domingo, 15 de agosto de 2010

YEVGUENI YEVTUSHENKO [461]


Yevgueni Yevtushenko

Yevgueni Aleksándrovich Yevtushenko. (Nizhneúdinsk, provincia de Irkutsk, 18 de julio de 1932 - Tulsa, Oklahoma, Estados Unidos; 1 de abril de 2017) fue un poeta ruso, que fue profesor de universidad e incursionado en el cine como actor, guionista y director.

Hijo de Aleksandr Rudólfovich Gangnus, geólogo que también escribía poesía, y Zinaída Yermoláievna Yevtushenko, cantante, el futuro poeta al año siguiente de su nacimiento, en 1933, se ve ya en Moscú, donde la familia se instala en la casa del abuelo paterno. Después del comienzo de la guerra contra la Alemania nazi, en 1941, Yevgueni es evacuado con su abuela a Zimá (Invierno), una estación de ferrocarril en la óblast de Irkutsk, Siberia.

Yevgueni obtuvo el apellido con el que se haría famoso en 1944 cuando su madre, de regreso de la evacuación en Zimá, le cambió el apellido del padre por el suyo de soltera, hecho sobre el que Yevtushenko escribiría más tarde en su poema Mamá y la bomba de neutrones. Fue al hacer ese trámite que conscientemente lo registraron como nacido en 1933 con el fin de evitarse las complicaciones que hubiera significado obtener el salvoconducto necesario para todas las personas a partir de los 12 años de edad.

El 4 de junio de 1949 aparece publicado por primera vez un poema suyo : se trata de Dos deportes y lo publica el periódico Sovietski Sport. Tres años más tarde sale su primer poemario: Los exploradores del porvenir y ese mismo año de 1952 es aceptado en la Unión de Escritores Soviéticos, convirtiéndose en su miembro más joven.

Estudió en el Instituto de Literatura Maksim Gorki de Moscú (1952-1954), del que fue expulsado por apoyar la novela de Vladímir Dudíntsev No solo de pan vive el hombre.

Junto con Andréi Voznesenski, Róbert Rozhdéstvenski y Bela Ajmadúlina, Yevtushenko fue uno de los ídolos de la generación de los sesenta y citas de sus obras se transformaron en frases proverbiales, por ejemplo, "Un poeta en Rusia es más que un poeta".

Como estos poetas, fue especialmente popular durante el deshielo y formó parte de la llamada poesía de los estadios, esa que llenaba arenas deportivas con sus versos. Su poesía fue social, dirigida principalmente a los jóvenes de los años sesenta, que anhelaban cambios profundos en la Unión Soviética. Yevtushenko quería reunir en la poesía rusa el vigor de Vladímir Mayakovski y la ternura de Borís Pasternak.

En 1989 Yevtushenko fue elegido diputado del Soviet Supremo de la URSS. En 1991 llegó a la Universidad de Tulsa, Oklahoma con su familia y ahora vive en los Estados Unidos y Rusia. En los EE. UU. compuso y publicó una obra fundamental en inglés - antología de poesía rusa "Las estrofas del siglo" (más que 1000 páginas, más que 875 poetas) (1993).

Recorrió el planeta en sus innumerables viajes y su relación con el mundo hispano ha sido especial: aprendió español y tradujo al ruso a algunos poetas como el chileno Raúl Zurita. Una noche, a orillas del Amazonas, en Leticia, Colombia, vio un tremendo incendio al otro lado, en la ribera sur del río. Preguntó a sus amigos si no debían todos cruzar el Amazonas para ayudar a apagar el fuego. Le contestaron: "No importa, es del lado peruano." Esto dio motivo a que Yevtushenko escribiera un poema en castellano:

No hay lado colombiano,
No hay lado peruano.
Solamente hay lado humano.

Yevtushenko fue miembro honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras (desde 1987), miembro de Academia Europea de Ciencias y Artes y profesor de las universidades de Pittsburgh y Santo Domingo.

Se casó en cuatro ocasiones: con la poeta Bela Ajmadúlina en 1954, con Galina Sókol-Lukónina en 1961, con la irlandesa Joan Butler en 1978 y con María Nóvikova en 1987. Tiene 5 hijos. Sus obras han sido traducidas a 70 lenguas del mundo.

En 1994 se bautizó con su nombre a un planeta menor —4243 Evtushenko—, descubierto por los astrónomos de Crimea el 6 de mayo de 1978. Ha visitado el Perú, en dos oportunidades: en la época de Juan Velasco Alvarado en los primeros años setenta y este año 2016.

Obras

Libros en español

No he nacido tarde, Horizonte, Madrid, 19634
El dios de las gallinas, Guadalorce, Málaga, 1966.
Autobiografía precoz, Era, México
El oso y el colibrí, coautor con Gonzalo Arango; Bedout, Medellín, 1968
Entre la ciudad sí y la ciudad no, tr.: Jesús López Pacheco y Natalia Ivanova; Alianza, Madrid, 1969
¡Escuchadme ciudadanos! Versos y poemas: 1959-64, tr.: José María Guell; Ediciones 29, Barcelona, 1977
Siberia tierra de bayas", Planeta, Barcelona, 1981.
Adiós, Bandera Roja. Selección de poesía y prosa (1953-1996), Fondo de Cultura Económica, 1997, ISBN 968-16-5420-X, ISBN 978-968-16-5420-7
No mueras antes de morir, tr.: Helena S. Kriúkova y Vicente Cazcarra; Anaya & Mario Muchnik. Barcelona, 1997

Poemas

«Станция Зима» (1953—1956) - Estación de Zimá (La estación Invierno)
"Бабий Яр" (1961) - Babi Yar
«Братская ГЭС» (1965) - Сentral hidroeléctrica de Bratsk
«Пушкинский перевал» (1965) - El puerto de Pushkin
«Коррида» (1967) - Corrida
«Под кожей статуи Свободы», (1968) - Bajo de la piel de la estatua de la Libertad
«Казанский университет», (1970) - La universidád de Kazán
«Снег в Токио», (1974) - Nieve en Tokio
«Ивановские ситцы», (1976) - Los percales de Ivánovo
«Северная надбавка», (1977) - La prima para norteños
«Голубь в Сантьяго», (1978) - La paloma en Santiago (de Chile)
«Непрядва», (1980) - Nepriádva (Batalla de Kulikovo)
«Мама и нейтронная бомба», (1982) - Mamá y la bomba de neutrones
«Дальняя родственница» (1984) - Pariente lejana
«Фуку!» (1985) - Fukú!
«Тринадцать» (1996) - Trece
«В полный рост» (1969—2000) - A plena estatura
«Просека» (1975—2000) - Entresaca

