martes, 24 de agosto de 2010

628.- HÉCTOR ROSALES

Héctor Rosales (Montevideo 1958) es un poeta y escritor uruguayo.
Luego de cursar el Bachillerato de Abogacía comienza a hacer circular sus escritos entre amistades, familiares y allegados.
A mediados de enero 1979 se radica en Barcelona (España). En ese año inicia sus contactos con revistas literarias, edita su primer libro, funda con otros poetas el Grupo Ahora (equipo literario que extiende su actividad hasta 1986), participa en programas de radio, asesoramiento editorial, diseño gráfico y distintas iniciativas de difusión cultural que llegan hasta el presente.
Incluido en antologías, diccionarios, libros colectivos y otras publicaciones, algunos de sus textos se han traducido al francés, portugués, catalán, gallego, polaco, italiano, inglés y alemán.
Mediante crónicas, poesía, reseñas, selección y presentación de textos y autores ha colaborado en suplementos culturales, periódicos y más de un centenar de revistas de arte y literatura de distintos países.
Algunos de sus libros, poemas y textos en prosa se han estudiado en varios talleres de escritura, institutos o universidades de España, Francia, Portugal, Suecia, Argentina, Uruguay y Estados Unidos.

Poesía:
-Visiones y agonías (Barcelona, 1979, 2ª ed. corregida y aumentada, New Jersey, 2000).
-Espejos de la noche (Madrid, 1981).
-Carpeta 1 (Barcelona, 1982).
-Dende eiquí / plaquette (Pontevedra, 1983).
-Espectros (Gijón, 1983).
-Desvuelo (1ª ed. Montevideo-Barcelona, 1984, 2ª ed. corregida y aumentada: -Barcelona, 1997, 3ª ed. 1999, 4ª ed. e-book, San José de Costa Rica, 2001, 5ª ed. en formato pdf, México, 2004).
-Cuatro textos / pliego (Barcelona, 1985).
-Cinco poemas (en suplemento revista “Calandrajas” nº 15, Toledo, 1987).
-Rieles / plaquette (Barcelona, 1989).
-Alrededor el asedio (Montevideo, tres eds., 1989/92/93, Primer Premio 1992, Ministerio de Educación y Cultura, Uruguay).
-Cuatro postales de Suecia / pliego (cuatro eds., Barcelona 1992/93/94, México, ed. pdf, 2005).
-Habitantes del grito incompleto (Montevideo, 1992).
-El manantial invertido / plaquette (cinco eds., Barcelona 1994/96/2003, esta última aumentada, y Santiago de Compostela, 1995, con versión gallega e integrando la revista universitaria Ólisbos, nº 17).
-Mientras la lluvia no borre las huellas (Barcelona, 2002).




Acto de magia

me quedé recostado en
el sur
con el ceño arqueando
distancias y precipicios

abracadabra
repetí
por decenas

en los cristales empañados
la lengua de la burla
escribía desafío
y un duende
metía la magia
bajo los colchones

los pasteles del infierno
estaban fríos
y no sé quién preguntaba
por un plomero

abracadabra
repetí

y me quedé recostado
en los cristales
arqueando con el ceño
la lengua
de un duende
hasta
estrangularlo

en el sur

De: Habitantes del grito incompleto,
Ediciones Trilce, Montevideo 1992





acudir al episodio...

a Eduardo Darnauchans

“Nada al fin. Y en el pecho,
Una angustia común / A todos”...

(Jorge Guillén)




acudir al episodio aliados a
envolturas de infundios y a
catálogos vencidos

acudir como panales hurtados de miel
aciagos casilleros de explosivos congénitos
ranuras donde la confianza gastó sus monedas

y acudir sin más

persistiendo inclusive en la
escarpada postura del presente
no se declina la ida

lo sabemos ahí la proeza

y ese rumor de la nada
en la cresta del estruendo

De: Habitantes del grito incompleto






un caracol ya basta

A Julio Ricci

un caracol ya basta
para contagiar de lentitud el tallo
por el que viaja
y además
expandir su influencia paulatina
en ramas hojas corolas
la planta toda

hay situaciones en que
por rostro de extraño viandante
hallamos un rictus forzado atajando
el malestar que pugnaba declararse

y el aire
que conoce los disfraces sumamente
absorbe esa reacción de excusada delincuencia
y la trasmite a las golosinas
los postes los monumentos las azoteas
la tarde entera

qué fácil entonces
la tristeza

un caracol ya basta

(De Habitantes del grito incompleto,
Ed. Trilce, Montevideo 1992)








terminará el frenesí de neón....

a Nelson Marra


terminará el frenesí de neón los lagartos incendiados
la exigencia y el mudo programa de radio

terminará la coreografía del chubasco el libro sin letras
la escalera el diálogo violeta entre rayuelas

y quedará algo que decir

y habrá una desazón
soldada muy adentro

un inútil medicamento
“sólo en farmacias”


De: Habitantes del grito incompleto,
Ediciones Trilce, Montevideo 1992





Temprano dolor

Precocidad maldita, dijera —bajo el parral,
en el patio dominado por lucero— el anciano
interpretando mi tensa vigilia.

