Hilde Domin
Fue una notable poeta alemana, nacida el 27-07-1909 en Heidelberg, donde falleció el 23 de febrero 2006.Huyendo del III Reich cuyos furores racistas se iniciaron al borde del inicio de la II Guerra Mundial y que delineó la Conferencia de Wansee, enero 1942, suburbios de Berlín, con la iniciativa perversa tanto de Henrich Himmler como Adolf Eichmann, es decir, los lineamientos excecrables de la Solución Final que concluyó con seis millones de judíos eliminados por la saña racial o limpieza étnica, de Adolf Hitler, Hilde Domin, que era judía, ingresó a la República Dominicana, a principios de 1940. Residió junto a su esposo Erwin Walter Palm en Latinoamérica durante trece años y colaboró con su marido en la confección de uno de los cuatro aportes sustanciales a la descripción de monumentos coloniales de la Rca. Dominicana, declarados Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. En el mismo país, publicó en 1951, su primer poema: Una Rosa por apoyo y una antología de su obra en 1955 en la UASD. El presidente Leonel Fernández confirió a Hilde Domin la distinción de la Orden de Duarte, Sánchez y Mella en retribución a su talento literario y su contribución a la cultura dominicana junto a su esposo. Hilde Domin demostró un gran amor por el país que la cobijó hasta el punto de cambiarse su nombre original que era Hilde Lowenstein, por Domin, apócope de Dominicana En 1999 Virtudes Uribe, propietaria de la librería La Trinitaria, publicó por su cuenta, como suele hacer para propulsar la cultura nativa Escritos biográficos de Santo Domingo, original de Hilde Domin traducido por Roberto Marte. El mismo año se publicó "El árbol de las flores" en Alemania; residió en la ciudad de Heidelberg hasta su muerte; recibió numerosas distinciones, entre ellas el Premio Nelly Sachs (1983), poeta con quien mantuvo una sólida amistad.
LIGERO DE EQUIPAJE
No te has de acostumbrar
Una rosa es una rosa
Pero un hogar
no es un hogar.
Desiste el perro faldero
que te colea
desde los escaparates.
Él se equivoca. Tú
no hueles a quedarte.
CON MI SOMBRA
Voy con mi sombra,
sólo por la sombra acompañado,
solitario con ella,
sobre áridos campos.
Yo siempre más pálido,
ella siempre más larga.
Ella me guía y
yo me dejo guiar.
Los desnudos abedules en el camino,
insinuantes blancos dedos,
conocen el destino
mejor que yo.
(Traducción del alemán: José Molina)
GAVIOTA DE A TRES
Estas tres gaviotas:
en el aire
pecho a pecho
con la gaviota de agua
blanco y plata
plata y blanco.
Y la gaviota de sombra
gris,
siempre gris,
que las persigue.
Mientras haya sol
y corriente
vuela allí apacible
bajo el viento
(Traducción del alemán: José Molina)
CARRERA MACABRA
Tú hablabas de quemar los barcos
-los míos ya eran ceniza-,
tú soñabas en levar anclas
-yo ya estaba en alta mar-,
de patria en la Nueva Tierra
yo ya estaba enterrada
en la tierra desconocida,
y un árbol con un nombre extraño,
un árbol como todos los árboles,
creció de mí
como de todos los muertos,
en cualquier parte.
Cinco canciones de exilio
1
Acá
Niños no deseados
mis palabras
se hielan.
Vengan
quiero ponerlos
sobre las puntas
de mis dedos calientes
mariposas de invierno.
El sol
pálido como la luna
brilla también acá
en este país
donde probamos
el ser extranjero hasta el final.
2
Poema de exilio
Los objetos me ven llegar
descalza
les devuelvo la libertad
a mi cama que quiso ser mi cama
a mi mesa
a las paredes que prometieron esperarme
como las paredes de la infancia.
Mis objetos suaves,
ustedes quisieron coleccionarme.
Objetos,
ustedes me ven partir.
3
Me refugio en la cosa más pequeña
Me refugio en la cosa más pequeña
en la eternidad del musgo
húmedo
del tamaño de un dedo
desde la infancia
hasta hoy.
Yo, Gulliver
pongo mi cara en este musgo
Gulliver
cuyo paso traspasa
cuando me levanto
la frontera del país.
4
No es tiempo de aventuras
Cuando los fines del mundo son para vos suburbios
conocés el olor
corrés las letras que abren
una al lado de la otra
y entrás
no
en la amplitud
en otra estrechez.
