sábado, 18 de octubre de 2014

TOMÁS AGUILÓ Y FORTEZA [13.731] Poeta de Baleares


Tomás Aguiló

Tomás Aguiló y Forteza (Palma, 1812-1884) fue un poeta mallorquín.
Fundó la revista La Palma con Josep Maria Quadrado y Antoni Montis.
Escribió numerosas poesías, entre las que destacan las de temática histórica y popular.
Su actitud dialectalizante lo distanció del movimiento de la Renaixença catalana.



VISIÓN DE LA NOVIA MUERTA

Era como la nieve, iba vestida
de blanco, de candor y de nobleza;
llevaba alrededor de su cabeza,
corona virginal de flor tejida;

manto azul como el cielo donde anida;
velo blanco de angélica pureza...
Así la contemplé con gran tristeza
cual si estuviera allí sólo dormida.

Así la vi, la veo todavía
por el bancal que para mí verdea,
junto al fresco rodar del arroyuelo...

La veo en fosca noche o claro día,
y la hermosa visión que me rodea,
endulza mi dolor, sin dar consuelo.





EL ARCO DE LA ALMUDAYNA

Arco viejo, arco viejo,
Andrajo de un edificio,
¿Qué se hizo tu frontispicio?
¿Tu palacio donde está?
Página suelta, arrancada
Del libro de nuestra historia,
Un siglo escribió tu gloria,
El nuestro te borrará.
Agora alménos que vives,
Y te ostentas todavía
Para recuerdo del dia
En que un imperio cayó;
Dime, á mí que te contemplo,
Padron elocuente y mudo,
Si tan de galas desnudo
El moro te construyó.
O si el tiempo, que ha roído
Tus entreabiertos sillares,
Tus arabescos pilares
Ha devorado tambien.
O si con grosero ultraje
El hombre osó despojarte
De los primores del arte
Que en una Alhambra se ven. 
Reliquia de la Almudayna,
¿Nada mas dices al hombre?
Conservas su estéril nombre
Por escarnio ó compasion?
¿O callas porque embutidas
Tus solitarias minas
Entre fábricas mezquinas
Te avergüenza tu baldon?
Pronto cesará tu oprobio,
Que no está lejos tu muerte;
Porque no ha de ser tu suerte
Distinta de lo demas.
Recuerdos no necesita
Este siglo indiferente,
Que infatuado en su presente
No vuelve la vista atras.
Y caerás, arco viejo,
Cual tus hermanos cayeron ,
Cual tus dueños que te hicieron
Por puerta de su mansion.
Y correrá libre el aire
Por la calle despejada,
Ni ha de quedarte guardada
Una mísera inscripción.




A MI PALOMITA

Amica mea,
Columba mea.
CANT . CAWT.

I.

Injustos desdenes
mi pecho contristan,
y para consuelo
acudo á mi lira.
Amor y querellas.
rigor y caricias
expresan en vano
las cuerdas movidas.
Dulzura les falta,
les falta armonía,
y su áspero tono
mis duelos irrita.
Se enervan mis dedos,
mi voz desafina...
sentir sé mis penas,
y no describirlas.
Á qué mas endechas?
Mas digno seria
que en verso enunciara
sublimes doctrinas.
¡Favor á mi empresa,
ó musas amigas!...
Ah! cuerda tan grave
no tiene mi lira.
Cantar pues deseo
en sonantes rimas
las mejores lanzas
de la patria mia.. .
¿Cuál genio funesto
contra mí conspira F
Yo hiero las cuerdas,
las hiero y no vibran;
Del mudo instrumento
ruedo las clavijas,
y tiesas y flojas
vana es mi porfía.
Mudemos asunto:
á ver si concita
la sátira leve
enojo y sonrisa.
Mis versos burlones
al vicio acribillan...
Qué es esto? Quebróse
la cuerda que heria.
A h! justo castigo,
pues solo debia
á mi fiel Paloma
consagrar mi lira.


