martes, 17 de agosto de 2010

508.- JORGE ERNESTO OLIVERA


Jorge Ernesto Olivera
Poeta uruguayo. Nació en Treinta y Tres, en 1964. Es Profesor de literatura y periodista. Fue redactor de Tranvía y Buzones y del suplemento cultural del Diario La Hora de Montevideo. Con Poemas del Desierto de Mojave obtuvo el Premio Gerardo Diego 1993, otorgado por la "Excma. Diputación Provincial de Soria", España. Es también cuentista y ensayista. Otros libros publicados: Cuatro cuentistas cuentas, 1988; La expedición al Dorado y otros cuentos (1997); Labios del poniente (2000); El problema del género en Nueva Crónica y Buen Gobierno de Guaman Poma de Ayala (2001); Momapracem (2002). Ha recibido numerosas distinciones en su país de origen. Actualmente está radicado en España.


Sirenas

como sirenas de la noche crepuscular
medusas de tu cabello hecho cielo,
estallido de luz, rasgando tinieblas,
voz del espacio llamándote,

como aullidos de monte vacuo
lebreles de tu cintura hecha tierra,
látigo de verdor, trasfondo de grises,
oído de la noche irascible,

tu voz,
arrullando los tímpanos
emulando llamadas nocturnas,
pausados giros del dulce crepitar,
amarrando el barco de tu blanca simiente.


***


las he visto desnudando la aurora
alejarse entre muchedumbres de delfines
raspar el agua como aviones de titanio
surcar el cielo como barcos entrevistos al filo del horizonte

las he visto pasear tu mirada en los árboles del trasiego
dominar las olas como látigos de pluma
allanar senderos de espuma tras estela de vapor carguero,


tu nombre no tiene el sentido de
ángeles parados a la siniestra de aquel
tu nombre no tiene el nombre de quien
vino sobre el agua
tu nombre no sacude corazones de nubes en
los desiertos del cielo

las he visto con sus cabelleras de fuego trenzado
sacudir los verdes del río como mar,
iluminar la tarde en rayo verde,
despedida fugaz,
aturdir la noche con su canto insoportablemente real,
pasear su sombra en los ocasos de la escollera.

De: Mompracem




El amor y los relatos de la revolución

el tiempo del amor se acaba como una hoja agrietada.
y las historias de batallas que pueblan de héroes la revolución
se encuentran en libros de relatos
de magia sin par,
repito:

que las historias de amor se acaban cuando menos lo piensas
igual que las batallas
las victorias
y la gloria.


De: Poemas del Desierto de Mojave





Los trabajos y los días

acerca de los trabajos y los días puedo decir que no domé tigres en el asia
no cabalgué a lomo de elefantes cazando fantasmas en la niebla
no obligué la voz llamando a los otros changadores,

se sin embargo la exacta huella donde
tocar el hombro de una mujer en solar desierto, mugriento,
subiendo la sangre, sangrando desde abajo,
sudando en los trabajos y los días,
en la semipenumbra del día agonizante,

en la entrepierna sibilante y lúbrica
en la línea exacta de su terminación
donde espalda y nacimiento dejan lugar
para envainar sables de vigor y dolor.


De: Los trabajos y los días





En el cielo de baja california

se muere marilyn monroe
marilyn monroe se muere
mirando el cielo de baja california.

y no puedo soportar los pájaros emigrantes del invierno
largas bandadas ocultándose en el gris de la distancia,

he estado amontonando recuerdos que vienen de tarde en tarde
en este rincón del siglo,
mientras,
marilyn monroe se muere en cada verano
mirando el cielo de baja california.

De: Poemas del Desierto de Mojave




Fauna marina (1)

a cuarenta y dos horas de tu distancia
mi rastro huele a maníes deshechos
alfombras de la desventura mi cuerpo
dibuja espacios en el lugar

exacto milímetro de tu ausencia
periférico sentimiento aturde sombras

la esquina,
borrosa imagen late tu cuerpo,
ganando la ausencia.

De: Mompracem



Labios del poniente (5)

para Lucía

escribo, sentado a la siniestra del vástago,
en noche sin fronteras,
patente locura del espacio,

escribo sin tener conciencia del camino,
como un gamo,
un roedor alucinante,
como una bomba de tiempo,
escucho rock and roll,
sintonizo emisoras, recuerdo amigos,
cansada quietud/amargura, tiempo,
mirada pausada por desgano,
-allí está todo-,
mente humana
mente corporal
mente mecánica
mente sátrapa.

