lunes, 14 de marzo de 2011

3392.- HAYDEN CARRUTH


Hayden Carruth (Woodbury, Connecticut,1921 - Munnsville, NY, 2008) Poeta, ensayista. Fue editor de poesía de las publicaciones: Poesía, Harper’s y The Hudson Review . Coordinó talleres de escritura en la Universidad de Syracuse. Sus Collected Shorter Poems (1992) y Scrambled Eggs and Whiskey (1997) fueron distinguidos con el National Book Critics Circle Award y el National Book Award. En vida publicó treinta libros de poesía, cuatro de ensayos, una novela y dos antologías esenciales de la poesía norteamericana.






Habiéndome solicitado que escriba un poema contra la guerra en Viet Nam

Debo decir, lo he escrito
y de hecho
más de uno y
diré también esto

escribí uno contra
Argelia esa pesadilla
y otro contra

Corea y otro
contra la guerra en la
que estuve

y ya no recuerdo
cuántos contra
las tres

cuando era un niño
Etiopía España y
el condado de Harlan

y la respiración
no le fue devuelta
a una sola

garganta destrozada
de hombre mujer o niño
a ninguna
no

ni a una sola
pero la muerte continuó y continuó
sin mirar a sus lados

excepto de vez en cuando
como un niño
con una media sonrisa furtiva
lo hacía
para asegurarse de que yo me estaba dando cuenta.



El lago asesinado más viejo de Norteamérica

Una noche el agua tendida estaba tan mortalmente quieta
que las luces consteladas de las fábricas, los molinos y las refinerías
en la otra orilla, trazaban alambres resplandecientes
a través de la superficie, una gran y caída y silenciosa
arpa; y la luna, grandísima y naranja,
se estremecía detrás de los muchos pétalos de la temblorosa eflorescencia
alzados sobre los tallos de las chimeneas, blancas flores mortuorias.
Realmente, desde la orilla más cercana, la de la autopista que va a Liverpool,
uno podía ver ese tipo de esplendor que dura para siempre.


6

“Día a día hacélo nuevo”, dijo el tío Ezra, honrando
al antiguo maestro conocido como Tching. Y Ez lo escribió
en chino en el costado de su bañera, que es donde a él
le gustaba realizar sus estudios, estableciendo de esta manera
un precedente para sus seguidores, como K. Rexroth y
el noble Sam de Port Townsend*, mi caritativo amigo.
E indudablemente cada mañana el sol brilló de manera distinta
sobre los cinco de nosotros, y sobre el emperador Wu también.


*Sam Hamill, poeta y traductor.

de Toward the Distant Islands (2006)


[http://alpialdelapalabra.blogspot.com/]


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LA DESPEDIDA DE UN ERMITAÑO

Por Sergio Badilla Castillo

Hayden Carruth, siempre fue un hombre polémico, ya en 1949, con sólo 28 años de edad, siendo aún un poeta y editor desconocido, defendió, a brazo partido, a Ezra Pound, considerado por la sociedad norteamericana, en su conjunto, un repudiado colaborador del pernicioso fascismo. Posteriormente a sus 33 años los médicos le diagnosticaron depresión endógena y le dijeron que su vida nunca más podría ser normal. Esa sería su espada de Damocles, que aún así, le permitió llegar a los 87 años, hasta su muerte ocurrida el lunes 29 de septiembre, recién pasado, cuando se le consideraba uno de los más grandes poetas de Estados Unidos. Carruth, sólo en 1959 publicó su primer libro de poemas, The crow and the heart (El cuervo y el corazón), al que seguiría una secuencia de más de 30 obras.

Hayden Carruth, poeta y académico, considerado por la opinión de los críticos estadounidenses como otro de los gigantes de la poesía norteamericana ha muerto recientemente en los Estados Unidos. Hijo de un editor de periódicos y de una dueña de casa, pasó su infancia, en Waterbury deslucida por los años de la Depresión, aunque con notable energía y denuedo logró estudiar literatura en la universidad Chapel Hill en Carolina del Norte y posteriormente en la Universidad de Chicago.

Carruth, fue considerado por sus colegas y el mundo literario norteamericano, un hombre que abominó de las celebridades y del éxito, más bien perteneció a una ralea de ermitaños que tomó distancia consciente de la frivolidad ruidosa de los círculos literarios. Por determinación prudente entonces, fijó su residencia, durante largos años, junto a su esposa, la poeta, Joe Anne McLaughlin en las zonas rurales de Vermont y de Nueva York , en donde el trabajo manual y el clima inclemente de esos parajes se convirtieron en el ecosistema de su vida cotidiana, y en última instancia, en una parte importante de la expresión aneja y terrena de su voz poética. No obstante los años de aislamiento y de abandono, él continuó tenazmente escribiendo, ganando el reconocimiento tardío del stablishment literario neoyorkino en la soledad que en nuestros días desampara a muchos de los poetas en los años de las especulaciones bursátiles de Wall Street y en plena vigencia del período de apatía trasmoderna del siglo XXI.

