Paco Rubín
(Puebla, México 1981)
Es publicista por profesión, creativo y redactor publicitario. Amigo de la licuadora y los azulejos del baño, peatón en cualquier calle, tres días sin afeitar… Nació el 07 de octubre de 1981 y cuando muera probablemente sea lo último que haga. Escribe minificción, poesía, canciones y letras en la espalda de la mujer que le dibuja sonrisas. Cuenta con obra publicada de manera independiente: ¨Buenos Días Lola¨ (2009) una colección de cuentos cortos de realismo mágico, donde, de una manera simple, a través del humor, la cotidianidad, la ingenuidad y la sencillez, ¨Lola¨ invita a la reflexión, al vaivén de emociones y al goce de situaciones, atrapando al lector de principio a fin. El libro lo llevó a armar un ensamlbe poético/musical: ELOCUENTOS, con quien grabó un disco (2010). Sus letras se encuentran en la antología “VERSOS PARA EL RECREO” (2011), poesía para niños, donde publicó el poema “Acuarela”. Su tercera publicación “Versiones y diversiones” es poesía en rima dirigida a un público infantil, ilustrada por Laura Gil. Participa en revistas y suplementos literararios. Cuenta con la sección “Aquí puros cuentos” en el suplemento quincenal “Re-incidente”. Coordina e imparte talleres literarios universitarios, y está a cargo de la Gaceta Literaria “arterisco”. Sus letras al desnudo visten a la mujer que a diario sueña.
LO QUE VA QUEDANDO
Lo que va quedando es una luna desvestida,
un mar con olas que hacen escaleras.
Lo que va quedando
son repertorios de amaneceres,
aguaceros aunque estos días no llueve…
Lo que va quedando
está guardado en tu sombrero,
lo que va quedando
es la aparición de ese verso extraviado.
Lo que va quedando de esta noche
es otra noche
es un racimo de uvas
más la manzana prohibida.
Lo que va quedando
es lo que queda de esta historia
que se va quedando contigo…
Le tengo miedo a los desayunos
Le tengo miedo a los desayunos
pero más fobia a las frutas.
porque temo que en un arrebato
levante el mantel y acaricie la mesa
pensando que tienes la piel de madera
y tu boca me sepa a manzana
y toda tú a guayaba y sandía.
Y te acaricie sin pudores,
y tire al suelo tu vestido
y me concentre en tu jugoso vientre,
devorando tu fruto de melón,
tus secretos de cerezas,
y me alimente de tu manzana y tu fruto prohibido
Le tengo miedo a los desayunos
pero más fobia le tengo a las frutas
porque pueda pasar
que no controle mi antojo
y suceda entonces,
que una mañana cualquiera,
te devore de cuerpo entero
y nunca más pueda volver a probarte
Aviso clasificado
Anticuario jubilado pone en venta:
Candelabro, perchero apolillado, sombrero de bombín, televisión de bulbos, baúl, tirantes y corbata de moño, guardapelo, reloj de bolsillo, quinqué, mesa de noche, péndola, bastón, balero, trompo de madera, carritos de hojalata.
Monedas y billetes fuera de circulación, fonógrafo, caja fuerte, plancha de carbón, botes lecheros, máquina de escribir.
También se vende democracia.
Todo a bajo precio por estar en desuso.
Ambulante
El vendedor vendía paraguas sin lluvia.
El comprador quería aguaceros pero el paraguas no lo incluía, así que no compró nada.
Cuando el cielo lloró, el comprador tenía su anhelo, pero no tenía paraguas.
Ama de casa
Limpió la casa.
Bailó la escoba y el piso semejó un espejo.
Desempolvó los muebles, lavó los trastos.
Desechó lo inservible.
Sacó toda la basura que había.
Hizo escombro en casa.
Algo faltaba.
Sacó el televisor.
Bajo el agua
Era pez y quería ser hombre para amarla.
Para tenerla, para respirarla con sus branquias.
Quería ser tantito nada más, aunque fuera un segundo hombre, cuerpo de hombre, para amarla mujer.
Se enamoró de la sirena.
Buena madera
El buró gritaba con su voz de madera.
Escupía promesas del cajón y tenía la dicha de ver a Renata desnuda de espaldas.
A veces, parpadeaba si fallaba la luz y sostenía una vela en su cabeza de encino.
De elefantes
Se reunieron los elefantes a olvidar, y si no a olvidar, sí a buscar contagiarse de olvido.
Lloraban los elefantes porque no pueden olvidar.
Nunca olvidan, ni siquiera un poquito.
Ni siquiera un recuerdo.
Lloran y venden su memoria pero nadie se las compra porque nadie olvida que los elefantes no olvidan.
Y mientras se reúnen, un elefante juega al columpio sobre la tela de una araña.
Se columpia.
Pero no olvida.
A diferencia de tantos pueblos subdesarrollados carentes de memoria.
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