jueves, 29 de septiembre de 2011

4841.- JUDITH LÁZARO MOYANO


Judith Lázaro Moyano
Nació el 8 de febrero de 1994 en Barcelona. Desde muy pequeña, sintió la necesidad de escribir todo lo que veía y todo lo que pasaba por su mente (para poder retenerlo, mantenerlo con la mayor veracidad posible), así que no tardó demasiado en desarrollar una gran pasión por la escritura y la lectura.
Pasaron los años, y su curiosidad por leer a los más grandes autores literarios fue creciendo con rapidez, al igual que su habilidad para representar en prosa la realidad tal y como la veía. No tardó demasiado en leer a Dante, Petrarca, a filósofos existencialistas alemanes, o cualquier libro que pasara por sus manos.

Actualmente, estudia bachillerato en el Prat de Llobregat (ciudad en la que ha vivido y crecido), cosa que no impide que siga dedicándose plenamente a sus escritos
En un futuro, su deseo es terminar alguna que otra carrera y dedicarse a un trabajo que le guste y le llene emocionalmente, pero siempre teniendo en cuenta la escritura como algo que forme parte de su vida, una parte demasiado importante como para dejarla de lado.

Es fundadora y administradora del blog www.plataformapoetasinbrazos.blogspot.com, dedicado a la "memoria histórica" y, en particular, al poeta Federico García Lorca."


CRUCIFIXIÓN

Hay dos enormes manos rezando
en las luces de neón
que fotografían la noche.
Entonces se hizo la luz,
pero ya nada es sagrado.

("La cruz ya no es sagrada",
repiten las manos que rezan
cuando la luz se apaga.)

Hay dos manos sin rostro
pero con miles de ojos que lloran
la desgracia de la cara ausente.
Hay dos manos y millones de ojos.
Pero no hay ni una sola boca
que amaine el incesante llanto
que se derrama por las calles.

("La Biblia ya no es sagrada"
repiten las manos que rezan
cuando el vino se derrama.)


Hay dos manos sin rostro
acompañadas de miles de manos que rezan
por la misericordia de la cara ausente.
Hay millones de ojos y manos

Pero no hay ojos en el invisible rostro
que contemplen la sangre vertida
en su creación olvidada.

("La iglesia ya no es sagrada",
repiten las manos que rezan
cuando ya nada es sagrado.)


Hay dos manos y un billete
crucificado entre ellas,
mientras de estas gotea la sangre
de aquellos que rezaron esperando el milagro.

Y el milagro a estas alturas
es el silencio de ese rostro,
todopoderoso que, desde arriba,
nos manipula y observa.
La gran obra divina acabó hace tiempo
pero los títeres siguen rondando
en este escenario polvoriento.

Ahora sólo quedan dos manos,
dos manos que se cierran,
juntas, firmes, abominables,
que con dinero y su Santa Mentira
ahogan los gritos de las gargantas profanas.







BREVE GUIÑO A LA VIDA

El cielo se está ahogando
a medida que nosotros respiramos.
Nuestras manos creadoras
no crean; destruyen,
oprimiendo con ellas cada molécula
de oxígeno esparcido
en el vómito de la contaminación.









EL PESO

El peso de la realidad
cae, como una catarata
y no sé cuánto tiempo más
aguantará mi espalda.
El peso suele ser intenso
aunque a veces amaina.
Algunas veces me pregunto
qué es lo que lo produce,
qué es lo que lo desvanece
y por qué nunca hay respuestas.
El peso impone su justicia
y desequilibra la balanza,
el peso es caricia,
el peso es lanza.
Y cada vez lo notaremos menos,
irá apartándose de nuestra espalda
hasta que un día
ya no quedará nada.





GRITO

La sangre está brotando
desde lo más profundo de la herida
de este folio,
y la tarde ya no es más
que un grito esperanzador y anaranjado
entre colinas de negros árboles
calcinados en las llamas de la opresión.
Ese fuego se derrama entre mis manos
y arden las palabras de tinta que en ellas
reposaron esperando tiempos mejores.

Un grito. Sólo uno.
Ese que surge del carámbano de mi cabeza
goteando frío y sereno,
como la lluvia que refresca y mata.
Ese grito no es la voz que nace
ni el dolor que reside
ni la pena que asesina.
No es la tarde que duerme
esperanzadora y anaranjada
en las ramas de los árboles quemados
por las llamas de la libertad.

Esa voz se derrama entre mis manos
haciendo arder las palabras de tinta
que con insomnio esperaron otra noche en vela.
Ese grito no es la voz que nace.
Ese grito es la voz que muere
ahogada entre las cenizas del vasto monte
de nuestras vidas que caminan
cruzándose entre la niebla.





LARGO INVIERNO

(A Daniel Merino Miró)

Siento una opresión
de hielo en el pecho
como una serpiente que se tensa
lentamente a mi alrededor.
Y no es temor lo que siento
hacia su mordedura en mi corazón;
es pánico por su veneno
en el tuyo, largo invierno.

Y este dolor me sigue
como el frío a diciembre,
y ya no es temor lo que siento
hacia su lluvia de sueños;
es pánico por sus tormentas
en tus noches, largo invierno.

Que el veneno que te acosa,
se evapore ante este Sol,
luminoso y sereno que, casual, nos arropa.
Pero que ese hoy no sea ayer,
y que ese hoy no se adelante
al mañana que te espera.

Aguarda en calma, primavera,
que aún nos queda un largo invierno.







MUERTE

Era una noche fría y difusa
y los charcos de agua podrida
llegaban hasta las rodillas.

(El mundo se replegaba
sobre todas sus esquinas,
y los charcos de agua podrida
llegaban hasta las rodillas)

Era una noche mustia e invernal
y los pájaros alzaban el vuelo
por no echarse a llorar.

(El mundo se replegaba
como quien un papel decide arrugar,
y los pájaros alzaban el vuelo
por no echarse a llorar)

Era una noche rota y abismal,
y el llanto en los balcones
se oía sin cesar.

