Brenda Ríos
Brenda Ríos. (Acapulco, Gro, México, 1975). Profesora de la carrera de Desarrollo y Gestión Interculturales, de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Profesora de la asignatura “Introducción a la literatura” en la Universidad Iberoamericana. Doctoranda en Letras Mexicanas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Maestra en Letras Latinoamericanas por la UNAM. Integrante del Seminario de Traducción Literaria del Centro Cultural Brasil-México. Becaria del programa de Residencias Artísticas de Libre Gestión del FONCA 2010-2011 para Brasil. Becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA 2009-2010. Becaria de la primera generación de ensayo de la Fundación para las Letras Mexicanas 2003-2004. Autora del libro “Del amor y otras cosas que se gastan por el uso. Ironía y silencio en la narrativa de Clarice Lispector”, Tierra Adentro y Fundación para las Letras Mexicanas, A.C., 2005. Ha publicado ensayos y poemas en las revistas Casa del Tiempo, Guadagujas, Metapolítica, La cabeza del Moro, Este País, Luna Zeta, Luvina, Bien Común y Fractal; así como en la revistas electrónicas de literatura Los noveles, Letralia y en Replicante.
Poema de los atrapamientos
Porque he dormido en el cuerpo de un hombre y he visto amaneceres en su piel.
porque he dormido con sus piernas en las mías y he tenido el peso de la cercana humanidad en mí.
porque sus manos me han buscado cuando duermen
y mi espalda recibe sus palabras humeantes.
porque he dormido junto a hombres que no he tocado, hermanada en ellos.
porque he dormido conmigo.
porque he tenido mañanas sin extrañar nada ni a nadie y me he sentido libre y desapasionada,
porque he tomado el desayuno sola tantas veces que aprendo:
he hecho la vida.
en zigzag.
pero me he llegado.
Porque sé todo esto y varias cuestiones más: el árbol de blancas flores suelta jugos al anochecer y toda la cuadra se moja en el almíbar liberado.
Porque he visto la reproducción de los peces
fuera de mi iglesia
no deberíamos llorar Magdalena cuando se agoten los hombres delgados.
sé fuerte, aguanta, como hacemos todos.
no podemos andar por ahí en llantos interminables sujetándonos a las piernas
del único,
no es posible, y sí agotador.
porque hablarán de ti Magdalena, dirán cosas,
la biblia es una vecindad de viejas que reprochan
y no pasarás de una mujer voluble.
Tú, la sensual perfumada, no dejes que te vean en los desmoronamientos.
porque los actos de la subversión no puede ser tan sólo
lo humanamente posible
de no amar al prójimo
cuando las mujeres desciendan de los barandales de las antiguas casas
y los hombres escondan los ojos los manos las palabras
porque no sabemos elegir
ni amar
ni pedir de rodillas por nadie.
Porque extrañar es una llamita que empieza dentro y sale fortalecida a morder lo exterior, a adormecerlo todo con su ventisca digna y ferviente.
Porque he plantado en ti y en mí
sombras
que no tienen nada que hacer
salvo mirarnos
los dos al fondo de la sala quitándonos la ropa
porque el cuerpo define contornos
entre los dientes.
Extrañar es amanecer con un nudo en la garganta, una resaca de saldo blanco.
Porque me he levantado en la punta de los pies para besar a un hombre
para decirle adiós en los labios en las puertas
nadie de nosotros porque los amantes que se abrazan son todos los amantes que se abrazan
suelta el abrazo
mi pecho pide refugio político al suyo sin consultarme,
pide amparo; huye de mí
porque he llegado a pensar que su boca se lleva la mía cuando vuelvo callada a mi habitación
no hay nada más que ver por hoy
juguemos a esto: el que se enamore pierde un país.
Pongamos orden de una vez por todas.
Digamos algo, sí, no, algo, para que no parezca que flotamos entre ires y venires,
en desaciertos.
He aprendido: hay que arrojarse, hay que ser capaz de arrojarse si queremos un buen día
entender lo que significan
los atrapamientos…
después de todo las guacamayas se aparean en el vuelo.
Porque he bañado un hombre de pies a cabeza y me he detenido
en ciertos lugares a mirar
y toco
para cerciorarme de que el cuerpo
es incesante, áureo,
tan de mí.
Pareciera arrojado por el oleaje
y bienlanguidece
en el terreno de la toalla.
Porque era yo y no otra
quien desnudaba al ebrio equilibrista
lo metía a la cama
y le ponía la sábana hasta la barbilla.
La última frialdad del día se cierra
en él y en mí,
no hay refinamientos: la dureza de su aliento
se posa en mi nuca como una piedra.
Soñamos los dos sombras que rodean
y una distancia entre la cama y el cielo protector.
Porque era yo y no otra
quien dormía en tu pecho
y sentía el latido acompasado
de tu voz en el pelo
aguardábamos el pulpo del sueño, la mandrágora de la noche
sin nada que nos proteja
cerramos los ojos y decimos sí
a esto que se abre
estamos ya en la balsa, en el agua desconocida.
