martes, 20 de marzo de 2012

JAVIER GIL MARTÍN [6.304]


Javier Gil Martín 

Nacido en Madrid, 1981 y licenciado en Filología Española. Se dedica profesionalmente al subtitulado y pasionalmente a la lectura y a la edición, fundamentalmente de poesía. Ha trabajado en Atelier de Soustitrage, Cinematext  y desde 2013 en Deluxe, donde ha subtitulado para sordos y para versión original (tanto cine como televisión) para clientes como Warner, Tripictures, Discovery Max, Netflix, eOne, Turner, Sony… Por los años que lleva en esto, calcula que por sus ojos han pasado varios cientos de miles de subtítulos, tantos que a veces cuando le hablan piensa en cómo lo transcribiría (supone que esto es algún tipo de trastorno no tipificado aún por la psiquiatría). En 2015 fue finalista en los Premios ATRAE, en la categoría Mejor subtitulado para sordos, por la película Tarzán, que tenía la dificultad añadida de subtitular a monos y hombres-mono. Como editor, ha codirigido para Fundación Inquietudes y Asociación Poética Caudal, con Miguel Fernández y Víktor Gómez, varias colecciones de poesía (“Instrucciones para abrir una caja fuerte”, “Señales de vida”, los pliegos “Manuales de instrucciones”…) y actualmente coordina, junto a Víktor Gómez y Enrique Cabezón, la colección “Once de poesía y ensayo” en Ediciones Amargord. Desde 2006 lleva la sección “Versos para el adiós” de la revista Adiós cultural. Ha publicado un libro, Poemas de la bancarrota (Ediciones del 4 de agosto, Logroño, 2015), y dos versos suyos fueron traducidos a una lengua que, de tan lejana, ya ni recuerda cuál era.

Su trabajo en Mi gran noche le ha valido resultar finalista en la categoría Mejor subtitulado para sordos de obra estrenada en cine, DVD, TV o dispositivo móvil en los IV Premios ATRAE.




De Lento naufragio (Ediciones del escorpión azul, 2009).


en el asfalto gris de las miradas
donde no hay piedad porque no hay descanso


*

En el gran mundo como en una jaula
afino un instrumento peligroso.
Enrique Lihn


Animales palabras

I

La palabra escrita

Perdóname la tristeza
de amarte en las palabras,
animales de la ausencia.


II

La palabra olvidada

Sepultada en el tiempo
una oscura palabra,
animal en letargo dispuesto a despertar.


III

La palabra susurrada

La palabra, animal silente
que roza tu lengua como yo,
con ahogada dulzura.



Poemas de la bancarrota (Ediciones del 4 de agosto, julio de 2015).



El temor (fragmentos)

el temor
de no encontrarme y buscándome
perderme
y no encontrarme

*


la clara suciedad del tránsito,
las huellas de los pies,
el sonido de los pies
haciendo huella

*


malparirse,
haber nacido mal
y no cambiar, no
ser otro

*


escribir
como se escupe al cielo

mancharse los dedos
con la tinta

*


no describir;
desescribir lo visto

*


Llega un momento en que
uno ya duda hasta de
su espinita clavada

*


escribircomo se escupe al cielo
mancharse los dedos con la tinta




(Poemas recogidos en “Por donde pasa la poesía”, Baile del Sol, 2011, Obra Colectiva)

[¿Cuándo le dan de amar?, 
preguntaba la madre…]

¿Cuándo le dan de amar?, preguntaba la madre
que tenía un hijo adolescente
en el frente, un hijo dado
de amor, salido
de un vientre amantísimo.

¿Qué le dan de amar?, preguntaba angustiada
como cuando el hijo salía de colonias
y ella; el champú, el repelente
de mosquitos, la crema solar que,
ya sabes, has de darte con frecuencia,
y sé bueno como tú sabes serlo con tu mamita,
y le cargaba la maleta bien,
muy bien de besos.

¿Cuánto le dan de amar?, insistía ante el sargento
recordando cómo le daba
de amar, cómo le daba,
y después otras mujeres cómo
le dieron bien de amar,
no vaya a ser que se nos quede en los huesos,
y él en el frente
recordaba cómo le daban
ese trocito de pan, ese mendrugo, cómo
le daban de amar todas esas mujeres
y en especial ella,
ella,
su madre.


ÁBREME LA PUERTA LOLA

A la memoria de mi tía Rosa, mujer de otro tiempo

No os metáis más allá de la orilla,
nos decía siempre en los días, raros,
que mi aldea amanecía soleada,
cuidado con las olas, mujer sabia,
conocía las traiciones del mar
y aun mejor nuestra falta de cautela,
no vayáis a la playa, mirad que está nublado,
¿qué dice esta mujer si no ve nada?
me preguntaba yo, y aún me pregunto
dónde estaban esas nubes que siempre
mencionaba, esas nubes que tanto
me dieron que pensar. Yo suponía
que la ceguera estaba en ella para
enturbiar casi todo: el sol radiante
se convertía así en densa niebla,
la densa niebla abría todo al sol.
La ceguera como una puerta al mundo
al revés, yo Rosa y ella Javier;
me hacía reír solamente pensarlo.
Canfurneiros ¹ , mis padres en su boca,
se iban de paseo y nos dejaban
en casa de la tías, casa oscura
llena de cuadras húmedas que siempre
me asustaron, que siempre despertaron
mis miedos más secretos y, a la vez,
toda mi curiosidad.

Ahora recuerdo su voz cazallera
quebrada por los años, cantando un estribillo,
Ábreme la puerta Lola,
que yo asociaba entonces a otro tiempo
de flores más que tiernas, embriagadas,
que vengo herido,
aún sólo de su propia juventud
pero que no podrían entonar,
soy capitán de un barco,
ese mismo estribillo de una forma tan bella.

Y ahora yo te canto, Rosa muerta,
ese mismo estribillo con la edad
que yo te suponía cuando eras
la actriz protagonista, Lola amada
por algún marinero solitario.

Y ahora yo te canto ese estribillo,
con una variación y completándolo,
aun a riesgo sabido de que nadie
podría hacerlo nunca como tú:
“Ábreme la puerta Rosa
que vengo herido,
soy capitán de un barco
que se ha perdido”.

____________
¹ Palabra gallega para designar a la persona juerguista.






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