lunes, 14 de marzo de 2011

3397.- LÍA COLOMBINO


Lía Colombino, nació en Asunción, Paraguay, en 1974. Publicó Las Cavidades Ausentes, Cuadernos de la Ura / Editorial Arandura, Asunción, 2000; Tierra de Secano, Cuadernos de la Ura / Editorial Arandura, Asunción, 2001; El Resto. Lo subyacente poético en los ensayos de Walter Benjamin, en: Escrituras en Tránsito, Textos del Seminario sobre Estudios en Crítica Cultural, Parte I, CAV/Museo del Barro – Fundación Rockefeller, Asunción, 2004; El hartazgo de la palabra. Un ejercicio de escritura, en: Escrituras en Tránsito, Textos del Seminario sobre Estudios en Crítica Cultural, Parte II, CAV/Museo del Barro – Fundación Rockefeller, Asunción, 2005; Proyecto Auricular, Audio-plaquette en co-autoría con Javier Palma, Colección Ex Machina, Ediciones de la Ura, Asunción, 2006. En el año 2000 participó en la creación del proyecto cuadernos de la Ura, actualmente Ediciones de la Ura, que consiste en la publicación de plaquettes, libros de pequeño formato y tiraje reducido. Desde ese entonces, también coordina talleres de escritura.



Ya no recuerdo cuántos ojos debo abrir

Sólo
el dedo
reconoce la forma cóncava
Rodeando el germen
que será después partida

Alguien se va sí
y no vuelve
ni a través de espejos

Uno queda
rodea lo que puede
y se ata a tientas el cuerpo
para que deje de temblar.





Paraguay II

Estamos que sangra y miedo
Estamos a garganta tapada ya de
tanto intento
Estamos que matar niños
sería un gesto de urbanidad






Paraguay III

Rodar en infinitos pétalos

nubes/hojas

Tratar de ver más allá
Trasponer planos negros
implorando la luz que no llega

Volveremos a ser las so(m)bras
que somos.






Tu rostro elige la hendidura

Tu rostro solo
tiembla en la música

La cuerda tañe el sonido
para siempre continuo
como un reloj

Mi rostro
encuentra lo que no le pertenece
agita la ira
y penetra la sed muerta

Mi rostro no pensaba
en la hendidura
como algo que es dulce








El elogio de mis pies
mis manos cantan la
esa una
pena / una

El sonido de mis pies
gotas de agua que van descalzas trayendo lluvia

El color de mis pies
ningún blanco es tan verde

La voz de mis pies

Ellos corren a un lugar obscuro
cerca del miedo
cada vez más lejos
donde el reptil no mira sus costados.






I

Torpes placentas acarreando agua
Subida a la montaña / la voz
ebria de decir el viento

Allá más luz que roca
todo envuelto en niebla verde:
vieja muerte de no estar







Abrió el viento dos veces
para después poner su mano fría
dentro del río

Cargó las nubes que se mueven rápido
se las llevó
Escondió el norte

Ahora camina
sobre hoja vacía








Me llevo. Un lugar de sombra recibe mis dedos, ellos llegan primero. Escucho mi voz, la sigo como se sigue una flecha disparada. Las direcciones se bifurcan.

Cae un velo –salvavidas para la vigilia.

Reconozco el lugar ahora, todo se llena de ranas y no puedo soportarlas debajo de mis pies. Quiero salir. Una mano aprieta mi pecho con la fuerza de la noche. He de quedarme –pienso. Entonces cierro los ojos y el sueño sueña con peces calvos.

Me pierdo. Ya no recuerdo cuántos ojos debo abrir. Miro mis dedos que se están yendo de nuevo, son ramas largas. He de quedarme –digo. Mis pies cavan las piedras. He de quedarme. Así, plantada.








La oscuridad traga su propia cola,
feroz de haber sido alguna vez.
Todo quema y se derrama
en fuego líquido
y sueño todos los cuandos juntos.
El hermano no es otra cosa no
Se mezcla el tiempo y algo
como ráfaga
entra por la ventana y quiere pegar,
matar muriendo.
Los ojos se abren
en calor licuado de siesta sin ser.
Gotea la sangre
como panza abierta de niños
y estrangulo pensamientos
sólo para ver si adentro tienen el color de la piel.






Mucho antes del comienzo
había algo
El dedo de los que ignoran
señalaba el fuego
Y lo demás era solo arena
Después vinieron los días quietos
y el reparo
para llenarnos como a recipientes
Luego
cargaremos con todas las palabras
Mantendremos en secreto su peso
Lo sé, mis ojos tardarán en partir.







Me perdí en esa mirada vental
De la víbora que recorre el piso
de mi casa
o en esa bocanada feroz
o en la tormenta carmín
de una noche enfundada
No dejo entrar ese viento
que sonámbulo me toca
No quiero ser columna







POEMAS DEL LIBRO "TIERRA DE SECANOS"

Paraguay I

La trampa siempre llega en barcos a vela
Siempre
Los tentáculos mandaron patrones
omóplatos
redes con alambre y sal
Hoy crece roca en vez de pelo
Ahora
láudano errante somos.






Una madre grande se mueve
a orillas de un mar calmo
Da vueltas
con niños que le cuelgan
Niños mudos / azules
clavados a su cuerpo
Amuletos






Paraguay V


Antes que lejos
mejor no haber estado en ningún lado
La tinta juega a ser sangre
a veces
Mis manos deben servir al menos para esto




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