(El mundo se replegaba
como un infierno terrenal,
y el llanto en los balcones
se oía sin cesar)


Y esa noche de frío invierno
la muerte rompió su silencio
para componer el silencio eterno.

(Y esa noche de frío invierno
la muerte apareció en mis ojos
como un rayo de puro hielo)


Era una noche quimérica y teatral,
como la resquebrajada sonrisa
que se cuela entre mis dientes.

(Aire frío, desdeñado,
cálido bien para mi suerte
desde que el mundo sabe a llanto
y mi llanto sabe a muerte)









MIEDO

El miedo no es
una realidad.
No.
El miedo que reside
en tejas polvorientas
y en noches de invierno
no es más
que punzadas en el pecho
no es más
que lluvia en los tejados
y tambores en las venas.
El miedo
no es.
No.







EGO

Egocentrismo a bocanadas,
recogido con manos de cieno
y guardado en un pecho vacío.
Egocentrismo de humo y viento
rozando el césped de la noche
y la cima del deseo.

Todas las lunas eran tuyas,
todos los soles, todas las ramas,
todos los árboles de nudos
aferrados al puerto de la Tierra.
Todo era tuyo y no lo era,
porque no sólo el egocentrismo
era ráfaga en tu alma.

Todos los vientos eran tuyos,
todo lo efímero, todo lo fugaz,
todo aquello que arrastraba a tu ego
te cogió de la mano.

Y luego, un hálito de vida,
eso quedará en tu pecho
donde antes gritaba tu codicia,
donde ahora duerme leve tu silencio






CANTO I

Las voces llenan los oídos
y recorren las callejuelas,
los parques y el cielo.
¡Las voces llenan los oídos!
¡Qué efímero, amor, qué miedo!
¡Qué tranquilo era el mundo
sin la dentadura de Cerbero!
Y ahora, poco a poco se llenan las calles
de un canto que suena en silencio:

- Tan, tan, tan...
Las voces vienen,
las voces van.

Tan, tan, tan...
Se escurre rápida la muerte
intentándolas atrapar.


El silencio de los muertos
es la futura voz del mundo
y en los muelles mojados de dudas,
y en las luminosas y llenas avenidas
sólo habrá polvo y voces mudas.
¡Voces mudas, amor,
y palabras desnudas en el viento!
Las mismas que sangraban en silencio
empañando el recuerdo de viejos tiempos:

- Tan, tan, tan...
Los tiempos vienen,
los tiempos van.

Tan, tan, tan...
Se escurren rápidas las sierpes
intentándolos atrapar.









CANTO II

En silencio se abraza la arena
a las olas tímidas que se acercan.
Amor efímero, amor de nadie,
amor que constantemente se aleja.

Y mientras, el aire observa a lo lejos
(aunque cerca) los susurros leves que se dejan.

Y yo sigo aquí sin mis alas,
viendo castillos de arena mojados en el aire.
Amor perdido, amor constante,
amor efímero, amor de nadie.

¡Pero yo sigo aquí sin mis alas!
Y esta vez soy yo... ¡yo!
Sin máscara ni engaño en este baile.
Y tú en cambio sigues aquí,
laberinto sin luna, perdiéndote en mi sangre.

En silencio se abrazan las estrellas
a las nubes tímidas que se acercan.
Amor por siempre, amor de aire,
amor que nunca se aleja.

Y yo sigo aquí con tus alas,
eterna calma herida de la fuente de mi alma.
Y tu mano amiga junto a la mía para siempre.

Siempre.
Como un destello de vida en este mar de muerte.
Amor radiante, amor exánime,
amor efímero, amor de nadie.



Revista "Horizonte de Letras"
http://media0.webgarden.es/files/media0:4d1379843ce5d.pdf.upl/N%C2%BA%205.pdf

4840.- DOMINGOS CARVALHO DA SILVA



DOMINGOS CARVALHO DA SILVA

(1915-2004)

Nació en Pedroso, Gaia, Portugal, en 1915. Vivó en Brasil desde sus nueve años. Se naturalizó brasileño en 1937 luego de licenciarse de abogado por la Universidad de San Pablo. Profesor titular de la Universidad de Brasilia desde 1966.

Libros de poesia:
Bem-Amada lfigênia - S. Paulo, 1943; Rosa Extinta - Ed. Martins, S. Paulo, 1945;
Praia Oculta - Ed. Brasiliense, S. Paulo, 1949 (Prêmio de Poesia da Academia Brasileira de Letras em 1950); 2ª. edição, Orfeu, Rio, 1968.
Girassol de Outono - Ed. A Noite, Rio, 1952; 2ª. ed., Orfeu, Rio, 1968.
A Fênix Refratária e outros Poemas - Ed. Civilização Brasileira, S. Paulo, 1959.
À Margem do Tempo e A viagem de Osíris - Clube de Poesia, S. Paulo, 1963.
Poemas (Separata da Revista de Cultura Brasileña) ­Tradução de Gabino-Alejandro Carriedo, Madrid, 1966. 20 Poemas de Amor e uma Canção Desesperada, de Pablo Neruda (traducción)- Ed. Martins, S. Paulo, 1946; 2ª. ed., Ed. Sabiá, Rio, 1971; 3ª ed., Livraria José Olympio; Rio, 1976; 12ª ed., José Olympio, Rio, 1986.
Vida Prática - lmago Editora/MEC, Rio, 1976 (Prêmio Jabuti, da Câmara Brasileira do Livro); 2ª ed. - GRD, S. Paulo, 1978.
À Margem do Tempo – 2ª. ed. - Clube de Poesia e Crítica, Brasília, 1979.
Poemas - (trad. española de Manuel Pantigoso) ­Centro de Estudos Bresileiros, Lima, Perú, 1980. Liberdade embora. Tarde - (Poema dramático) ­Thesaurus, 1965.

