sábado, 19 de marzo de 2011

3523.- CHRISTIAN BOBIN



CHRISTIAN BOBIN
(Le Creusot, Francia, 1951)
No se sabe muy bien quién es Christian Bobin. Apenas concede entrevistas. De padres obreros, nace en Borgoña, en Francia. Estudia y ejerce distintos oficios en bibliotecas, librerías y museos, para estar cerca de aquello que más ama: los libros. Pasó del anonimato de sus primeras creaciones breves al reconocimiento en toda Francia con una biografía novelada de Francisco de Asís titulada Le Très-Bas. Autor de una veintena de libros, que forma un mosaico a medida que se publican, va armando su concepción de la literatura respecto de un universo cercano que muchos no somos capaces de ver y menos describir o interpretar. Entre otros, cabría destacar La part manquante, Autoportrait au radiateur, Tout le monde est occupé o La folle allure. En donde este borgoñés solitario se desviste en realidad es en sus textos, en los que con sobriedad demuestra su penetrante y parsimoniosa visión del mundo. Sus libros no están escritos para aquellos que gustan de lo fácil en el sentido de lo veloz. Antes al contrario, compartir sus placeres y sus sufrimientos requiere dedicación. Con un pensamiento ensimismado (infancia, amor, silencio, música), su personalidad es tan hermética como su gusto por lo profundo. Y su prosa, robada con esfuerzo al relieve del espacio y al fluir del tiempo, es rezo, confesión y acaricia poesía y aforismo filosófico. Gracias a ella, la noción de existencia (y su compañera la soledad) es exprimida y expresada con sorprendente sencillez. Los textos que siguen, extraídos de su opúsculo Lettres d’Or son ejemplo de sutiles pinceladas de enorme hondura y belleza que bastaría disponer en verso para obtener una poesía de gran altura.




Traducción y nota: Manuel Ángel Gómez Angulo



Nada he hecho de mi vida. La he perdido en lo posible. La he olvidado sobre el lienzo de las estaciones, como se olvida un libro sobre un banco, un nombre en el corazón.




Días sin escritura. En el sopor, en esa especie de oleaje que protege de pensamientos —falsos— y de movimientos —inútiles—, se encuentran fuerzas. Abro libros, hojeo rostros.



"Lettres d'Or" de Christian Bobin




Es amor una palabra oscura. Vibra en nuestros corazones como el nombre de un país lejano en el que, desde la infancia, hemos oído ensalzar cielos y mármoles. Expresa aquello que libera, aquello que hace sufrir, ovillada sobre sí misma, reluciente y hueca, como las conchas que nos llevamos al oído para advertir en ellas lo infinito.






Vemos nuestra vida a lo lejos como una casa desierta con postigos rojos, cerrados desde hace siglos.


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«Hay instantes en los que amo a cada uno de aquellos que forman parte de mi vida... Me viene entonces la necesidad de coger el teléfono, llamar a uno y otros, sin excepción, y decirles: "Te amo por completo, en todo lo que en ti no se parece a mi, te amo tal como tu vas, vivo, viviente". Y si no lo hago, es únicamente por miedo a terminar en el hospital psiquiátrico totalmente loco y totalmente radiante»


«Ser negligente hacia otro, es estar ante él como ante un libro que no abriéramos, dejándolo oscuro, privado de sentido»


«La maravilla es existir. No hay otra»


«Finalmente no me gusta la cordura.. Ella imita demasiado a la muerte. Prefiero la locura, pero no aquella que uno padece, sino aquella con la cual uno danza»



«Mi alma va saltando por el humo que se eleva de un jardín, atraviesa las rosas somnolientas de la cocina, baila sobre la cubierta de los libros que me rodean, ignora totalmente las páginas de este cuaderno y yo, yo espero un poco bobo, un poco vacío, palomar vacío de sus palomas. Esta historia se reproduce a menudo. No me inquieta, incluso si descubro que un día, ella irá a su termino: mi alma haciéndose tan ligera que olvidará volver y alguien dirá de mi: "está muerto" –porque es así como se llama ese género de fuga»



«La nada está en el alma de esas personas en las cuales la tristeza crece al mismo tiempo que el poder. La nada es el olvido de la infancia, de la alegría y del amor. La nada es un dueño que obedece a un dueño más fuerte que él: la ambición, el dinero, el resentimiento»


«El desencanto es más temible que la desesperación. El desencanto es un encogimiento del espíritu, una enfermedad de las arterias de la inteligencia que poco a poco se obstruyen, no dejan ya pasar la luz».



«Me gusta apoyar mi mano en el tronco de un árbol ante el cual paso, no para asegurarme de la existencia del árbol –de la cual no dudo– sino de la mía.»



«Escribo con la esperanza de descubrir algunas frases, tan solo algunas frases, solamente algunas frases que sean lo bastante claras y honestas como para brillar tanto como una pequeña hoja de árbol barnizada por la luz y lustrada por el viento».




«Ayer fui a pagar mis impuestos. Delante de mí, había un hombre que estaba en el paro. (...).
Al ver a ese hombre pensé que no soportaba a los escritores cuando hablan con cara de mártires del sufrimiento de escribir, de la dificultad de su trabajo. Un trabajo es algo que os pueden quitar un día. Conozco escritores pobres, no conozco ninguno que esté en el paro: privado de escribir —y por consiguiente de dicha, porque no hay que andarse con cuentos: escribir es una pura dicha, y cualquier otro razonamiento sobre ello es repugnante



«Uno no puede tener la verdad, solamente vivirla.»



«Estamos hechos de eso, estamos hechos de aquello que nosotros amamos y de nada más.»



" Las rosas han dado todo y ahora se mueren, lo que es una manera de dar aún más."



"Me encuentro muy lejos de la bondad y del amor. La prueba: escribo sobre ellos."



"Lo que se llama el 'encanto' de una persona, es la libertad que ejerce respecto a sí misma, algo que, en su vida, es más libre que su vida."



"A veces tengo ganas de morirme como el niño tiene ganas de abrir su regalo antes de tiempo."




"De todos los que me encuentro espero algo, y puesto que lo espero, lo recibo."




Creo que un artista es alguien que (como consecuencia de traumas tempranos), tiene su cuerpo y su alma divididos, e intenta rellenar ese espacio echándole pintura, tinta, o hasta silencios. En ese sentido somos todos artistas, ejerciendo el mismo arte de vivir con más o menos talento. O para ser más preciso debiera decir: con más o menos amor.”




Dios es lo que saben los niños, no los adultos. Un adulto no tiene tiempo que perder dando de comer a los gorriones.



Cuando se quiere a alguien, siempre se tiene algo que decir o que escribir, hasta el fin de los tiempos






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