Otros llegaban más mezquinos, más prácticos: Un habla 
empalagosa y vulgar. 
¡Cuarenta años entonces! Todo 
qué rápido y amargo.



EL PATIECITO

A Pedro Parayma

Me dijo mi padre el Dr. Ángel 
—Qué haces Rómulo?
—Estoy desyerbando el patiecito 
    voy a sembrar
             Pero...
¿Adonde está lo que te di Rómulo? 
De qué estás viviendo?
—Bueno soy escribiente padre 
    Escribiente.
—Entonces
    No fuiste lo que yo soñé 
—Ay padre
    lo que soñaste se te llevaron las aguas
    Ahora sólo hay malezas malezas ¿ves?
    Estoy limpiando el patiecito


DIARIO DE MI PADRE

A Carlos Augusto León

Todos los días a las tres de la madrugada 
una mano me toca por e1 hombro
—"Rómulo Epa Rómulo ¡Vamos!"
Todos los días a las tres de la madrugada digo
—"Ah? Qué pasa?"
—"Rómulo Epa Rómulo ¡Vamos!"

Llueve
Arden las estrellas 
Ventea
Caminan las hojas por el techo
Todos los días a las tres de la madrugada 
Tomo esta pluma
Escribo:
                "Tres de la madrugada. Una mano desde el sueño
                me ha despertado"
—"¡Rómulo!"
Oigo el rumor de la quebrada 
Pasan los muertos
Los gallos dicen a gritar



LLORANDO A NUESTRA MADRE ADOPTIVA

A Luis Camilo

                 —POLA!

—Aquí estoy escribiendo esta carta
    No ve que ya se va el coronel Llavaneras

                 —POLA!

    Ya voy
    Tengo que terminar de acomodar estos recibos: No vaya a venir esa gente

                 —POLA!

    Tanta lidia!
    ¿No ve que tengo que acabar estos panes? Son para el día
                     de los Santos Inocentes 
—POLA! POLIMNIA.
    No me dejes solo POLIMNIA!
    Pero ella estaba en aquella fría tabla con la cara tapada
    Amanecía
    En la maletica pusimos sus vestidos, su agua florida
    Nos llevamos sus cosas.



YO MISMO PASANDO POR ESTA VIDA

A José Ramón Medina

Arbol florido Todo él echado sobre el patio cabeceando sus hojas 
y entredormido
Bueno Vivía allí una vieja con su perro Y yo mismo Niño 
Qué de invención de cielos Qué decir fuentes y aires idos 
Yo nacía y nacía Todos los días naciendo
De unas nubes arreboladas De un cantío de gallos De unos pájaros...
                         Venían quién sabe de qué vidas!
El vicio de mirar inventaba y los inventos eran sacar tigres del 
                                         árbol
soplar entre sus hojas Enredar
los aires con caballos que nomás salían del ensueño 
encabritaban sus narices y ya no se les volvía a ver 
Miren aquel ovillo y enredijo de dias azules gritando 
                                 por los montes
Y allí en el entretanto la vieja cargaba agua de un puente
y el perro ladraba y perseguía a los espíritus mordiendo el aire y 
                 sacudiendo el polvo de aquel asendereado
Así que una vez los vi remontarse muy lejos. Y yo que iba en unas 
                 ramas echando rocíos los llamé:
—Abuela Abuela Adónde vas Adónde te llevas al perro 
—Adiós hijito Adiós —dijo
Nomás que el mozo que yo era ni se fijó en el perdido arrebato que tocaban 
ni cómo el cielo se atornasolaba
Y al ir al árbol
                   Pues de lo de antes no salían sino huesos 
                   Huesos floridos y gentes demasiado jipatas 
Así se fue haciendo todo borroso y cada vez se veía menos aquel árbol florido 
y se puso el cielo turbio y comenzó a llover días y días 
Pasaron las gentes muy tristes
—"Hace días que no amanece aquí" —decían 
"Pura Negrura. Nomás Pura Negrura —repetían 
Y cada vez pasaba más gente Cada vez más de prisa "Apúrenle!" 
Me di cuenta que ya la casa se iba
Ojos míos vieron a lo lejos un niño
Vieron una vieja y un perro junte a un árbol 
Quise fijarme bien Quedarme un rato Sí
Pero ya me empujaban Muchos pasaban junto a mí de prisa 
muy de prisa
                   Yo me afincaba y me afincaba Pero ya me borraban el corazón 
Ya lo borraban Nomás que Yo era sólo de temblor Ya un ensueño Aire en vilo.