Libros de versos

«Разведчики грядущего» (1952) - Los exploradores del porvenir
«Третий снег» (1955) - La tercera nieve
«Шоссе Энтузиастов» (1956)- La carretera de Entusiastas
«Обещание» (1957) - Promesa
«Взмах руки» (1962) - El braceo
«Нежность» (1962) - Ternura
«Катер связи» (1966) - Lancha de enlace
«Идут белые снеги» (1969) - Cae blanca la nieve
«Интимная лирика» (1973) - Lírica íntima
«Утренний народ» (1978) - La gente de madrugada
«Отцовский слух» (1978) - Oído del padre
"Последняя попытка" (1990) - Prueba última
"Моя эмиграция" (1991) - Mi emigración
"Белорусская кровинка" (1991) - Sangre Bielorrusa
"Нет лет" (1993) - No hay veranos
"Золотая загадка моя" (1994) - Mi adivinanza de oro
"Поздние слёзы" (1995) - Lágrimas tardías
"Моё самое-самое" (1995) - Mi mejor de lo mejor
"Бог бывает всеми нами..." (1996) - Dios suele ser nosotros
"Медленная любовь" (1997) - Amor lento
"Невыливашка" (1997) - Tintero no-se-derrama
"Краденые яблоки" (1999) - Manzanas robadas, Visor Libros, 2011
"Между Лубянкой и Политехническим" (2000) - Entre la Lubianka y el Politécnico
"Я прорвусь в двадцать первый век..." (2001) - Yo me abriré paso al siglo XXI

Novelas

«Ягодные места» (1982) - Tierra de bayas (Siberia)
«Не умирай прежде смерти» (1993) - No mueras antes de morir, tr.: Helena S. Kriúkova y Vicente Cazcarra; Anaya & Mario Muchnik. Barcelona, 1997

Novelas cortas

«Пирл-Харбор» ("Мы стараемся сильнее") (1967) - Pearl Harbour
«Ардабиола» (1981) - Ardabiola, Mondadori, 1989

Libros de ensayos

"Autobiografía" París, 1963
«Талант есть чудо неслучайное» (1980) - El talento es un milagro no casual
«Волчий паспорт» (1998) - Сertificado personal de recusación (memorias)

Música

"Sinfonía Nº 13" (1962) - Sinfonía coral de Dmitri Shostakóvich basada en el poema Babi Yar
"Ejecución de Stenka Razin" (1965) - Cantata de Dmitri Shostakóvich con versos de Yevtushenko
"Nieva" ("Идут белые снеги") (2007) - Ópera rock, música de Gleb May

Filmografía

"Soy Cuba" (1964) - Guionista.
"Jardín de infancia" (1984) - Director y Guionista.
"El entierro de Stalin" ("Pójorony Stálina"), (1990) - Director y Guionista.

Premios y condecoraciones

Orden de la Insignia de Honor, 1969 (URSS)
Orden de la Bandera Roja del Trabajo, 1983 (URSS)
Premio Estatal de la URSS 1984 por Mamá y la bomba de neutrones
Orden de la Amistad de los Pueblos, 1993 (lo rechazó en señal de protesta contra la guerra en Chechenia) (Rusia)
Orden Leyenda Viva, 2003 (Ucrania)
Orden de Honor, 2003 (Georgia)
Premio Tsárskoye Seló 2003 (Rusia)
Premio Fregene de Literatura 1981 (Italia)
Academia SIMBA (Italia) 1984
Premio Titsián Tabidze (Georgia)
Premio Jānis Rainis (Letonia)
Premio Enturia (Italia)
Premio Triada (Italia)
Premio Walt Whitman (EE.UU)
Premio Aquila 2002 (Italia)
Premio Grinzane Cavour 2005 (Italia)
Comendador de la Orden de Bernardo O'Higgins 2009 (Chile)
Premio Estatal de la Federación de Rusia 2009
Premio Poeta 2013 (Rusia)
Premio alla carriera. Festival Virgilio 2016 (Italia)
Es ciudadano honorario de Zimá (Rusia), New Orleans, Atlanta, Oklahoma, Tulsa y Wisconsin








Aún todas sus lágrimas

El sauce no ha llorado aún todas sus lágrimas.
A su sombra, en la orilla me quedé pensativo:
¿cómo hacer feliz a mi amada?
¿Es que acaso no pueda hacer más?

No le bastan los hijos, la abundancia,
lo poco que nos damos al cine, a los amigos.
Me necesita enteramente, sin reservas.
Mas, estoy hecho de sobras. Yo soy diamante en bruto.

Entregué mis hombros a las causas de nuestra época,
a toda su dura carga,
no dejé espacio a la ira de mi amada
y privé su llanto de mis brazos, de mi regazo.

Hoy, la amada ya no recibe flores de su hombre.
Arrugas, sí. Faenas domésticas.
El hombre engaña por placer,
la mujer traiciona por dolor.

¿Cómo puedo hacer feliz a mi amada?
¿Qué puedo ofrendarle esta noche
si la manzana que le da la vida
ya está rancia y agusanada?

¿Por qué a la bienamada se le ofende
tan sin razón como tan a menudo?
Cómo hacerla infeliz, todos sabemos.
De cómo hacerla feliz, no tenemos memoria.

Versión de Heberto Padilla







Babi Yar*

I
No existe monumento en Babi Yar;
sólo la agria ladera. Y tengo miedo.
Hoy me siento un judío en el desierto
que de Egipto escapó. Me crucifican
y mis manos conservan los estigmas.
Me parece ser Dreyfus, condenado,
al que juzgan, escupen, encarcelan;
pero de pie resiste la calumnia
y el grito filisteo. Con la punta
de sus sombrillas en mi rostro vejan
mi indefensión mujeres que se acercan
con vestidos de encaje de Bruselas.

