domingo, 22 de agosto de 2010

593.- ANA ROSA BUSTAMANTE


Ana Rosa Bustamante Morales (1955) poeta, traductora del francés, realizó estudios de Lengua y Literatura Francesas en el Instituto Chileno-Francés de Cultura de Valparaíso y se desempeña como Instructora de francés. Nació en Arica, vivió muchos años en Antofagasta, y Valparaíso, actualmente reside en Valdivia. Asimismo realizó estudios en el Instituto Chileno-Norteamericano de Viña del Mar. Integró el Coro de Cámara del Conservatorio de la Uach y formó parte de diversos conjuntos folklóricos. Ha incursionado también en la pintura. Participó en el taller Federico García Rival que dirige la poeta valdiviana Teresa García M. presidenta de la Sociedad de Escritores de Chile, sede Valdivia. Igualmente formó parte del Taller de Extensión de la Universidad Austral de Chile, que dirige el poeta Omar Lara.

Publicada en dos antologías, la primera de la Sociedad de Escritores de Chile, editada por Juan Carlos García Vera, profesor de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de York, Toronto, Canadá y una segunda antología de la Universidad Austral de Chile gestada por el taller de Extensión de la Uach.

Poemas suyos fueron publicados en la Revista Poesía de Rosario, Argentina. El año 2007 publicó el poemario Nuestra Piel Ancha de Fuego y el 2009 Vita Clamavi .

Participantes de las Jornadas del Fomento Lector del Consejo de la Cultura y las Artes, Región de los Ríos.

Obtiene la Beca de Creación del Fondo del Libro y la Lectura del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Región de Los Ríos (2009).


VITA CLAMAVI

Hágase el hombre del barro de mi garganta
que de la saliva salga a cantar.

Roxana Miranda Rupailaf

I

No lleva sello en el pulgar derecho
es de polvo y costilla
estrangulada en el pantano
un canto aciago le articula
hasta hoy ambigua pluma.
Seca la humedad en sus grietas
hilillo de agua ajena al mar,
en su vientre infinito
acoge vasija
muda voz.

Los pájaros se posan tal si rama fuera
espera la simiente que brotará dulce
en su sueño,
un pergamino sangrado.

II

Sus labios caen fláccidos
y el azar resbala en su vestido,
desconoce la próxima parada
los cúmulos más allá del techo se condensan
y sus manos no logran evitar
el escalofrío de la muchedumbre,
bajo sus pies bulle el camino
y ya es breve la perspectiva.

Dos fugados de la realidad
dos ebrios
hasta sentir el impacto del proyectil
y nos miramos,
inertes,
dos muertos.

Sentada en el sueño de nadie,
en el vaivén de nada.

III

Aún mi cuerpo tiembla
en tu fabulosa morada.


IV

Retírame a tus médanos,
acaricia los frutos ofrendados
de mi sobrevienta furiosa,
tus manos descifren
la habituada tiniebla.
Te entrego la montaña
la más alta y profunda
la que abriga
la heredera célula,
el útero lleno,
la cima nuestra vigilante
estudiosa de lumbres
sobresaltando al mundo.

Estoy aquí muriendo y muriendo
en tu fardo de luz
en tu boca escondida
cansina sanguijuela

entre los pliegues
de la sábana brutal y dos oteros
sobre tu piel.

V

Abre el día un océano milagroso,
un tibio manto precipita,
su silueta pende en sus ejes
y goza como una flor rociada.

Allí busca los aromas de su piel
como el piélago yace ofrecido
a las falúas, gozado, osado, altivo
y oteando todos los paraísos con su olifante presto.

Quisiera correr
a campotraviesa
huracanando
bajo las lluvias.



VI


Ella lo ama desde sus labios
a sus capiteles.
Jardín olor a botones
y en cada noche
palpará hasta sus centros

-¡cómo crepitan!-

Que exploten
en su huella celadora,
arriba gallardo acendrando su viril
cuerno en sus colmenas.

Apóstata,
testaferro de su nombre,
finisterra,
concha que habita la roca
y perfora,
finito latido.

Su cuerpo desnudo
acerca su vientre
a sus selvas,
pubis a pubis
desnudo a desnuda.

VII


Ella por las sombras entre adobes
cabizbaja roe su fallo,
un cielo punza amedrentando su cavilación.
Solloza un trazo agudo que atraviesa
su tiempo
un seno desmoronándose
crepúsculo se queda.

Adueñada del aire
esquiva piedras y barro,
aprieta las llaves hasta encontrar
las puertas.