DE RAÍZ



NATIVOS

A J. V. Abreu

Nacimos en ese pueblo donde la gente vive preguntando por los 
de lejos
—Eufrasio —Démen razón de Eufrasio 
—Ustedes no me han visto a Eufrasio? 
Ai se reían los otros y se iban al momento 
No sabían otra cosa.
Y cuando caminábamos siempre íbamos por ese pueblo 
Lo que hay son puros extraños
gente forastera que beneficia animales y los cuece de una vez 
para vender.
Nosotros pasamos preguntando por una tierra 
—Hágame el favor Qué es lo que queda aquí? 
                        Cómo llaman por estos lados? 
Nombres distintos siempre
Dentro de un tiempo. ¡Ni quien nos entienda! 
Íbamos buscando esa tierra
Lo que antes eran caídas de aguas, musgos, olor de bosta
Ai íbamos
—No señor, que aquí no le conocemos esas iglesias azules
esos animales
Lo de por aquí no es nativo, viene de lejos 
Son nubes
El alma de úno iba extrañándose 
Se alejaba.
Veces que se estaba demasiado 
Nos parecía prestada
—Decíme corazón Dónde estamos? 
Ya no estábamos
Éramos una gente que iba caminando 
Unos buscábamos un pueblo, una tierra 
Otros ya no
Y cuando mirábamos abajo 
Pues allí estaban esos poblados 
Ventas
gentes forasteras que vendían carne sacrificada, dulces, hojalatas 
Otros le abrían puertas a la tierra
Y se veían apretujados, unos encima de otros 
Humeaban
Sacaban chispas 
Decirle a su alma: 
                                                    —Esto no es ni la sombra!
—Cuidado con quedarse!
Nos agarran por el pescuezo y nos sacuden la cabeza!
Mírenme esto:
                           Lo que una vez fuera un valle de truenos
ya no es más que siseo.
Otros tomaron los caminos, el agua, los lugares de airearse
Quemazones era lo que se divisaba 
Troncos de cedro y apamate y toda madera
iban por los días y las noches arreando hacia las construcciones 
Peladeros quedaban
Pobres chamizales 
y un gran calor. 
Por debajo nos sacaban la sangre,
por los pies se nos iba,
sangre de úno a los remotos mundos...
Tristeza sí.
Tristeza de sentirse andando sin saber
Qué dóndes, quí fines, qué muertes y qué purgas
Son.



ESOS QUE VENIAN DE SICOQUE, 
LA MESA DEL PALMAR, LAS PAVAS...
            
A Graciela Barreto

Ai les estuvieron Dale que dale
Y de lo que habian juntado en vidas muy apretadas
de lo que habían resuelto en sus vidas
estuvieron espulgándolos 
Después los cogieron a puntapiés 
los explayaron en los patios
los cortaron por la barriga
y quedaron convertidos en esos cueros que ponen por las tapias.



PLENO VERANO

A Federico Moleiro

Ahora sí que voy a sentarme
Ya voy a ser piedra Ya voy a ser árbol
Ya aquí echado voy a ser fosa Tumba voy a ser 
Ya hemos pasado muchas horas dando vueltas 
Mire —dice uno— Yo no soy esa motica que sube desde el suelo 
Yo soy tierra
Pero al ratico ando vuelto un escarabajo 
"Epa Espéreme Ya voy
Estoy empezando una sacudida"

Hace más de cien años esto es pura tormenta 
La reverberación sale de todas partes
De todas partes muerden
Dicen que las palabras están perdiendo su alma
que sólo saben nombrar muertes
Y yo me despierto muy cansado 
El corazón me sabe a sed.

Alma
tóqueme aquí que quiero abrir un rato esta casa mía
Quiero sacudirla
que salga la quema 
Tóqueme que estoy solo 
hace más de cien años que esto es una gran quema 
Miren la ceniza
la tierra pelada
Es como si fuera a llover pero el agua no cae.
Tanto tiempo sin ver más que el tropezar de los fantasmas 
La madre mía me llama desde una vieja guerra
allí está sentada entre unas ruinas Unas topias 
Y esos son los perros en el incendio
los perros que chillan en el incendio 
Déjennos descansar —dicen— 
Déjennos descansar que esto no es más que una muerte
Sólo que queremos una muerte recta 
esa puerta.

