Armando Álvarez Bravo. Nació en La Habana, Cuba (1938). Poeta, crítico, ensayista y narrador. Miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua; correspondiente de la Real Academia Española y la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Fundador y vicepresidente del PEN de Escritores Cubanos en el Exilio. Obra: Poesía: El azoro, Relaciones, Para domar un animal (Primer Premio Internacional de Poesía “José Luis Gallego/1981”, Madrid, España), Juicio de residencia, Las lejanías, El prisma de la razón, Naufragios y comentarios, Trenos, Cabos sueltos, Poesía en tres paisajes y La belleza del físico mundo. Ensayo: Orbita de Lezama Lima, Al curioso lector y Autorretrato a trancos. Cuento: Las traiciones del recuerdo y El día más memorable. Estos poemas pertenecen a su último libro Cuaderno de campo (Ediciones Universal, Miami, 2009).
DEL PAISAJE Y LA PRESENCIA
Ya no es la avidez de ver mundo,
sino de poseer como en un sueño
ciertos paisajes
entrevistos o pendientes,
tan especiales en su intimidad.
Pero es difícil arrancarse
del sitio en que se está
parece que desde siempre.
El sitio donde los recuerdos
van convirtiéndose en ficciones
y reinventan esa historia nuestra
que ya es la de nuestros nuevos recuerdos.
Cuándo llegamos aquí
¿cuánto de nosotros quedó allá?
¿Quién ese uno mismo
que distinto se recuerda a sí mismo?
¿Cuál es su rostro ya enfilando la eternidad?
Quedan algunos viajes por hacer.
Son regresos a lo entrañable.
Son un reencuentro y una despedida.
Son también ir en secreta busca
de algo desconocido que sabemos nos falta.
Son quedarnos tranquilamente donde estamos.
Ya nuestras huellas
no necesitan el polvo del camino.
PEQUEÑA ORACIÓN
Señor,
déjame
seguir recorriendo puntualmente
las mismas calles
porque si tuviese que alterar
mis cotidianos pasos
me perdería.
Alegra ese camino
con la presencia más frecuente
de mis hijas, que has querido
para su bien hagan
su vida en otra parte
que es para mí todas las distancias.
Mitiga mi sufrimiento
por los que debían estar aquí
y no pueden hacerlo,
y por aquellos que se fueron para siempre.
Procura que los amigos
que quiero no pierdan la senda
hacia casa y cuando lleguen
y cuando se marchen
se sientan mejor por la andadura
y la compañía y ya piensen en volver.
Bendice en la luz y en la sombra,
en la alegría y el dolor,
en la costumbre y la incertidumbre,
mi techo y el paisaje de mis recorridos
para que mis pasos y mi presencia
sepan de entrañable abrigo.
No hace falta más para saber del paraíso.
SON LOS DÍAS DE MÁS CALOR
Estos son los días de más calor.
ya los días de siempre.
Este es otro de esos paisajes
de puerto de escala,
pero he quedado atrapado
para siempre en sus invisibles fronteras.
Estas son las horas
en que me imagino otro, distinto,
como dije en un poema de juventud
que ahora me pasa la cuenta,
asegurándome que sigo siendo el mismo
y que la única diferencia
con aquel entonces
es el peso tremendo de los años y la vida.
Esta es la declaración de mi suerte.
La hora en que lo pendiente me echa en cara
que es demasiado tarde. Y es también
la tan natural y extraña hora del recuento
y la ardua reconciliación conmigo mismo
y de dar gracias por lo mucho precioso que recibí.
No es otra cosa la criatura que este cúmulo de altibajos.
Estos versos los pude escribir en cualquier sitio.
A estas alturas eso es, finalmente, un detalle
que carece de importancia.
CONFORME A LA SENTENCIA DE UN
GRANDE Y VIEJO SOLDADO
Ni hablemos
¿para qué atormentarse?
de como pasa el tiempo,
minucioso e implacable,
y nos va desvaneciendo
(conforme a la sentencia
de despedida de un grande
y viejo soldado).
Palabras oponiéndose
al incesante embate del blanco
que puede ser lo negro
(sus idénticos abismos),
el destilado qué de qué,
o, quizás mejor, pueriles,
estériles comentarios
en torno a lo inevitable
¡absolutamente nada
contra el acabamiento!
Memoria, plenitud,
deseo y posibilidad
que, sí, ya bien se sabe─
es tan natural─,
decrecen vertiginosos,
que nos van reduciendo,
que nos disminuyen
con su puntual marea,
cuando ya sólo se desea
más y más de menos y menos.
La eternidad
con su imprescindible,
preciosa y sagrada iluminación,
tan desesperada
y tan desesperadamente frágil,
desde todas las certidumbres
y la copiosa historia
de las nombrables
y las secretas glorias,
de los imposibles,
las derrotas, los sueños
y de las pisadas en el corazón
y el cuánto de lo que falta.
Palabras─
¿quién puede garantizar
lo contrario?
¿tiene sentido empeñarse
en aspirar a perpetuar
las efímeras ficciones
de haber vivido tanto
entre el delirio y la lucidez?─
que también se desvanecen.
Hablemos de otra cosa.
Es lo mejor.
Sólo Dios sabe
la historia completa.
Páginas en blanco
Idénticas
a todas las páginas
en blanco.
Sólo un desastre.
Quien las repudia
cuándo unas palabras
comienzan
a llenarlas,
las borra.
La cuenta
se pasa
al que les escribe.
Miami, 2 de enero de 2007
La sombra
Hay una sombra
en la sombra.
Es indescifrable.
¿Qué sabemos de un enigma?
Termina el día,
descienden las sombras.
¿Qué quiere decirnos,
qué nos dice hacia la noche?
Cada instante que transcurre
sabemos menos. Desciende
la oscuridad, su misterio
y su evidencia. No hay más.
Sólo se impone una sombra.
Quizás sólo somos pura,
final sombra. Nada que decir.
Todo es sombra.
Miami, 25 de abril del 2008
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