Miguel Ángel Ortiz Reyes
Nació en Durango, México en 1984.
Ha ganado importantes reconocimientos, como el Premio Nacional de Poesía Joven “Elías Nandino” (2005) y el Premio Nacional de Poesía “Amado Nervo” (2008), entre otros.
Es coautor de El vicio de vivir. Ensayos sobre la literatura de José Revueltas (Fondo Editorial Tierra Adentro 2014). Ha publicado, también, El cuaderno de las resignaciones (Premio Elías Nandino 2005), Milagros para una tarde de lluvia (Premio Carmen Alardín 2007) y Funerales que jamás las brujas (Premio Amado Nervo 2008).
El cuaderno de las resignaciones
(fragmento)
tal vez otro día me hubiera puesto a dormir
pero cada quien sabe cómo se olvida un suplicio
cada uno sabe como sobrellevar
la máscara que cae al suelo y se destroza
me ha dolido el cuerpo de pronto
como si toda la vejez del mundo se me juntara
no quise ver el cielo y sus funerales
no escuchar músicos con sus demonios dentro
me quedé esperando nada más
a ver si el tiempo se hundía por sí solo
lúgubre luz de las resignaciones
rendija de la pérdida y la salvación
no me dormí ni apague la lámpara
porque el mundo debe vivirse con todas sus piedras y abismos
hay un principio en el calabozo de la noche
pero lo hay también al quedarse quieto
los ojos están aquí y en todas partes igual al péndulo
- ese agujero que se traga a la vida -
unos y otros
como los hombres
como las historias que cuentan al hombre
y que los hombres cuentan a sus descendientes
no me dormí ni apagué la lámpara
para decir que había vivido
Funerales que jamás las brujas
(Fragmento)
María es una lámpara
va y viene entre la arena
habitaciones y pedruscos
¿qué saben los hombres y mujeres que pasan
de la visita del ángel anoche madre?
adentro de los quinqués hay una flama
que alumbra la cocina las calles el camino
de los alacranes
una noche de invierno
Cristo encendió una luciérnaga
en el vientre de María
Cuatro notas de costura
Mano
1) Tomar una luciérnaga
2) Colocarla sobre la línea de la vida
3) Observar cómo se ilumina el destino, la llanura.
Tabla
Ese nublarse el cielo, y la salida otra vez del sol, pero ahora menos fuerte, menos quemante. Tibio, un sol más recordado que actual.
La luz se oculta y vuelve a salir; calienta nuestros nervios, como cuando una carne se descongela en la cocina.
Piedras
Bajar a la fondita por un café,
por un cigarro, pez
en cada auto que pasa.
Qué frío, dice alguien,
y ves caer sus palabras
hasta el fondo del barranco:
pasto, ballenas, tambor,
ventana de agua del cielo
justo al momento de abrirse.
Vaho
En la sierra, los caballos rompen el hielo que cubre los estanques. Golpean y golpean, meten su hocico y toman el agua enjaulada por el témpano.
Luego, el vapor sale de sus ollares y se vuelve otra vez nubes.
Yo soy un caballo que golpea contra el hielo de los meses, y busca tomar el agua para regalártela, para que el cielo completo te acompañe.
Mano
1) Tomar una luciérnaga
2) Colocarla sobre la línea de la vida
3) Observar cómo se ilumina el destino, la llanura.
Tabla
Ese nublarse el cielo, y la salida otra vez del sol, pero ahora menos fuerte, menos quemante. Tibio, un sol más recordado que actual.
La luz se oculta y vuelve a salir; calienta nuestros nervios, como cuando una carne se descongela en la cocina.
Piedras
Bajar a la fondita por un café,
por un cigarro, pez
en cada auto que pasa.
Qué frío, dice alguien,
y ves caer sus palabras
hasta el fondo del barranco:
pasto, ballenas, tambor,
ventana de agua del cielo
justo al momento de abrirse.
Vaho
En la sierra, los caballos rompen el hielo que cubre los estanques. Golpean y golpean, meten su hocico y toman el agua enjaulada por el témpano.
Luego, el vapor sale de sus ollares y se vuelve otra vez nubes.
Yo soy un caballo que golpea contra el hielo de los meses, y busca tomar el agua para regalártela, para que el cielo completo te acompañe.
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