O también soy un niño en Bielostok.
De pronto estalla el pogromo.
La sangre derramada cubre el suelo.
Los que huelen a vodka y a cebolla
salen de la taberna y gritan todos:

"Mata judíos: salvarás a Rusia".
Un tendero se ensaña con mi madre.
Otro hombre me patea. En vano rezo
plegarias que se pierden en la nada.

Me siento dentro
de la piel de Anna Frank que es transparente
como un ramo de abril.
No hacen falta palabras. Siento amor
y sólo necesito que uno a otra
nos miremos de frente.
Separados del cielo y el follaje.

Solamente podemos abrazarnos
en este cuarto a oscuras.
Quiero besarte una vez más, acércate.
Ya vienen. Nada temas: el rumor
es de la primavera que se anuncia
y del témpano roto en el deshielo.

Y en torno a Babi Yar suena la hierba
que ha crecido salvaje desde entonces.
Los árboles nos juzgan. Todo grita
pero el grito está hecho de silencio.
Al descubrirme observo mi cabello.
También ha encanecido. También grito
por los miles de muertos inocentes
masacrados aquí. En cada anciano
y en cada niño al que mataron muero.

Pueblo ruso, mi pueblo: te conozco.
Tú no odias ni razas ni naciones.
Manos viles trataron de infamarte
al usurpar tu nombre y al llamarse
"Unión del Pueblo Ruso".** No perdono.
Que La Internacional llene los aires
cuando el último
antisemita yazga bajo la tierra.
No soy judío. Como si lo fuera,
me odian todos aquéllos.
Por su odio
soy y seré un verdadero ruso.

*Babi Yar o Baby Yar es un barranco en las proximidades de Kiev. En dos días de septiembre de 
1941 más de treinta y cinco mil judíos fueron asesinados allí por las tropas nazis.
En esta versión de 1997, tomada del libro "Adiós bandera roja" (Selección de poesía y prosa de 1953 a 1996) se tomaron en cuenta los cambios introducidos por el propio Yevtushenko de la traducción inglesa de Robert Milner.

**La Unión del Pueblo Ruso fue el grupo antisemita que actuó en Rusia entre el asesinato del zar 
Alejandro II y el comienzo de la primera Guerra Mundial. Sus miembros organizaron pogromos 

-linchamientos de judíos rusos y destrucción y robo de sus propiedades- e, infiltrados en la policía secreta zarista, fabricaron los apócrifos Protocolos de los sabios de Sión.

Versión de Heberto Padilla






Cae la nieve pura
para A.W. Bouis

Cae la nieve pura como
si resbalara por hilos.
Quisiera vivir, vivir
pero sé que no es posible.

Algunas almas se pierden
sin huella en la lejanía,
suben, suben hacia el cielo
como hace la nieve pura.

La nieve pura se disuelve...
yo también desapareceré...
No me preocupa la muerte,
nadie vive eternamente.

No creo en esos milagros.
No soy ni nieve ni estrella,
yo jamás volveré a ser
jamás, jamás, nunca más.

Y pienso yo, pecador:
¿Qué hiciste con tu existencia?
En su torbellino, ¿qué
amaste más que la vida?

Quise con mi sangre a Rusia
como el tuétano de mis huesos,
quise sus ríos creciendo
y debajo de los hielos.

Quise el humo de sus casas,
el aire de sus pinares,
amé a Chejov, Pushkin
y a sus gloriosos ancianos.

Si tuve mis contratiempos,
fue sin lamentarlos mucho.
Qué importa si viví locamente,
por Rusia fue que viví.

Dolorido de esperanzas
(lleno de oculta inquietud),
creo que tal vez un poco
también yo he ayudado a Rusia.

Aunque a mí Rusia me olvide
cuando el tiempo se devane,
el caso es que Rusia viva
para siempre, eternamente.

Cae la nieve pura, cae
como caía en los tiempos
de Pushkin, de Chejov,
como caerá cuando muera...

Cae la nieve, cae la nieve
con cegadora blancura,
borrando todas las huellas,
las que yo dejo y las otras...

Nadie vive eternamente,
pero tengo una esperanza:
si Rusia vive, es decir
que yo también viviré.

Versión de Rafael Alberti y María Teresa León







Ciudadanos, oídme

Para John Updike

Estoy a bordo del barco Friedrich Engels,
pero en mi mente hay tal herejía
de pensamientos que rompen las puertas.
No comprendo, ¿qué oigo?,
llena de confusión y de dolor, la invocación:
"Ciudadanos, oídme".

La cubierta se inclina y se lamenta,
mezcla de concertina y charlestón,
pero en el puente, queda, suplicante,
intenta abrirse paso con violencia
la imponente canción:
"Ciudadanos, oídme".

Sentado en un tonel hay un soldado.
Su pelo cuelga sobre su guitarra
mientras rasguea despacioso.
Y enardecido como su guitarra
de sus labios escapa con tormento:
"Ciudadanos, oídme".

No nos quieren oír los ciudadanos.
Preferirían comer, beber, bailar.
Y no les interesa lo demás.
Sin embargo, dormir es importante.

¿Y por qué ese estribillo interminable?
"Ciudadanos, oídme".

Alguien echa sal a un tomate,
otro tira unas cartas grasientas,
otro golpea el suelo con las botas,
otro despliega ansioso el acordeón;
mas, cuántas veces a cualquiera de ellos
el grito o el susurro, le brotó:
"Ciudadanos oídme".

Y cuántas veces nadie lo escuchó.
Hinchando el pecho y retorciéndose,
no pudieron decir lo que sentían.
Reaccionando con alma indiferente,
oyen a los demás con dificultad:
"Ciudadanos, oídme".

Mira, soldado encaramado en un tonel:
Yo soy igual que tú, mas sin guitarra,
sobre ríos, montes, mares,
soy un vagabundo de manos extendidas,
la voz ya ronca repite sin cesar:
"Ciudadanos, oídme".

Terrible si no quieren escuchar.
Terrible si comienzan a oír.
¿Y si al final la canción no valiera la pena?
¿Y si nada en ella tuviera sentido
salvo el tormentoso y sangrante estribillo:
"Ciudadanos, oídme"?