Alrededor de la Segunda Guerra Mundial el movimiento poético, oriundo de la "Semana del Arte Moderno" realizada en São Paulo el año de 1922, se repartió según dos vertientes: la primera, englobó los figurantes de la Semana y otros tantos poetas quienes, a la margen de ella, aceptaban sus principios básicos, pero sin menosprecio de las formas características, propias a la poesia que atacaban los de 22; la segunda, pues llevó a los extremos el ideario de la Semana, y algunos hasta mismo sin comprenderlo, producían cierta poesía antes prosaica, a veces anecdótica, que el paso del tiempo, con entera justicia, encargóse de echar a un merecido olvido.
Representante de la primera vertiente, Domingos Carvalho da Silva estrena en 1943, con el libro Bem­-Amada Ifigênia,· poesía bien elaborada en su forma poética, pero fuertemente vinculada a los temas y formas de la poesía del 22.
Después de 1945, con la publicación de Rosa Extinta, Domingos Carvalho da Silva asume un nuevo camino poético con base en la poesía de Fernando Pessoa (recién descubierto por la intelectualidad brasileña), y juntamente con Bueno de Rivera, cuyo libro Mundo Submerso había obtenido un sorprendente estreno en 1944, señala una nueva generación denominada por el propio Carvalho da Silva, en tésis presentada al I Congreso de Poesía, reunido en São Paulo, en 1948, como "Generación del 45".

VICTOR ALEGRIA


LIRISMO

(Traducción de Gastón Figueira).

Ella subió la montaña
con una rosa en la mano.

Después se tiró al abismo
con una rosa en la mano.

Y fue sepultada ayer
con una rosa en la mano.







SÍNTESIS

(Traducción de Ángel Crespo)

Indiferente
a la virgen que muere exactamente
ahora
o a la tuberculosis que medra,
una piedra cualquiera
en el fondo del mar
reposa.

Abejorros mecánicos arañan con las alas
la luna .

Indiferente
al bombardeo, a la epidemia, al hambre,
un árbol en la plaza
florece.

Los taumaturgos predican la inútil regeneración.

Duran pocos momentos los naufragios.
Los incendios devoran sin sadismo.

Indiferente a la oración y al libertinaje,
al crimen y al sacrificio,
la madrugada
pasa.










ANUNCIOS CLASIFICADOS

Traducción de Gastón Figueira

VÉNDESE una casa de alabastro
con dos ventanas inclinadas tendidas
de sol.
Tiene un ojo de jade que mira para el Norte
y un pomar de duraznos como senos muy suaves.
Tiene mar propio en tránsito para las islas
del mundo, y de lo propio servido por gaviotas;
y una luna enorme y tropical
para week-ends.

VÉNDESE gran mansión para colegio
o asilo, rica de paredes;
tiene un tejado como el de las tortugas.
Los corredores son enormes
y de su patio central
no parte calle ninguna.
Los muros de la quinta son tan altos
que ni los perros ni la luna han de lograr
trasponerlos.
Y en su jardín desfila
un escuadrón disciplinado
de árboles sin frutos.

ALQUíLASE una casa de aurora
con tres ventanas para el mañana.
Al poniente, la contorna un río
y sus jardines tienen por la noche
la luz indirecta de los astros.

SEÑORA, se busca una
que tenga los ojos de la Gioconda,
que tenga la piel de la Madona
y la pureza de Santa Maria Egípcia
y el silencio de Ofelia bajo las aguas.

AÚN QUEDA LUGAR en una isla
para la que ha de venir llena de gracia
y que tendrá los ojos de ceniza
y manos vivas cual la estrella de la "paineira"(I)
Aun hay lugar donde el sol
viene de mañana a sobrevolar en el cañaveral.
Donde las palmeras residen junto al mar
haciendo señas con los brazos a los navíos
que pasan.
Exígense referencias
y una cintura delgada como el asta de los cocoteros.








MÁQUINA DE ESCRIBIR

—véndese una—
que escribe poesías y cartas;
dio vida a ochenta elegías,
epitafios y sonetos.
Su cinta es un arco-iris
que da color de piel a las palabras.
De sus cuarenta y dos tipos
escurren señales como luces
que encienden en la noche una ciudad sin estrellas..

Paineira; árbol que produce un algodón muy fino, denominado "paina'.










A UNA JOVEN OBRERA

Traducción de Manuel Pantigoso


Como el árbol que puede
apenas dar su fruto,
floreces. Y sobre la tierra
amplias el horizonte de tu sombra.

En la fábrica los engranajes
multiplican el movimiento
y las poleas giran como el viento
en remolino.

En la fábrica los hechos
se repiten como las estaciones,
las estrellas iguales de cada noche,
el pan fresco de todas las mañanas.

Tu sangre circula como la abeja
en la órbita de la rosa
y, como el agua de los estanques,
ha de volver
a la fuente.

En la fábrica
los espejos sueñan con tu risa.


Extraídos de SELECTED POEMS – POEMAS SELECIONADOS –
POEMAS SELECCIONADOS. Brasilia / Miami, Fla.: Thesaurus,
s.f. 78 p. (Brazilian Portuguese writers)











POEMA EXPLICATIVO

Inútiles son los vuelos. Inútiles son los pájaros.
Silenciosas sombras todo lo extinguen.
Como las olas de un mar lejano y frío
de inútiles palabras son mis versos,
pues todo es aplastado por el callado tiempo.

Vivo en un río inútil que camina
entre orillas de musgo y subalternos
puentes, y aguas que reflejan
estrellas, luminarias, desencanto.

Y, no obstante, los peces ya no duermen.
Inútiles los sueños, las amarras
que nos prenden al muelle.
Y la sangre que nos arrastra
por eléctricas venas de deseo.

Ya somos todos poetas –y la poesía es inútil–
antepasados simples de un futuro
remoto, en que seremos señales en la roca.

Germinará el trébol entre los alejandrinos
y ningún pájaro comprenderá el sentido
de las páginas dispersas en la arena.
Estas palabras desnudas se transformarán
en polvo, en lodo, insectos y raíces.

Playa oculta, 1949. Traducción de Ángel Crespo.


POEMA EXPLICATIVO

Inúteis são os vôos. Inúteis são os pássaros.
Silenciosas sombras tudo extinguem.
Como as vagas de um mar longínquo e frio,
são de inúteis palavras estes versos,
pois o calado tempo esmaga tudo.