Créanme No los perturbaré 
No quiero más que acostarme 
Y echarme solo a ver 
Porque las puertas del cielo 
Son una reja negra
Yo sé que no hay verdor 
pero estoy ya cansado 
Miren si hay para quejarse en esta casa 
donde todo el tiempoo están sonando unos potes
y unos vientos de perros

Bien sé que todo es restos
pero de todos modos recuésteme 
y cuando vea esas ventanas llenas de hojas y ramitas
Que salga música los cuartos

—Alma—
cuando diga a llover
Llámame! —¡De donde esté yo vengo! 
Pero ahora en esta plaza seca
Páseme un trapo humedo 
¡Estoy asándome!



ABUELOS MUERTOS, TÍAS, RETÍAS Y DEMÁS SOMBRAS

Hoscas conversaciones que llegaban 
Gentes del sueño Gentes del viento 
Eran árboles ventosos
Golpes del corazón
De una vez nos llevaban 
Nomás éramos una conversación

Éramos árboles y gentes del sueño 
Almas erradas Errantes árboles
Y furiosos dábamos vueltas a la vida 
Hurgando unas cenizas
Hurgando unos rescoldos 
más allá de nosotros



DIABLO VIEJO



LLORA, CANTA Y TERMINA ROGANDO

A Marcos Miliani

Bailando como un pájaro y asado en la candela 
va este pobre mortal
por ser la vida tan negra 
y aquí cae y aquí vuela 
quemándose en este de momento infierno 
Pero al pasar la noche ceguecida
que la aurora se aprueba
Quien dijo "Malos Ratos — Perros Lobos 
                 Venga aquí la muerte!"
No Señor Que ahora empieza la fiesta 
Y mírenme esta rama presa de frutas 
Y aquí está el agua Y aquí la sed goza 
Nomás de cristalino el pez en su remanso
Nomás de flor esa perdiz por su pradera 
Ayayay
              Que aquí mismito me dormí 
              Subíme al sueño sangrecita 
              Todito se me ha vuelto música 
              Todito Paraíso
              Miren pues que ya me voy soñando 
              Gozando arranco las estrellas
              Dios Mío si de verdad soy el de ahorita 
              No dejés que me devuelva al fuego



ALEGRÁNDOSE CON ESE AMOR QUE AÚN NO HA LLEGADO

A Dalia

Esa que le llamaba a las puertas de la muerte
Y que su nombre era su fe
Esa se llama Angélica 
Prenda ese dije en su corazón 
Que ai lo va buscando su suerte:

Angélica es para beber
Con ella no serás puro hueso
Y Si antes no encontrabas una flor 
ahora de flores vas a ir preso
Y de puro llorar 
risa te irás volviendo

Véme bien Véme bien Angélica
Y no me llames tan cerca de la muerte 
Venga tu alma como el sol
Sea yo el alba y que en mí florezcas



EL ALMA DÁNDOLE DE BEBER

Para Alberto Patiño

Llene este vaso 
Llénelo y llévelo hasta su corazón Beba
Haga beber su corazón
Beba con sus ojos Beba con su frente Beba otra vez 
Ya está!
                         Mire ahora
¿Qué me dice del Fondo? No ve acaso una flor? 
Sí Esa es la flor que anda en Usted Ai va su flor 
     Color de vida Sí
     Bien puede ser el infortunio 
              Ai está el cielo bajo 
              Ya su peso te abruma 
              Contra las piedras dan sus huesos 
              Cuidado! Mire los arreboles 
              Aguante 
              Agárrese bien duro
              Pero no vaya a asirse a una quimera
              Es de la vida que se agarra el mortal Es del vaivén 
Ya viene el viente negro Ya le encima su muerte
              Ya lo despedazó 
Vuelva Cierre los ojos 
Florecita Quién te ha mandado disvariar 
Mi corazón está cantando
Dando brincos Volando está mi corazón



NO BUSQUE EL REMOLINO

No Señor Quién dijo que su corazón era escudo? 
Mire las aguas bravas Fuente turbia
Qué no habrán arrancado Y pobres bambuzales, barrancos, 
cuevas del puerco montaraz...
Hablar con ellas? Qué puede responderse al sordo palcar de tanta piedra
al barro
al violento espumero?