Versión de Heberto Padilla







Duérmete, amada mía

Gotas salobres
brillan sobre los hierros de la verja.
La puerta del jardín quedó cerrada.
Y el mar,
en torbellinos encrespados
que golpean los muelles,
ha estrechado en su seno el sol salado.
¡Duérmete, amada mía,
no atormentes mi alma!
Van cayendo en su sueño la estepa y las montañas,
y nuestro perro cojo
dormita arrebujado en la maraña
de su pelo y lame su cadena salada.
Y las ramas murmuran
y las olas trepidan
y apagando la antorcha de su vieja experiencia,
el perro se ha dormido atado a su cadena.
Susurrando palabras, apenas cuchicheando,
después con mi silencio, te pido que te duermas.
¡Amada mía, duerme...!
Olvida que reñirnos.
Imagina mejor que paseamos
y la tierra está fresca.
Tendidos sobre el heno aún tenemos sueño.
Parte de nuestro sueño,
el aroma de la agria crema
que llega desde allá, de la bodega.
¿Cómo hacer que imagines todo esto,
cómo lograrlo si en nada crees?
Amada mía, duerme...
Deja tu llanto y con sonrisa leve,
sueña que juntas flores
y tratas de encontrar dónde ponerlas
con tu rostro oculto entre ellas.
¿Algo dices durmiendo? Palabras sin sentido.
¡Es porque estás cansada
de moverte y moverte mientras duermes!
Envuélvete en tus sueños como si fuera un manto
en que buscas abrigo.
Cuando se quiere puede hacerse en sueños
todo aquello que a medias
admite la vigilia.
Una culpa secreta que clama en lo profundo
nos atormenta el sueño.
Hay cansancio en tus ojos y hay en ellos
inmensa multitud de gente extraña.
Cúbrelos con tus párpados
y sentirás alivio.
Duérmete, amada mía.
¿Qué te causa este insomnio? ¿El mar rugiente?
¿El ruego de los árboles al viento?
¿Algún presentimiento?
¿El mal que alguien te ha hecho?
¿Y si ese alguien fuese yo?
Duérmete, amada mía...
Yo nada puedo remediar,
pero sabrás un día
que no he sido culpable de este mal.
Perdóname, ¿me escuchas? ¡Aunque sea en tus sueños!
¡Aunque sea soñando!
Duérmete, amada mía...
No olvides que viajamos encima de esta tierra
que enloquecida vuela
y amenaza saltar convulsionada
de su impasible ruta
y tenemos que abrazarnos para no caer.
Y si hemos de caer, caeremos juntos.
Duérmete, amada mía...
No alimentes la ofensa
que vengan en silencio
los tiernos sueños a poblar tus ojos.
¡Cuesta tanto dormir sobre esta tierra!
A pesar de todo, amada mía, ¿me oyes?
Duérmete al fin, duerme, amada mía...
Y las ramas murmuran
y trepidan las olas
y apagando la antorcha de su vieja experiencia
el perro se ha dormido atado a su cadena.
Cuchicheando palabras, después medias palabras,
después con mi silencio, te pido que te duermas.







El ajedrez de México

El sol amodorrado.
El polvo amodorrado se derrumba por el camino.
El tañido amodorrado del espejismo.
El gemido amodorrado de un buey.
Flotan bamboleándose con modorra
un sombrero y otro sombrero;
el primer peón,
el segundo peón,
el tercer peón.

En castellano el peón es el campesino más pobre.
Y es también
la figura más pequeña del ajedrez.
Sacrificar al peón es una ley de todos los partidos.
El triste ajedrez de América Latina
es una burla amarga para ustedes:
primer peón,
segundo peón,
tercer peón.

Los pedacitos de la tierra campesina
son las casillas de este tablero tan cruel.
Con ustedes, los héroes del machete,
juegan desde los tiempos más lejanos
las manos sucias que no huelen nunca
como huele el mango salado del machete.
Juegan con el primer peón,
con el segundo peón,
con el tercer peón.

¡Qué lástima, señores socios del ajedrecismo político,
que este tablero no sea liso!
¡Sería magnífico nivelar estas incómodas montañas!
¡No dejan jugar!
¡Afuera estas torpes palmas y estas cabañas!
Y la muerte mete en su sombrero,
brillante por fuera, pero negro por dentro,
los mete a ustedes:
el primer peón,
el segundo peón,
el tercer peón.

¡Traición, hermanos peones!
¡Quitaron del tablero a Emiliano Zapata y Pancho Villa!
El peón que cumplió su papel
no es necesario para los señores ajedrecistas.
Nos sacan a todos del tablero
o el puño de hierro,
o -dos dedos, tan tiernos,
quitan al primer peón,
al segundo peón,
al tercer peón.

Cuántos peones cayeron
sin cantar hasta el fin La cucaracha.
Ellos no se convirtieron en reyes.
¡Las patadas son tan duras!
Pero dentro de los muertos
se ocultan los reyes,
asesinados en los peones;
en el primer peón,
en el segundo peón,
en el tercer peón.

¿Cuándo cambiaremos las reglas
de este maldito juego?
¿Cuándo?
La respuesta es como machete en su vaina.
¿Cuándo cambiaremos las reglas?
Contestadme;
el primer peón,
el segundo peón,
el tercer peón...

¡Viva el quinto peón!

Escrito originalmente en español







El último intento

A Masha

El último intento de ser feliz
ciñéndome a todas tus curvas, todas tus sinuosidades,
a la blancura trémula y balbuceante
y a las bayas con el opio del saúco.

El último intento de ser feliz
como si mi fantasma, al filo del abismo,
quisiera saltar huyendo de todas las ofensas,
allá donde hace mucho estaba yo arruinado.

Allí sobre mis huesos rotos
se posa una libélula,
y las hormigas visitan tranquilamente
las cuencas de lo que ayer fueron mis ojos.

Ya me hice alma. Ya no estoy en mi cuerpo.
Escapé a mi prisión de huesos
pero me hastían los fantasmas
y otra vez me llaman los abismos.

Un fantasma enamorado ahuyenta más que un cadáver.
Pero tú no te asustaste sino que comprendiste
y juntos nos hemos arrojado como a un abismo
y el abismo desplegó unas blancas alas
que nos levantó sobre la niebla.