Salir desde tu puerta
¿hacia dónde, entonces?
¿no sos hogareño
como cualquiera
solitario
como cualquiera
en la garganta de tu tigre?
No, no es tiempo
de aventuras.
5
Silence and exile
Exilio imperdible
lo llevás con vos
te deslizás adentro
laberinto plegado
desierto
transportable.
Canciones para dar coraje
I
Nuestras almohadas están mojadas
por las lágrimas
de sueños alterados.
Pero otra vez se eleva
la paloma
de nuestras manos vacías
desamparadas.
II
Mucho tiempo fuiste perseguido alrededor
de los muros sin puertas de la ciudad.
Huís y esparcís
los nombres confusos de las cosas
detrás tuyo.
Confianza, el más difícil
ABC.
Hago un pequeño signo
en el aire
invisible
donde comienza la ciudad nueva
Jerusalén
la dorada
de la nada.
III
para Li
Esos pájaros
sin dolor
esos pájaros
dorados, los más leves
flotando
sobre los techos.
Ninguno
preguntando
por el otro.
Sin ruego
sin anhelo
mezclándose, separándose.
Nosotros
debajo de los techos
aferrándonos.
Mirá
el sol
vuelve
como humo dorado.
Cayéndose sube.
Sube desde los techos de Job.
Amanece
hoy
por segunda vez.
Bajo fianza de las nubes
Tengo nostalgia de un país
en el que nunca estuve,
donde todos los árboles y las flores
me conocen,
al que nunca voy,
pero donde las nubes
se acuerdan exactamente
de mí,
un extranjero que
en casa alguna
puede desahogarse llorando.
Viajo
hacia islas sin puerto,
tiro al mar las llaves
inmediatamente al zarpar.
No arribo a ninguna parte.
Mi vela es como una telaraña,
pero no se rompe.
Y allende el horizonte,
donde los grandes pájaros
al final de su vuelo
secan las alas al sol,
hay un continente
donde me deben recoger
sin pasaporte,
bajo fianza de las nubes.
ESCRITURA
Donde tú me aras
queda el surco.
Mi escritura sobre ti
es como una señal en la arena
que se lleva cada viento nocturno.
En la Terraza
El mar, suavemente acanalado de perlas
Y plateado como ala de paloma,
Viene de lejos
Hasta mí y me lame
Con diminutas olas
Una y otra vez
Y no deja de hacerlo
Como si fuera su cachorro.
Su tierna lengua
Sobre mis ojos,
Infatigable
Ante el blanco cielo,
Me hipnotiza
Atravesando el cristal de la terraza,
En su brillante acariciar,
Hasta que me ata
Con brazos que se cuelgan
De mi silla
Y ante mí
A la máquina de escribir
Regaña.
Partida sin peso
Blancas cortinas, luminosas velas
Junto a mi ventana
Sobre el Hudson,
En la décima planta del hotel
claras al Sol hinchadas y martilleando
en el viento marino.
Promesa, retorno
Al hogar,
A una cita conmigo misma.
Partida sin peso,
Cuando el corazón ha quemado el cuerpo.
Velas tan ligeras como gaviotas
Sobre el abierto azul.
La habitación está de viaje.
Pero el mar
Está clavado como un campo de labranza.
Noche tierna
Entra la noche en la que
amas
no lo hermoso-
lo feo.
No lo que asciende -
lo que ya ha de caer.
No donde puedes ayudar -
donde tú estás desamparada.
Es una noche tierna
la noche porque amas
lo que el amor no
salvará.
Casa sin ventanas
El dolor nos encierra en un ataúd
en una casa sin ventanas.
El sol abre las flores,
muestra sus aristas
simplemente más marcadas.
Es un dado de silencio
en la noche.
El consuelo
no encuentra ni ventanas, ni puertas
y quiere entrar,
junta furioso la leña.
Quiere forzar un milagro
y enciende,
la casa de dolor.
No hay que cansarse
No hay que cansarse
sino tenderle al milagro
silenciosamente
como a un pájaro
la mano
Escapar de aquí
Para Paul Celan, Peter Szondi, Jean Améry, que no quisieron seguir viviendo
La cuerda
de sábanas anudadas al estilo de los prisioneros
las sábanas en las que he llorado
las retuerzo alrededor de mí
cuerda de buzo
alrededor de mi cuerpo
salto
me sumerjo
lejos del día
emerjo
a través
del otro lado de la tierra
Ahí quiero
respirar libre
ahí quiero inventar un alfabeto
de letras activas
Solo una rosa como apoyo
Me preparé una habitación en el aire
bajo los acróbatas y los pájaros:
mi cama sobre el trapecio del sentir
como un nido en el viento
sobre la punta extrema de la rama.
