miércoles, 6 de febrero de 2013

MOHAMAD ALAAEDIN ABDUL MOULA [9181]





Mohamad Alaaedin Abdul Moula

(Siria, 1965) Poeta e intelectual sirio, autor de Elegies for the family hearts (1990) y una docena de libros más, siendo su último título Baghdadi Exercises for the NigthFall (2009) publicado por el ministerio de educación en Damasco. Ha sido acreedor de varios galardones por sus libros de poesía y sus textos críticos, como: Premio de la Unión de Autores Árabes por el poema “A branch hanged between Death and Singing” en 1985, el Premio de poesía moderna de la revista AL_MA´ariffah en 1992 y Premio Prince of poets en la ciudad de Abu Dhabi en 2007.
Actualmente exiliado en México






Tres poemas de
Cuarenta días de bloqueo

1.

¿Cuándo habrá de expulsar el productor su obra?
              En los soldados se halla, desbordante,
              el sentimiento de los lobos.
              Cada escena repite el actor la matanza,
              nadie alumbra
              ni quiere dialogar.
¿Cuándo despertará con carcajadas de conejos el público
              mientras los mártires esperan
              a punto de explotar?
¿Y cómo puede el público pensar que las masacres
              son signos de victoria?
La obra se ha alargado
              y no baja el telón (no llega el fin).



2.

Los soldados han vuelto a sus hogares
              y el campamento de los fantasmas
se encuentra solitario, sin hogar. Las mujeres
              de los soldados celebraron
              la buena nueva (hemos matado a mil
              y pasado mañana a otros mil mataremos).
Llegó el sábado
              y el tanque cerró su compuerta.
Esperando el domingo
sonaron las campanas,
              falleció el campanero
              e incineraron al Mesías sin cuerpo.



3.

Necesitamos despertar sin tanques
para ordenar el tiempo a nuestro antojo:
el florero en la mesa, los zapatos
              que olvidó una pequeña minusválida
              y aquel adolescente que está leyendo libros.
Necesitamos cantos que respondan al rugido del avión.
Nos gustaría pasar la jornada con menos
              pérdidas y masacres.
¡Necesitamos que nuestro cuerpo, a veces, esté entero
para morir de muerte natural!


Poemas traducidos por Hamdi Siahdamed Ahmed y Hernán Bravo Varela.




SIRIA. EL CONFLICTO VISTO A TRAVÉS 
DE UN POETA






Yo: sirio, poeta y exiliado

El 15 de marzo de 2011 fue un día crucial en la historia de Siria: el país despertó con un estallido popular sin precedentes contra el régimen de Al-Assad, que comenzó en Deraa, ciudad situada en el sur de Siria. Días después, esta ira se difundió por todo el país en un llamado por la libertad.

Ha pasado más de un año, y la pregunta es: ¿Por qué los sirios insisten en continuar su levantamiento?, ¿están conscientes de que les espera la detención, tortura y muerte?... El precio de la libertad es caro, el pueblo sirio cree en eso y decidió continuar su lucha hasta el final, hasta que cambie la naturaleza del gobierno y llegue el nacimiento de una verdadera democracia expresada en partidos que representen a todos.

La sociedad siria es multiétnica. Es un país de tradiciones, de una perfecta mezcla de culturas que refleja el espíritu de los sirios, fenicios, asirios, islámicos y árabes, de donde nace la identidad del ciudadano que tiene una mente formada de muchas fuentes. Sin embargo, dominios y ocupaciones extranjeras quisieron abolir la ventaja de esta diversidad y las diferencias de las personalidades en ella contenidas. El régimen sirio imponía la identidad a los miembros de la sociedad para convertirla en una comunidad cerrada, lo cual continuó durante muchos años alejándolos de la diversidad y apertura a los demás, anulando su identidad original.