Moro num rio inútil que caminha
entre margens de musgo e subalternas
pontes e águas que refletem
estrelas, luminárias, desencanto.

Os peixes não obstante já não dormem.
São inúteis os sonhos e as amarras
que nos prendem ao cais.
E o sangue que nos leva
em artérias elétricas de desejo.

Já somos todos poetas –e a poesia é inútil–
antepassados simples de um futuro
remoto onde seremos sinais na rocha, apenas.

Germinará o trevo entre os alexandrinos
e nenhum pássaro compreenderá o sentido
das páginas dispersas sobre a areia.

Estas palavras nuas se transformarão
em pó, em lodo, em traças e raízes.

Praia oculta, 1949.




miércoles, 28 de septiembre de 2011

4839.- LUCÍA YÉPEZ


Lucía Yépez
Lucía Yépez Villafuerte, México, D.F. 1941
Originaria de Distrito Federal, nació en 1941; actualmente radica en Nuevo León. Poeta, editora y compiladora de cuento infantil. Lic. Letras Españolas, Lic. en Artes y Diplomada en letras de la Escuela de Escritores de N.L. incorporada a la SOGEM. Coordina talleres de sensibilización artística infantil. Ha colaborado en diversas publicaciones literarias: Palabras para llevar (UDM), Literatura en Nuevo León, El Norte, A punto, Zigzag, Tierra adentro, entre otras. Ha obtenido numerosos premios, entre los que destacan: Premio Celedonio Junco de la Vega ISSSTE (1994), Premio Álica de Nayarit (1995), Premio Pacmyc (1995) y Premio Literatura Nuevo León (1998). Fue becaria del Centro de Escritores (1999-2000). Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés. LIBROS DE POESÍA: Con cicatrices pero a salvo (Consejo para la Cultura y las Artes de N.L., 1998), Nosotros los malditos y el resto (Verdehalago-Conarte, 2000) y Raíz de gata negra (Editorial Homoscriptum, 2008). ANTOLOGÍAS DE POESÍA: Nueva poesía hispanoamericana (2004), Versos Veraniegos (Consejo para la Cultura y las Artes de N.L., 2004), Antología de la poesía actual de N.L. (Editorial Aullido, 2004), El rastro de las mariposas. Poesía femenina (2006), Raíz alternativa (Ediciones Argentinas, 2006), entre muchas otras.








Black and Black

Mala cosa es un ángel
si te besa con las alas abiertas
y si tiemblas o tratas de escapar
oscilará entre ocultarse
o verte a los ojos
pero si gritas
con turbia mirada de ocelote en celo
se arrojará sobre tí
no lo podrás soportar
caerás de espaldas
con los muslos abiertos






El elegido

Arde el mistral

Una ráfaga de luz
se revuelve
al borde
de mis párpados

Estoy en Damasco
doy vuelta en esquinas
grabadas en armenio

Una mirada grita
tras el olor de tu piel

Bajo el olivo
un hombre rubio bebe champán
recoge el sol en su lengua

Alguien dice silencio
y aparece un gorrión degollado

Mujer pelinegra
protégeme
frota tu lámpara de aceite
soy extranjero
—tengo una daga
y reflejos de luz derramándose por el filo—
invéntame un amuleto
antes de que el sol
se despedace contra el suelo
y los dogos
huyan








Esa música

Oigo sueños
sobre tu cuerpo extendido
olas blancas y largas
ojos
resbalando
por caminos de piel
Un golpe de mar
atraviesa
mi garganta
y el rumor de la sangre
y tus pechos desnudos
y la música de tu ombligo
y de tu ombligo
la música








Escalofrío

Echa candado a la puerta
entre tus muslos
—libro abierto—
mis labios aprenden
la escritura del escalofrío









Flor de nanche

Una mosca zumba
tintes violeta tienen sus alas
el aire sabe a sidra

Sobre la flor de nanche se detiene la luz
escurre por sus hojas se estrella bajo los jacintos
el mar no está aquí
lo escucho en tu mirada
en tu colección de caracoles

Un pájaro oscuro arde en mis manos

Por la ventana entra la luz amarillenta
de un sol que muere
tus pies descalzos
cruzan mi memoria
Volveré al silencio







SÓLO UNA LÁGRIMA

El canto del cenzontle
escurre por las bardas
habla de nostalgias de carbón
de la noche anaranjada
de alas marinas
más allá
la ciudad
creciendo sus ojos tristes
pero cualquiera puede mirar al cielo
sin embargo
hay ojos que miran hacia adentro
pecados que vibran en la lengua
ciervos atravesando un espejo
caminos que no llevan a ninguna parte
tus manos en mi cuello
y una oración
viajando por tus dedos

Nosotros, los malditos y el resto. México,
Verdehalago-Fondo Estatal para la Cultura
y las Artes de Nuevo León, 2000. P. 95







4838.- ERNESTO FERNANDO IANCILEVICH


Ernesto Fernando Iancilevich
Poeta y ensayista argentino (Buenos Aires, 1952). Licenciado en bibliotecología y documentación por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde cursó estudios de filosofía. Es miembro del Colegio de Graduados de Filosofía y Letras, de la Asociación de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina, de la Red Mundial de Escritores en Español, de la Sociedad Internacional de Autores y de la Sociedad Internacional de Escritores. Integró durante dos años y desde su fundación el equipo editor de la revista literaria Palabras Diversas, que se edita en España. Ha sido jurado nacional e internacional en certámenes literarios. Coordina seminarios de estudio sobre la obra de Martin Heidegger, taller literario y cursos de redacción para profesionales. Ha dictado conferencias y talleres para escritores y bibliotecarios durante 2007 y 2008. Forma parte del Tribunal Evaluador del Movimiento Solidario por las Letras, fundado por la Sociedad de Escritores de General Pico (La Pampa). Colabora con prestigiosas publicaciones en al ámbito del pensamiento y la palabra. Su último libro de poesía, Luz en la piedra de la noche, ha sido presentado en la Feria Internacional de Libro de Buenos Aires 2007 y en la Noche de la Cultura de San Martín (Provincia de Buenos Aires) el mismo año.