Me compro una manta de la lana más fina
de ovejas dulcemente esquiladas
que, a la luz de la luna,
como nubes brillantes
pasan sobre la tierra firme.
Cierro los ojos y me cubro
con el vellocino de animales de confianza.
Quiero sentir la arena bajo las pequeñas pezuñas
y escuchar el clic del pestillo
que al anochecer cierra la puerta del establo.
Pero yazgo en las plumas de los pájaros, mecida arriba en el [[]] vacío.
Me mareo. No concilio el sueño.
Mi mano
busca dónde agarrarse y solo encuentra
una rosa como apoyo.
Nur eine Rose als Stütze
(versión de JOSÉ LUIS GÓMEZ TORÉ)
Nur eine Rose als Stütze
Ich richte mir ein Zimmer ein in der Luft
unter den Akrobaten und Vögeln:
mein Bett auf dem Trapez des Gefühls
wie ein Nest im Wind
auf der äußersten Spitze des Zweigs.
Ich kaufe mir eine Decke aus der zartesten Wolle
der sanftgescheitelten Schafe die
im Mondlicht
wie schimmernde Wolken
über die feste Erde ziehen.
Ich schließe die Augen und hülle mich ein
in das Vlies der verläßlichen Tiere.
Ich will den Sand unter den kleinen Hufen spüren
und das Klicken des Riegels hören,
der die Stalltür am Abend schließt.
Aber ich liege in Vogelfedern, hoch ins Leere gewiegt.
Mir schwindelt. Ich schlafe nicht ein.
Meine Hand
greift nach einem Halt und findet
nur eine Rose als Stütze.
GAVIOTA DE A TRES
Estas tres gaviotas:
en el aire
pecho a pecho
con la gaviota de agua
blanco y plata
plata y blanco.
Y la gaviota de sombra
gris,
siempre gris,
que las persigue.
Mientras haya sol
y corriente
vuela allí apacible
bajo el viento.
Traducción del alemán: José Molina
MÖWE ZU DRITT
Diese drei Möwen:
die in der Luft
Brust an Brust
mit der Wassermöwe,
weiß und silber,
silber und weiß,
und die Schattenmöwe,
grau,
immer grau,
inhen folgend.
Solange Sonne ist
und Fluß
sanft dahinfließt
unter dem Wind.
CON MI SOMBRA
Voy con mi sombra,
sólo por la sombra acompañado,
solitario con ella,
sobre áridos campos.
Yo siempre más pálido,
ella siempre más larga.
Ella me guía y
yo me dejo guiar.
Los desnudos abedules en el camino,
insinuantes blancos dedos,
conocen el destino
mejor que yo.
Traducción del alemán: José Molina
MIT MEINEM SCHATTEN
Ich gehe mit meinem Schatten,
nur von dem Schatten begleitet,
alleine mit ihm,
über graslose Wiesen.
Ich immer bläser,
er immer länger.
Er führt mich,
ich lasse mich führen.
Die kahlen Birken am Weg,
glatte weiße Finger,
kennen das Ziel
besser als ich.
Hilde Domin
POESÍA Y EXILIO
Algún agrimensor bueno
Ha sido publicado recientemente un nuevo libro de Antonio Pau, Hilde Domin en la poesía española, Madrid, Trotta, 2010. Del autor, registrador de la propiedad, me resultan conocidas algunas obras, especialmente las que en la misma editorial ha publicado sobre Novalis y Hölderlin, pero también me parecen importantes sus traducciones de Rilke. Ahora nos ofrece un breve recorrido por la vida de uno de los más importantes poetas alemanes el siglo XX, Hilde Domin.