Y estamos tendidos juntos, no en la cama
sino en la niebla que apenas nos sostiene.
Soy un fantasma. Ya no se quiebra mi cuerpo
pero tú estás viva y temo por ti.

Otra vez revolotea el cuervo fúnebre
en espera de carne fresca, como en el campo de batalla.
El último intento de ser feliz.
El último intento de amar.







La espera

Mi amor vendrá
y abrirá de repente sus brazos
para estrecharme en ellos,
comprenderá mis miedos, observará mis cambios.

Desde la negra lluvia, desde la densa oscuridad,
sin siquiera cerrar la puerta del taxi,
subirá la vetusta escalinata,
ardiente de amor y alegría.

Entrará sin llamar,
tomará mi cabeza entre sus manos
y de una silla su abrigo azul de piel
resbalará dichoso.

Versión de Heberto Padilla







La llave del comandante*

NUESTROS caballos caminan
hacia La Higuera.
El abismo, a la derecha;
a la izquierda, el abismo.
Pensar en ti, comandante,
no es una carga ligera.
Dentro de mí hay silencio
muy parecido al sismo.
Por aquí, para los guerrilleros
no hay monumentos.
Sus monumentos son las rocas
con las caras cansadas, humanas.
Las nubes están inmóviles,
como los pensamientos,
como los pensamientos
de las montañas bolivianas.
Yo me siento como la sierra.
Estoy lleno de las quebradas, de las rocas ásperas, duras.
Mis nervios están tensos
como la brida de un ganadero.
El ritmo de este poema
me lo dictan las herraduras
que tropiezan con las piedras
de este mortal sendero.
Comandante, tu nombre caro
querrán venderlo tan barato.
La industria quiere comprar con tu nombre
a sus nuevos clientes.
Comandante,
te juro,
yo he visto en París tu retrato
sobre los pantaloncitos
que se llaman "calientes".
Comandante,
tu rostro imprime en las camisas.
Tú fuiste fuego:
te quieren convertir en humo.
Pero tú caíste abatido por las balas:
por las venenosas sonrisas
no para ser una parte
de la sociedad de consumo-
"¿Dónde está la llave de la escuela?"
Los campesinos no me contestan.
Siento el olor de la muerte.
La pared está blanca,
como la vela
del barco
abandonado a su suerte.
Silencio total.
Solamente el buitre vuela.
La bosta de los caballos
son tus póstumos crisantemos.
"¿Dónde está la llave de la escuela?"
Los campesinos contestan:
"No sabemos, señor, no sabemos..."
¿Dónde está la llave del destino del Che Guevara?
¿Dónde está la llave del futuro?
El miedo de no encontrarla,
el pánico me agarra.
Pero la llave está en nuestras manos,
estoy seguro.
Muchachos, gritar promesas
y no cumplirlas es una mierda.
A los demás engaña
nuestro propio tropezón.
A la izquierda, muchachos,
siempre a la izquierda,
pero no más a la izquierda
de vuestro corazón.

*Poema escrito originalmente en español
De "Adiós bandera roja" 1997







¡La mitad no quiero de nada!

La mitad no quiero de nada!
¡Que sea mío el cielo todo!
¡La tierra toda, mía!
Mares y ríos, el torrente de la montaña,
¡míos! No los comparto.

No me seducirás, vida, con una parte.
¡Será todo o nada! ¡Yo podré con todo!
N o quiero ni la felicidad
ni el dolor a medias.

¡Quiero, sí, la mitad de la almohada
donde, pegado a tu mejilla,
como una pobre estrella fugaz,
fulgure el anillo de tu dedo...

Versión de Rafael Alberti y María Teresa León







La tercera nieve

Por la ventana veíamos
negruzcos limoneros hacia el fondo del patio
y suspirábamos: "¡Han pasado los días
y hoy tampoco ha nevado!"

Pero al atardecer
empezó a caer la nieve,
iba perdiendo altura,
vacilando en el aire
al capricho del viento.

Avergonzada y frágil,
la tomamos en las manos con ternura
y "¿adónde fue?", preguntamos.
Pero ella contestó:
"Habrá una verdadera nevada
para todos.
Me fundiré en el viaje
pero no os preocupéis".

Y a la semana volvió a caer,
hecha un diluvio,
transformada en ventisca cegadora,
girando a toda fuerza.
Con terca intransigencia
quería imponer su triunfo
sobre quienes pensaban:
"¿durará un día o dos?"

Pero no pudo
hacer valer su empeño
y tuvo que ceder.
No se fundía en las manos,
se derritió a nuestros pies.

Seguíamos mirando al horizonte,
con inquietud: " ¿Cuándo vendrá la verdadera,
esa que pese a todo llegará?"
Y una mañana, aún soñolientos,
cuando abrimos la puerta,
la pisamos de pronto, sorprendidos:
yacía ante nosotros, honda y pura,
con toda su suave sencillez.

Tímida y esponjosa,
extendía por tierras y tejados
su asombrosa blancura,
simplemente magnífica y hermosa.
Nieve cayendo en el estruendo del día,
entre ruido de coches y resoplar de caballos;.
nieve que no se derretía a nuestros pies
sino que se iba haciendo más compacta.

La fresca y centelleante
cegadora de toda ciudad,
la nieve verdadera,
la que siempre estuvimos esperando.

Versión de Heberto Padilla







Traducciones de Javier Campos


El soliloquio de zorro azul

Soy un zorro azul que vive en una granja  gris.
Condenado a la muerte por mi color,
detrás  de estas rejas de alambres a prueba de mordiscos
no me siento nada de contento  con mi color azul.

Oh Dios, ¡yo quiero cambiarme de piel! Quemarme
como un demente hasta descuerarme a mí mismo,
pero mi exuberante  y tieso pelo azul se filtra por mi piel.

¡Cómo aúllo! ,  ¡desesperadamente lanzo alaridos! 
igual que las peludas trompetas del Juicio Final
implorando a las estrellas deseando ser libre para siempre
o al menos sacarme esta piel de una vez por todas.

Alguien que paseaba por aquí oyó mi aullido
y lo metió en un máquina grabadora. ¡Qué estúpido!
¡Él no sabe ni siquiera aullar pero seguro
comenzaría a aprender si lo agarran y lo encierran aquí!