De: Labios del Poniente




LABIOS DEL PONIENTE

2

mis padres,
algún tiempo cercano a 1930,
se enamoran ya tarde,
cae la noche,
se llaman por sus nombres,

mi madre repite sueños,
la voz alta,
primaria,
los va dejando caer,

desgranando estrellas del cielo nocturno que circulan
como satélites artificiales;

mi padre camina cabizbajo
ocultando diversas formas de soledad,
cincuenta y cinco años después
del cielo, la tierra, la hierba, el campo.

la mueca de los destinos cruzados
se rompe en períodos previstos,
no conocidos por el hombre

mi padre,
esperando otros abriles y los poetas
de antaño,
los famosos,
los mediocres,
aquellos que nunca lo fueron,
relee novelas de Scott, Dumas, Dostoievski;
el silencio es
una hoja de otoño que cae lentamente;

todos padecen la enfermedad del recuerdo,
como roca de Sísifo en la montana.

los satélites artificiales surcan el cielo nocturno,
dormidos, la distancia del tiempo, del hombre y la luna,
patios secretos, casas de campo,
fogones casi apagados,
brasas mantenidas con ahínco y dedicación,

[cabo cañaveral será solo un cristal brillando en lejana soledad].

la mano es un objeto corporal como cualquier otro
dirán los especialistas,
desconociendo el poder curativo que
descuella por sí mismo,
sé que todo eso no es cierto,
conozco secretas lides que
ha librado mi extremidad,
las he visto acariciando historias,
más atrás aún, tiempo del hombre-
espacio.

los satélites artificiales son esquivas formas de
representar el destino.

mi madre soñaba a Laika, heroína del espacio,
mi madre conocía misterios del cielo nocturno,
mi padre asentía en silencio,
juntos mirábamos noche y fuego.

[un espejo roto es como el sol quebrándose en mil pedazos,
deshaciéndose en el aire,
como una hoja agrietada
cuarteaduras del tiempo].




VIAJES


no visité el nepal en invierno
ni practiqué esquí en las mejores pistas de suiza
no me quedé esperando las explosiones atómicas en álamo gordo
ni siquiera espié la base secreta del lago groon

sin embargo
perseguí tu rastro en la nieve
como un tigre que en el umbral de los senderos sigue la huella de su presa
palpité la sangre en las sienes desbordadas
alerta a cualquier signo que me trajera el viento
siguiendo el exacto perfume de tu rastro
de tu cuerpo que quedó en mis manos
alumbrando el acero como quien alumbra el día
sorbiendo cada vena de tu cuerpo
sangrando cada centímetro de tu existencia.




Labios del poniente (6)

los caminos asolean cabezas de noche,
nubes de niños,
la distancia esconde olvidos,

inigualable voz del recuerdo,
la voz que muere
en los oídos, y de los muertos,
escucho solo una voz en la mente permanente,
en la inviolable altura del cielo nocturno,
en el palpitante sombrero negro
en la mano insumisa,
en el cuerpo indócil,
en la voz primaria, pringente promedaria promerada.

mano, voz de hermano a hermano
tiempo,
igual a un dios,
dios secreto que padece en mi,
sinnúmero regula mis pasos,
enlentece la noche, hace nacer,
no me vendió nadie, el venció desengaños
duele, no mata, sabe/calla.

decir hermano es entrañar extrañar inspirar
decir hermano o madre o lo necesario
decir hermano o noche o aurora
o crepúsculo
o medianoche
o madrugada
o madre.

la voz tirita en gargantas,
ciudades desconocidas.

De: Labios del Poniente


Labios del poniente (7)

el tiempo como luz en la noche
atrapa efímeros golpes en grandes alamedas,
inmensos parques
avenidas de oscuros significados.

mi viaje no termina al recorrer diez mil kilómetros,
mi viaje es tarea agotadora, antípoda del mundo,
mi viaje es frágil barca alojada en serena bahía,
agua de los ríos del mundo
manos del valor
ojos del palpitan donde las estrellas mueren,
memoria, corazón de distancia,

es noche,
oscuridad revelando secretos,
oscuras identidades,
extraña voz de canto nocturno,
oscuridad que desgrana palabras,

el tiempo se detiene.

De: Labios del Poniente




Labios del poniente (9)

dicen que los caballos van dejando de existir,
les creo,
aquí no hay caballos perdidos en la noche,

dicen haber terminado con los perros vagabundos,
les creo,
aquí no escuchan ladridos en la noche,

dicen que pronto la inflación descenderá milagrosamente,
les creo,
dios instauró cajas de cambio en todas las esquinas,

dicen que el ozono se terminará en pocos años,
les creo,
la transacción de un pedazo de cielo ha sido muy beneficiosa.

De: Labios del Poniente



Labios del poniente (18)

y,
¿dónde?,
¿dónde se esconde el retrato de Rimbaud?
¿dónde, que no aparece
en el diccionario?
una breve reseña,
unas líneas,
nada dicen,
unos poemas
un traficante de marfil
una pierna amputada.

¿dónde esta la voz
la vida que se ahueca como un silencio
el grito que no tiene piedad,
la poesía adolescente apenas,
la vida cansada, frágil, no aparece,
no aparece la piel restante,
el dibujo,
el cansado mirar?;
¿dónde colocan el tiempo aquellos que en el futuro no lo tendrán?

ahí está la clave del francés,
ahí está el consabido silencio cargado,
ahí está el cementerio mudo que mira con ojos tristes sin hablar,
pequeño epitafio imposible
-treinta y siete años-
ríscolo respaldo resguardado rémolo temporal
no hay adiós posible.

De: Labios del Poniente



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