Las luces vegetales eran niños durmiendo
arriba, en redondas gravedades negras.

Precocidad maldita, tenía razón.
El otoño ya me estaba doliendo.

De: Visiones y agonías






Tango

Canto con voz de tez dañada
en esta soga de papel, canto
a los puertos imposibles
donde vive lo que tanto
nos falta, y canto
para vos, hermano timonel
del mismo rumbo inmundo
en que nos tocó perder.

Canto con la rebeldía diezmada
en los versos que la nada
no acabó de roer.

De: Visiones y agonías






Sólo sueñan cuando duermen

Non soñan máis que cando durmen
Castelao


Mi padre tiene mil años que reverdecidos se posan
en mi hombro. Yo soy mi hijo y he nacido un poco
más tarde. Acabamos de llegar a la sustancia
vivificadora del invierno, al reducto de arroz
que impulsa nuestro vuelo alimentándolo.
No reposamos: permanecemos detrás del mundo
mecidos por la fatiga; no estamos solos ni descoloridos:
hay una claridad de ausencias encalando nuestro silencio.
Míranos bien. Te invitamos a vivir si prometes
no despertarnos.

De: Mientras la lluvia no borre las huellas




Se prohíbe

"Se prohíbe pegar carteles
en la tarde." (Proclama el cartel,
pegado a un poste también imperativo).

En los portales yo escribo lunas nuevas
y viejas. Prominentes paredes, oscuras
siempre, cubren a los postes
con la dificultad de hallar
mis letras; despegadas
letras del atardecer, que conspiran
en la noche, contra la muerte,
en el cartel humano congregadas.


De: Visiones y Agonías
(versión reformada y aumentada, Barcelona 1986).
2ª edición: Ediciones Nuevo Espacio,
New Jersey 2000.




no hay señales

Estuve barriendo los emblemas del otoño
en la antesala de este lunes. Aroma
de un clima tuyo agrupaba hojas
en orquesta. Ocres letanías
a la manera de un destierro.

Le crecían barrotes al jardín
donde te amé. ¿Quién permanece
en el jadeo que la fuente rememora?

No hay señales; no hay
reflejos de los cuerpos en la zona
de lasitud cenicienta; lunes
que me arrastra hacia ti
y me dispersa.

Escoba torpe del tormento
este otoño. ¿Quién se fue
con la esperanza del ayer
cautivo? ¿Quién permanece?

De: Visiones y agonías






Museo

a Manolo Belzunce

En este espacio quedó el dolor citado,
en esta misma arruga
cultivó la muerte su itinerario.

Aquel cuadro pertenece al Suicidio,
el famoso pintor
que vivió en tantos estados.

Si miran a la derecha
encontrarán la cocina del pánico:
un ojo donde arden almanaques
encendidos por un fuego incontrolado.

A la izquierda de aquellos disfraces,
sobre esa sarcófago de papeles
yace un poeta embalsamado,
su notoriedad se debe a
una extensa obra alegórica
(la “Historia de los Gusanos”)

cuyos primeros versos decían:

“En este planeta queda el dolor citado,
en este mismo museo
cultiva la muerte su itinerario”...

De: Habitantes del grito incompleto,
Ediciones Trilce, Montevideo 1992






Lo mismo

y atenazado a los rituales
cuando el pregón de la existencia
se instala en la cúpula
del proceder repetido sin análisis
volveré a decir

buenos días
cómo está Ud.
y me responderán
más o menos lo mismo

de las opciones exteriores
que rondarán mi navío epidérmico
recibiré malos humores
cuentas que pagar
chistes baratos
poquísimas novedades
labios-muelle
un par de cartas atrasadas
y convaleciendo de
otras estocadas
pasaré la jornada

alguien cerrará su comercio
otro esperará un autobús contando
las monedas que lo separan de casa
un anciano pisará esa calle de
cuarenta y cinco años atrás
la gata del vecino dará a luz
cuatro límites que dormirán en el
fondo del agua por la mañana
un automóvil viajará
hacia el no regreso

y volveré a decir
buenas noches
y me responderán
más o menos
lo mismo

De: Habitantes del grito incompleto,
Ediciones Trilce, Montevideo 1992





Lección

Hubo un antiguo liceo, unos cuadernos
que forraste con las frases que más
te protegían. Y hubo invierno
en aceras encogidas hacia única puerta
de colores reglamentarios. Los ómnibus
les hacían transfusiones
a las aulas, las asignaturas
se barajaban con urgencias cotidianas.

Vos te ibas después del aire.
Estirábase con tus pasos el silencio
tras los tímidos besos. Promesas
y mañanas coincidían con tu forma.

...