Nacida en 1909 en Colonia (Alemania) en el seno de una acomodada familia judía, su verdadero nombre era Hildegard Löwenstein [1]. Estudió en varias universidades alemanas (Colonia, Heidelberg…), pero el ascenso nazi la hizo marcharse a Italia en 1932 [2] acompañada por su novio, Erwin Walter Palm, judío como ella, que por entonces andaba estudiando arqueología. Residieron en Florencia y en Roma; por simplificar el trabajo de que les daban los agrimensores, acabaron casándose en 1936. Hilde daba clases de alemán para ganar algún dinero mientras que Erwin se dedicaba a sus investigaciones arqueológicas en las que ella era una ayuda imprescindible. En esa época no había escrito aún ningún verso. Dado que la expansión nazi seguía su curso y también a causa de las difíciles circunstancias en Italia, emigraron primero a París y más tarde a Londres; acabaron por cruzar el Atlántico, pero no pudieron entrar en ni en Argentina, ni en Brasil, ni en México ni en os Estados Unidos y acabaron recalando en el país que sí los acogió, Santo Domingo (República Dominicana). Allí consigue Erwin un trabajo estable—profesor de la Universidad de Santo Domingo—mientras que Hilde sigue dedicándose a impartir clases de alemán. Sólo en 1947 conseguirá ella ingresar como profesora en la Universidad. Para entonces, llevan ya siete años en la isla, Erwin W. Palm se ha hecho un nombre como arqueólogo (especializándose en arquitectura colonial). Durante aquellos años viajaron por Sudamérica [3], por Estados Unidos y en 1951 escribe Hilde su primer poema. Tenía entonces cuarenta y dos años. Durante los años siguientes viajará por España y aquí trabará amistad con Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso, pues el matrimonio se había interesado vivamente por los autores de la Generación del 27 e incluso habían traducido al alemán algunos poemas de Federico García Lorca. Este interés quedaría patente con la publicación de una antología de poetas españoles bajo el título de sabor celaniano Rose aus Asche (Rosa de ceniza), Munich, Piper, 1958. El traductor “oficial” fue Erwin, pero es claro que Hilde no fue una simple “colaboradora”. Dos años antes Hilde había publicado algún poema en la revista malagueña Caracola y en 1957 publica en Alemania, a la que habían regresado por primera vez después de la guerra en 1954; pero sólo será en 1959, un par de años antes de volver definitivamente, cuando se publique en Alemania el primer poemario de Hilde Domin, Nur eine Ros als Stütze (Sólo un rosa como apoyo), Frankfurt am Main, 1959 [4]. Este libro le valió un reconocimiento inmediato y a partir de ese momento Hilde Domin pudo dedicarse abiertamente a la poesía.
En 1961 se produce el regreso definitivo a Alemania. Se instaló en una ciudad que conocía bien, Heidelberg. Se reforzará su amistad con Nelly Sachs, habrá más poemarios, más traducciones al español, lecturas poéticas, más desencuentros con su esposo, más viajes, premios y otros reconocimientos. En 1988 muere Erwin Palm y dieciocho años más tarde, el veintidós de febrero de 2006, poco antes de cumplir los noventa y siete años, muere Hilde Domin, poeta.
Todo lo cual se puede contar así o mucho mejor, como hace Antonio Pau [5] en las ciento cincuenta páginas del libro. El título nos engaña, porque Hilde Domin en la poesía española es mucho más que eso: es un recorrido por la peripecia vital de una exiliada en la que podemos escuchar con nitidez su propia voz a través de sus textos; es la historia de sus encuentros y desencuentros con Erwin Palm, del desgarro interior que produce la ausencia del hijo—así: con artículo determinado—y de mantener las raíces en el aire. Pau va presentándonos algunos poemas y textos de la poeta, contextualizándolos en su biografía para que podamos leerlos en su propia aura, a la luz del ambiente en que fueron concebidos. Podría decir que el libro se lee con rapidez, y no mentiría, pero uno se retrasa en cada uno de los poemas, de una sencillez tan hermosa como llena de luz. Debo añadir que las traducciones españolas no están exentas de esa luminosidad por más complejo que sea verter a otro idioma un poema:
Wie kann ich dich auf den Armen nehmen
und über der Strom tragen
als sei ich der heilige Christopher
und es wichen die Wasser von mir?
Ich, die ich die Schwere des Abends
nicht heben kann...
¿Cómo puedo cogerte entre los brazos
y llevarte más allá de la corriente
como si fuese yo acaso un San Cristóbal
y la aguas se abrieran a mi paso?
¡Yo, que ni siquiera puedo
levantar el peso de las noches..! (pág. 15).
Percibimos ecos de Celan en algunos de los poemas; no hay que ver tal vez una influencia directa, sino más bien un mundo compartido, una lengua común y un destino semejante:
Ich habe niemand ins Licht gezwängt
nur Worte
Worte drehen nicht den Kopf
sie stehen auf
sofort
un gehn.
No he forzado a nadie a venir a la luz
sólo palabras
las palabras no vuelven la cabeza
se levantan
de inmediato
y se van (pág. 23).
Demut ist wie ein Brunnen.
