José Miranda de Sardi
Poeta, escritor y político, Chipiona (Cádiz)
Poeta, escritor y político, Chipiona (Cádiz)
(1899-1936)
Por Manuel Liaño Rivera
La historia de los hombres nos obliga a relatar e interpretar fría y objetivamente los hechos, pero a veces, los propios acontecimientos desencadenan un compromiso. Nuestro compromiso es reivindicar la figura de José Miranda de Sardi.
La historia da siempre testimonios de grandes gestas, actitudes de progreso, compromisos sociales, defensa de la justicia; y por el otro reverso de la moneda se dan los modelos contrarios.
José Miranda de Sardi, fue hijo de su tiempo. De un tiempo de una España conflictiva con grandes desigualdades, donde los hombres que miraban más lejos, tenía irremediablemente que definirse, tomar posturas.
José Miranda de Sardi puso su pluma y su persona al servicio de los desheredados:
de los que entonan cantos a la luna,
como los que han perdido la chaveta;
yo sé, por mi fortuna,
que una dama tan alta y tan coqueta
no tendrá para mí dádiva alguna.
En mi no tiene asiento
la vil adulación que al hombre infama;
yo canto y digo siempre lo que siento:
no quiero que la fama
me colmen de laureles -¡qué portento!-
siendo un vate de trucos y de camama.
¿Cantar al poderoso?
queda para los pobres fracasados
ejercicio tan noble y tan piadoso,
los hombres bien templados,
de corazón entero y generoso,
antes se morirían avergonzados.
Yo canto a los hambrientos,
a los hijos del odio y de la ira,
a las turbas de esclavos irredentos,
jamás supo mi lira
olvidar a los parias descontentos,
para rendir homenaje a la mentira.
Por eso los laureles
que con ceñir mi frente pudo el hado,
cambiáronse por ásperos cordeles
que en más de una ocasión me han amarrado.
Por eso está mi nombre
envuelto entre las sombras del abismo,
por eso me parece que soy hombre...
por eso tengo orgullo de mí mismo.
Autodidacta, poeta, periodista, escritor de letrillas carnavalescas y político, nace nuestro personaje en el número 7 de la por entonces calle de Marqués de Mochales (hoy calle Cemento) en el municipio gaditano de Chipiona en una humilde familia campesina, segundo de cuatro hermanos, Francisca, Teodoro y Manuel, éste último fue alcalde de Chipiona por el Frente Popular en el año 1936, cuando se produjo el llamado Alzamiento Nacional.
De su infancia poco se sabe. Parece que destaca pronto en la escuela y que a los diecisiete años escribe una obra de teatro titulada "Delfín el pirata" o "Un padre maldito". Según testimonios recogidos, era tal su afición e interés por la lectura, que cuando terminaba el trabajo en el campo se dedicaba a leer debajo de las farolas de la calle.
Desde muy temprana edad manifiesta su afán por la defensa de la clase obrera, cuya condición lleva a gala, y pone al servicio de los campesinos de Chipiona su pluma y su conciencia. No en vano las diferencias de clases en aquellos años en Chipiona, estaban muy acentuadas.
De su personalidad se podía decir que Miranda tenía un carácter sincero que le hacía no tener pelos en la lengua cuando tenía que decir la verdad o cuando se trataba de denunciar una injusticia.
En cuanto a su postura en la vida, su militancia política en el partido sindicalista le delata como anarquista. En uno de sus poemas se define como ateo, expresando sus reproches ante un Dios que permite desigualdades:
si no hubiese opresores y oprimidos,
si la justicia fuese siempre justa,
si no quedase impune causa injusta
y si no hubiese rateros ni bandidos.
Si no fuera el amor vil mercancía
y no existiesen guerras ni disputas,
y en el mundo, tugurios y prostitutas
que amargamente lloran noche y día,
¡Creería!