Poemas de lo desnudo, de lo que busca a tientas




a la luz de la lámpara

a la luz de la lámpara
cuando afuera oscurece
leo y escribo
me escucho por dentro
la palabra en el cuerpo
azul es la noche donde miro
azul profundo
como de mar abierto









abierto lo vacío

abierto lo vacío
y sin embargo
cubierto de epigramas
textura piel paisaje
un afuera de nombres
como si hiciera falta
como si alguien lo esperara
como si no bastara
ser y estar presente









no escribas el deseo

no escribas el deseo
más que con las letras del deseo
patio recién lavado al sol del verano
reflejos en el agua que resbala
de las paredes de piedra
sorteando las lajas
rumbo al sumidero









siete veces te alabo

siete veces te alabo
tres veces te niego
vertical de luz
horizonte de sombra
imagen de nadie
semejanza de todo
en la espera: nunca
más que siempre: ahora









pregunto

pregunto
en la noche
enciendo el fuego
respiro en su llama
ilumino el círculo
dibujo signos
de mirada invisible
acompaño la ausencia
como una cifra abierta
avanzo y regreso








me dejé a Dios en los talones

me dejé a Dios en los talones
me lo dejé cuando me iba
pisándome las ganas
contándome los pasos
me lo dejé mirándome de atrás
como una sombra fiel
que sigue iluminando
me lo dejé para salir a buscarme
pero me lo dejé ahí
en los talones del regreso
en las mochilas del paso
me lo dejé esperando






las cosas que se acumulan en cada palabra
sobran
así como falta la palabra única
para esta cosa irrepetible
de manera que para restituir el equilibrio
entre aquello que sobra y esto que falta
en stock
acaso resulte preciso
realizar un nuevo pedido
en demanda de otro lenguaje
y de otra realidad






Enjambre de lucidez,
en tu entramar nada inventas:
enciendes oscuridad por dentro,
sosteniendo el foco en el telar de araña
cuando te acercas al hechizo del centro.






Un hombre se desconoce en el espejo.
Mira una bestia, una sombra, el cuarto
sin espejo y se da la vuelta,
e inflama en sus ojos el metal de la piedra,
y arde con buena llama roja y azul
y por momentos verde
y violeta luego,
con piadosa plenitud secreta.

Un hombre en el espejo
enciende su infierno
para avivar el cielo.





Busco un lenguaje
debajo de la palabra
debajo del pensamiento
debajo del fondo que sostiene palabra y pensamiento
debajo de lo que está abajo
donde nada se nombra
ni es nombrado
porque nada se rinde
ni es dominado
pues allí me zambullo
insomne
sigilante
busco un lenguaje
anterior a la palabra
anterior al pensamiento
debajo del tiempo
en el revés de la historia

busco
y mientras
leo
escribo
dibujo memoria
y me acerco al olvido.

–De Memoria y Olvido—








Luz en la piedra de la noche
gajo luminoso
¿quién te toca?
¿a qué cuerpo te entregas?
como en sueños
paseo entre ruinas
donde se hace de noche
y la carne se extravía
en la amusgada sangre
con el vuelo
inmóvil
disuelto
cristal coloreado
roto
en satillas
como una cruz de manos abiertas
donde abrir el pecho
donde morirme
en comunión
poblarme de ausencia

–Luz en la piedra de la noche-





La mirada
como un centro dividido
y la palabra que falta
como un amor que no se encuentra:
la palabra que nombra
y que nos falta abrir







Esperar la palabra
como brote de silencio
su gratuidad de hogaza
en la mesa de la ausencia
esperar la palabra
para poder nombrarme







Una pausa sostiene cada verso,

dedicado a Roberto Juarroz

Una pausa sostiene cada verso
como posdata de algo
que está detrás del poema
como una escritura paralela
que prosigue
cuando el poeta se levanta de la silla
o se rasca la cabeza
algo que muerde
los bordes del poema
los bordes del verso
los bordes de cada palabra
y dobla hacia adentro
el poema el verso la palabra
pero sospecho
que detrás de la pausa
debajo del doblez
nada nos espera
nadie nos aguarda
no un andamiaje
con retenes de lo mismo
no un feudo avasallante
de culpas y deseos
perdones y gracias
promesas y esperas
sino un no vertical
como una sombra caída
un no que siendo nada
sólo así nombraría
pero tanto nos hemos habituado
a la presencia surtida
de palabras y cosas
y de nosotros mismos
que la pura ausencia
me temo
no podría nombrarnos
a no ser que saltáramos
por debajo del doblez
detrás de la pausa
por donde todo se escurre
se desnombra
se anonada
se deshace:
la escritura del cero
debajo del silencio
el vacío sin figura
detrás de Dios





4837.- EDUARDO GÓMEZ


Eduardo Gómez
Es un escritor colombiano nacido en Miraflores, Boyacá, Colombia en 1932.
Estudió Derecho en Bogotá, fue líder estudiantil en el movimiento contra Rojas Pinilla, después de la masacre del 9 de junio de 1954, y cofundador de la Federación de estudiantes Colombianos
Se especializó durante seis años en Literatura y Dramaturgia en Alemania, en Leipzig y Berlin, donde permaneció un año como asistente de dirección en el teatro Berliner Ensemble (teatro fundado por Brecht). Trabajó como colaborador cultural para América Latina en la emisora de la Deutsche Welle (Berlin Occidental).
Dirigió la sección de Publicaciones de COLCULTURA con Gloria Zea como directora.. Fue coordinador de la oficina de publicaciones y de la revista ”Razón y Fábula” de la Universidad de Los Andes y cofundador, junto con Pedro Gómez Valderrama y Arturo Alape, de la Unión Nacional de Escritores (UNEC) de la cual fue vicepresidente. Durante 35 años ha sido profesor de literatura europea en la Universidad de Los Andes (cátedras sobre poesía alemana, teatro clásico griego, autores como Hölderlin, Thomas Mann, Goethe, Proust, Baudelaire, Rimbaud, Verlaine, Kafka, Sartre, Garcia Lorca) y lo fue de las universidades: Javeriana, ENAD, Pedagógica y Nacional. Durante siete años, dirigió la revista “Texto y Contexto” de la Universidad de Los Andes.
A finales de los años 70, viajó a la ciudad de Nueva York como delegado de Colombia a un Encuentro de Teatro de las Américas. Fue crítico de teatro del periódico El Tiempo.