Man fällt und fällt
in der bodenlosen Schacht
und aller Trost wird
stetig teurer.
La humildad es un pozo.
Uno va cayendo, cayendo
en el hueco sin suelo
y todo consuelo resulta
cada vez más costoso (pág. 30).
Shalom.
[1] Adoptó posteriormente el apellido de su marido, Palm, para acabar usando pseudónimo por el que es conocida y que es, según creo, a su hogar de acogida en el exilio, Santo Domingo.
[2] Cuando regresase, ya por la década de los cincuenta, ¿qué quedaba de la Alemania que había dejado? No sólo la barbarie nazi, sino el crudelísimo final de la guerra hirieron de muerte a muchas ciudades alemanas que nunca volvieron a ser lo que fueron. Una fotografía de Colonia en 1945:
[3] Uno no siempre recuerda lo que escribe (los años no perdonan) y tal vez repita aquí lo dicho en otro lugar; pero aún así quiero hacerlo. Con catorce años iba yo con mucha frecuencia a la casa de mi mejor amigo, Fernando. Allí su madre y sus hermanas me acogían con un cariño que siempre me complace recordar. El piso que me parecía absolutamente maravilloso con aquel sofá verde un poco deshilachado que llenaba el salón; en la salita había un espléndido retrato del padre de Fernando realizado, si la memoria no me falla, con cera. En aquellas habitaciones la luz se filtraba mágica por unas persianas bajadas con frecuencia y desde la terraza podíamos contemplar el colegio e incluso, si acertaban a pasar por la calle, dar alguna voz a uno de aquellos profesores que nos torturaban amablemente. La casa estaba llena de libros. El despacho de Fernando de Armas Medina, padre de Fernando y catedrático de la Universidad, que había fallecido prematuramente, ha sido durante muchos años un modelo que he querido reproducir. Eulalia de la Cruz, madre de mi amigo y mujer cariñosa conmigo donde las haya, había conservado aquel lugar con su flexo antiguo, sus ficheros de madera y los anaqueles llenos de libros. Una puerta con un escalón daba a una terraza trasera lo que convertía aquel despacho en un lugar inigualable. Fernando de Armas Medina había escrito un libro que sólo algunos años después pude disfrutar: La cristianización del Perú (1532 – 1600), Sevilla, Publicaciones de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1953. La obra está escrita en un maravilloso español, terso y exento de complicaciones. Todo esto viene al caso porque había en aquella casa dos grandes mapas: uno de América del Norte y otro de América del Sur. El segundo ha regresado a mi memoria al leer en el libro de Antonio Pau las andanzas sudamericanas de Hilde Domin.
[4] La publicación de este libro, cuenta la propia autora, está en la raíz de un malentendido, pues le parecía mal al editor que una poeta publicase su primer libro con cincuenta años. Por eso en la nota biográfica se la hace nacer en 1912. Este voluntario error se ha reproducido más tarde involuntariamente en varias ocasiones.
[5] En efecto, hay algunos agrimensores buenos:
http://librosyvidas.blogspot.com.es/2010/11/hilde-domin.html
.
Gracias por publicar este excelente texto sobre Hilde Domin, quien junto a su esposo Walter Palm vivió en mi país, Rep. Dominicana. Les dejo la traducción libre que hice a uno de sus poemas, el cual no aparece en su texto:
ResponderEliminarHilde Domin: “Nur eine Rose als Stütze” (Una rosa por apoyo)
Me imagino una habitación en el aire
entre los pájaros acróbatas:
mi cama en el trapecio del sentimiento
como un nido en el viento
en la punta de la rama.
Compro una manta de lana, la más delicada,
la separaron suavemente de las ovejas
a la luz de la luna
como nubes brillantes
dibujada en la tierra sólida.
Cierro los ojos y me envuelvo confiada
en el nido de los animales.
Quiero sentir la arena bajo los cascos pequeños
y escuchar el clic del pestillo
al cerrar la puerta del establo en la noche.
Estoy entre plumas de aves, alta, arrullada en el espacio.
Pero me mareo. No duermo.
Mi mano se extiende para sujetarme
y encuentra sólo una rosa por apoyo.
-
Traducción libre: P.S. Rodz
StoDgo RepDom
Video:
Dichtung von Hilde Domin aus dem Jahr 1959
Recitación: Dagmar Manzel
Danzarina: Polina Semionova
Musica: Léo Delibes -flower duet- Lakmé
Piano: Jean Bernard Marie
http://youtu.be/U8RjIGTePng