Pero habiendo fronteras y reinados,
y esclavos que se inclinen bajo el yugo,
jueces que se truecan en verdugos,
y mendigos que duermen en los prados.
Mientras haya fiscal, exista el reo,
y coma pan de avena el proletario,
muriéndose de tedio el millonario,
aunque digan de mí que soy ateo.
¡No creo!.
Entre sus anécdotas chipioneras se cuenta que estando un día conversando con Don Francisco Lara y Araujo, cura párroco de Chipiona, le dijo éste a Miranda: "José, que poco ves, no...?", a lo que respondió Miranda mirándole a la cara: "Y lo poquillo que veo, que malo es, don Francisco...".
Por azares de la vida, llega a Barbate allá por el año 1923, coincidiendo con la Dictadura de Primo de Rivera, su hijo Augusto opina que fue un destierro político, pero otros familiares afirman que le obligaron necesidades de trabajo.
Comienza a trabajar en "el Tercio", cuerpo integrado por un número de trabajadores que se dedicaban a varar las embarcaciones pesqueras en la playa, ya que por aquel entonces no existía el puerto pesquero de Barbate. El nombre de Tercio se debía a que estaba constituido por hombres llegados de muy diversos lugares, incluso del extranjero. Miranda ocupaba el puesto de listero, además de encargarse de entregar la paga a los trabajadores.
En el Tercio hace amistad con José Sánchez Ponce, Sanchito, que le introduce en el Pósito del Pescador, del que era secretario.
Miranda fue maestro en 1929 de las escuelas del Pósito del Pescador y secretario del mismo. Creó los periódicos El Heraldo de Barbate y La Independencia de Barbate, encaminados a denunciar la situación en la que se encontraba el pueblo de Barbate en materia de servicios sanitarios, escuelas y todo tipo de infraestructuras y a servir de mensajero de la idea que tenían todos los barbateños: lograr la independencia de Vejer de la Frontera. Esta lucha por la independencia de Barbate tendría en el Pósito su cuartel general y en Miranda de Sardi su portavoz.
José Miranda de Sardi, en el centro, acompañado por, entre otros,
Don José Pérez, Don Manuel Díaz Ronda y Don Amador Mora.
En los años 1930-1931 se traslada a Tarifa a instancia de Don Serafín Romeu, conde de Barbate, para apoyar a Don diego Piñero Moreno que ha entrado en el Partido Liberal y para contrarrestar las diatribas de su rival político, líder de la facción conservadora Don Carlos Núñez Manso a través de su portavoz oficial La Unión de Tarifa (1).
Una vez aquí, funda el semanario El Progreso (2), poniéndose de parte, como no, de la gente del campo tarifeño frente al cacique de turno. Tanto es así, que en la noche del 2 de julio de 1931 Miranda es atacado por varios individuos resultando con diversas lesiones; el juez detuvo a los agresores y a las veinticuatro horas correspondientes a la detención gubernativa legal, se apresuró a decretar la libertad de los detenidos. Miranda denunció en su periódico al Sr. Juez, por amiguismo con los inculpados.
En El Progreso, con motivo del advenimiento de la II República, el día 23 de abril de 1931 publica:
día esplendoroso del pueblo español;
lucha ciudadana, batalla civil,
fecundo y glorioso catorce de abril,
que en Jaca irradiaste tu primer albor,
asiendo a un tiempo mismo gemido y clamor.
Roja fue tu aurora, rojo fue tu afán;
la sangre de Hernández y Fermín Galán
matizó de grana tu naciente luz,
eres, día catorce, rendición y cruz.
Tu breve reinado, todo claridad,
encendió la tea de la libertad
que ha de alumbrar siempre,
como un nuevo sol,
los vastos confines del pueblo español.
Por eso el coplero, humilde y vulgar,
quiere en este día tu gloria cantar,
poniendo en sus versos emoción viril,
glorioso y fecundo catorce de abril
Ante el ataque por parte de la oposición hacia su mentor, el conde de Barbate, tachándole de cunero, el 19 de marzo de 1931 publica lo siguiente:
El ejemplar caballero,
indígena o forastero,
que siente gozo infinito
en luchar por el distrito
como hijo verdadero,
no es cunero.