Pero quién le dijo que su corazón era escudo? 
Fíjese bien Escúchelo Es música de guerra? 
Piedras lavadas y aguas dulces Eso vendrá 
Aguas que conocen la rama en la orilla
Y el pájaro que pesca en el vado

¡Al remolino Quién lo busca?



CON EL ÁNIMA BIEN TEMPLADA

Para David

Nada de escudriñar ni hacer ascos
Tire al camino y dígale a su alma "Andando!" 
Ya sabe:
             El pecador esta encerrado 
             Él es su cárcel
¿Si muerden? ¡Cómo no! ¿Las adivinanzas? 
Ai las tira la suerte vueltas perros
Ni siquiera imagine
Pero déjese ir que este camino es una fuente 
—Con la Ilusión esta vestida
    De la Sorpresa hizo su espada 
    Y mire
             Los afanes de un mago le hacen tercio 
De ese modo no tardará en volar 
Cierre los ojos Vaya recto
Es lo que llaman una flecha 
No más el aire es lo adelante 
Elévese No tema
—Los peligros, el mal, las asechanzas?
    El ánima bien templada/salva la doliente criatura.



DESDE UNO Y OTRO LADO DEL AGUA

No sabías quedarte
pero allí estás rozando un agua 
y refrescando la piedra entre esas flores
¡Qué importa si es la oscuridad 
y si es el día Qué importa!
No sabías quedarte 
y no sabías
Irte para siempre
Pero allí estás rozando el agua 
—¡No te levantes
    El tiempo es tan hermoso... 
¿Qué tienes en tu corazón? 
¿Cantarás o sólo
lanzarás un grito? 
Deja
Deja tu corazón volar
déjalo que tropiece en las ramas 
Aléjate! Aléjate! No eres mas que un aire! 

1974



CON LOS OJOS PERDIDOS EN TUS MONTAÑAS

A Nela Carmona

Vertederos
Se mira el monte y se ve el yelo
Fulgor y más fulgor Ya se ven descender
Puros peces/Nomás peces de altura/Peces que son 
haces de alba y celo de la nieve 
                                       Arrebatando/Arrebatando 
Véanlos caer/Muchachitos/Pichones/Garcitas/Emplumados de celofán 
y emplumados de amanecer
                         Celajes de agua y agua de celajes que 
                         el frío ha dejado caer 
Vengan/Vengan pues
              Díganle hablénle a mi corazón A mis ojos de mejor 
                                   Ver
Al dormido que duerme en este pecho
Benditos Reinos / Cielos Quietos y Acodados Soles 
Miren quién viene a saludar los sembradíos abiertos y los mantones 
                         de resiembra
júntense pues y anúdense en sus aguas cielo y tierra 
Con la humedad recién nacida queden para siempre 
Labrantíos Terroneras de bueyes Techos de brasa fría 
donde las palomas y el viento se entreveran.



GAVILÁN BLANCO DE LAS SIERRAS

A Vicente y Consuelo

Venga conmigo y sea un gavilán que aspira al cielo
Suba aquí Tenga sus ojos en el viento
Échese este vestido Anúdese estas perlas
Vea que se levantan las aguas Fíjese cómo todo es ya cielo
—Cielo Ven
    Nubes éstense aquí
    Ahora las alas se le encienden 
    Ya siente el aire resoplando
    Ya la pluma se agita y ya el día se revuelve 
    Quién dijo Céfiros y Quién querubines y quién luceros parejos

    Miren lo que es la puerta de la luna
    Aquí Aquí Noches veladas con luces de sirenas 
    Aquí tristezas que se fueron al cometa
    Tráiganme el manto de los búhos que esto se refina más que el alba
     Asciende Corazón 
    Asciende porque tuyo es este Reino
    Aquí llegan los Adanes/Las Evas aquí llegan 
    Y noten qué sedas las que desenvuelve la nieve 
No sabía Aire que tuvieras tales veredas
Qué de caminos y qué de arboledas naciendo 
He conseguido el color azul y estaba dormido 
Déjalo dormir
Gavilán Blanco de las Sierras.