Me caí al suelo, moribundo.
Y quien sabe por qué no me morí.
Me vino una depresión como si tuviera mi propio Dachau  (*)
pero ya lo tenía muy claro:  jamás escaparía.

Una vez, después de comerme un pescado podrido,
me di cuenta que la jaula estaba entreabierta
y me lancé hacia el abismo 
con la imprudencia de un ingenuo cachorro.
Una cascada de perlas lunares pasaron por mis ojos.
¡La luna era un círculo! Y ahí me di cuenta
que el cielo no estaba dividido en segmentos cuadrados
como yo me lo imaginada viviendo dentro de una jaula.

Pedazos de hielo flotantes de Alaska había por todas partes
de los que logré esquivar  aún  estando enfermo
pero sabiéndome libre algo cambió dentro de mis pulmones
por todas las estrellas que me había tragado.

Hice travesuras, ladré cosas hacia los árboles
que no tenían ningún sentido. Fui yo mismo.
Y hasta la misma brillante nieve tenía miedo
de que yo tuviera un color tan azulado.

Mi madre y mi padre no se amaban
pero se casaron de todas maneras.
Cómo me gustaría encontrar una hembra
con la que pudiera rodar y volar por la nieve.

Ahora me siento cansado. Hay demasiada  nieve por todas partes.
No puedo levantar mis pesadas patas.
No he conseguido amigos ni tampoco hembras.
Un niño cautivo es muy débil para ser libre.

El que nació en una jaula  sentirá nostalgia por su jaula.
Horrorizado me di cuenta de cuánto  la amaba
y el espacio donde me escondían detrás de una reja,
ese lugar que era una industria de pieles,  mi tierra natal.

Entonces regresé exhausto y golpeado.
Un poco después la jaula fue sellada
y mi sentimiento de culpa se transformó en rencor
pero el amor me protegió mágicamente contra el odio.

Es cierto, las cosas han cambiado en la granja de pieles.
Acostumbraban  a  asfixiarnos  en sacos.
Ahora nos matan de una manera más moderna,
nos electrocutan. Todo es maravillosamente ordenado aquí. (**)

Contemplo a la cuidadora que es una muchacha esquimal.
Su mano se posa amigablemente sobre mí.
Sus dedos rascan la parte detrás de mi cuello.
Pero una tristeza parecida a la de Judas hay en sus ojos angélicos.

Ella me cuida de mis enfermedades
y por nada me dejará morir de hambre,
pero yo sé que cuando llegue la hora, implacablemente
ella me traicionará cumpliendo su trabajo. 

Con un poco de humedad en sus ojos
ella sacará el collar de mi cuello cantando bajito:
“¡Hay que ser humano con los empleados! En la Oficina
de Ejecuciones del Instituto de la Granja de Pieles. 

Me encantaría ser ingenuo como mi padre
pero nací en cautiverio: yo no soy él.

El que me da de comer, me traicionará 
El que me cuida como animal doméstico, me matará.

(1967)

*N del T. Dachau fue el primer campo de concentración nazi para prisioneros políticos abierto en marzo de 1933. Estaba situado en el pueblo de Dachau a 16 kilómetros de Múnich. Fue uno de los mayores símbolos de inhumanidad.  Dachau y muerte eran sinónimos. 
**N del T. La estrofa número catorce, localizando la escena específicamente en Alaska, fue censurada y sacada después de la primera publicación de este poema de Yevtushenko en la entonces Unión Soviética.





En el país llamado Más o Menos  (1)


Vivo en el país llamado Más o Menos,
donde,
muy extrañamente,
no hay ningún partido oficial llamado “Masomenosista”…
donde ellos
leen a nuestros escritores clásicos… más o menos.
                        
Donde a veces,
hasta los distinguidos ciudadanos
se enamoran (más  o menos),
pero a veces,
después de algunos meses
ya no hay  besos, 
los unen  sólo los pesos.
Entonces  no son ajenos,
           más o menos.

“¿Es verdad, señor, que todos  beben en su  país Más o Menos??”
Hay algunas personas que no beben  nada…
 Más  o menos…”
“Difícil de creer, señor,”
Ni siquiera algo así como…
una gota. Más o menos.”

“¿Qué tipo de gente es aquella, la de su amado pueblo 
del país llamado Más o Menos?”
Son más o menos agradables…
Más o menos honestos…
Unas veces menos, otras veces más…                

“¿Está Usted, señor, orgulloso de su gran país, 
llamado Más o Menos?”
Hmmm…
Más o menos...
Por lo general, somos generosos más o menos..                                                                           
suficientemente amistosos… menos o más...

Por supuesto, todos estamos por la paz…
un tanto más, un tanto menos..
Por supuesto, tenemos algunas pequeñitas,
pero más o menos                                             
desagradables guerras.

En cada esquina,
en cada cocina de cada casa
cuando las esposas y los esposos están algo 
así como peleando discretamente,
tenemos nuestra propia Chechenia doméstica,
y un Irak privado,
ondeando un trapo húmedo de cocina
como una bandera nacional,
cuando  las  sandalias  y las planchas 
a veces vuelan por encima de las cabezas
como ovnis…
sin embargo, apreciamos nuestros valores de familia..
Más o menos…

En nuestras cortes de justicia  tenemos  
más o menos  incorruptibles jueces,
en nuestros centros de investigación  
hay pensadores, más o menos insobornables.

Una  más o menos  bella mujer me susurró:
“Estoy más o menos enamorada de Ud.
Más o menos para siempre…”
                               
Me gustaría pararme frente a Dios,
así como soy,
no algo así como más o menos.

No estar  más o menos feliz
En esta más o menos vida…                                     
En esta más o menos  libertad.

(2004)

1. En los últimos años, el idioma ruso fue invadido por una muy pegajosa y ambivalente expresión: “kak bi”,que en español se parece  al  expresión “Más o menos”.  Esta expresión  a mucha gente le sirve  para más o menos esconder su más o menos conciencia. 