El prócer digno y austero
que con voluntad de acero
defendió meses y meses
nuestros santos intereses
agrícolas y pesqueros
no es cunero.
El que con el gesto señero
dio su afecto y su dinero
al pueblo postrado, inerte,
ahuyentando así la muerte
de más de un hogar obrero
no es cunero.
Pero en cambio, el majadero
que por sport pasajero
pretende atrapar un acta
y sin más se jacta
de tener mucho dinero
si es cunero.
El que con cacumen huero
elige por consejero,
y se entrega confiado,
a un dictador fracasado
y a un periódico insincero
si es cunero.
El mocito jaranero
que quien, por pinturero,
ser el sultán del distrito
como fue niño bonito
del cabaret bullanguero
si es cunero.
Sepa pues el mundo entero
si aqueste canto sincero
llega a rodar por el mundo,
que en los casos que refiero
el primero no es cunero;
pero, compare... ¡el segundo!.
Un poco más adelante de la proclamación de la II República, Miranda de Sardi, pasa a dirigir el periódico Vox Populi (3) de Tarifa en su II época.
En él, y con el seudónimo de a mi Prim, con motivo de los sucesos de Chipiona compone:
Hoy ha sido en Chipiona, mi pueblo amado,
el que de sangre obrera pagó el tributo;
las calles de la villa se han entintado;
los obreros se visten de negro luto.
Eran dos niños, casi, los que encontraron
bajo el sol abrileño trágica muerte;
niños que de ideales se embriagaron
amando a la justicia con amor fuerte.
Tal vez por eso mismo les atacara
con su saña incomprensible la fuerza pública
pues los mejores tiros que ésta dispara,
son para los amantes de la república.
Esto lo sabe el pueblo, lo sabe Azaña;
los tiranos lo aplauden con entusiasmo
es sistema empleado por toda España
con una contumacia que causa pasmo.
La sangre de la clase trabajadora
va tiñendo las calles del pueblo ibero;
Arnedo, Castilblanco, Chipiona ahora...
¡Siempre caen los de abajo....siempre el obrero!.
El 23 de Septiembre de 1931, dirige y encabeza un escrito al Gobernador Civil de la Provincia, a fin de someter la aprobación del mismo los estatutos de la Agrupación Socialista Tarifeña.
Caricatura de Miranda de Sardi realizada por Argilés,
caricaturista algecireño.
El 14 de Mayo de 1931, se dirige al Presidente de la Nación en Vox Populi de la siguiente guisa:
con absurda pretensión, elevar su voz oscura
a la primera figura de la española nación.
Permítame tal audacia ya que en democracia
tiene derecho a influir desde el pensador eximio
hasta el ciudadano nimio, que apenas sabe escribir.
Tan solo decirle intento, turbado éste gran momento
de hispana solemnidad, que de usted, más que de Azaña
espera la nueva España su ansiada tranquilidad.
Porque en vuestra diestra mano de cimero ciudadano
va la caña del timón y con manejo experto
marcar podéis rumbo cierto a la ibera embarcación.
Mil rocas del arrecife levantan contra el esquife
aristas de hostilidad, sin contar los farallones
que aspiran, por fanfarrones a ganar celebridad.
Aleje usted, Don Niceto cual "lobo de mar" discreto
la quilla de su bajel del paraje submarino
donde forma torbellino impotencias a tropel.
Los Robles, los Madariagas y toda la chusma aciaga
de la caverna ancestral cuando bajan las mareas
descubren torvas ideas llenos de odio mortal.
¡Patrón de la vieja nave!, si quieres brisa suave
en el velamen captar surca el piélago anchuroso
que el mar libre, generoso, es fácil de navegar.