Por la magnificencia de su obra, esa que erigió con maestría de artesano se hizo acreedor, después de varias décadas de indiferencia, primero, al Pulitzer, el año 1996, con su volumen: “Scrambled eggs & Whiskey" (Huevos revueltos & Whiskey) y posteriormente, en 1997, al Premio Nacional del libro, en poesía.

Recién en septiembre de 2008, sus viejos compañeros de ruta literaria y sus antiguos estudiantes habían conceptuado la obra de Carruth como el cometido de un virtuoso lingüístico. Este lunes 29 de septiembre, sin embargo su misantropía tocaba a su fin y se apagaba el ingenio de su luz, en las proximidades de la ciudad de Siracusa, en el estado de Nueva York, a los 87 años de edad, lejos de la pirotecnia y de las fanfarrias de los ámbitos de hegemonía y trascendencia.


La vitalidad de su poética

En la poética de Carruth, sobresale, como doctrina creativa, su idolatría por las palabras, a las que consideraba piezas esenciales de la albañilería alegórica. Por eso, sus textos se destacan siempre por la utilización meticulosa de la palabra precisa. Asimismo en los contenidos de sus grafías se aprecia la verdadera pasión que Carruth sintió por las referencias etimológicas, porque, según sus propias expresiones, éstas constituían la argamasa inusitada, con la cual se consolidan los magnos contenidos. Por ello, la crítica norteamericana le ofrendó repetidos elogios a esa forma de estructurar los textos Esa misma forja está presente también en otra de sus temáticas elegidas repetidamente y que se muestra en una cantidad voluminosa de poemas, como es el tema de la locura y la sensatez, que corresponde a una forma dialéctica de exponer sus propias experiencias, padecidas, sobretodo, cuando a comienzos de los años cincuenta fue internado en una clínica siquiátrica debido al estallido de una depresión endógena que lo llevó a intentar suicidarse, acosado por sus fantasmas y miedos, sumado a una delicada dependencia con el alcohol que sufría desde una temprana juventud.

Durante una trayectoria dilatada y reconocida de rastreos figurativos, Carruth, en un lapso de más de seis décadas consiguió escribir una treintena de obras, siendo sus textos poéticos los más considerables, aunque acometió también el género novelístico, el ensayo, cuyas temáticas preponderantes fueron casi siempre el jazz y su entorno social; y asimismo, la crítica literaria, en donde combinó su pasión por las obras grecolatinas, como son los comentarios a los escritos de Safo y Virgilio, con aquellas referidas a autores clásicos y contemporáneos tales como las de William Blake, Oscar Wilde, Jean Paul Sartre o Raymond Carver.

Una de sus facetas, menos conocidas, debido a su carácter eremita es la de haber sido profesor, en la Universidad de Siracusa, donde enseñó Creación Literaria, lo que le permitió sin habérselo propuesto, transformarse en maestro y alter ego de varios poetas que hoy gozan de prestigio en la comunidad literaria de habla inglesa como ocurre con Brooks Haxton y Allen Hoey.

Carruth fue editor también de la prestigiosa revista Poetry Magazine durante veinte años y se desempeñó como asesor literario en las publicaciones Harper's Magazine y The Hudson Review.



Mañana de febrero

El anciano duerme una siesta
demasiado pronto por la mañana.
Su taza de café se enfría.

Afuera la nieve cae presurosa
El no va a salir hoy día.
Otros deben despejar la acera

del auto y de la cochera
Extendidos sobre su regazo
están los poemas de Sr. Frost.

De alguna manera sus ojos se extravían
en las palabras y en la nieve
de alguna manera se deslizan

atrás hacia las palabras,
arriba hacia los copos
hacia la blancura del aire.

La extrema abundancia allí.
¿Debe darse por advertido?
El Sr. Frost ha salido, dicen,

de amargura y de desesperación.
El anciano se mueve y se despereza
al escuchar los pájaros hambrientos

el trepatroncos, el gorrión, y el arrendajo
que vociferan afuera, desnutridos,
y las palabras se remontan desde su pasado

como esta irascible pena
la del arrendajo, del trepatroncos y del gorrión,
resentimiento que no perdura

forma de frase o de canción.
Sube las escaleras para acostarse.
La nieve cae todo el santo día

(traducido por Sergio Badilla)


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