miércoles, 1 de septiembre de 2010

797.- ESTEVO CREUS


Estevo Creus (Cee-A Coruña, 1971) Psicólogo de profesión, es miembro fundador de la editorial de poesía Letras de Cal así como del Grupo de Teatro Talía. Se dio a conocer como poeta a través de las actividades del Batallón Literario da Costa da Morte y, sobre todo, de sus obras colectivas: Nós ( Nosotros , 1997) y Mar por medio (1998). Ha merecido premios tan prestigiosos como el Miguel González Garcés con Areados (1997), el Lorenzo Baleirón por Teoría do lugar (1999) y el Fiz Vergara Vilariño por Decrúa (2003). Facer merzbau. Non Ou edicións (2007). A estas, hay que sumar también las obras Poemas da cidade oculta (1996) y O libro dos cans ( El libro de los perros , 2000) que formaba parte del proyecto editorial Retagarda Edicións, poemarios editados en disquette. En todas ellas, Estevo Creus nos ofrece una voz próxima al surrealismo que explora los recovecos de la mente humana y establece sorprendentes asociaciones simbólicas a través de las cuales expresar la complejidad del inconsciente. Su obra figura en las antologías dEfecto 2000 (1999) y A tribo das baleas (2001)



(I)

Una mujer que no conocía
Quiso venderme trescientos agujeros y un aroma.
Aquel día
Le saqué un pez de debajo del sombrero
Y se lo metí entre los ojos.

Que bonito
-dijo-
el día es muy bonito.

Ahora ya hace años que salimos
A visitar todos los puentes
Y a tocarnos las estrellas.

Que bonito
-dijo-
que bonito
es ver
como mueren los gigantes
por debajo de los puentes
y no pasar
de largo.

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(II)

Y atravesados por la barriga
Ella y yo
Morimos juntos cada mes
Como si la carne de las calles
Estuviese más espesa
Y los barcos se hundiesen
Bajo la piel de las grúas.

Explícame sin herirme
El tránsito del desierto
Cuántos son los niños
Que murieron en los portales
Dejándose los labios
Vacíos de memoria
Cuántos son los animales que nos quedan
Y quién nos robó el abecedario
De los ojos.

Cántame otra vez la canción de la ballena
Mientras absorbes el rastro de mi nombre
Mientras me llenas la espalda de cristales
Y el corazón se construye
En el latido opuesto.

Dime si se puede medir
La distancia que separa
Tu boca de mi vientre
El cementerio de peces
Donde habitan las algas
El lugar exacto de los cuerpos
Donde nos matamos
Cada vez más juntos

Arriésgame los brazos
Las medusas
Al juego de la piedra
Duéleme la hora en punto en que nacimos
Y si me quedan olas
Quizás entre las piernas.

Atraviésame una y otra vez
El camino de la niebla
El código de luces de los faros
Cuando el palangre huele a los restos del sudor
Y los hombres traen
Lo que les deja el hambre.
Acállame la voz
De la ciudad y sus adornos
Los parques visitados con pedacitos de miga
Donde los cisnes duermen
Para no volar
Más lejos.

Atraviésame una y otra vez
Por las entrañas de la carne
Hablándome tus ojos
De los dioses y las algas
De cuántos son los que quedaron
Apresados en las dunas
Y si me quedan fuerzas
Para regresar a veces.

Tócame tu núcleo
De la puerta para adentro
En las ventanas de enfrente
Apenas nos recuerdan
Y podemos juntos masticar sin prisas
El aire irrespirable del burdel.

Sobre el lecho
El viento se divide
Y tú me pasas el dolor
De los árboles de las rocas y la casa

Descifras la marea en un vaso de Vodka.

Hoy no viste como amanecía.
Fue bonito.

Hoy no viste como amanecía
Y fue bonito.

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(III)

Y hoy fumaremos opio en la escalera
porque no quiero moverme ni un milímetro
fuera de tus sueños.

Hace frío.
Creo que murió el violinista
intentando recoger los peces de colores
y ni tú ni yo
echaremos hoy
monedas a la muerte.

Juguemos a la muerte
juguemos a morir cada vez más lento
juguemos a pisarnos la muerte día a día
juguemos al juego de morir en la escalera
juguemos a fumarnos la muerte poco a poco

hoy queremos morir
antes que nada.

Y si me mueres bien
también yo moriré contigo
y nadie lo sabrá.
Nos iremos despacito
con los muñecos y los cromos de animales
robaremos en las tiendas
los pedazos más pequeños
las nubes de algodón
sabor a nata
y algún acebo
que puede que muriese antes que nosotros.

También
y por qué no
le daremos la mano al violinista
y lo llevaremos al mar
el siempre quiso ir al mar
hacer música del mar
y amarrarla en el pecho
amar el mar.

Muéreme bien
por favor
muéreme con todos los pájaros
y con la mujer que vende el cuerpo
para poder morir con menos peso

en el próximo peldaño
muéreme
para que yo te vea desde arriba
y tú puedas sentir
cómo se me mueren las piernas.

Hay tanto que morir
se puede morir de tantas formas
que es difícil morir demasiado.

Hoy fumaremos opio en la escalera
y yo te traeré la sonrisa de un león
para que no te sientas sola
y pararemos los ascensores
para que los hombres mueran un pedacito de vida
y moriremos abrazados
a cualquier cabina sin monedas
y nos tirarán a los charcos
para que se nos mueran los peces en los ojos.

