lunes, 4 de febrero de 2013

MIGUEL ÁNGEL ORTIZ REYES [9.157]



Miguel Ángel Ortiz Reyes

Nació en Durango, México en 1984. 

Ha ganado importantes reconocimientos, como el Premio Nacional de Poesía Joven “Elías Nandino” (2005) y el Premio Nacional de Poesía “Amado Nervo” (2008), entre otros.

Es coautor de El vicio de vivir. Ensayos sobre la literatura de José Revueltas (Fondo Editorial Tierra Adentro 2014). Ha publicado, también, El cuaderno de las resignaciones (Premio Elías Nandino 2005), Milagros para una tarde de lluvia (Premio Carmen Alardín 2007) y Funerales que jamás las brujas (Premio Amado Nervo 2008).


El cuaderno de las resignaciones 

(fragmento)


tal vez otro día me hubiera puesto a dormir
pero cada quien sabe cómo se olvida un suplicio

cada uno sabe como sobrellevar 
la máscara que cae al suelo y se destroza

me ha dolido el cuerpo de pronto
como si toda la vejez del mundo se me juntara

no quise ver el cielo y sus funerales
no escuchar músicos con sus demonios dentro

me quedé esperando nada más
a ver si el tiempo se hundía por sí solo

lúgubre luz de las resignaciones
rendija de la pérdida y la salvación

no me dormí ni apague la lámpara
porque el mundo debe vivirse con todas sus piedras y abismos

hay un principio en el calabozo de la noche
pero lo hay también al quedarse quieto

los ojos están aquí y en todas partes     igual al péndulo
- ese agujero que se traga a la vida - 

unos y otros
como los hombres

como las historias que cuentan al hombre
y que los hombres cuentan a sus descendientes

no me dormí ni apagué la lámpara
para decir que había vivido



Funerales que jamás las brujas

(Fragmento)

María es una lámpara
va y viene entre la arena
habitaciones y pedruscos
¿qué saben los hombres y mujeres que pasan
de la visita del ángel anoche madre?
adentro de los quinqués hay una flama
que alumbra la cocina las calles el camino
de los alacranes
una noche de invierno
Cristo encendió una luciérnaga
en el vientre de María


Cuatro notas de costura

Mano

1) Tomar una luciérnaga
2) Colocarla sobre la línea de la vida
3) Observar cómo se ilumina el destino, la llanura.



Tabla

Ese nublarse el cielo, y la salida otra vez del sol, pero ahora menos fuerte, menos quemante. Tibio, un sol más recordado que actual.

La luz se oculta y vuelve a salir; calienta nuestros nervios, como cuando una carne se descongela en la cocina.



Piedras

Bajar a la fondita por un café,
por un cigarro, pez
en cada auto que pasa.

Qué frío, dice alguien,
y ves caer sus palabras
hasta el fondo del barranco:

pasto, ballenas, tambor,
ventana de agua del cielo
justo al momento de abrirse.



Vaho

En la sierra, los caballos rompen el hielo que cubre los estanques. Golpean y golpean, meten su hocico y toman el agua enjaulada por el témpano.

Luego, el vapor sale de sus ollares y se vuelve otra vez nubes.

Yo soy un caballo que golpea contra el hielo de los meses, y busca tomar el agua para regalártela, para que el cielo completo te acompañe.






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