El partido gobernante no reconoce la diversidad y quiere que todas las personas sean idénticas. Su propósito es que la identidad siria sea exclusivamente árabe y sea esta el punto de unión y confluencia de los miembros de la sociedad siria. Por lo tanto, no reconoce los derechos de las minorías étnicas en su territorio.


Al-Assad


El régimen sirio de Al-Assad pertenece a aquellos que han sido creados por circunstancias históricas específicas, caracterizados por su naturaleza autocrática del poder: el estalinismo, el franquismo y las dictaduras militares en América Latina. Estos regímenes han sido protegidos siempre por las fuerzas militares, los servicios de inteligencia y la policía secreta. Aunque en ocasiones la fuerza es requerida y necesaria para el poder estatal, esta pierde su legitimidad cuando carece de justicia y legalidad.

Yo, sirio, viví en carne propia una experiencia de este tipo: fui expulsado de mi trabajo después de siete años por una orden del Departamento de Inteligencia Política. Cuando pregunté la razón de mi despido, me dijeron que tres de mis hermanos estaban encarcelados (y es verdad que tres de mis hermanos estuvieron detenidos; dos de ellos fueron ejecutados en 1980) y, según me confirmó el Jefe del Departamento de Seguridad Política, no se permite a una persona con parientes en situación penal trabajar en las instituciones del Estado. Esta fue la segunda vez que sufría el despido de mi trabajo sin una causa legal debido a razones políticas, por lo que tuve que recurrir a mis relaciones personales para volver a mi trabajo después de un mes.

También mi nombre estaba en la lista de personas sujetas a la prohibición de viajar por orden de Inteligencia Aérea, a menos que trabajara de informante para ellos. Yo me pregunté en repetidas ocasiones: «¿Qué tipo de leyes tenemos que impiden a uno viajar?». Esto solo se explica en un país gobernado por el Servicio de Inteligencia.

Cuando decidí viajar a México, me fue muy difícil conseguir la autorización. Me enfrenté a grandes humillaciones y solo obtuve el permiso con la condición de darles un resumen de mis movimientos y actividades a mi regreso a Siria. Yo soy un ejemplo de las miles de personas sirias que viven este infierno, presas de la ansiedad y el estrés, siempre viviendo la injusticia y la inequidad.

A raíz de la acumulación de eventos, la inmovilidad del alma llena de sentimientos de inseguridad y la falta de estabilidad en todos los niveles, llamo a la generación de jóvenes a expresar su descontento, generación inspirada por los países árabes que han podido derrocar a sus regímenes como en el caso de Túnez y Egipto. Los sirios deben aprovechar esta oportunidad porque su sufrimiento no es menor al de ellos; al contrario, los acontecimientos han mostrado que los sirios sufren más que cualquier país árabe.

Al igual que otros regímenes dictatoriales, el Presidente de Siria se sentía inmune a los vientos revolucionarios que están oxigenando el mundo árabe; que él y su partido autócrata estaban por encima del nivel de todos los seres humanos, sin aprender nada de la historia de los dictadores. El régimen sirio cree que es la Sombra de Dios en la Tierra, trata a sus gobernados como una monarquía a pesar de que el sistema de gobierno sirio es republicano.






El régimen parece haber perdido toda capacidad de conectarse con la realidad y comprender la situación después de meses de movilizaciones de masas y todavía vive en el pasado. De hecho, el levantamiento de Siria comenzó por las protestas contra la detención de escolares que habían hecho pintas políticas contra el régimen en un muro de la escuela, inspiradas en los levantamientos en Egipto y Túnez. «Tal como el pueblo quiere derrocar al régimen… ya vete, Bashar». Esto fue un shock para el gobierno. Ordenó la tortura de estos niños, mutilándolos, extrayendo sus uñas y sus dedos. Él pensó que así podría dar una lección para que no se volviera a repetir el incidente, pero estaba equivocado. Ese hecho dio lugar a más protestas y episodios de disparos en la ciudad y en la gubernatura de Deraa, y contribuyó a prender la mecha de las protestas a favor de la reforma en todo el país.