Final de noviembre. Otra época
hace uso de los mismos contornos.
He tropezado con una frase al volver,
solo, en aquella dirección. Quedé
ante paredes vetustas, enredado
en el musgo y en las grietas homicidas.

Tu imagen rociaba los poros del paisaje,
iba y venía por los andamios
de la angustia. Qué seco pulmón
este tiempo, esta mentira
arrugada en despedidas.

Jamás devolverías el aire.


De: Visiones y Agonías
(versión reformada y aumentada, Barcelona 1986).
2ª edición: Ediciones Nuevo Espacio,
New Jersey 2000.




Insecticida

Ocurrimos cuando vencía el dilema,
el acoso del desorden, las malas noticias.

Nos bautizaron
con un signo de interrogación
en la frente baldía.

En algunos casos
amor encendió los signos
por unos u otros extremos
y el humo que se formó en el espiral
ahuyentó por un tiempo
a los insectos.

(De Habitantes del grito incompleto,
Ed. Trilce, Montevideo 1992)





Faget en las plazas nuevamente

A Rolando Faget

uno ya sabe que estos colores de mañana
traen tersos arroyos donde tu rúbrica
orilleando augurios se traslada

hay verdeoscuro que contigo habló de otros
tallos con hojas flores frutas que amaste antes
de que talaran los estíos
y ahora me cuenta que aquel roble
se te parece porque modifica el dolor
de sus nidos arrasados
y porque recto tan librano invicto
de hachas y gusanos protege hogares
con alas rebeldes necesarias

dime que sigues ahí hermano
que esta ráfaga de azul es apodo de tu risa
que tanto marrón es río mejorable
y en algún muelle zarpó la urgente
muy esperada medicina

uno no sabe arquear el iris perforar
la fuertendeble mentira del lejos
con flecha inmediata que te abrace

pero aquí estás estarás mientras fluyan
las escrituras del agua llegando
hasta los más intangibles confines

aplacado el temporal que afila las cornisas
verás cada día salvarse un cristal
dando al sueño portales y avenidas

dime que allí van tus flamantes versos
abofeteando al peligro de origen subterráneo

y que hay sol rolando sol entero para volver
a las plazas de la dicha
con abuelos en serenidad asociados y parejas
de aura chispeante y chiquilines que corren
tropiezan se levantan tras un pequeño astro esférico

plazas donde caben todas las ciudades
que alguna vez se anduvieron
y que tú atraviesas reinventando aves puentes
accesibles plateas nobiliarias
para el que requiera un trozo de cielo
auxiliar en los barrancos

regiones de única jornadabierta vitalicia
que recorres al lado de una postal blanca
un rojo acorde decisivo y el banderín
de franjas verticales y faget

rumbo al siempre con nosotros
hasta la casantinviernos
por el sur del corazón grande
fraternal eterno
nuevamente





Experiencia de mancha

Transpiró una hoja sobre el muro
de las horas: quedó escrita
una gota de lápiz. Fue una mancha
gris, una figura estrellada
sin universo, de las miradas
de los caminantes ajena.

Iba en un ómnibus. A mi lado surgió
la mancha, en el vestido con flores
de una mujer marchita; ella
se percató de la intrusa,
pero me dijo convencida:
“no se nota ¿sabe?
parece una flor más.”

Bajó del transporte popular;
por un callejón la vi marcharse
como la tutora bonachona
de una pobre mancha huérfana.

En el papel de los años juro
que ese día me dibujé mancha,
me sentí estrella gris,
pero no combiné con las flores...

De: Visiones y agonías





Cuando faltaban fusiles

Cando faltaban fusiles
Castelao


He dormido un poco, abuelo, casi dos horas
y conservo mi fusil.
Me hice grande, según dicen las tinieblas.
Estuve, estoy peleando como enseñaste
y tengo los puños en tus puños todavía.
Combatí contra el dolor cuando te fuiste,
pero lo maté mal, porque a ratos vuelve
con su armamento de nostalgias y me dispara
con absoluta puntería.
No te preocupes por las ideas, no he vendido
ninguna –sí las tres vacas,
el carro del heno y el viejo molino–,
sigo creyendo y luchando por ellas
y les conseguí firme casa de corazón blindada.
Los campos que aramos cambiaron
sus cultivos, ahora estáticos
cuerpos abonados de pavor, dianas
perforadas en la emboscada del final.
(A plena luz la naturaleza teme mirar
hacia allí, por eso convoca a la niebla
y sólo en el aire persisten los emblemas).
Yo respiré la sorda hiel de la batalla
mientras los escuadrones suicidas
del miedo clausuraban la carrera de mi sangre.
Pero estoy, continúo peleando como enseñaste.
Hoy he dormido un poco, abuelo; mi fusil
me acompaña. Y también un raro
ardor en la nuca...
Continúo...
mas los ojos, abuelo,
los ojos
no se abren.

Atrás
comentan otros soldados
que estoy muerto.

De: Mientras la lluvia no borre las huellas






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