VIEJO DIABLO



EL HIJO PRÓDIGO

Démen lo poquito que sea 
—Pues bueno hijo, está bien, 
La madre llorándole y rogándole Cómo se resignaba? 
No es por nada —decía— El hombre es viento
Ai se estuvieron regateando Pero
Ya todo estaba listo: la maleta el caballo 
Diéronle la busaca!
Y los consejos!
Pero él pura impaciencia
Ai mismito se les perdió de vista
—Que así es la vida— se dijeron los viejos
¡Mírennos al muchacho!
Y por su parte él dijo a andar y andar
Ya por montañas, por laderas por llanadas 
ciudades y pueblos Aquello era un pasar 
La riqueza, el placer, Eso llevaba
Gastaba con apetito En prudencia era un pichonzuelo 
¿Dónde estará la vida? Preguntaba
¡Si será en esas torres!
Las ventanas de las casas eran bien altas 
Los comerciantes se le apartaban
Pasó el mar pero estaban las perlas agotadas 
Allí si vio querubines rostros Mujeres celestiales 
Pero igual iba agriándose y secándose
Si No Necesidad Qué era?
—Ya no quiero andar mas —dijo— Aquí me quedo 
Eso eran pegujales. Se echaba el pico y salian chispas 
Ai mismo arrió la brújula — Me vuelvo
La vida se me yela 
Vino al regreso
Y eso eran gente y gente 
—Mire Qué pasó Cuéntenos 
Ai mismo apareció una colina 
Una colina bien arrasada
Y el arrase era de una casa
bestias quemadas Las puertas Los techos 
eran tizones yertos
—Dios Qué es esto!
Y dónde están los viejos
Y las muchachas Los peones Qué se hicieron?
Era puro silencio
Volvió la espalda y echó a andar 
Se veía al hombre yendo y yendo 
El camino iba por un desierto 
Salió el sol y volvió y se hizo tarde 
Abrió la luna
y se vio un puerto
Eso era una trampa Un hueso Un amargo hueso
Los barcos aposentados lloraban 
Llegó una enorme tempestad
La tempestad bramaba y bramaba 
Los Barcos Qué alaridos 
Entonces lo llamaron
—Venga —le dijeron— Esta es su casa
La casa era una gran noche. Oscuridad era esa casa
Le decían —Vea donde estan sus viejos— Vea
Y ai mismo quedó ciego
Oiga Oiga dónde están
Y en los oídos le ardió el yelo
Se puso el ciego negro
y él quejarse y quejarse
Y el mar era blanco y era imposible y negro el cielo
Ai salió él y detrás iba persiguiéndolo
—No —decía— Yo no soy —Déjenme
Pero al momento lo alcanzaron
Y entró la noche y batió el mar
Cosido a puñaladas sobre la arena aquel hombre
boqueaba 
y arriba se veía el cielo hueco
—Ay cómo has pagado hijo—
decían los que escuchaban y miraban
Y se pusieron todos a llorar.



LA CAÍDA

A Don Santiago

Estaban ellos sumamente contentos entre tanta flor 
que todo les parecía perlas:
La luna, las iglesias, eso era como ponerles vino en las bocas
Bebían y se sentían estrellas
olían y eran aires
Y cuando andaban los yerbazales los cubrían 
Y si iban por el agua se volvían sus pies peces 
Y si querían volar ai mismo iban arriba 
Nadie les decía "NO!"
De casas tenían
unos rosales.

Y ella le hablaba a él preciso
Y él a ella era un solo y puro agrado
Y vaya para aquí y andemos para aquel punto 
y en eso se recorrían por todo
La tierra igual y el cielo igual y siempre aquel deleite 
Si acaso que en la oscuridad los asombraba un ángel 
o que de lejos tocaban músicas.
Y de comidas
eso era un hábito de tomar manaes y vinos de las hojas 
y las bandejas les volaban y las mesas se tendían solas 
Pero como se sabe había también una gran mata
una gran mata negra de terciopelo negro
Lejos
Y la colina donde estaba era de sangre
moviéndose y moviéndose 
y los pájaros estaban allí secos
viendo y pendientes 
Y más acasito había un manzano
y el manzano estaba siempre llamando
y llamaba y llamaba 
y de las mismas hojas y de las ramas 
era puro llamar 
—Vengan —decían 
Vengan
Y se sentía como un regusto, una provocación
Vengan y cómanse esta florecita
Un gajito nomás
Y por la tierra era un recio aroma de comida
Ai mismo apareció la serpiente que era magia de la noche y
magia del dia
que por sus lomos aleteaban gallos
y por los ojos refusiles
y adentro de ella se oían bailes y mucho canto
La cabeza se le mecía como una flor
y de sus oídos se cuajaba un perfume
mareando
y todo corazón volaba. 
Ese cuerpo echaba días y noches
y se envolvía en raros plácemes
Y al hombre le dijo
—Que usted no sabe
Que usted de verdad no ha tocado ni olido
Que esto no es manaes ni vino ni comida sosa
Y aquel era un darle y darle a entender
—Que usted no sabe
... Que esto es más que elixires