El gobierno sirio se niega a obedecer la voluntad del pueblo debido a que no reconoce a los ciudadanos sino como un rebaño de ovejas. No tienen derecho a pensar, porque el régimen lo hace por ellos, se expresa por ellos, vive por ellos. El presidente Al-Assad perdió la razón al ver a estos «animales» queriendo derrocarle, y yo me pregunto: «¿Qué más puede hacer un régimen militar para detener un levantamiento popular que disparar artillería pesada directamente a las casas de la gente común y bombardear barrios residenciales con tanques? ¿Cuánto más puede hacer que torturar a activistas y niños hasta la muerte, aterrorizar a las familias y a los ancianos en sus casas, golpear a las mujeres jóvenes en público?».

Ahora, la sociedad en Siria pelea porque tiene la esperanza de cambiar estas condiciones y quiere reconstruir para sus hijos un país diferente, en el que el esfuerzo, la eficiencia y el mérito sean los criterios que rijan la relación del ciudadano con su Estado y sus instituciones.


Durante los últimos años, cuando aparece una nota sobre México en algún periódico o canal extranjero, las probabilidades de que sea sobre la guerra contra el narco, masacres, decapitados y narcofosas, son altas. Visto desde fuera, con más de 80 mil muertos en sólo seis años, México parece un país en guerra. Si bien es cierto que no es una guerra tradicional, ni una guerra civil, y que en la mayoría del país seguimos nuestras vidas de una forma más o menos normal, la realidad es que el número de muertos es estúpidamente alto y que cualquier edición de Proceso tiene imágenes mucho más violentas que este número de VICE sobre el conflicto en Siria.

Según la Fiscalía Especializada en Atención a Delitos contra la Libertad de Expresión, durante los seis años del gobierno de Felipe Calderón, 67 periodistas han sido asesinados en México. La mayoría trabajaban para medios locales e investigaban a narcotraficantes o a políticos corruptos; otros simplemente estaban en el lugar incorrecto en el momento equivocado. Según la ONG Press Emblem Campaign (PEC) los tres países más peligrosos en el mundo para ejercer esta profesión son Somalia, México y Siria. La situación es tan grave en algunos estados, que varios periodistas mexicanos han salido del país solicitando asilo político en Estados Unidos y España. Por todo esto, México podría parecer una opción poco obvia para un poeta sirio que busca refugio, pero eso es justo lo que Mohamad Alaaedin Abdul Moula hizo.

Mohamad es un talentoso y prolífico poeta que logró escapar de su país poco antes de que el Ejército Libre de Siria y las fuerzas de Asad convirtieran a su ciudad, Homs, en un montón de escombros. Durante su carrera, Mohamad ha ganado múltiples premios, tanto en su país como en el resto del mundo árabe. Sus libros tienen títulos como Tragedia árabe, Augurio del infierno o Cuarenta días de bloqueo y sus poemas hablan frecuentemente sobre política, religión y sexualidad, tres temas que no son necesariamente los favoritos del aburrido gobierno sirio.

Sin embargo, su poesía no es lo único que ha metido a Mohamad en problemas. En 1980 tres de sus hermanos fueron arrestados por criticar al gobierno y ser sospechosos de pertenecer a los Hermanos Musulmanes (el movimiento islamista más importante del mundo). Todo esto lo convirtió en un constante blanco de abusos e intimidación por parte del gobierno y del mukhabarat, la policía secreta de Siria. Por años, le negaron el derecho a obtener un pasaporte para poder viajar a eventos literarios en otros países, incluyendo algunos celebrados en su honor, como cuando ganó el premio de poesía de la Unión de Escritores Árabes en 1999. Por años buscó la forma de salir de su país, incluso desde antes de que el actual conflicto estallara. Hace dos años escuchó sobre ICORN (International Cities of Refugre Network), una organización dedicada a ayudar a escritores perseguidos por motivos políticos a encontrar asilo. En febrero del año pasado, a menos de tres semanas antes de que el levantamiento empezara en Siria, la gente de ICORN le informó que había un lugar que podía recibirlo como refugiado. Ese lugar era la Casa Refugio Citlaltépetl, en la Ciudad de México, una asociación civil sin fines de lucro creada en 1999 bajo los auspicios del gobierno del Distrito Federal, cuyo principal cometido es acoger a escritores perseguidos o censurados en su país de origen. La Casa pertenece a la red ICORN y cada año recibe a dos escritores, por un periodo máximo de dos años, y les proporciona una beca de apoyo que les permita cubrir sus gastos básicos.