La protección es cierva y
entre hierros busca el costado tibio,
los grillos sueltan la carne,
liberan un musgo en su voz.

Ácidos laceran su madrugada
su rueda escapa
arrebata su antifaz
y el augur enreda
entre acerbos tragos
la amenazante hoguera;

fuga a firmamentos inciertos
poderosos ensueños
en un cieno mortal,
su sangre arrojada
con su beso adúltero
y el temblor
hunde
su joven pericardio.

VIII

Comprueba qué te hiciera
en un repecho de brozas
humedecidas por la lluvia,
¡cómo te hundieran mis torrentes!

¡cómo mis arrebatos muerden!

Me hiciera rauda
gacela buscando guarida
diamantes te entregara.


X


Adversaria voz de la calle
impalpable,
entrechocados pasos,
marcha el mundo
hilandero de su telaraña.
Sigo hacia la pampa
a la franca ceniza
alumbramiento y beso cada gránulo
tibio que me ha desnudado.

Me arrebata pequeño niño
que ha lamido mis pechos,
le he obsequiado el aire
y he tomado sus sobras
como un puñadito de oro.

Encubierta navaja
ha dividido los tallos
y marca lechos de ríos,
un murmullo
que musita una cifra indefinida
con sigilo un laberinto
una cueva, un colmenar,
una esquina apagada,
pongo oído al eco que derrama
una figura se perfila
en mis caminos.


XI

La vida entera es una noche eterna,
lava sus lágrimas
y canta.
La vida entera un sol
en otro lado del mundo
y quienes la rodean implorosos
viven en yugos o reptan serpientes,
sobreviento que abisma
surcan los mares
en la profunda
fuente de agotados cuerpos.
La vida, ese follaje latiendo
con su matriz nutricia
cada apretón nervioso de sus dedos,
la vida se derrama por la verde ondulación
silvestre y se pierde en una nube.


Animal desbocada
fatigada
fruto
alucinado
de su entraña,
hechizo de atributos
que enceguecen
su sangre
sacramentada en la oscuridad
feroz en su frontera diminuta.

Un día deshizo el nudo antes de la metástasis
para existir inmortal como el sol.


XII


¡Nadie vive en el polvo!
siguiendo un rastro, mordiendo un haz de luz,
besando la piedra.
Pero una nerviosa estridencia secreta
la circula
como agua subterránea o de nieblas
caída esta noche.

Su torre entre sus rodillas
arroja terciopelo líquido por su monte
endemoniada
detrás de las púas
se sumerge en su astro abisal.


Allí abrirá el sellado entreocéano,
su lenta aurora,
un beso fugaz sangrará
y su blanco vino
abrirá su cauce
al mar.

Se arrodilla a él
en su altar de vida,
mártir
ha tallado
un totem.

XIII


A veces duda de las llanuras que atraviesan sus ojos
porque palpita carne asustada
y su turno en medianoche
sobrenada una luna submarina,
allí aflora
y despierta
en el bajel fantasmagórico de sus insomnios:
cuando pudiera dormir,
cuando pudiera olvidar,
cuando pudiera fingir,
acaso es su anzuelo la estrategia
de ausencias
que fisura el velo,
suelta la piel de la cara,
un hielo baja
un breve beso.

Y un olvido habita en su morada fría.


XIV

Soy mujer
y
llevo un ruego de siglos,
me culpan
un río rojo
mi voz desoída
una pelvis llena,
caeré en amargos sobre la historia
y hoy me celebro y te emplazo a que me cantes
el canto de labriego vigoroso
de mis sueños,
reivindica los días perdidos,
hoy los tiempos de murallas
se agolpan meciendo cabezas y lágrimas.
Pero a mí me harás un océano,
corales y perlas,
besarás el altar de mi cuerpo,
sabrás que llevo una punzada fácil en el seno,
que oficio muchas horas en los turnos sagrados.
No soy estrella de nadie
ni vuelo mientras amamanto,
muchos ríos se sacian en mis universos
laboriosos,

tú me amarás
aún en la oscuridad.



XV

Por el puño que golpeó la mesa
hace siglos
en la vieja madera.

Dueño inocente,
quien pagó por su cuerpo
sus alvéolos
embriagadores
extendió el zarpazo
ciego a la mordaza
la secuestró sin alma
por quién quemó su voz
asfixió su corazón
en el barro
por esa bruja con su nombre
cuando incriminó a la serpiente
su mudez astuta
ni voz, ni tiempo, ni mesa,
aún su labor de siglos
la reflexión pura de los astros
la ceniza fría y el esplendor antiguo,
no la encontrará
si nunca estuvo perdida,
buscarás
en esta siembra
hasta dar con el fruto,
compartirlo,
no te sangrará el costado,
barro juntos torturados
sin templo ni culpas
andrajos,
tu corteza de tronco
el cálido Plutón,
sobrevivirá
bajo el polvo,
el génesis comenzará
con nombre de mujer,
no habrá refriega
ni polvo de ayer
ni el silencio cómplice
la enmudecerán.







