jueves, 2 de octubre de 2014

ALBERTO JOSÉ PÉREZ [13.536]


Alberto José Pérez

Poeta, editor y comentarista literario venezolano (El Samán, Apure, 1951). Ha publicado unos veinte libros de poesía, crónicas de libros y entrevistas. Sus últimos títulos son Un poeta como yo (Ediciones Mucuglifo), Confesionales (El Perro y La Rana), En la alta noche (Fondo Editorial del Caribe), La revelación del otro (El Perro y La Rana) y Pequeña antología (Editorial La Espada Rota). Es colaborador permanente de Contenido, suplemento literario del diario El Periodiquito. Ha sido galardonado con el Premio Único de Poesía de la Bienal de Literatura de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y con el Premio Nacional de Poesía “Centenario de Enriqueta Arvelo Larriva”. Fue distinguido por la Red de Escritores de Venezuela con el premio “Compañero de Viaje”, en reconocimiento a su contribución a las letras nacionales. Reside en Santa Clara (Barinas).






Un poeta como yo
Extractos

Usted qué cree

El hombre y el mar

Dos soledades
Sin orillas

Dos cuerpos
Salados
Llenos de animalitos
Y minerales
Dándose coñazos
Incansables
En su moribunda poesía

Tristes tan tristes
Como una cebolla asoleada.



Una de la mañana

A la una de la mañana
Un cigarrillo
Es buena compañía

Y los ladridos de los perros
Suenan hermosos

A esa hora
El frío cala los huesos
Y puebla la memoria de fantasmas

Pasan veloces los automóviles
De la muerte
Logro esquivarlos
A esa hora tan difícil
De conseguirlo.



Carta a mi madre

Esta mañana
Cuando tu entierro
Se me vino encima
El mundo
De los primeros años

El río barroso
La voz firme de la abuela
Y mi padre montado en su caballo
Soñando
Soñando

Ahora tengo viva
De nuevo
La crudeza de aquel tiempo
Y la angustia poderosa
Del que desea marcharse
Madre
Sin destino.



Noticia

Leí en un diario de la capital
Que una isla
Fue tragada por el mar

Ni una señal quedó de ella

Yo estornudé
Y por largas horas
Pensé en mi funeral

En un corazón de oro
Guardándome
Para siempre.



Un poeta como yo

Un poeta como yo
Hubiese sido un buen vendedor de carne
De esos que llamamos pesero
O el prefecto
Más recordado de El Samán de Apure
Por aquello de que cada quien
Haga lo que le plazca
Pero un poeta como yo
Nunca sacaría una muela a un cristiano
Ni dedicaría un poema al Che Guevara
Ni a Fidel Castro
Y menos aun a Mister Bush

Eso sí
A José Alfredo Jiménez
A Chavela Vargas
A Alfredo Sadel
Himnos de alabanza y amor.



El mejor de los verbos

Tuvo que pasar mucho tiempo
Para darme cuenta
De que los de y los que
No son las bisagras de la vida.

Que dar es el mejor de los verbos
Y quererte
Amor mío
El más maravilloso de los vestidos
Que pueda darte

Tuvo que pasar mucho tiempo
Para darme cuenta
Que en este continente agrio
La miseria
Es símbolo
De civilización

Y que mi país está lleno
De animales hambrientos
De una ficción
Que llaman historia

Que durante siglos
Entre aplausos y banderitas
El futuro es una ausencia
Nunca cubierta

Pero tú y yo amor
Estamos vivos
Comiéndonos
En este día
Besándonos en este día
Pisando la tierra
De este continente agrio
De mares muy verdes
De islas de asfalto
De supermanes
Y fabricantes de espejos
Que cantan gloria
Parados en sus pobrezas

Pero el pan
Es para mañana
La leche
Es para mañana
El azúcar
El arroz
Los frijoles
Para mañana

Todo es para mañana
En este continente mío

Menos la muerte
Que llega
Sin que nadie la convoque

Por eso en este día
Amor
Tú y yo
Celebremos la vida
Con urgencia.





La vida, las estrellas y la luna
 Alberto José Pérez



Dedico a Leonor, Carlota y Olivia, las tres maravillas


Las cartas que escribí

Las cartas que escribí
no recuerdo su destino
nunca pensé olvidar ese detalle
Entre los dolores y goces cotidianos
no me queda más que esperar otro giro del mundo
eso que comúnmente llamamos nuevo amanecer
a ver si las cartas
vuelven a ocuparme
y traigan noticias de mundos que desconozco.



Carlota y Leonor

Cuando el mundo era muy grande
no sabía de la estrella de la mañana
ni de mares y océanos
de ríos sí sabía

en las edades silenciosas de uno
miré mis sueños multiplicarse
en lo que ha sido y es mi gloria
el pueblo donde nací
Mirándome en el río de mi niñez
comencé a disfrutar las bondades de la tierra
y del aire que hasta ahora respiro
con toda mi alegría
como cuando Juancho, Eduardito y Diego llegaron
pero faltaba algo en el paisaje de mi sangre
algo que marcara como el río de mi pueblo
la belleza de los nombres en el corazón del hombre que soy
algo que completara mi sistema planetario
y eso fue posible
cuando Carlota y Leonor
mis nietas
abrieron la puerta de la casa
y comenzaron a correr por mi vida.