Queríamos hablar con Mohamad Alaaedin para escuchar su opinión sobre el levantamiento en Siria y para saber más sobre su trabajo. Amablemente nos invitó a su departamento en la Condesa, un espacio lleno de luz, pero prácticamente sin ninguna decoración, parecía el departamento de un estudiante universitario. A pesar de que ya lleva año y medio en México, Mohamad no habla nada de español, así que nuestra plática sucedió con la ayuda de Moustafa Saad Ahmed Mohamed, nuestro intérprete.

VICE: ¿Cómo comenzó tu carrera como poeta?
Para escribir como poeta no es necesario tener una carrera, porque eso nace de adentro, de hecho, sólo terminé la preparatoria. En 1980, cuando tenía 15 años, llegaron unos agentes de parte de la policía secreta y se llevaron a mis tres hermanos porque ellos estaban contra el sistema político de ese tiempo.

Los tuvieron por mucho tiempo en la cárcel. Yo los quería mucho y fue entonces que esas palabras empezaron a salir desde dentro. Me di cuenta de que no eran palabras comunes, sino palabras de poeta.

Según entiendo, tus hermanos fueron acusados de pertenecer a los Hermanos Musulmanes. ¿Es cierto? 
Mis hermanos eran musulmanes, pero nunca estuvieron involucrados con los Hermanos Musulmanes. La policía secreta también me acusó a mí de pertenecer a esa organización, pero yo no tenía ninguna relación con ellos. Lo que sí es cierto es que no estaban de acuerdo con el sistema de gobierno, pero sólo mi hermano mayor actuaba políticamente en su contra. Pero en un sistema como el nuestro, cuando una persona de la familia tiene un problema de este tipo, toda la familia es culpable. En aquel tiempo, los Hermanos Musulmanes estaban luchando contra el régimen de Hafez al-Asad (el padre de Bashar), y la policía secreta podía capturar a cualquiera y juzgarlo por estar en contra del gobierno. Incluso conocí a personas que fueron encarceladas por ser sospechosas de pertenecer a los Hermanos Musulmanes y después de estar más de diez años en prisión, el gobierno finalmente aceptó que eran cristianos. El gobierno mató a dos de mis hermanos en 1981 y el tercero pasó diez años en la cárcel.

¿Ahora que estás en México extrañas Homs, la ciudad en donde vivías? 
Homs ya no existe. Todo está destruido. Homs está en el centro del país. Hace muchos siglos, Julia Domna vivió ahí y dominó el imperio romano por mucho tiempo. Antes yo trabajaba en la Secretaría de Turismo, catalogando y describiendo objetos antiguos para el Museo de Homs. Homs era una ciudad llena de poetas y escritores.

Tengo entendido que te despidieron de ese trabajo en 1996. ¿Por qué pasó eso? 
Antes de trabajar en el museo, trabajaba en una gasolinera. Pero un día llegó una orden de la policía secreta diciendo que ya no podía trabajar ahí. Después trabajé en el museo por siete años hasta que un día llegó la policía secreta para decir que tampoco podía trabajar ahí. Como mis hermanos habían estado en la cárcel, todos teníamos que pagar las consecuencias. Los ciudadanos en Siria no tienen derechos.