LUNA TRIZADA

Mueve las ramas sin frutos.
El cielo como si fuera un árbol
se estremece,
luna trizada como mi vulva violentada.
Son hojas llovidas,
lúbricas
en una sombra impune.






ELLA

Un atisbo en sus párpados
la desvela,
sus dedos abren un río de ángeles
que duelen
allí húmeda rumora una fosa
de seda,
secreta buhardilla lo nombra hace tiempo
más de un año de altares
más de siglos cohibidos,
incógnito raudal detenido
en el crótalo.

Ama el brote que empujó la cáscara
en un sueño robado,
una vez fue dócil aldaba de su puerta
fácil cerradura libre a los juncos
que ocultan en las sombras el cieno
al alba,
semilla que atraviesa
la tela fastuosa,
célebre ardor se estrella,
ápice tibio,
número enigma
de su primera cuna.
Sus labios fingen dormido
el obstinado germen
de pez y serpiente.
Sus ancas tiemblan en un pasadizo
subterráneo o submarino.

Morirá en definitiva
su sueño en el fondo del pez,

o a ras del suelo.




CONVOCATORIA

Ninguna academia es más hermosa que una flor…
Héctor Hénandez M.


Apresúrate a mi cuerpo
como un minero que ultraja
la tierra que lo tortura.
Riega mis playas preparadas
al rocío,
y sobre tropicales conchuelas
puebla la arcadia
de tu mástil,
tu inflexible fortaleza me defienda
de los infidentes,
de los ingenuos,
de los adormecidos.
Préñame la lucidez inmortal
en un torpor de la historia y
escribamos el capítulo fundamental
durante la hora-siesta.
Una discreta plegaria
será epitafio después de la lucha.
Bendíceme con abalorios de tu boca
en mi pelvis derrama cintas de lluvia
que permitan acoger tu estirpe.
Escríbeme los glifos nuestros en la piedra tardía
que purifican los ríos.
Venera la colmena
que zumben los requiebros,
induce la voluntad de los ciervos
en mi embarcación.




ABRIRÉ SURCOS

Abriré los surcos nuevos en la arena
y hablarán las verdades de mi piel.
Retornarás al sonido
de la hembra
hasta romper tus labios.
Pondrás las hojas
tal si construyeras un pajar,
allí estarás
mordiendo lo vivido,
muriendo lo mordido.
Será tu mano un río interminable
recorriendo mi sangre,
sedienta
abriré los caminos
de lo inevitable
tanteando
herido
dormido
como la vida te haya tratado,
sobre mí hundido en el mar,
total desnudo,
total rodeado de mis pechos,
vientre, sexo, muslos.



LIBRE AGUA

…porque la mayor locura que puede hacer un hombre
en esta vida es dejarse morir sin más ni más…Sancho.
El Quijote

Mi mente tiene aceras y adoquines
que han escuchado el turno ruin de las frígidas
murmurando bajo la lluvia
su adormecida memoria,
la lluvia va abriendo quillas en los vientres
como peces espadas,
el mar
que no ha nacido en la estela gris
no me ha quitado su venia,
la soledad se ha quedado tejiendo
su urdimbre de muerte y pechos llenos,
es libre agua que baja serena y mundanal
por la cuneta,
arrastra quizá qué papeles
quizá qué despedida escrita de soberbias
polleras, cintura ceñida en manos fuertes,
nalgas atrapadas de pasión y pelvis.
¡qué pechos!
¡qué adiós cortando el cuello
sola por las aceras!

Del polvo soy y volveré donde Penélope
me espera,
se ha rebanado los dedos
con los hilos de mujer buena,
cuando le cuente mis andanzas y
en el pecho marcas de dientes
la herida sangrará hacia adentro.

Cómo abre el pájaro la niebla
extraviado
en su estola de miedos.




LA PERLA

Yo hablo en la oscuridad como aquél que fue esclavo…
Javier Bello

Las sombras
que la luna hace por los adoquines.
Al dejar mi casa
no sabía
cómo caminar por las ciudades
con tanto lumbrerío
y tanteos.

