Carlos Colmenares Gil
(Los Teques, VENEZUELA 1986) es poeta y narrador. Ganador del II Premio Nacional de Literatura Stefania Mosca mención poesía con el libro dos mil nueve (Editorial Fundarte, (2011). Ha sido finalista de los concursos de cuento de la Policlínica Metropolitana y de SACVEN. Posee dos poemarios inéditos: velorio y ánimus.
los artistas
amamos la pornografía de los ‘80
o de la década en que nuestros padres tiraron para concebirnos
vemos cómo en el semen que cae en boca de la rubia
yace toda nuestra generación
y aunque no todas se lo tragaban
allí estuvimos
viscosamente hermosos
posibles.
4:00 a.m.
4:00 a.m.
el televisor encendido
pasan un programa sobre catedrales
me veo llorando frente a un libro de carver
creo que lo apago
5:00 a.m.
el televisor encendido
residuos de sueños donde mato mujeres que amo
la pantalla negra
6:00 a.m.
noticias de un terremoto
en italia
la erección semidiaria
empieza a ceder
ya es hora—me digo
ya es hora
nunca estuve seguro
nunca estuve seguro
de cómo escribir
2009
eran tres palabras
o dos
cincomil
cinco mil
eso se aprende en la primaria
va todo separado
y yo me avergonzaba
pero tú siempre tardaste en reaccionar
al cruzar a la izquierda
confundida
casi siempre reías
la mayoría de las veces
reías
el alcohol nos ha matado esas neuronas, carlos
pronto se me olvidará escribir los números a mí también
detallistas de lo mínimo
fuimos perdiendo el resto
miopes
mantuvimos lo que estuvo en nuestras narices
y quedamos aferrados a la vida por una pequeña asa
a la deriva
los españoles tienen palabras hermosas
——los españoles tienen palabras hermosas
para referirse a lo sexual
me gusta tu coño, tía ——dije
reíste
hablabas
de cómo correrse era mucho más bello que acabar
por supuesto tenías razón
luego
te volteaste hacia mí
fue la única vez que nos corrimos juntos
tienes más de dos semanas inmóvil
tienes más de dos semanas inmóvil
sin escuchar
viendo a la nada a los ojos
repites la misma frase
atrapada en el túnel de respiraciones falsas
seguro nadie puede imaginarte
tan catatónica
sólo yo conozco tu quietud
pero me es imposible nombrarla
no sé nada de metáforas
no sé nada de nada
esto no se abandona
esto no se abandona
termina cuando te vayas
a brasil
aún no está listo
continuará haciéndose en tus maletas
enredándose en tu pelo
en tus pezones
metido en tus uñas
hasta que partas
y será la primera vez que algo acabe
imposible decir qué pasará
no seremos nosotros quienes lo cuenten
de nuestras bocas saldrán otras voces
no sé si a la masturbación se refiere
cada intento es un disparo
en el que me voy dando cuenta de que nunca
nunca
podré expresar esa sensación vicaria
de melancolía y lástima
que me queda al deshacerme del futuro
designificar la esperanza
y la posible relación humana
aparece como una respuesta
y llegado este punto soy capaz de predecir
muchas situaciones de drenaje de mi alma
muchas intersecciones
muchos vómitos tras la idea de porvenir
y mucha periferia
dos o tres veces
dos o tres veces al día
me canso de lo que escribo
veo frases que se caen de la página
más tarde
las hormigas salen de la pared
y colocan las letras a sus espaldas
escalan las patas de la mesa
y las tiran allí en el cuaderno
para que yo las ordene
me pregunto por qué hacen eso
si algún día dejarán la hoja en blanco
nunca vuelvo a armar las mismas frases
las hormigas son mis correctoras
entre tu angustia...
entre tu angustia
y mi brazo amputado
hay un dragón
su lengua te toca
despierta tus paranoias
y recoge lo que dejas al salir
su cola tumba mis libros del estante
me golpea sin darse cuenta
desordena las notas
acompaña mis pesadillas
él esquiva los nombres
nos evade
pero aunque no lo veamos
sabemos
entre tu angustia
y mis gestos suicidas
hay un dragón
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