Porque dices árbol y yo siento en el bosque sumergirme en eucaliptos.
Porque dices agua y la veo romperse en formas y silencios, en goteos imprecisos como de un lagrimar de ciego.
Porque dices noche y se me llega el sueño para dormir contigo no sin ti; la noche es mi estación: este cuerpo desperezado tuyo es primavera. y yo ando en él, descalza ando en él, en los corredores amplios de su casa húmeda.
Porque tiemblas cuando duermes
te rodeo por la espalda sin traicionarte nunca,
y el agua de tu piel
resbala en la mejilla.
Porque dices Dios y lo veo agitarse entre nosotros.
Porque dices vaso y me llega la sed y el ardor, porque yo digo nada para poder escucharte,
tu voz es en mí la galería más amplia.
Porque quiero florecer en ti,
en el interior de ti,
en el fuego blanco
Era por ti que quería una casa
para habitarte todo,
llenarte de mí como si yo fuera el sol
y tú el patio, el jardín, el zaguán, las paredes,
abrazar las esquinas, poner las piernas los brazos los dientes de luz
en ti,
llenarte de mí en tu boca.
Porque dices mi nombre y ya siento las caléndulas en mí
la penumbra tiembla
el ángulo de tu hombro se inclina
por fin en la gruta
toco tierra
y no es de mí de quien hablan las baladas del marino.
Por este modo lento de irnos perteneciendo,
sin agotarnos nunca
un ejercicio de fe es el amor que se inventa
donde antes había la amplitud cerrada.
Por este andar a ciegas titubeante
que desliza en mí y en ti
sin que seamos muy conscientes de ello
un empalagoso
acaso hirviendo
crepúsculo de luces
Porque estabas hecho como se hace un hombre
llego a tu conformación
sin recelos
me pongo en ti perfecta
en el vaso de agua el tallo de la flor sacrificado.
Porque camino en ti
sudo la libertad que echa a andar
Lázaro resucita
abre los ojos
y mira el mundo nuevo:
los crisantemos amarillos
respiran aliviados
Porque llegabas tarde siempre tarde
y tu tiempo entra en el mío
en una calidez de pasmo
me suspendes
y soy yo y no otra
la que derrama en tu piel
el aceite virgen
de mis ojos.
Porque en la boca resta un amargo
crepitar de sal
tu lengua entra en mí
y son de mí las palabras
tintineantes
galope constante
el crujido de las sombras
tu cuerpo es el mar abierto,
el mar de los sargazos;
sé mi Pacífico,
el Atlántico
el frío mar del norte,
el mar que separa para que pueda nacer en nosotros el imaginar
las diferencias.
Ven en mí
a mí
a decirme del agua y la luz
y de toda materia que vive.
ORACIÓN POR LOS BUENOS
a Ceci y a Héctor, por tantas cosas...
Dichosos aquellos que se tienen a sí mismos
y logran escapar de la soberbia,
dichosos porque están llenos de sí,
corazón de madre nueva,
como frutos maduros:
hay una pulpa suave
que cede al tacto;
son engañosamente débiles
y hay ilusos que se burlan de su bondad,
pero al final son ellos los que resisten
las jornadas,
las catástrofes,
los noticieros del televisor,
el tráfico denso,
los cambios de clima,
ellos son los fuertes
porque hay fe en los elementos de agua,
de fuego,
de aire viciado,
una fe que conmueve porque ya pasó de moda:
dicen sin más palabras compasivas,
y detrás de las ventanas los ojos miran amorosos
la niña que juega,
el hombre cansado,
la fatiga del pobre.
Dichosos aquellos que cantan sin tristeza,
porque entonces pueden evocar nostalgias verdaderas,
sin hacer caso de simulacros depresivos, diagnosticados, psiquiátricos.
Sonríen sin dobles intenciones,
aman así, a lo gratuito,
el azar de una palabra que regresa, diminuta,
a devolverles la gracia de la amistad infinita.
EL AMOR QUE NO SIRVE
Guardé el amor que tenía en una bolsa
para golpearlo contra la pared,
y deshacerlo en una rabia callada,
casi humilde; romperlo como bloque de vidrio,
insecto que se aplasta.
Caminar con su materia desmoronada en la suela del zapato,
para no verlo más;
lo arrojo al río como un cadáver,
lo tiro como se tiran los desechos
o los presagios.
En una bolsa negra que nadie viera
el bulto sanguinario
imperdonable,
que nadie viera este amor que no sirve
que se alimenta de sí mismo
que se reproduce como bacteria;
el amor presa de sí
cae al agua
ruido compacto
desde el puente homicida
y los amantes en la orilla oscura
en la rivera
sienten un viento
que refresca
la urgente necesidad del abrazo.