II

La mi Palomita,
amable y gentil,
con fiestas y arrullos
vuela en pos de mí.
Ella es tan hermosa
cual lo es en abril
aurora ceñida
de nieve y carmín.
Su liso piquito
iguala al rubí,
su Manco plumaje
excede al jazmín.
Mas yo la conozco
revuelta entre mil
por sus dos ojuelos
de claro zafir:
Ellos me prendaron
desque yo la vi ,
y obligan al labio
á que exclame así:
Mi linda Paloma,
no quieras huir,
seré yo tu dueño
dichoso por ti.
A par de mí posa;
así tierna vid
es gloria del olmo
en verde jardín.
Tegiréte un nido
de mimbre sutil
que no de tu pluma
deslustre el matiz.
Tendido en mis palmas
el rojo maiz,
sus granos sabrosos
picarás allí.
Serás siempre mia?
harásme feliz?
y con vuelecicos
responde que sí.


III.

Ninfa soberana
de inmenso prestigio,
que cambia de aspecto
mas que el lunar disco,
A mí se presenta
con rostro propicio,
y díceme: escoge,
muchacho, un destino.
Tuyo es aquel soto
y valle sombrío
si mueven tus ansias
sus frutos opimos.
¿Codicias la viña
del campo vecino,
ó bien la pradera
orillas del rio?
Hervirá en sus cubas
licor exquisito,
ganados sin cuento
cerrará tu aprisco.
Si gustas de viajes
daréte un navio:
verás cosas grandes,
cien reinos distintos.
Tal vez los tesoros
tengan atractivo...
Yo soy la Fortuna
si anhelas ser rico.
Si de alto renombre
aspiras al brillo,
así como el oro
la gloria prodigo.
Las ciencias te placen,
el verso es tu hechizo;
pues no han de faltarte
ni musas, ni libros.
Daréte una lira
de marfil bruñido,
arderá en tu mente
un fuego divino.
Cantarás las lides,
y el amor sencillo,
y entonces mil bellas
serán tu carillo.
N o , nó, la respondo,
tus dones no admito,
mi Paloma quiero,
mi Paloma digo,
Que es blanca y graciosa,
y sus ojos vivos
hechizan el alma
y el corazón mio.


IV.

Lisonja del oido,
armonía grata,
también en los campos
difundes tu magia.
El hozco silencio
de la noche opaca
veloz desparece
al brillo del alba.
De las avecillas
alegre bandada
mil trinos aprende,
mil trinos ensaya.
El mirlo canoro,
la alondra pintada,
sus gozos exprimen,
sus quejas exhalan.
Su voz ya requintan,
su voz ya desmayan,
y mil quiebros forma
su tierna garganta.
Si leve momento
sus picos se paran,
después con mas brío
renuevan la salva.
El valle desierto,
la enhiesta montaña,
de su melodía
los aires trasladan.
¿Y quién su gorjeo
al tuyo compara,
ruiseñor precioso,
hechizo del alma ?
Cantor de las selvas
natura te aclama,
felice es el clima
en que el nido labras.
Las aves mas diestras
á ti rinden parias;
ninguna te excede,
ninguna te iguala.
Ni el dulce sonido
de lira acordada,
ni la voz mas dulce
de joven zagala.
El eco remeda
sensibles tonadas
cuando el vivo fuego
del amor te abrasa.
Cuando voloteas
por las verdes ramas
tus dulces gorjeos
tu ruta señalan.
Y cuando afanosa
tu consorte amada
al tierno gemido
acude liviana;
¿Quién de tus requiebros
no admira las gracias ?
A quién no embelesan
cadencias tan varias ?
Solo á mí, que el oido
en vano me halagas,
pues de mi Paloma
los arrullos faltan.