Obras
La ciudad delirante Antología Poética

Poesía
“Restauración de la palabra” 1969
“El continente de los muertos” 1975
“Movimientos sinfónicos” 1980
”El viajero innumerable” 1985
“Historia baladesca de un poeta” 1989
“Las claves secretas” 1998
“Faro de luna y sol” 2002
Algunas antologías
"La ciudad delirante" Trafo Verlag Berlín 2006
"Stadt im Fieber" Trafo Verlag Berlín 2007
"Antología Poética" Libros de La Frontera Barcelona 2000
"Antología crítica de la poesía colombiana 1874 - 1974 Tomo II Biblioteca del Centenario del Banco de Colombia Bogotá 1974
"Poesía colombiana" Antología 1931 - 2005 Universidad Autónoma de México y Fundación Literaria Común Presencia México 2006
"Tres siglos y medio de Poesía Colombiana" Secretaría Ejecutiva Permanente del Convenio 'Andrés Bello' Bogotá 1980
"Antología Círculo de la poesía colombiana" Circulo de lectores S.A. Bogotá, 1989
Antología Revista de poesía Prometeo No. 81 y 82, Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2008.
Antología de Literatura Colombiana Centro Guadalajara de PEN internacional, Guadalajara, 2008.
Además figura en cerca de 24 antologías más, y varios poemas suyos han sido traducidos al alemán, al inglés, al yugoslavo, al italiano y al francés.
Ensayo
“Ensayos de crítica interpretativa -T.Mann, M.Proust, F. Kafka, Goethe y ensayo sobre la función estética y social de la poesía - segunda edición aumentada" Universidad de los Andes 2006
“Reflexiones y esbozos - Poesía, Teatro y Crítica en Colombia”, Colección Literaria Volumen 39, Fundación Simón y Lola Guberek (1991)
Memorias críticas de un estudiante de humanidades en Alemania Socialista & Zuleta: el amigo y el maestro Editorial de la Universidad de los Andes (2011)
Ensayos suyos han sido publicados en los siguientes libros colectivos:
"Materiales para una historia del teatro en Colombia" Biblioteca Básica Colombiana Volumen 33 COLCULTURA Bogotá 1978. Cinco ensayos, entre los que se destaca: "Notas sobre el surgimiento del teatro moderno en Colombia"
"Valoración múltiple sobre León de Greiff Ediciones Fundación Universidad Central y Casa de las Américas Bogotá y La Habana 1995. Ensayo titulado: "León de Greiff: el lírico contra la lírica tradicional""
"Lecturas compartidas" Alcaldía Mayor de Bogotá Instituto Distrital de Cultura y Turismo Bogotá 2001. El ensayo: "Aspectos y tendencias fundamentales en el estudio de la obra de Thomas Mann"
Ha publicado además, varios ensayos y numerosos artículos en revistas y periódicos de Colombia y Europa, entre los que se destacan:
"Relación entre vida y poesía en José Asunción Silva" en la revista Texto y Contexto No. 14 de la Universidad de los Andes Bogotá mayo - agosto 1988
"Colombianos en la historia" "Leon de Greiff por Eduardo Gómez" Año 1 No. 1 Bogotá, Ediciones Baal.
"Zuleta: el amigo y el maestro" en Revista Al Margen No. 23, Medellín, septiembre de 2007.
"Barba Jacob: el viajero que nunca llega" en Revista CEPA No. 10, Bogotá, marzo - mayo de 2010.
"Dialéctica entre teatro y cine" en Revista PLANOS No. 1, Tunja, 1997.
"Anotaciones sobre la religiosidad supersticiosa" en Revista Mefisto No. 66, Pereira, 2010.
"Observaciones críticas sobre la función estética y social de la poesía" en "Memorias" Tomo I, Ponencias, Segundo Congreso de Poesía en lengua española desde la perspectiva del siglo XXI, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 2003.
"Infancia e iniciación" en "Magazín Dominical" No. 732 El Espectador. Bogotá, 25 de mayo de 1997.
"La 'siempreviva': comienzo de una auténtica madurez en "Magazín Dominical" No. 701 El Espectador. Bogotá, 20 de octubre de 1996.
Prólogo al libro "Carrera de la vida" de Arturo Camacho Ramírez. Colección Autores Nacionales, del Instituto Colombiano de Cultura. Bogotá, mayo 1976.

Narrativa
"Elsa y los fantasmas" en la revista Texto y Contexto No. 31 de la Universidad de los Andes Bogotá abril - julio 1997
"Sociabilidad tardía" en la revista Texto y Contexto No. 33 de la Universidad de los Andes Bogotá Noviembre - diciembre 1997
"Las estaciones de un día" en la revista Texto y Contexto No. 23 de la Universidad de los Andes
"Las estaciones de un día II" en la revista Texto y Contexto No. 26 de la Universidad de los Andes Bogotá enero - abril 1995

Novela
"La búsqueda insaciable" (inédita) (2010)







El elegido

Solamente existe en verdad el oficiante
el elegido por cadenas de sucesos
infinitos hacia atrás
inescrutables.
El póstumo celebrante del misterio
el que ya sabe cuando aprende
el que más aprende cuando enseña
el que aprehende sensitivamente matemáticas
y gusta doctamente de la lírica.
Aquel a quien encuentran aún de noche
aún en sueños
abriendo, silencioso, su camino en selva oscura.
El musical sin instrumento
en aire abstracto
y subterráneos mares buceador hierático.
El que tamiza la luz y matiza
—luminoso—
la sombra.
El que hace una síntesis con síntomas apenas
y descubre el punto exacto por difusas señales.
El que no necesita, en la experiencia, sino débiles comienzos,
el que ensambla
-cotidiano-
laberintos
y sueña
—dorado por los soles—
catacumbas.