Naufragarás de seguro si buscas el golfo oscuro
huyendo del mar azul; los riesgos que te amenazan
por perderte, se disfrazan bajo una niebla de tul.
Ay de ti, buen marinero si la proa del velero
no enfilas con precaución, sí, mientras tu nave corre
toma por faro la torre, dudo de tu salvación.
Su vena anticapitalista también sale a relucir en este semanario, cuando publica el día 30 de Mayo de 1932 en su columna "La cruz en el pecho".
Llevar la cruz en el pecho y no llevarla en el alma
podrá ser costumbre, moda, y hasta signo de elegancia
si así lo acuerda la gente que se entrena en tales prácticas.
Pero nunca será signo de autentica fe cristiana.
Cruces, lazos, banderitas, galones, cocas, medallas,
botoncitos y entorchados, escarapelas y chapas
son pura bisutería o deleznable quincalla
conque se asoma a lo externo la gran estulticia humana.
En lo que a la cruz respecta, diremos cuatro palabras
que serán cuatro verdades, más grandes que cuatro casas.
¿Quiénes han puesto de moda las cruces? Las nobles damas
de familias distinguidas, de clases adineradas
que en los pueblos constituyen la llamada "flor y nata".
Los esposos, los hermanos y los hijos de estas damas
son los dueños de los campos, minas talleres y fábricas
donde se explota al obrero de manera despiadada.
¡A los obreros, señoras, a las tristes clases bajas
que tanto prefirió Cristo cuando por el mundo andaba
entre sucios pescadores y demás gente del hampa!
¡Ved señoras si queréis cumplir cual buenas cristianas
lo que hacer os corresponde sin salir de vuestras casas!
Coged a vuestros maridos, a vuestros hijos del alma
y enseñadles a ser buenos como Jesucristo manda.
Que no exploten al obrero, que sus riquezas compartan
con los que padecen hambre, con los que desnudos andan,
con los que mueren de frío porque carecen de casa.
Veréis como Cristo entonces, ilumina vuestras almas
con un rayito de luz de su bondad y su gracia.
Llevar la cruz en el pecho no es signo de fe cristiana.
Con cruz y todo, señoras, os consumirán las llamas
de vuestro infierno católico si además de esa quincalla
no lleváis a la otra vida algo que a muchas os falta:
¡Haber practicado el bien, como Jesucristo manda!".
A principio de 1933, José Miranda de Sardi se marcha a Cádiz y participa en la fundación del Partido Sindicalista de Ángel Pestaña, que previamente se había desvinculado de la C.N.T. tendiendo a posturas más moderadas dentro del movimiento anarquista, junto a personajes tan prestigiosos como el escritor Ángel María de Lera. De la mano de este partido, llega a ser uno de sus más activos dirigentes provinciales; nuestro poeta y periodista fue elegido concejal del Ayuntamiento de la capital gaditana, donde desempeñó el cargo de Teniente de alcalde, siendo también secretario particular del gobernador civil Mariano Zapico.
Dio numerosas charlas y mítines a lo largo de la provincia y en las secciones plenarias del Ayuntamiento de Cádiz destacaba por su elocuencia y por la facilidad con que llegaba siempre al fondo de las cuestiones.
También se sabe que Miranda, durante su estancia en Cádiz, ayudó a liberar de la prisión en diversas ocasiones a falangistas barbateños y tarifeños, demostrando que sabía anteponer el sentido de la amistad sobre cualquier otro criterio político.
Según algunas versiones, el Alzamiento le sorprende nada más bajarse del tren procedente de Madrid. Había ido a la capital de España a solicitar fondos para adecentar la Zona Franca en su calidad de Teniente de alcalde.
Según su hijo Augusto, fue detenido y recluido en el barco carbonero "Miraflores", buque transformado en improvisada prisión y fusilado más tarde (8 de Agosto 1936) no se sabe si en las Canteras de Puerto Real o en la Playa de la Puntilla del Puerto de Santa María.