Pero él era de un material duro y seco
él era de una piedra muy recia
y aunque su corazón le diera vueltas
y aunque su hígado se le revolviera
No caía y No caía
Y en cambio ella era húmeda
porque estaba hecha de tela, un suave género
y el dicho le debió entrar más bien por los pechos
pues estaban hechos de flores
y los pétalos de flores no resistieron
y la culebra le rodeó los pechos, le dobló
y le curvó como si estuviera en el patio, echada
entre las matas
y esa savia se suavizaba más y más
y los condujo entre una claridad muy alta
y allí los esperaban otros ojos
y otras gargantas
y aquello era un solo canto
agua y trompetas y montañas...
Y les vino otro oír, y aún ellos hacían por zafarse
pero sólo amagaban
Y sintieron un soplo
un soplo áspero
Y en medio del valle encima de una sangre
aquel árbol tan negro
y la sangre moviéndose
y aquellos pájaros pendientes, vuelta y vuelta, 
Y subía el árbol y les cerraba el día y lo mismo
les cerraba la noche.

Y vieron unas hojas en el viento
y a lo lejos unas flores resecas
y se miraron
y se estremecieron.



EL JUGADOR

Yo soy como aquel hombre que estaba sentado en una mesa de 
                                              juego
Y al promediar la tarde ya estaba bien basado
Y dio y dio hasta que estuvo rodeado de montones de plata 
Y ya en la tardecita era puro de oro
Y le llegaban mujeres y le ponian los brazos al cuello 
y él se reía
Y estaba lleno de joyas, lleno de prendas 
y los ojos y las orejas eran de fina joyería
y los bigotes y la barba eran de verdad piedras! Y muy 
Muy preciosas!
Y a las nueve ya estaba en su apogeo
Y la mesa y los jugadores y los que estaban en lo alrededor 
brillaban
Y aquello eran nomás soles Y un gran sol que era él
Y esa casa era un solo resplandecer y resplandecer 
Y mientras más entraba la noche
más y más claro se hacía
Y el tiempo iba y venia y así
hasta que todo era una gran montaña
Y el hombre estaba en el centro y en lo más alto del monte 
Y se veía como una enorme piedra roja y en lo alrededor 
todos eran de oro y todos de monedas
riéndose con aquellos dientes que chispeaban
y hablando con sus lenguas de porcelana y rubíes.

Entonces eran como las doce Y el reloj 
dijo a dar las doce
Y al ratico nomás quedaba la casa 
Y al ratico
nomás quedaba la sala con la gente brillando y brillando
Y ya no quedaba sino la mesa y los montoncitos de oro
Y el hombre miraba a todos lados 
Y abría la boca y miraba
Y desaparecieron las mujeres Y vio los montoncitos de
ceniza
Y se quedó desnudo 
Y se puso a llorar
Ai se dio cuenta Que todo se le había vuelto noche
Y resplandores Nada!
Todo de luto y hosco
Y esos ojos de él vieron una luz 
y volvieron en sí
Y volvieron a mirarse como era él
Y tendio la mano sobre los montoncitos de ceniza 
sonriendo
Ya me voy —dijo
Me voy como me vine —dijo 
"Adiós"
Y se fue por lo oscuro.