Unos ojos me embelesan
y yo con la mirada al horizonte,
en la mano mi copa
es vino
que me embriaga a otra dimensión.

Las pezuñas rebotan en el cemento,
un zapato se desgasta,
mi vientre palpita
pende como un murciélago
o es un hijo que no nacerá.
Mátame antes de la madrugada.
Soy un reptil sangrando
que sobrevive.

Te atraparé en mi red de fuego
en una piedra, en tu sexo
y me amarás hasta hincharse tu carne
de animal y presa,
¿quién será quién?

Nos ahogaremos en la misma sangre.





ENSUEÑO

Despertaste esos tiempos
como un gato en el alféizar,
una piedra fue más agua
en el charco.
Y ahogó un zorzal tullido
dos mundos abiertos.
Rebasó
la madera
mi cuerpo abriéndose en epifanía,
alud
sobre tu pelvis,
pero despertaba
y sobre mi cama
huellas de una refriega
sin puñal ni madera.

Yo no era el volcán de ahora
sin manto que sofoque
el revuelo
agavillados
en el venero de presagios
y tu ausencia
morigera el resplandor.

No maldigo tu irrupción
en mi ensueño.

En la cárcava
los huesos se pudren
como libros escondidos.

Remueve tu mano
en la ceniza
y una esfinge
tiembla tibia
y me persigue.




VIOLÍN TRISTE

Un día en una era quebrada
partí en busca de mí.
Nada es más dulce que ese vuelo.
Omar Lara


La marca dulce de la tarde y los océanos
en esta ola negra
en este beso hipócrita
persiste más allá de la noche, pues
está la luna llena
y se huele ese estar tan simple,
y se acerca la palabra exiliada,
esa polvorienta nostalgia
evocación sublime
burlesca cruzada.
Mi violín triste,
mi flauta cómplice,
mi duende forestal,
el fruto jugoso del otoño
me susurran entresueños que entre tanta
cara desmembrada del cuerpo
hay mostos nuevos,
pómulos que vienen retozando
por mis cabellos y hombros,
es su boca un sol que busca noche cóncava
donde morir.






SOLA

La sierpe dicta su veneno a lenguas llenas
o es un pacto de hilos
que en mis labios hiere y te desnuda,
te muerde,
a espaldas tuyas
mi boca es un fruto de quijadas
que teje
su costramen debajo de una máscara.
Qué pacto de ebrios,
qué conjuro de sicarios ha hecho de mi cuerpo
un vendaval inocente
que se expande y estrella
y va a dar a una vertiente
donde me ahogo enfurecida.

Mi mano se estira en el vacío y
espera aquel erizo de dulces puntas,
o si en una bacanal que yo gozara,
un agudo estandarte en mi entraña
labrara la primera letra de tu voz matinal,
el roído forestal de tu tronco
estilando savia entre mis goznes.





ORFEBRE

Aún cantan los tiempos
que envejecen
y perdemos su caridad
como una vieja moneda relumbrosa
rueda a la alcantarilla.
Se agotan las dos notas de este canto
que he hibernado entre tus articulaciones
en el turno yerto de tus exilios.
Furiosa mi agria constelación
donde desembarcas tu licor fino que embriaga a mis dioses,
entonces
nuestros galopes alzan
su himno desenfrenado.

Encallado en mis muslos
tu paraíso desboca madrugadas,
sedienta carnívora hembra busqué Arcadia,
prolijo joyero para piedra explosiva,
orfebre que esculpa y demore.

Desfloración repetida abanica mis pechos
sobre la vértebra.

Regocijo
tu majestuosa labor.





OBSCENA ALA

¡Levántame!
Tu torso es obscena ala extendida
que me conduce al desierto
tras el milagro

Átame a tu pelvis como a una viña
ebria en esta tierra de inertes
cuenca vacía y troncos huecos.
Esternón complacido que pendula
bajo mis fémures
manará vino,
grabaré
tu inicial en la aridez.

Negro peñasco que rompe,
escóndeme de las manadas,
quédame tus licores.
Pórtico estrecho
hacia la luz abierta.





REVELACIÓN

Húndete en mi pelvis
esa habitación donde navegan
las gredas de los hombres.
Se mueve la bóveda allí
donde el paraíso dejó de ser leyenda.
Ven
álzame bandera,
cuya asta eleva un sueño
tan largo,
la revelación podría ser
una calle del tamaño de la vida,
rózame con tu astro y devuélveme
la magnitud que pulsa.