Pequeña biografía de un hombre

Para Ninosca

Quise ser un gran borracho y no pude
quise vivir en un barrio de librerías y tabernas
y sólo pasé por ellos
quise tocar el piano y la guitarra
pero nunca encontré mis oídos
Quise retratarme con mis padres
y fue imposible
murieron de tanto esperarme
Poeta también quise verme
y en los versos que escribo
no sé si la poesía tiene casa
Lo cierto en mi vida
son mis hijos y mis nietos
tan ciertos
como te saludo ahora
que soy posible en tu corazón
hola mi amor.



Pequeño poema de amor

Las mariposas son palabras que vuelan
las estrellas y la noche
los trajes de la muerte
Todos los pasos del hombre se pierden
los salmos y las aguas del cielo también
ninguna estación venero
invierno o verano es igual
para volverme un arqueólogo del diecinueve
maravillado en el valle de los relámpagos
donde los hombres somos pequeños y adorables animales
y así te diga
adiós bandera de país lejano
te recuerdo
que las mariposas son palabras que vuelan.



Mi tía María

Mi tía abuela María Pérez
fue una gran vendedora
ofrecía sus guayabas
cuando todo el pueblo flotaba en su aroma
Natividad
su marido
se rascaba la cabeza
apenas la veía irse por la calle del río
él era un hombre de la sabana
y ella
mi tía
la más pura imagen
de un mundo donde todos éramos felices
jugando a la codúa en el lomo del río.



Final de invierno

Dedico a Elsa Sanguino

Los pasos no me alcanzan
para tomar tu mano
en este final de invierno
Dice mi corazón
que me vista de oro
como algunos árboles en cierta época del año
que lo real no es bueno para el hombre
hasta tanto no aparezca la muerte
en fin
esta temporada de lluvias
ya se muda a otro lugar del planeta
pero si tu mano alcanzara
yo la cantaría
como se cantan las historias de los grandes amores.



Mucho falta por contar

Mis hijos son cuatro puntos cardinales
ellos no saben dónde queda mi pueblo
el país de mi memoria
nunca han querido oler la tierra
que sostuvo los quejidos de mi madre
para que yo viviera la maravilla de ser apureño
quizás después que muera
lo visiten por alguna respuesta
por algún pariente
o simplemente a mirar el río
donde yo he visto la vida
las estrellas y la luna.



Lo que tiene asiento en la memoria

Ha muchos años de haber nacido
parece que mi pueblo no es mi pueblo
todo ha cambiado en demasía
sólo el río lo ha hecho muy poco
es más ancho a como mi abuela Gregoria y mi madre
me lo dejaron en herencia
lo demás tiene asiento en la memoria

Siempre hay algo que se le escapa a la muerte
lo compruebo si volteo hacia el suroeste
hacia mucuritas
el viento sopla en la misma dirección
es lo único en verdad
que sigue siendo igual

como el recuerdo de mi compadre Lapaz
cuando se quedó en silencio en la blancura de su barba
sentado en su mecedora calaboceña
soñando con el río apure

así fue
lo recuerdo
a muchos años de haber nacido.



Mi abuela Gregoria

Mi abuela Gregoria era analfabeta
pero sabía el nombre de las constelaciones
y de las raíces que curaban los catarros
la anemia
la tuberculosis
y la lepra
Ella me enseñó a disfrutar la música de Andrés Cisneros
el cantor de Caracas
los tangos de Gardel
y los sonidos de la sabana
me contó de Laureano
el profeta Enoc
de la “jumacera” del candelorio
que dejaba a su paso
me dijo que fue el año catorce del siglo veinte
porque ella tenía catorce añitos
y poquito después llegó la langosta
cayó como una nube negra sobre la aldea
no se veía a tres pasos
todo lo verde desapareció
el día que fue noche
y de la creciente del cuarenta y cinco
también me habló
me dijo que acabó con el hambre vieja y dejó una nueva
mi abuela Gregoria Pérez
es una novela de capítulos interminables
todavía la leo
y siento sus manos acariciándome el cabello
recostado sobre su pecho.



Poema para descansar el corazón

Cuando niño nunca imaginé
que la tierra giraba en torno al sol
en el lugar donde nací
no hay elementos geográficos y físicos
que indiquen lo contrario
en mi tierra el sol es grandote
casi nunca lo tapan las nubes
sólo mis ojos
cuando buscan la huella
que complete un paso
en el silencio de la sabana



El día que se fue

Jurándome amor eterno
y larga vida juntos
una mujer casi me asesina
ella respiró largos años sobre mi pecho
yo creía haber descubierto
el tesoro del Rey Salomón
pero nada
sólo era la melosía de los venenos distinguidos
que posaron en mi vida
lo supe
el día que se fue
quemando los cantos del camino
mirando bajo
para no ver la moribundia
de un hombre que todavía no huele a muerto.



Olivia

En tu nombre
celebro la gloria del mirto rey florecido
la belleza lunar de la noche
el sueño del que sueña
si está vivo o está muerto
la belleza iluminando el rostro de vuestros padres
y el mío
mientras camino las calles de mi ciudad
pensando en ti
en los hombres de la guerra
en los hombres de la paz
en tu llegada
Olivia
que me deja cantar
y saludar a mis amigos.




Mi tía Belén

Ella es suave
como las ondas del río
con la brisa mañanera
su voz
es tan delicada
que un saludo de ella
es una oración
que aleja los infiernos
y los espantos de la sabana.








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