La ejecución de Stenka Razin

En Moscú, en la blanca y amurallada ciudad,
un ladrón calle abajo arranca con un pan de centeno.
No tiene miedo de ser linchado.
No hay tiempo para panes…
                                  ¡Es que ya traen a Stenka Razin! 
El Zar está bebiendo vino dulce de malvazia,
ante un espejo suizo
                                 se aprieta una espinilla en la cara,
y se pone el anillo real de esmeraldas
y en  la plaza…
                                ¡Ya traen a Stenka Razin!
Como un pequeño barril
                                       que sigue a un barril más grande
un bebé corre hacia su madre
mascando un dulce con sus dientes de leche.
¡Hoy día es feriado!
                                  ¡Es que ya traen a Stenka Razin!
Un comerciante entra a empujones
                                             echando flatulencias con olor a arvejas.
Dos bufones irrumpen apurados galopando como caballos.
Borrachos pícaros llegan tambaleándose 
                                   ¡Ya traen a Stenka Razin!
Unos viejos, cubiertos de costras por todo el cuerpo,
                                                        casi muertos,
llevando gruesos cordeles amarrados a sus cuellos
murmuran algo,
                           y caminan casi arrastrándose…
                                     ¡Ya traen a Stenka Razin!
Y también muchachas bien despabiladas 
saltando un poco ebrias de sus camas
embadurnadas con  pedazos de pepinillos en sus caras
entran trotando
                        con una picazón en sus muslos
¡Ya traen a Stenka Razin!
 Y con gritos de las esposas de la Guardia Real
escupiendo para todos los lados
en una destartalada carreta
él
   como si estuviera arriba de un barco
               aparece en camisa blanca.
Viene en silencio,
                            cubierto con los escupitajos de la muchedumbre,
que él no se limpia ni le preocupa,
sólo sonríe con sarcasmo
y se ríe de sí mismo:
“ ¡Stenka, Stenka,
                       tú eres como una rama
que ha perdido todas sus hojas!
¡Y querías entrar a Moscú!
Y pues ahora tú estás entrando a Moscú …
Pues muy bien entonces,
                         ¡escúpanlo
                             ¡escúpanlo!
                                ¡escúpanlo!
Es una farándula  gratis después de todo.
Buenas gente,
                       ustedes siempre escupen
a esos 
                quienes les desean el bien.
El escribano del Zar me golpea deliberadamente entre sus dientes,
repitiendo,
                  implacablemente:
“Decidiste lanzarte contra el pueblo, ¿no es así?
¡Tú sabrás ahora contra quienes lo hiciste!” 
Me contuve pero sin bajar mis ojos.
Escupí mi respuesta con mi propia sangre:

“¡Contra los dueños de la tierra,
                                               es cierto!
¡Contra el pueblo,
                              nunca!
No reniego de mí mismo,
¡He elegido mi propio destino!
Ante ustedes,
                    el pueblo, me arrepiento
pero no por lo que el escribano del Zar desea.
Es  mi cabeza la culpable.
Ya lo veo,
               y me he sentenciado  a mí mismo.
Estuve siempre a medio camino
                           contra las cosas
cuando realmente debí haber llegado hasta el final.
He pecado en esto,
                           porque en un mundo guiado por el demonio
yo fui un gran estúpido.
Soy un pecador
                        porque siendo un enemigo de la esclavitud
fui realmente un esclavo de mí mismo,
He sido un pecador
                           al querer levantarme en rebelión 
para tener un mejor Zar.
¡No hay Zares nobles!
                              ¡fuiste un loco
Stenka!
              ¡tú ahora  morirás  por nada! ” 
Pero sobre los hocicos,
                             las caras de cerdos de la gente
                                   las sucias cajas
de los recolectores de impuestos
                       y los cambiadores de dinero,
como una luz a través de la neblina,
Stenka
           vio
                 los rostros.
Vale la pena verlos sin una lágrima en sus ojos,
estar sobre el patíbulo al lado de la horca,
porque más pronto que tarde
los rostros
crecerán amenazantes
 en la propia cara de los rostros anónimos…
Y tranquilamente
              (por cierto que él no había vivido en vano)
Stenka dejó caer su cabeza doblada
y su mejilla cayó hacia el hueco cortado de su cuello
y desde la parte de atrás de su cabeza ordenaron:
                                           “cortar, el hacha…” 
La cabeza comenzó a rodar,
                                           ardiendo en su propia sangre,
y con una voz ronca la cabeza habló:
                                          “no muero en vano…”
Desde el ensangrentado lugar de ejecución,
allí,
      donde estaban los pobres,
la cabeza lanzó una mirada
                      como hacia unas anónimas cartas…
Espantado,
                  el pobre sacerdote que temblaba corrió sobre la cabeza
deseando cerrar los ojos de Stenka.
Furiosos,
                    parecidos a la reacción de una bestia salvaje
sus ayudantes la apartaban de su manos.
La cabeza del Zar
                               temblaba al ver esos ojos diabólicos,
el capitán de Vladimir Monomakh comenzó a estremecerse
y cruelmente, 
                     regocijándose de su triunfo,
la cabeza de Stenka
                          explotó en carcajadas
                                                        sobre la cabeza del Zar!


(1964)

N del T: Stenka Razin (1630-1671) fue un líder cosaco que organizó una rebelión en el sur de Rusia contra la nobleza y la burocracia del Zar Aleksey Mikhailovich. Fue apresado y ahorcado en la Plaza Roja de Moscú en 1671. El compositor ruso Dmitri Shostakovich compuso un poema sinfónico basado en este poema de Yevtushenko y con el mismo título: “La ejecución de Stenka Razin”
  




La hamaca con sabor a sal 
    
                 
                           Para Ye. Rein

Como el  tiempo es la inteligente arena,
el tabaco cruje en la bolsita…
Y como la madera podrida de un viejo barco ballenero,
así también  ocurre con la gente y con las redes para pescar.

Y feliz como un hombre viejo
esas transparentes vallas
hechas de viejas redes
escuchan las ruidosas voces de los niños.

Ellas han hecho muchas veces su trabajo
y aunque están fuera de práctica todavía pescan
algo de basura, lluvias y fósforos gastados.

Ahora una estrella quedó atrapada en ellas
ahora el balbuceo de un amor juvenil 
ahora unas malas palabras de alguien
ahora un fugaz  suspiro.

Ellas agarran de todo, la ráfaga del viento
una frase o la canción que alguien canta
y,  pescando un botón de ropa,
lo sueltan levemente  pero sin mucho apuro.
Y un viejo pescador
(esos seres robustos que esquivan la muerte)
comienza  él mismo a hacerse una hamaca
de viejas redes de pescar que hace mucho tiempo usó.