PARA NO SER DE TI
Para no ser de ti
para no rendirme
oculto la sombra de mi corazón en llamas
bajo el árbol
en el patio
donde nadie sospeche
el perro descubre
en la tierra
removida
que alguien oculta
un pájaro cegado
DEMOLICIONES
Me construyo,
uno a uno, piso sobre piso, me construyo alta.
miles de obreros traen en sus manos ladrillos como si fueran libros,
el edificio será rojo y monumental,
pero no lograré terminarlo,
porque ha llegado la orden de la demolición,
tengo que desalojarme sin prórroga;
la máquina está esperando
–como perro entrenado, paciente y babeante: alerta–
para hacer su labor también dedicada,
las instrucciones fueron dadas,
yo me salgo de mí
para ver cómo destruyen las paredes,
y hacen trizas puertas y ventanas,
los vecinos salieron de sus casas para ver el espectáculo de miseria ajena,
los obreros observan sentados, sobre ladrillos desempleados,
con un dejo de indiferencia que bien podría confundirse con pena
o solidaridad,
cómo se viene todo abajo.
Hay una polvareda en el lugar que era morada.
CUANDO CUMPLA 33
quiero perderme en algún lado,
entre árboles
o edificios
pero perderme igual,
quiero desayunar en un hotel lujoso
con el carrito de room service
croissants con café y jugo fresco
a precios inauditos,
quiero quedarme en cama a mirar televisión
y no contestar el teléfono
a mi madre,
a mi hermano,
a mis amigos,
ya no tengo explicaciones:
soy esto que soy,
no hay más,
sin ningún esfuerzo
y además de todo, el placer dulzón
como centro de galleta,
en saber que no salvé a nadie
porque no me dio la gana.
SI ME TOCAN
Hoy rompí una manzana y me la unté en todo el cuerpo,
me adentré en el río para lavarme
de mí y de la manzana,
cuando salí era otra:
hay bautismos de oscuras languideces
que no nos hacen mejores
pero nos dan el benéfico engaño.
FAVOR DE NO TOCAR
Para no lastimar al que se entrega
incluso voluntario, de manera fácil,
favor de no tocar.
No poner el aliento en la mejilla
porque pondría la otra de inmediato,
no poner los labios sobre los labios
porque comienza a hacer castillos de alientos enlazados;
dientes y lenguas en golpes de rabia antigua.
Para no maltratar al corazón
favor de no tocar,
dejarlo hecho nudo si es preciso,
una raíz enredada en el pavimento, alimentada de aire y concreto,
y no tocarlo.
Hay amantes que no saben lo que quieren
y comienzan por el final.
Para no minar al otro,
favor de no tocar
no acercarse a la peligrosa distancia del roce,
hay amantes en fatiga
como si amar fuera un día difícil en la oficina,
un retraso en el tráfico,
una depresión adolescente.
No quitar la envoltura de la ropa,
no poner la nariz en el cuello,
no acercarse por ninguna razón, aun la necesaria,
a quemarnos de lleno las manos.
POR TI
Esto en verdad no es mío, es de un alter ego medio extraño que sale de repente y ¿quién soy para andar reprimiendo ilusiones? sorry, no alcanza pal sicoanalista, eso, lo leí en un lugar, es pa los ricos así como la compra de antigüedades...
Quiero ser para ti diez veces más inteligente de lo que soy, tener el pelo largo y muy oscuro, mira, que llegue a la cintura,
¿te gustaría?
tener diez kilos menos,
y usar maquillaje
para ti,
quiero ser tu lolita
en zapatos incómodos y ropa ajustada,
bailar en tu regazo como si el pudor quedara lejos de esta ventana,
leer tus textos en voz alta y destrozarlos
para que me ames,
para que no me dejes nunca,
para que me dediques tus textos rendido.
Soy capaz de ir a la universidad, por ti,
hablar de poesía y de estructuras nostálgicas
de formas perdidas, de clasicismos inexistentes,
por ti,
ver cine ruso,
ir a museos
ver a tus amigos,
sonreír,
aprendo a halagar:
puedo ser tu intelectual perversa
jugando a ser ingenua,
una barbie de anteojos,
camino a la ebriedad que no salva
¿te gustaría eso?
golpearte en la cara durante el sexo,
una vez, dos veces, tres...
arañarte, morderte...
puedo ser violenta por ti,
una barbie sicótica,
o dulce como cuento de hadas que termina en miel de Disney,
puedo ser Pocahontas
y tú el hombre blanco
de Discovery Channel.
Por ti dejaré de ver televisión
para que sólo tú me atrofies el cerebro,
para que sólo tú seas mi opio,
y yo tu pueblo amagado
en la cama con cadenas
y los ojos vendados
¿te gustaría eso? dime,
que mis manos tiemblan en este juego,
y yo dejo de ser yo para ser tu personaje
de esa novela que no terminas,
ese poema que no termina de gustarte,
esa palabra que te queda a medias
cuando pronuncias algo brillante en la reunión
que yo aplaudiré, yo,
la pequeña barbie intelectual
inorgánica, artificial, humillada pero bella por ti.
Y todo valdrá la pena cuando vea mi nombre en la dedicatoria de tus libros,
cuando hables de la compleja naturaleza humana y sepa que hablas de mí.
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