Otras fuentes afirman que Miranda de Sardi murió con los defensores del Gobierno Civil. Otras, que fue detenido en su casa, traído a Chipiona y fusilado en una de las carreteras adyacentes.
Según algunas versiones orales, existió un intento de salvar a Miranda por parte de falangistas barbateños, antiguos amigos de su etapa en Barbate, pero la rapidez con que se desencadenaron los hechos lo impidió.
Fuere como fuere. Lo cierto es que los ejecutores enviaron la ropa y pertenencias del poeta a su esposa, que nunca llegaría a saber donde reposan sus restos.
Antonio Garrachón Cuesta, en su parcial historia sobre el Alzamiento en Cádiz, publicado en forma de libro con el título de Impresiones de un periodista al hablar de Miranda de Sardi dice... "[...] en las primeras horas de la tarde, se presentaron en el Cuartel de la guardia Municipal, el concejal sindicalista, fracasado periodista de Barbate y Tarifa José Miranda de Sardi y el Capitán de Infantería retirado Antonio Muñoz dueñas [...]"
"[...] con ínfulas dictatoriales, el Sr. Muñoz Dueñas, presentado por Miranda de Sardi como nuevo jefe, se hizo cargo del mando de la Comandancia, cesando por consiguiente el Sr. Bara Artés qué, además de destituido, quedó desarmado [...]"
"[...] las pistolas arrebatadas a éstos (los guardias), pasaban inmediatamente a mano de los extremistas que Miranda había tenido muy buen cuidado en hacer que lo acompañasen [...]"
"[...] en el ayuntamiento, donde iban concentrándose guardias, concejales y paisanos, concejales como Florentino Oitaben, Luis García Pérez, Federico Barberán, Miranda de Sardi [...]".
No resulta difícil imaginarse lo que sucedió después. José Miranda de Sardi fue una de las muchas víctimas de la represión del bando nacional, y, como tantos otros casos, su suerte no ha podido ser esclarecida.
REFERENCIAS
(1) LIAÑO RIVERA, M. "La Unión de Tarifa". ALJARANDA nº 10. Septiembre 1993. p. 7.
(2) LIAÑO RIVERA, M. "El Progreso". ALJARANDA nº 11. Diciembre 1993. p. 6.
(3) LIAÑO RIVERA, M. "Vox Populi". ALJARANDA nº 13. Junio 1994. p. 7.
BIBLIOGRAFÍA
- NAVAL MOLERO, J.L.; JURADO DOMÍNGUEZ, M.; LIAÑO RIVERA, M. Recopilación de la obra literaria de José Miranda de Sardi. Diputación de Cádiz. 2000
JOSÉ MIRANDA DE SARDI:
POETA, POLÍTICO Y MASÓN
por TANO GUZMÁN
Mason Miranda
Al poeta chipionero, José Miranda de Sardi, no le dejó tranquilo el franquismo ni después de muerto. Así lo avala la documentación del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, quien lo estuvo investigando por masón hasta 1948, doce años después de su muerte.
El poeta, periodista y político chipionero José María Miranda de Sardi fue fusilado por el las tropas franquistas en el verano de 1936 cuando se hallaba preso en la cárcel barco Miraflores en Cádiz. Allí había participado en la fundación del Partido Sindicalista, llegando a ser uno de los dirigentes más activos de la formación; siendo concejal y teniente de alcalde del Ayuntamiento de la capital, y secretario particular del gobernador civil Mariano Zapico. A pesar de llevar varios años fallecido, a Miranda de Sardi se le abre un expediente por pertenencia a la masonería en 1940. La Iglesia condenó la masonería a finales del siglo XIX a través del Papa León XIII, con lo cual tras el golpe militar, basado en el nacional catolicismo, la masonería se convierte en un enemigo más del Régimen.