El Viajero Innumerable

Búscame detrás de los árboles sumidos en la noche
más allá de las últimas casas de los barrios pobres
entre las callejuelas desamparadas y en los hoteluchos
en los cementerios que sueñan con el coro infinito de los grillos
en los parques ungidos por el crimen y la pasión
en los palacios ruinosos que el crepúsculo agiganta.
Soy el pasajero de los trenes de medianoche
el viajero de barcos navegando entre nieblas
o bajo cielos negros para una luna en agonía
el viudo de bodas imposibles
el nostálgico de la Edad de los Dioses
el soñador de imperios abolidos y leyendas siniestras
el narrador de historias de enanos crueles y dulces bueyes degollados
el amigo fúnebre y el amante encadenado
el trovador de castillos-en-el-aire y desiertos ardientes
el pescador de almas condenadas
el que tiembla en la zarza ardiente de la melancolía
y el que gime en una obscena agonía.
Allí donde los lirios cortados destilan sangre y llanto emponzoñado
allí donde respira detrás de cada flor nocturna
un hada del Paraíso Perdido
allí donde solloza un niño en el limbo de los que no nacieron
en esas estancias penumbrosas donde vibran canciones de ahorcados
allí estaré infatigable esperándote.
Allí donde Mefistófeles rasurado y cortés
escucha las cantatas de Bach y los gozos seráficos de Händel
allí donde Bolívar destroza con su espada los altares patrióticos
allí donde Goethe medita ante la tempestad del Gran Océano
donde Beethoven suda sangre en los huertos silenciosos
donde Baudelaire conversa con los vampiros y los brujos
en laberintos donde la luna sueña sombras azules
y Proust se asfixia de amor en estancias de fieltro
allí donde Shakespeare vuela por cielos desmesurados
en los cárdenos horizontes de erizados Himalayas
allí estaré infatigable esperándote.






Amanecer

De palomas en fuga y marchitos sueños
está hecha la substancia del habitante de las calles,
de amaneceres descoloridos y cálidos cuerpos
el retiro a su refugio.
Un olor generoso a semen
un aire espeso de respiraciones secretas
rodea su lecho revuelto
cuando la flauta convida al abandono
y la noche viajera se aleja.
La amarga ternura del vómito
y los ángeles azules de ojeras
flotan en el fuego de su aliento de fiebre.
Afuera
el día martillea en las fábricas
los trenes desfloran la mañana transparente
y el aroma del pan fresco
se confunde con el húmedo olor de los mercados.
Es el día de diamante
eterno en su vaivén y rebosante de preguntas
caminando con ásperas botas
sobre la losa que cubre al solitario durmiente en su tumba.








RÉQUIEM SIN LLANTO

Hace un mes comenzó tu muerte
y desde el primer día
los niños juegan en los parques como siempre
y tu habitación fue alquilada
a un obrero grandote y parrandero
y todo parece igual en las calles
aunque tu rostro palidece cada vez más en el recuerdo.

Cuando la oscuridad me rodea en la noche
me concentro angustiado en revivirte
reconstruyo tu rostro cerrando los ojos y crispando los puños
mas solamente flotas al final de un jardín iluminado por la luna
y es en vano porque no pronuncias palabra
y tu imagen tiembla y se borra
como cuando tocamos los paisajes
que el agua quieta refleja.

Las gentes trabajan
conversan
pasan a mi lado
y sus ojos resbalan sobre mí indiferentes.
Pienso que son crueles
pero luego recuerdo que no te conocieron
que no me saben portador de la tremenda noticia
y aunque te hubieran conocido y amado
¿acaso podrían hacer algo que no fuese su vida?

Nuestro mundo comienza a ser joven
nuestro mundo solamente ama
aquellos muertos que le han dado más vida.

Por eso no escaparás al olvido
por eso es tan difícil retenerte
por eso es tan fácil
llenar el vacío dejado por ti.
Tu vida fue inocente
y tu muerte no estremece.
Es apenas una sonrisa que la niebla va esfumando
un eco melodioso que se pierde en oscuros corredores
a donde ya no podremos seguirle.









TORMENTA DE PRIMAVERA

Salgamos al aire libre
en la ciudad de los parques y de los estadios
de las ciclovías donde el tráfico brutal
es reemplazado por el diálogo cordial de deportistas
que sonríen con blancas dentaduras y se esfuerzan
con músculos tostados por el sol.
(Hay un canto tácito en el ritmo de las bicicletas
y un contrapunto de piernas y torsos nervudos).

Recojámonos fervientes bajo árboles añosos
en los bosques que mantienen a raya el acero y el cemento
para conversar pausadamente como en tiempos remotos
y bajo cielos abiertos cosechar fugaces besos
rodeados de ciudad y custodiados por las máquinas.

Salgamos al aire libre de las avenidas
que podrían conducir a horizontes de grandeza
(hay un himno potente en los trenes en marcha
que se lanzan repletos de sueños a la espera,
hay una tensión endurecida hacia lo alto
en la soberbia delirante de los rascacielos).

Que la desdicha de millones se amalgame
para las construcciones de ciudades misteriosas.
Que la fuerza irresistible de quienes escriben con su sangre
haga brotar jardines e inagotables laberintos.
Que de la fuerza y la gracia desperdiciada de millones
surja un río de potencia irreductible
que se abra paso hasta el Centro donde todo se entrecruza
y participe en la danza de los océanos del mundo.






