Nurit Kasztelan
(Buenos Aires, Argentina, 1982): Es licenciada en economía y cursa estudios de literatura en la Universidad de Buenos Aires. En agosto del 2007 publicó Movimientos Incorpóreos, por la editorial Huesos de Jibia..
Otros libros: Lógica de los accidentes, y Teorema (2010).
Poemas suyos aparecieron en la revista virtual No-retornable. También colaboró con reseñas para las revistas virtuales El interpretador y No-retornable.
Las leyes de la materia
Tiene siete versiones
y no puede descartar ninguna.
Lo difuso la excede
necesitaría una imagen
para explicar qué le pasa.
La cansa estar en pose,
algo imperceptible
la delata siempre;
la posición incómoda
del omóplato, el codo izquierdo
que endurece el brazo
de forma antinatural.
Aspira y exhala
exhala y respira,
pero aparece el ahogo,
la interrupción
del equilibrio.
La molienda
Lo único que quiero
es provocar
un estado de tensión
en el que las cosas se rompan
y no haya ruido.
Funciono como las plantas,
si aspiro demasiado
me ahogo.
En Méjico me contaron
de una mujer
a medida que molía el maíz,
su brazo iba desapareciendo.
Soy como esa mujer
que se muele a sí misma
me escribo
y desaparezco.
Equilibrio ineficiente
Demasiadas veces dije que no
pocas dije sí.
Si lo contara,
nadie me creería.
La ansiedad, la repetición,
la insistencia tóxica.
En ciertos equilibrios
no hay punto de saciedad,
solo circunstancias,
la intersección de dos rectas.
La aparición de la voracidad
marca el deseo.
De: "Lógica de los accidentes"
La vigilia
No puede dormir,
finge que duerme y por las noches
espía a su madre en puntas de pie,
teme que ese pedazo
de mamá se rompa
que huya
de esa nena mala.
A todo volumen la música
no sirve
para esconder
lo que la mamá le dice,
la nena se atraganta en su llanto
llora con hipo
y por las noches
escribe su desamparo en el aire
lo mezcla
con las estrellas del techo.
Los ojos abiertos
no le temen a la oscuridad
sino a algo más negro.
Respira en una bolsa
de plástico
guarda el aire, el aire como un tesoro
si sostiene la bolsa no se asfixia.
La libertad como un huevo en la mano
Romper la cáscara hasta que pinche, dejar que el huevo
hierva en la olla hasta que reviente,
hasta que la clara se escurra.
Otra vez la misma historia, el mismo tono de voz.
El ocio de la política en una familia italiana.
Me cansa tu discurso, tu náusea,
tus moscas, tu nihilismo y tu ceguera.
Se te está muriendo,
se te está muriendo y no lo podés ver.
Si te ponés bajo el agua
¿cuánto aguantás conteniendo la respiración?
¿cuánto aguantás con tu hijo
aspirando en el cuarto de al lado?
Podrás meterte en la laguna, sumergirte en el barro
y así mojar los pies
en la sangre de una familia italiana
que los domingos come pasta.
*
Cuando era chica me gustaba
separar los caramelos por colores
antes de comerlos.
Los caramelos
podían quedar cerrados días enteros
hasta que finalmente los abría,
los saboreaba lento
y los tragaba.
Todavía, en secreto
sigo teniendo el mismo gesto
de mirar y no tocar.
Una ménade en la cocina
Bebe un trago
largo de oporto
se pasa la lengua por los labios
lo saborea.
Sangra y el piso
se vuelve mancha roja
todo se mueve
y ella flota. Danza
una coreografía en la cocina,
su cintura dibuja
con la cadera un ocho
unta almíbar en sus pezones
se excita, se acuesta
sobre los azulejos fríos,
ella toda húmeda
se queda dormida
así, en la cocina.
Pintura negra
Se muerde la lengua, rompe
la botella contra el mármol.
La desesperación
es un acto mecánico.
Se mete adentro
un pedazo de vidrio
cada vez más adentro
hasta que sangra.
El desastre es opaco
gotas amnióticas en el cemento,
sobre las baldosas.
TEOREMA
Lado más lado al cuadrado es igual
al cuadrado
de la hipotenusa
no a la raíz cuadrada.
¿Y cómo
completo el teorema?
Lleno el hueco
con ese cuento que me leían de chica:
un niño
con un papá por un lado
y una mamá por el otro
inventa
la teoría de los lados.
De los lados
elijo ninguno
me quedo siempre
en la línea divisoria.
No es sólo la fuga
de la familia perdida
es alterar
el orden de la geometría lineal
en las cosas.
De Teorema (2010)
Del aire no se tiene memoria pero de la falta sí
No aprendí a respirar
de la manera correcta;
me queda el gesto
de acapararlo todo
en una sola bocanada.
No conocí
la forma del límite.
Todavía me resuena
una frase de mi abuelo
con ese complejo de guerra:
comete todo el plato
la comida no se tira.
El miedo siempre
que en el futuro falte.
No es tu voz
Está cansada
de dejarse decir por otros. Su voz
se disuelve y se transforma
en una mera propagación de sonido.
La están mirando
pero quisiera volverse avestruz y hundir
la cabeza en un hoyo
y que no la asuste su respiración.