En 1940 se hace oficial y se criminaliza con la promulgación de la Ley de Represión del Comunismo y la Masonería. Se le culpabiliza de todos los males históricos de España:
“de la pérdida del Imperio Colonial español, la cruenta guerra de la Independencia, las guerras civiles que asolaron España durante el pasado siglo (guerras carlistas del siglo XIX) y en las perturbaciones que acarrearon la caída de la monarquía constitucional y minaron la etapa de la dictadura (de Primo de Rivera)”.
Esta Ley es otra vuelta de tuerca más de control ideológico y de sometimiento a los vencidos de la Guerra Civil y para juzgar estas cuestiones se creó el Tribunal Especial para la Represión del Comunismo y la Masonería. La Dirección Nacional de Seguridad comienza a recabar toda la información posible para esclarecer la pertenencia de José María Miranda de Sardi en la masonería. Uno puede preguntarse cuál es la finalidad de estas acciones, qué pueden sacar de una persona ya fallecida, pero vamos a poner un ejemplo de lo sucedido con otros vecinos de Chipiona para que veamos hasta donde podían llegar.
Por ejemplo, Enrique Espinosa Zaldúa: fue concejal del Frente Popular de Izquierdas por el Partido Unión Republicana justo antes del golpe y asesinado en el verano de 1936. Después de su muerte le embargaron sus bienes al aplicarle la Ley de Responsabilidades Políticas creada en 1939. Teniendo en cuenta estos antecedentes y que el artículo 2º de la Ley de Represión de la Masonería también establecía el embargo de bienes, no sería de extrañar que ese fuera uno de los fines que se perseguía: el botín de guerra. El expediente no se reabre hasta 1947 cuando el Tribunal recibe documentación procedente de Salamanca, valiéndose de una solicitud que José María había presentado en una logia de Cádiz el 17 de mayo de 1934, y de una lista de masones publicada en septiembre de 1936 en el Diario de Cádiz y en el Boletín Oficial de la Provincia. La ficha de solicitud es de ingreso en la logia masónica Hermano Vigor de Cádiz, fechada en 1934 y dice:
“José Miranda de Sardi, religión ateo, de 35 años de edad, nacido en Chipiona (Cádiz), de estado casado, de profesión periodista obrero; domicilio Pósito Pescador de Barbate. Trabaja en la Secretaría de dicho Pósito.”
La foto, publicada en el diario El Progreso, recoge una cena del Partido Sindicalista donde estaba Miranda.
El Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo le considera vivo y se le sigue investigando. Ya saben que es de Cádiz, y en febrero del 1947 piden informes a Cádiz de su paradero o fallecimiento. En marzo del mismo año la Comisaría de Policía informa al Juzgado que “José Miranda de Sardi, nacido en Chipiona(Cádiz),en el año 1899, casado, periodista, hijo de José y Francisca, que tuvo su domicilio en esta capital, falleció al oponerse al G.M.N”.(Glorioso Movimiento Nacional). Toda esta información la detalla el Juez Instructor para conocimiento del Tribunal.
A pesar de la información anterior, a los dos meses el Tribunal solicita el certificado de defunción de Miranda de Sardi al Juzgado Municipal de la capital gaditana, que contesta que “en la fecha que indica no aparece inscrito en este Registro Civil”.
Ni las propias autoridades saben qué ha sido de él. Aun así continúan con el expediente hasta que en 1948, quizás pensando que pueda estar desaparecido, deciden el sobreseimiento del caso que dice así:
“Por dada cuenta y no apareciendo documentalmente acreditado el fallecimiento del encartado, archívese hasta tanto no aparezcan nuevos datos”.
Viendo esta resolución, cabría preguntarse: si estos datos aparecen, quizás podría reabrirse el caso para investigar el paradero de Miranda. El tribunal no pudo ni documentar su muerte ni su pertenencia o no a la masonería. Lo que sí está claro es que el régimen franquista no quiso paz después del golpe, sino represión a todos los niveles, y que no dejó de juzgar ni siquiera a los muertos.
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