Si hoy nos morimos.
Te prometo que si hoy nos morimos
se nos reflejará la luna en el costado
y alguien nos tocará una canción de despedida.

Quizá, el violinista
nos traiga todos sus sellos de ballenas
y nos visite las manos
con una flor
y un dromedario.
(De Poemas da cidade oculta, 1996)

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(I)

A veces
cogíamos los puñales más grandes
y jugábamos a destruirnos dulcemente.

Detrás
los arrecifes.

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(II)

Recuerdo el salón inundado de arena y un tigre azul enorme enterrado en el centro.

También recuerdo aquellas fotografías de viajes y de tigres que ibas alineando por toda la casa
como una procesión inútil...

EL SILENCIO

EL SILENCIO TAMBIÉN ERA DE COLOR AZUL

Y NO LLEVABA BARCOS.

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(III)

Estamos aquí
De espaldas a la luna
Con toda la piel mojada
Y los brazos repletos de fiebre
(el amor
es para nosotros
un cruce de dolores y vacíos)
por la ventana entran los murciélagos
y las otras gaviotas ya se fueron
hace
al menos
tres minutos

con la piel mojada y la cara triste
somos un lugar

un lugar de cetáceos.

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(IV)

Somos como un lugar de cetáceos
Y tres días a la semana
Vomitamos el amor
De boca a boca

Luego abrimos los armarios
donde están los pinceles
las fotografía
y las cintas de vídeo
con nuestras posturas más íntimas.

Tú nunca llevas bragas
Y siempre haces el mismo cuadro
Azul
Azul cobalto

Yo quedo a mirarte lentamente
No sé
Como si algo de todo esto
Me recordase a ti.
(Del libro Areados, 1997)

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III

Y hoy esperé
a que ardiese la tierra

busqué la postura idónea
para adentrarme en el bosque
y con cal
ir grabando la distancia en las pisadas.

Ahora estoy en el centro
mirando la lentitud
de mis pasos
precipitarse contra las rocas

soy
como una parte del bosque
o como un animal enfermo

el signo
de una locomoción
arrasada.

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IV

Pinto mi cara
con círculos nerviosos

soy
como un hombre epiléptico
sin boca

un niño pequeño
con demasiadas
dioptrías.

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V

Así
la desolación
recorre mi piel
extendida sobre la arena.

Penetra en los poros más abiertos
se asemeja
a un mapa de lluvias

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VI

Porque por encima de los tejados
el cielo
se asemeja a un animal de chatarra
quiero hablaros del mundo
del territorio perdido
entre las nubes.

Sé que soy
un animal que me mira

tengo una bala metida en la cabeza

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VII

Porque yo busco
los restos del cielo

las nubes

incluso la fórmula del dolor

computadores
telescopios
cohetes
satélites
astrolabios

para mi huella en la arena

microscopios
parabólicas
escáners

en fin...

juguetes

(de Teoría do lugar, 1999)

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(I)

Preveo mi huída
(espanto)

Los peces se amontonan en pequeños territorios cultivados.
Hablo con ellos
con la esperanza de poder transmitir
este mismo origen de branquias y de estómago.

El código morse no existe.
Yo sé que no existe
porque todas las noches saco la linterna de escritorio
y hago círculos de luz y figuras con líneas divisorias.

Comunicarse con los semáforos
(espanto)

decirles el porqué de estar aquí
sobrevolando una plaza abandonada
que se asemeja tanto
a mi boca

tocar los labión de alguien
con el signo del lenguaje de los signos

porque mi lengua
está cosida con grapas
a mi pulmón izquierdo

porque hoy quiero hablar
de mi desposesión de realidades

de mi desposesión de realidades
(el espanto)

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(II)

Y sé
que podría sentarme sobre el muro
y esperar.

Esta podría ser mi primera postura.

Acostumbro estar aquí todas las tardes
en el centro de esta plaza abandonada
justo en el centro
donde se aúnan la memoria de las hojas
y la inercia
de los animales
caídos.

Yo adopto estar aquí.

Pero lo difícil, lo realmente difícil
es precisamente ser de aquí
habitar aquí
sentirse aquí
porque eso significa
arrancar del paladar
las branquias que me quedan
y mutilarme
y herirme
y hacer de mi piel
un mapa de presiones
y de isobaras.

Por eso es tan difícil ser de aquí
habitar aquí
senrtirse aquí
porque mi cerebro es más listo que el dolor
y utiliza conmigo
la estrategia de su código perverso
el del desmayo.

Y entonces duermo
y duermo
y entonces
soy un habitante que se ignora
un residente invisible.

Recupero la conciencia y abro los ojos.

Envidio a aquel
pájaro
muerto

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III

Desclavo mi cuerpo del muro
y lleno los maceteros con mi sangre.

Estoy aquí

con la piel cortada en forma de isobaras
y con la conciencia precisa del fracaso.

(Espanto)

Avanzo torpemente entre las farolas
como un vecino
inútil.

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IV

Simulo con la boca
la muerte del ahogado

Me tambaleo.

Sé que soy
el cruce de las miradas que me miran
el insecto que se ve desde el balcón

el pez que ha muerto.

Llevo siglos intentando confundir
mis manos con tus manos

y abandonar la memoria

ser
del tráfico
el punto más pequeño del diagrama

al menos
aquello que quedó
tras el ruido.

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Vigilo mi huerta vacía
y hago de mi cuerpo una decrúa

planto mis huellas digitales
en las ortigas

escribo
sobre el suelo
palabras para morse.

(Del libro Decrúa, 2003)




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