V

Soné que litigio
armaban tres diosas
por llevarse en cambio
mi linda Paloma.
Pretende por reina
de Jove la esposa;
por bella pretende
Venus seductora:
Confia en sus flechas
la hija de Latona:
todas tres porfían,
todas tres se enojan.
Al fin, de vencerme
cada cual blasona
tan luego que en premio
sus dones proponga.
Un pavón soberbio,
de espléndida forma,
que el manto del cielo
en sus plumas copia,
Trasunto es del iris
su variada cola,
y todo él ostenta
de Juno la pompa.
De Diana era oferta
matizada alondra,
por sus trinos dulce,
por su pluma hermosa.
Sus ninfas la vieron,
al verla se gozan,
oyeron su canto,
el placer redoblan;
Y luego en las redes,
que tienden mañosas,
con traidor reclamo
la incauta aprisionan.
Entonces las dice
la hija de las olas :
¡" Dejad la contienda,
sí, dejadla, ó diosas:
¿A par de Citéres
qué valéis vosotras?
Un cisne daréle
que tira mi concha..."
Mas yo remedando
su voz orgullosa,
parezco y repito
con risa burlona :
Dejad la contienda,
y dejadla todas,
pues que solo mia
será mi Paloma.
Blanca es como el cisne,
cual pavón airosa;
y excede su arrullo
al trino de la alondra.


VI.

Bella Palomita,
mi solo deleite,
¿en qué mis caricias
y mimos te ofenden ?'
¿Por qué mis amores
pagas en desdenes,
y contra mi pecho
así te revuelves?
Sacudes tus alas
esquiva, impaciente,
y con tu piquito
el dedo me muerdes:
Tus dulces arrullos
en iras conviertes,
chispean tus ojos
de color celeste:
En vano me curo
de ti diligente,
mi afán y desvelos
tú nunca agradeces.
Yo clara te pongo
el agua que bebes:
yo limpio tu pluma
con mano muy leve;
Y tú mis cuidados
olvidas? ¿Qué veces
comiste en mis palmas
del trigo reciente ?
Qué veces mi pecho
sirvióte de albergue?
Qué veces mi aliento
bañó tu copete?
¿Y ahora á mis voces,
ingrata, no vienes,
ni aceptas mis granos,
ni mis besos quieres ?
A h! no para huirme
inquieta forcejes,
ni al verte cautiva
tu plumaje encrespes;
Tu lindo plumaje,
que en candor excede
al cáliz del lilio,
al ampo de nieve.
No es cárcel horrible
la jaula que tienes,
ni es crudo tu dueño,
ni infeliz tu suerte.
¿Qué mal, di, te he hecho,
que huirme pretendes ?
qué bienes aguardas
cuando libre fueres ?
¿Do hallarás un dueño,
cuando á mí me dejes,
que cual yo te halague,
que cual yo te aprecie ?


VIi

En mi jardincillo,
tendido en la yerba,
cogióme durmiendo
la noche mas negra.
Las nubes entoldan
á trechos la esfera,
la lumbre no brilla
de miles de estrellas;
Un grupo flotante
de sombras mas densas,
de la hermosa luna
el brillo intercepta.
Así tal vez cubren
las hojas revueltas
de un rosal antiguo
su rosa mas bella.
Despierto, y confuso
en tanta tiniebla
á mi pobre lecho
diríjome á tientas.
A mi primer paso
leve rumor suena,
paréceme cosa
que allí volotea.
Estiendo las manos...
¿cuál fué mi sorpresa
cogiendo unas alas
mas suaves que felpa ?
Empero una herida,
cual de cruda flecha,
en mis dedos siento;
sin soltar la presa,
ce Amor! clamé luego:
Amor , deidad ciega,
caíste en mis manos,
bien haya tu venda.
Cautivo eres mió,
pondréte cadenas:
ni te valdrán alas,
ni mortal saeta, w
En tanto el impulso
de brisa ligera
remueve las nubes
haciendo una brecha.
La luna su disco
asoma por ella,
y á su luz conozco
que el Amor no era.
Era mi Paloma,
que vagaba suelta;
mi fiel Palomita,
mas que el Amor bella,


VIII.

De dos tristes dias
corrieron las horas
sin que yo cuidase
de mi fiel Paloma,
Ni la compeliera
á que juguetona
montase en mis hombros,
besase mi boca:
Y la cuitadilla,
de mí quejumbrosa,
morir viera un dia
y otro dia sola.
Conocí mi falta
la tercer aurora,
y al palomar luego
corrí con zozobra.
Hállele desierto,
y una verja rota
por do se escapara
mi linda Paloma.
Cruda fué mi pena,
mortal mi congoja,
temiendo perdida
mi mas rica joya.
Y al tender al cielo
mi vista llorosa,
vide una avecilla
que el vuelo remonta.
Su volar ligero,
su agraciada forma,
sus candidas plumas...
era mi Paloma.
Ingrata! la dije
con voz lagrimosa;
¡tan fuerte castigo
por culpa tan poca!
Torna al pecho mió,
mi querida, torna;
mejor que en tu nido
en él, a y! reposas.
Desciende á mi mano:
no es ella tu copa ?
no te desgranaba
la rubia mazorca?
Decir mas no pude,
que ya cariñosa
con tiernos arrullos
me hacia lisonjas.
Sin duda quien ama
cual mi fiel Paloma,
si fácil se irrita
mas fácil perdona.