ADIÓS



ADIÓS

Para Antonio Luis

Llovió y ha vuelto a llover
y cayeron las hojas y el sol las abrazó y el viento vino 
y arrastró las hojas y sonó la hojarasca
y otra vez cayeron las hojas y el sol las abrazó y vino el viento 
y el rocío se hizo en la yerba y se fue
y abrieron los capullos y el insecto rompió la húmeda cáscara y voló 
y otra vez el pájaro que cantaba en la cuerda
bajó a jugar bajo el rosal y volvió a su cielo
y cantó y la mariposa estuvo dormida al amanecer y con el sol caliente subía 
                                                                                        [dando ligeros golpes 
y la lluvia la heló y otra mariposa voló por el jardín y el jardín de ayer 
quedó yerto y enrojeció y volvió a quedar yerto y pálido y las ramitas secas 
chasquearon y cayeron al césped y el sapo cambió de sombra y volvió a cambiar 
y ha buscado otra sombra húmeda
y el gusano ha terminado de hilar y ya voló y ya volvió a hilar y el viento 
mueve la hoja que lo hospeda
y los jejenes han ascendido en el vaho caluroso y caido con las aguas del cielo
y se han levantado de nuevo porque otra vez ha sido el día caluroso 
y la hilera de hormigas corta el campo en el claro seco y boronoso y ahora 
                                                                             [regresa al patio sembrado
y el ratón de monte ha dormitado largamente en su cueva y ha despertado 
                                                         [por muchos días corriendo en secreto 
lejos del búho y ha caído lejos de las garras del búho y el búho comió y pasó 
                                                         [noches de hambre y volvió a su comida 
y duerme este día y se despertó de nuevo y cazó la rata gris 
y un hombre encontró su pareja y se amaron y el hijo que nació encontró su pareja
                                                                                                                     [y la amó
y el hijo que de allí naciera encontró su pareja y la amó y de allí nació un hijo 
y el hombre murió y volvió otra muerte y se llevó otra vida y otra vida se apagó 
                                                                                                          [al entretanto 
y vinieron hermosas costumbres y cambiaron las
viejas costumbres y otras costumbres y modales se cambiaron y 
se levantaron templos prodigiosos y los templos prodigiosos se fueron y llegaron 
                                                                                  [nuevos templos prodigiosos. 
Y se levantaron los ídolos todos de metal noble y refulgente y dieron vuelta y otro 
                                                                                  [rostro cubrió el rostro de ellos 
y otra vuelta cambió este rostro por otro de otra forma
y el polvo hundió los ídolos y salieron flores del polvo y el desierto llegó a cantar 
                                                                                                      [un largo silencio 
y las ciudades despertaron y se durmieron y se ocultaron y desaparecieron 
y volvieron a nacer con sus comercios y sus tiendas y sus reyes y príncipes 
y poetas y bellas mujeres y mártires y guerreros y sacerdotes y santos y maestros
y muchachos atarantados y viejos
y la luna estaba dando vueltas y se encendía toda y se adelgazaba y se hacía tenue 
y se llenaba y se vaciaba de plata y volvía a llenarse y a subir tarde y tarde bajando
                                                                                    [tarde y tarde y noche y noche 
y la tierra corría y corría y regresaba y corría y la tierra en la noche en la oscuridad 
       [dando su cara negra y rodando su cara deslumbrante y su azul ligero y su azul 
                                                                                         [negro y sus nubes y aladas 
y sus nubes estripotosas y deshechas con el mar que saltaba hacia su madre y saltaba
                                                                                          [desde el pecho de su madre                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   [desde el pecho de su madre 
y con el viento que lloraba y cantaba como un niño y lloraba y cantaba como 
                   [una mujer y lloraba y cantaba como un anciano y como un perro 
y como un mar hasta que era otra vez viento y lloraba y cantaba 
y la tierra iba loca y bella entre sus madres entre sus padres loca como una jovencita 
                                                                            [y loca como una mujer en una fiesta 
y como un paso de baile y como una caída de flores y como un beso 
iba i venía mientras las grandes redes de estrellas subían y aleteaban como insectos 
desesperados de amor y como 
chispas que volaban desde la raza áspera y como cabelleras solas y como fuego solo
                                                                                                                         [y como 
oro raptado y oro yéndose y oro viniendo y oro jugando en todas partes y moscas 
                                                                    [plateadas y anillos perdidos y collares 
y cuellos y rostros de mujeres exquisitamente desenvueltas y allí las noches 
soltaban sus amarras y se aprisionaban y amaban la noche hembra y la noche viril 
y el tiempo hembra y el tiempo varón y la vastedad toda y los círculos de vastedad 
que iban y venían a sí mismo y de sí mismos alejándose y entregándose y frotándose 
como dos hocicos de hembra y macho encelados, tigres, lobos en celo. 
Y ha vuelto a llover y dime qué sol ha venido y qué canción has oído y que mariposa 
                                                                                             [baja hasta la flor del patio 
y duerme y
dame ese perfume que todo es un perfume y una esencia y una vaga brisa que llega
                                                                                        [y se mueve anda y desanda 
y dime si adentro de ti no oyes tu corazón partir
y si de ti todo se ha ido y todo está por llegar y todo está en viaje y todo es nuevo 
                                                                                                                   [y vuelve.
Adiós Salud Adiós.


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