¿De qué trataba tu primer libro de poemas, Elegies for the family of Heart [Elegías para la familia del corazón], publicado en 1990? 
Me comprometí con mi esposa un 14 de febrero. Ese mismo día murió mi padre. Mi padre era imán en una mezquita (pero no tenía nada que ver con los Hermanos Musulmanes), y murió por un problema en el corazón. Sentí tanta tristeza el día en que murió que empecé a escribir los poemas que conformaron ese libro.


Cuando le preguntamos sobre Homs, la ciudad en donde vivía, la actitud de Mohamad cambió visiblemente. Luego contestó "Homs ya no existe".

¿Qué nos puedes decir sobre tu último trabajo publicado en Siria Baghdadi Excercises for the Nightfall, [Ejercicios bagdadíes para el anochecer] publicado en 2009? 
Recuerdo sentir una gran tristeza el 9 de abril de 2003. Me parecía que la invasión de Estados Unidos a ese país era terrible, era contra natura y también contra mi propia gente. Todo estaba siendo bombardeado y destruido. También sabía que Sadam Husein tenía la culpa de lo que estaba pasando. No era un líder democrático. Todo eso me dolía y eso me llevó a escribir ese libro.

Algunos de tus trabajos, incluyendo tu poema “Poesía pornográfica”, te han causado problemas en tu país. 
Ese poema se publicó en una revista en Chipre, porque no era posible publicarla en ningún lado en mi país. El poema no es realmente sobre pornografía, sino que hablo, por ejemplo, de una forma literaria sobre las partes del cuerpo. Lo que yo buscaba en ese y en otros de mis poemas, era dejar al desnudo muchas cosas que son tabú, como la política, el sexo y la religión. Un imán que era muy amigo del presidente anterior Hafez al-Asad, dijo que todo eso estaba mal, así que la policía recogió todos mis libros de las librerías y empezó un escándalo muy fuerte sobre las cosas que yo había dicho de la religión y la dignidad del cuerpo humano.

¿Qué tipo de cosas escribiste que causó tal escándalo?
Por ejemplo, hablaba de un sacerdote cristiano que mientras estaba en la iglesia, ve en las primeras filas a mujeres con ropa escotada y con las piernas descubiertas y siente deseo por ellas. También escribí sobre las secreciones que tienen las mujeres cuando se excitan. Por ese tipo de cosas empezaron a atacarme.



En los países árabes, estas palabras y descripciones están muy restringidas. Allá, los jóvenes no se abrazan ni se besan en las calles, algo que en otros países es completamente normal. Por ejemplo, recuerdo una ocasión en que el rector de una universidad encontró a un muchacho besando a una chica a escondidas, detrás de un árbol, y lo expulsó de la escuela. ¿Por qué cosas como esas están prohíbas en mi país, pero en otros son normales? ¡Si ese rector viniera a México le daría un paro cardiaco!

¿Prefieres cómo son las cosas aquí en México?
Prefiero vivir en un país con libertades, porque esas son cosas personales. El que quiera hacerlas que las haga, y el que no, no. No necesito que alguien venga y me diga qué hacer. Son cosas personales. Yo prefiero la libertad.

¿Cómo es tu vida social aquí en México? ¿Te afecta no poder hablar español con la gente? 
Por lo mismo, mi vida aquí no está completa, pero gracias a Dios tengo muchos amigos que hablan árabe y español. Ellos me llevan a visitar museos y hemos viajado a otros estados, como Puebla y Oaxaca. La mayoría de ellos son mexicanos pero de origen libanés y estudiaron árabe en la universidad. Tengo un amigo mexicano que no habla árabe y yo no hablo español, pero de cualquier forma salimos a pasear. Lo conocí en una ocasión en que vino a entrevistarme con una traductora. Aunque no sabemos lo que dice el otro convivimos mucho. Es una relación basada en la sonrisa. Espero que un día podamos aprender el idioma del otro.