IX.

La concha de Venus
ligeras deslizan,
asidas del cuello,
sus dos palomitas.
La mas juguetona
sacude por dicha
el freno de rosas,
las riendas de cintas;
Y al aura tendiendo
su pluma bruñida,
de Chipre abandona
las rientes orillas.
Al sentir su falta
la bella Ciprina,
la angustia del pecho
en sus ojos pinta.
Recorre en su busca
las cercanas islas
de aquel mar que fuera
su cuna mullida.
Los bosques de Idalia
que aromas respiran,
los templos de Páfos
do incienso la liban.
Ya corre afanosa
á su Gnido amiga,
ya cansada trepa
del Erix la cima.
Y tú, cara patria,
también te glorías
de que el alma Venus
tu suelo visita.
Y á tus amadores,
y á tus bellas ninfas
pregunta si saben
de su palomita.
Ellos no la vieron,
y ella vid la mia,
y de su hermosura
quedó sorprendida.
La flor que recuerda
de su llanto el dia,
tal vez menos bella
parece á su vista;
Y las blancas plumas
tal vez mas estima
que el color de sangre
del hijo de Mirra.
Olvídase pronto
de su fugitiva;
¿y qué son las suyas
al par de la mia?
Cuanto mas la observa
tanto mas la admira,
y prendada quiere
á su concha uncirla.
Cortés me la pide,
se la niego aprisa;
y en vano promete,
y en vano suplica.
Sordo á sus clamores,
duro á sus caricias,
ni ablandan sus ruegos,
ni arredran sus iras.
Yo vi correr llanto
por su faz divina...
mi pecho desmaya,
mis labios vacilan.
Entonces artera
un beso me aplica,
y yo enajenado
á consentir iba.
Mas ay! yo cediera
mi fiel Palomita?
¿ qué valen sin ella
las mayores dichas ?
¿En mis infortunios
yo triste qué haria
si el bálsamo entrego
que cura mi herida ?
Vete, falaz diosa,
vete, mi enemiga:
no quiero tus dones,
ni besos encima.


 X.

¿Huyes, Palomita,
de tu caro albergue,
y tus sueltas alas
cual zéfiro mueves?
¿ Huyes, y me dejas,
y tu vuelo tiendes
á los yermos campos,
do ser libre quieres?
A h! torna á tu dueño,
no cause tu muerte
la libertad misma
que ahora pretendes.
Torna á mí, no sea
que víctima inerme
del crudo milano
su pico ensangrientes.
Tú cruzas los aires
sin que el mal receles,
tú el vuelo remontas,
tú lenta desciendes;
Y los cazadores,
enemigos crueles,
encaran sus flechas,
descogen sus redes.
Y dado que burles
sus iras aleves,
si de mí estás lejos,
qué bien te prometes?
Gozar del verano
los dias alegres?
y del sol molesto
los rayos no temes ?
Ver como natura
su faz embellece ?
y qué habrá mas lindo
que tu albor de nieve ?
Ver prados con flores,
ver campos con mieses,
y el color dorado
nacer de entre el verde?
Mas vario es tu cuello
cuando el sol lo hiere
y el tinte refleja
de rosa y claveles.
Oir del gilguero
las voces endebles ?
Tus tiernos arrullos
en gracia le vencen.
Un grano de trigo
podrá ser que anheles,
¿y los que comias
en mi mano pierdes ?
¡Que por un charquillo
que el calor enciende,
de tu bebedero
el agua desprecies!
A h! vuelve á tu dueño,
Palomita, vuelve,
que sin él hay riesgos
y en vano hay placeres.

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