Y escondiendo un dolor dentro de si
iba reconociendo en los aislados pedazos 
de la grisácea red y sus nudos
un sabor salado que se impregnaba en sus dientes.

Se mece  la hamaca con sabor a sal
en el suave susurro de los pinos.
Cada pescador que se jubila
en algún momento viene a ser algo atrapado.

Cuando somos viejos vivimos en una calle estrecha
desde la cual miramos hacia nuestro pasado
y nos retorcemos
en nuestras olvidadas redes.

Tú eras un conversador, un derrochador de dinero.
Pero ahora no hay tiempo para peleas. Tu cuerpo tiene costras.
Se mece la hamaca con sabor a sal
creando una ilusión de las aguas del mar.

Pero el mar no llegará a tus orillas
y el cielo permanece traicioneramente despejado.
Mecerse porque uno lo desea es muy diferente,
eso requiere algo mucho más que ser sabio.

Y él quiere vientos huracanados y tormentas
¡al diablo con toda esta comodidad!
Pero si su juventud volviera de nuevo.
Sin embargo él ha renunciado a toda su sabiduría.

Pero es falso que tú no seas feliz.
Quien no ha conocido las tormentas no ha sido afortunado.
Y tú eres tan distinta
a cualquier otra hamaca que cuelga en una casa de campo.

Tú has conocido cada  golpe de las tormentas
te arrastraron los huracanes más fuertes .
Deja que las hamacas de agua dulce envidien
esta hamaca con sabor a sal.

Hay un sabor especial cuando se mece esta hamaca
aún cuando traiga mala suerte.
Mécete, hamaca con sabor a sal
mécete,
             mécete
                         mécete…

(1971)




Lamento por un hermano       
           
                    
                             Para V. Shchukin

Igual que un descolorado molde plateado
un ganso está en un bote
con sangre cayendo aún de su  tibia nariz
y su cuello meciéndose en el borde de un balde. 
Había dos de ellos volando sobre el río Vilyuy.
Uno cayó mientras volaba 
                                    y el otro 
a ras del agua, muy bajo, arriesgando su cuello
cerca del bote, 
                            se lamentaba después en el bosque:

“Hermano querido, vinimos a este mundo gritando
a través de nuestras cáscaras quebradas 
pero cada mañana nuestra Madre y nuestro Padre 
te alimentaban primero a ti 
cuando tenía que ser yo antes que tú.
Mi querido hermano, 
                               tú tenías un color azulado
y desafiabas  al cielo con arrogancia.
Yo en cambio era muy oscuro, 
                y las hembras te deseaban más a ti que a mí 
cuando tenía que ser yo el más deseado.

Querido hermano, sin tener miedo del regreso, 
tú y yo volamos muy lejos sobre los mares 
pero gansos malvados de otras tierras te rodearon 
primero a ti  
                 cuando tenía que ser yo antes que tú.

Hermano mío, 
                       ambos fuimos golpeados y obligados 
a agachar el cuello. 
Juntos fuimos arrasados con violencia por las tormentas de lluvia, 
pero por alguna razón el agua se escurría rápidamente
                   de tu espalda de ganso 
                   cuando eso tenía primero que pasarme a mi.

Hermano,
                      la gente nos comerá  de todas maneras a los dos 
al lado del fuego.

Hermano querido,  
                   toda nuestra vida fue una lucha por ser el primero 
y no apreciar nuestra hermandad, nuestras alas y nuestras almas. 
¿Era nuestra dependencia algo imposible 
                               eso de o tú o yo?

Querido hermano, 
                          te pido al menos un cartucho de fusil 
para así terminar con mi envidia 
pero al recibir yo mi castigo, la gente te matará primero a ti, 
                   cuando yo realmente tenía que morir antes que tú.”


(1974)






Versión de Rafael Alberti y María Teresa León

EL AJEDREZ DE MÉXICO

El sol amodorrado.
El polvo amodorrado se derrumba por el camino.
El tañido amodorrado del espejismo.
El gemido amodorrado de un buey.
Flotan bamboleándose con modorra
un sombrero y otro sombrero;
el primer peón,
el segundo peón,
el tercer peón.

En castellano el peón es el campesino más pobre.
Y es también
la figura más pequeña del ajedrez.
Sacrificar al peón es una ley de todos los partidos.
El triste ajedrez de América Latina
es una burla amarga para ustedes:
primer peón,
segundo peón,
tercer peón.

Los pedacitos de la tierra campesina
son las casillas de este tablero tan cruel.
Con ustedes, los héroes del machete,
juegan desde los tiempos más lejanos
las manos sucias que no huelen nunca
como huele el mango salado del machete.
Juegan con el primer peón,
con el segundo peón,
con el tercer peón.

¡Qué lástima, señores socios del ajedrecismo político,
que este tablero no sea liso!
¡Sería magnífico nivelar estas incómodas montañas!
¡No dejan jugar!
¡Afuera estas torpes palmas y estas cabañas!
Y la muerte mete en su sombrero,
brillante por fuera, pero negro por dentro,
los mete a ustedes:
el primer peón,
el segundo peón,
el tercer peón.

¡Traición, hermanos peones!
¡Quitaron del tablero a Emiliano Zapata y Pancho Villa!
El peón que cumplió su papel
no es necesario para los señores ajedrecistas.
Nos sacan a todos del tablero
o el puño de hierro,
o -dos dedos, tan tiernos,
quitan al primer peón,
al segundo peón,
al tercer peón.

Cuántos peones cayeron
sin cantar hasta el fin La cucaracha.
Ellos no se convirtieron en reyes.
¡Las patadas son tan duras!
Pero dentro de los muertos
se ocultan los reyes,
asesinados en los peones;
en el primer peón,
en el segundo peón,
en el tercer peón.

¿Cuándo cambiaremos las reglas
de este maldito juego?
¿Cuándo?
La respuesta es como machete en su vaina.
¿Cuándo cambiaremos las reglas?
Contestadme;
el primer peón,
el segundo peón,
el tercer peón…

¡Viva el quinto peón!

Escrito originalmente en español







-

No hay comentarios:

Publicar un comentario