¿Alguna vez has tenido algún problema por la barrera del idioma?
Tuve un accidente muy chistoso. Fui a comprar comida al súper, pero como no sé ni inglés ni español, no entiendo lo que dicen las etiquetas de los productos. Compré dos latas de comida que no tenían ninguna foto o imagen en la etiqueta, me comí una y me empecé a sentir un poco mal del estómago. Llegó una de mis amigas y me preguntó qué había hecho, le mostré las latas y no podía parar de reír. Cuando terminó de reírse, me dijo que era comida para gato.

¿Tu familia sigue en Siria?
Sí, tengo dos hijos. Uno estaba haciendo su servicio militar cuando me fui y el otro estudia en la universidad. Mi esposa murió hace dos años.


A pesar de llevar año y medio en México, el departamento de Mohamad tiene pocos muebles y poca decoración.

¿Qué pensaste cuando estalló el conflicto en Siria, menos de tres semanas después de que llegaste aquí?
Empecé a sentirme intranquilo e inseguro. Sabía que iban a empezar a matar gente y mi familia, mis hijos seguían allá. Sé que todos los días seguirán matando gente inocente y por eso tengo mucho miedo. Yo también estaba en contra del gobierno, y no tenía nada bueno allá. Sentía que todo lo que estaba sucediendo alrededor me asfixiaba. Había demasiada injusticia y por eso decidí buscar una salida.

¿Te preocupa tu familia y tu hijo en el ejército?
Mi principal miedo es por mis hijos, quiero traerlos aquí. Ya han muerto más de diez familiares míos. Mi hijo se escapó de su servicio militar y se unió al Ejército Libre de Siria. Eso me tiene todavía más preocupado.

¿Cuál es tu opinión del presidente Asad?
Yo odio a este presidente porque está cometiendo crímenes contra la humanidad. Está matando por igual a musulmanes y cristianos. Destruye casas, iglesias, mezquitas. Está matando gente, destruyendo el turismo, destruyendo todo. Cuando lo agarren y lo juzguen en La Haya, entonces estaré contento.

¿Cuáles fueron tus opciones cuando saliste? ¿Por qué México y no un país árabe donde podrías publicar? 
ICORN escogió el lugar por mí. Ellos tienen derecho a enviar a personas en peligro a esos países. Ellos fueron quienes eligieron México. Pero me siento bien aquí. Yo ya conocía México a través de la poesía y de la cultura. Yo leía mucho de todo esto.

México es uno de los países más peligrosos para ser periodista, y de alguna forma somos un país que también está en guerra. ¿Qué piensas sobre eso? 
Aquí, en los últimos seis años, murieron 80 mil. Allá, en año y medio han muerto 30 mil.

En México, uno de los opositores a la guerra contra el narco más conocidos es también un poeta, Javier Sicilia. ¿Has escuchado de él? 
Sí y me entristece mucho que hayan matado a su hijo. Él empezó estas protestas pacíficas junto con otras personas y eso es importante. Estuve leyendo sobre la caravana que hicieron en Estados Unidos para pedir que también allá actúen al respecto.

¿Qué hubiera pasado si te hubieras quedado en Siria?
Si estuviera allá, una de dos: estaría muerto o estaría luchando contra el gobierno.

¿Qué planes tienes para el futuro?
Mi estancia aquí en la Casa Refugio Citlaltépetl termina en febrero de 2013, pero mi pasaporte se vence en un mes. Necesito un pasaporte nuevo, pero estoy seguro de que no va a ser fácil renovarlo. Tengo la esperanza de regresar a mi país en algún momento, pero por ahora es poco probable. Trataré de conseguir asilo como refugiado en algún país como Estados Unidos, Canadá o Suecia. Es muy difícil quedarme aquí en México porque no hay trabajo. No tengo cómo hablar con la gente en la calle y no hay dinero. Después de febrero será todo más difícil.


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