Combinación en Santiago
El pasado es una criatura tan extraña
Emily Dickinson
Se me aparecía tu imagen.
En el chico de adelante de la micro
creía ver
tu nuca;
bajando las escaleras del metro
imaginaba
tu cara
atada al cuello de otro. Recé
para que fuera mi imaginación
y no los hechos, el miedo
puede empequeñecer. Todavía
no puedo explicar el pasado.
La imagen deforme se agranda,
me deja otra vez
turbada ante lo mismo.
Variables
Noventa y nueve más dos
es ciento uno, ¿no?
dije mirando por la ventanilla del auto
mientras contaba los carteles de la ruta
al volver de las vacaciones.
Tenía cuatro años y todavía
no sabía escribir mi nombre.
Siempre fui buena para los números,
podía resolver ecuaciones
con variables que ya estaban dadas.
Cuando en el colegio me dijeron
escribí tu primera historia
dije números, dame números.
Mi tía murió y murieron las navidades,
la cena en el patio,
la casa en Flores, algo de la familia.
Ante la primera pérdida
agarré una hoja
y empecé a escribir.
Lógica de los accidentes
Si pudiera entender el orden
que lleva a los accidentes,
la pérdida de lo dado, la distribución
desigual de la angustia,
escribir una palabra como crave,
anhelar, ansiar, necesitar con urgencia,
pero no tiene traducción
no tiene lógica
sólo en el cuerpo.
NURIT KASZTELAN
Primero necesito tiempo. No tener que hacer cosas, un espacio vacío. Nunca es lo mismo lo que despierta la escritura. Suelo ir al Tigre, al agua, mirar mucho ese paisaje me pone en un estado de calma, me provoca escribir. Pero a veces el estímulo de la ciudad también. Un poema se escribe caminando por la calle, y solo a veces pasa al papel.
Cuando escribo teatro por ahí investigo un tema, y leo mucho sobre eso. Pero en poesía aparecen primero poemas sueltos, y recién cuando hay cierta cantidad me doy cuenta de que hay un eje que los agrupa, y que tengo que tirar de ese hilo para seguir escribiendo.
Voy al teatro y a muestras de arte seguido, pero no porque lo necesite para escribir, sino porque me gusta hacerlo. No ando buscando las cosas, las cosas aparecen sin que yo las pida. Sólo a veces, muy pocas veces, una obra o una muestra me da vuelta. Ese momento es mágico. Me pasó con la obra Actriz, de Barbara Molinari. Y me ayudó a ver como posible una idea para una futura obra. O con la muestra Celdas de Louise Bourgeis.
Con la poesía siempre fue distinto, va por otro lado. A veces siento que escribo poesía para imponerle un ritmo pausado a mi vida que no la tiene. Por supuesto esta sensación está intimamente relacionada con el cuerpo. Estaba en Córdoba, en España, y sentí muy fuerte el tema de la raíz, de los orígenes, y me senté en un banco y empecé a escribir sin parar, cosas que venía pensando y escribiendo mentalmente antes, y de repente así como así encontré un nuevo eje para un nuevo libro, que quien sabe cuando termine.
Me interesa esto que dijo Louise Borgeaus en La destrucción del padre. No se si hablan estrictamente de la relación entre cuerpo y escritura, pero si del arte en general:
No dispuse de la seguridad que concede una religión, así que al final esta sería la razón principal que me llevó a convertirme en una artista, la búsqueda de un modo de supervivencia.
No quisiera usar la palabra “terapéutico”, pero lo cierto es que el exorcismo es una aventura terapéutica. …La obra me transformó. Es por eso que los artistas siguen trabajando, no porque mejoren como artistas sino porque cada vez soportan más. Por lo tanto cuando hablo de éxito, no me refiero al éxito material, si no al resultado exitoso del proceso creativo.
Hay una tensión creciente que surge de mi encuentro físico con el material concreto. De esa tensión creciente, que siempre aparece, surge lo que quiero decir. De pronto uno interpreta esa tensión y consigue expresar lo que quiere. De pronto se produce una liberación total, como cuando te despiertas con hambre. Es una señal. Si tienes hambre es que lo lograste.
(de Lógica de los accidentes)
Química de las esporas
Cuando la ausencia
se vuelve orgánica
me convierto en espora
si entro en contacto con algo vivo
cambio de estado:
reacciono químicamente.
No me sirve entender
no me sirve
la palabra consuelo
necesito creer en cosas menores.
Un proceso de olvido
Como si fuera posible.
Las calles caminadas,
los libros, las manos,
lo que quedaba
para decir. Los recuerdos
que no pudimos tener.
No elijo la espera
en la que las cosas se agotan,
elijo el no
como si fuese necesario.
El infinito también cabe en un agujero de vidrio
No quiero hablar por un rato,
quiero sumergirme
en una pecera.
No escuchar voces. Mi casa
transformada en un refugio;
el patio, en un jardín.
Algo se pierde, no todo se transforma
Tenés una pesadilla, él reaparece
y no querés que vuelva. El miedo
se torna un corpiño incómodo.
A ciertas horas de la tarde todo
se hace más artificial,
la luz demasiado pálida y el temblor
se convierten en una secuencia perturbadora.
Te enamoraste, sabías
que podían asfixiarte si te abrazaban
pero el asesino desapareció
y las plantas de tu casa reviven solas.
.
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