Traspasa mi estrecho límite
con su aroma de sangres
con la linfa mágica,
con el niño a cuestas,
con mi pecho madre.
Entra en los repliegues de tu hogar,
soy esposa y madre permanente,
que no se te ocurra pensar
que mis piernas se hicieron hiedra,
que gimieron como reciennacidos
pues soy mujer de tu suelo,
recuerda que tienes un desgarro en tu costado
por el que respiro,
por el que hablo,
por el que siento,
con toda la palabra emancipadora,
con el puntapié al machismo,
y aunque al amor cambié su nombre
el transplante fue labor obrera,
sigo siendo de tu mismo tejido
y luchan desazón y exterminio
en un silencio de la noche a solas.





SEMILLA MUERTA

Ahora que el tiempo es semilla muerta
que no desnudará su fruto al sol,
ahora que si estuvieras conmigo
serías la luna esparciendo sus venas
sobre arenas lóbregas.
Siento tu corazón un cristal donde
el mundo desarma cimientos
y un pétalo va cayendo, cortando
la tarde inaccesible,
desangrando
humanidad.
Mujer
la que quieres bendecir con un fuego robado.
Hoy te digo ¡ adivíname entre lavas
de volcanes extintos!
¡Lléname de flores sepulcrales en mi pasado!
Quiéreme en lejanas molleras de brujos
en la oscura raíz de la muerte,
es madrugada y pienso:
¡cuánto duele la llama que asoma en mi mano
sedienta y tantea como una ciega!
Cuántas orillas rezagadas no besaste
y ahora hundirías tu sudor de hombre
en el pozo más seco.

Todo es inútil.
De todas maneras

¡Inténtalo!




ENVEJECER

Imposible hoy treparme en primavera
Por la lentitud tan frágil
de mi Barca.

Teresa García M.



En esta pausa de la vida
vieja me desnudo,
cuántos peces vacíos aletean
en mis pechos y
resbalan temblorosos
como delgado río.
En esta pausa
de la vida silenciosa
aún me muevo,
y te digo y me contengo,
el sol
me da unos pocos destellos todavía,
tú descansas con tus ojos de costado
en esta cadena se van cortando los capítulos.
Eslabones memorables
de cien tardes abriendo santuarios.
Así me gusta decirte cuán grande es el cielo
sobre mi estera ardiendo,
y no te siento sobre mis muslos
ni mordiendo mis hombros.
En esta pausa de la vida hay danzas en el cementerio,
que no esconden ramilletes
esperando otro encierro.
En esta pausa de la vida tengo un botón de pólvora,
Que está esperando que le tiendas de fuego una rosa.




ESPEJISMO

Nuestros ojos dos plumajes negros
se buscan la corteza.
Lejos
dos ríos en el océano
copulan sus peces.
Lléname de relumbres
acéitame la boca,
seré revoltosa gacela presa que liberas.
Lléname de sangre,
lléname de verbos,
arrecia el mármol
en tu catedral.
Y esculpiremos un niño
cincelado en espejismos
que van abriendo la tierra
transparente.

Emergerán tus raíces
y llenaremos territorios
quemando surcos con mi dolor hijo
y quedaré con la ternura
latiendo,
mi pezón lleno,
su primer juguete,
y un mundo reconstruido.




ESPINAS EN LA BOCA

Entre luces y sombras desde el vaivén de la vida y
con la clarividencia de siempre, mujeres, ayer, ahora
y mañana…con ellos”

Melita Velásquez


Tan sola en laberintos
te rasguñan la piel del pecho,
cruzan tus vísceras
y por tu esófago sube tu deglución
cuando adornas tu caminos
con flores marchitas.

Te haces la noche sobre el granizo.
Caminas por escalones crujientes
para no oírte,
no tejes en nuevo telar otros colores
porque te volverán a salir
en tus manos escafandras,
Espinas en la boca,
escamas en tu estómago.
Harás un atado con tus tensos músculos
transformada en una piedra que late,
vive
algo mejor que una lombriz
en el barro.





TODO SE HA IDO

Todo se ha ido,
se partió la luna,
no hay ese perfume,
esa reserva,
el café de la tarde,
lo que es peor, ya no hay sombras susurrando
fieros, obscenos convites,
sólo un embrión muerto en mis costillas.
Mi garganta traga aire herido, la multitud afuera
espera el cortejo que cantará por mí.
Tendido a oscuras, su respiración aun aceza en mi cintura
que agita la noche,
es un reptil succionando los intestinos,
fecunda en la sequedad inútil, sobre escombros fecunda
noche a noche hasta que amanece.
Ha roto la tela de la bruma y desalado el hueso,
liberado, laborioso.






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