La Ciudad Delirante

Cuando la tarde dulcifica la angustia de los barrios pobres
y en las colinas populosas surgen los galanes de la muerte
y los adolescentes aguzan sus puñales ardientes
y las muchachas erigen sus senos como trampas fatales:
cuando lujosos autos huyen de la miseria amenazante
abrumados por el peso de guardas ceñidos con revólveres
y el centro de la ciudad hierve de cazadores furtivos
y presuntas víctimas cómplices de su herida o su muerte;
cuando las iglesias se llenan de fieles deformados por el trabajo
y los mendigos exhiben su carroña invocando la Corte Celestial
mientras los transeúntes contienen el aliento sin mirar;
cuando el policía golpea al niño hambriento
y un clamor electriza la calle que vigila con mil ojos
y una ambulancia pasa con luces girantes y alaridos de muerte;
cuando en los vientres húmedos de los cines continuos
un olor penetrante hace brillar pupilas
y respiraciones afanosas anuncian el éxtasis secreto
que se confunde con la fuga de los espectadores lelos
mediante corazones destrozados en la pantalla gigante;
cuando la calma de la media noche se aproxima
y vuelan los primeros fantasmas entre los rascacielos,
he aquí que mi ánima entre libros y quimeras escucha
el silencio de la ciudad de ventanas herméticas
donde el crimen fulmina con un beso candente
y el amor es una languidez agónica y dispersa
para los amantes que luchan engañando la esperanza
y tratan de fundirse en un solo ser omnipotente
esquivando, cobardes, las diferencias necesarias
y confundiendo la palabra con dulzonas arias.
Desdeñoso y sereno me regodeo en la penumbra
a todos comprendiendo pero sin poderlos amar
mientras escucho como a un río a la ciudad delirante
que hierve en hondos cauces de una preshistoria bullente
en la que alientan en secreto los soñadores al acecho,
los investigadores de catacumbas donde el diálogo arde
los aventureros del mar que esquivan las sirenas
y buscan islas vírgenes para morir desnudos
y todos los que entonan desde las profundidades
un canto subterráneo que emerge lentamente
y apunta en la lejanía a una existencia inmensa
de búsquedas ascendentes y juegos de paloma.



4836.- AMÍLCAR OSORIO


Amílcar Osorio (Santa Rosa de Cabal, Colombia 1940-1985, hizo estudios en el seminario de Jericó, de donde salió para con Gonzalo Arango fundar el Nadaísmo, un tardío movimiento de vanguardia colombiano, al cual también perteneció Jaime Jaramillo Escobar. Según Eduardo Escobar, Osorio “eligió la poesía como forma del fracaso. Fue algo así como un secretario inútil de la nada en los principios del movimiento nadaísta, el lugarteniente adelantado de Gonzalo Arango. A quien ayudaba a retorcer sus manifiestos. Y de quien se consideraba cómplice abyecto. Tanta unión paró en ruptura. Y Amílcar, decepcionado de su idolatrado amigo, después de publicar algunos textos sofisticados y escandalosos se fue a Nueva York y más tarde se ubicó en San Francisco, en pleno auge del jipismo. Allá acabó de crecerse la melena y el bigote de tímido, vestido con los cuales regresaría al país en la década de los setenta. Después de publicar su único libro, Vana stanza, diván selecto (1984), murió ahogado, como temía que sucedería.” Con una novela inédita, Ejecución de la estatua, fue finalista en concurso de la editorial Seix Barral de España. Después de su muerte se publicó su libro de cuentos: El yacente de Mantegna (1987).






Plegaria nuclear de un cocacolo

Señor que te tienes
que me tienes
que tienes la galaxia
que tienes el uranio.
Señor, yo no me tengo.
Señor que habitas el átomo más azul
el más extenso el más redondo
el bastante construido.
Estoy sentado en este bar
y bebo coca cola
para poder hablarte:
ya tengo mis blue-jeans
de azul como de rosa submarina
desteñidos como un lavadero
donde terneros asexuados lavan
monedas falsas de oro y condecoraciones.
Ya tengo mi correa del este o del oeste
mi correa con chapa de sol
a medio día a la orilla del río
prolongada como el camino lechoso
que pintaste con yeso
sobre las nalgas la espalda el muslo
o el pecho de la noche.
Ya tengo mis mocasines de sur o norte
desalmados inherentes
ya llevan 15 días finos
y ellos como una bomba de jabón
y estos largos como el estornudo
del fusil más ahumado.
No tengo un automóvil que brille mejor
que dos naranjas en el refrigerador
que ruede mejor que dos bolas de billar
sobre el cielo verde que habita cuatro patas
pero tengo mis huesos largos
forrados de músculo brillante
que hacen caminar
pero no tengo cómo poner el brazo
contra la espalda de una cocacola
pero no tengo cómo sentir
mientras voy por el camino
el caballo castaño que me rueda –cola-de caballo-.
yo no me soy
yo no me tengo
pero yo he oído que hieren las estrellas
con esquirlas de granadas radioactivas
y lloran sus pestañas y sus párpados
yo he visto que juegan con fósforos enormes
y encienden el tabaco estratosférico
el cigarrillo
la ionosfera
yo he visto que juegan un billar circunterrestre
y hacen carambola con vanadio
que ensaya un ritmo largo
- que aúlla un perro con antenas-
he sabido que los perros orinan
contra el eje de la tierra
que ladran radiaciones a millares
de nudos de cometas
yo no me tengo
yo no me soy.
Señor, yo te confieso que bailo rock and roll
que me baño desnudo y solo
que una vez he fumado marihuana.
Señor, sólo te pido cigarrillos extranjeros
que me conserves los blue-jeans desteñidos
los mocasines largos
la coca cola helada
que me dejes ir al cine porque no tengo automóvil
sólo te exijo: yo no soy ni pienso ser.
Tiéneme, señor, que habitas el átomo más azul
y más extenso
y más redondo.





STANZA

parece que ante fue un garaje a donde vinieran
los carros a dormitar, parece que antes fue una
floristería de flores venenosas y dispersas. Parece
que antes también fue una botica de cosméticos
o algo por el estilo.

pero, en realidad, fue la morada de algunos pétalos,
de palabras inciertas, regalos y amores indecisos
todos.

parece que ahora es algo así como un recuerdo,
como algo que se alquila o se venera.







CUERPO CELESTE

Con aplicación reverente
va fundando besos
por todo mi cuerpo:
aquí uno frio y rápido
como un Aldebarán apagado,
aquí uno más ardiente, Betelgeuse,
aquí un mordisco, aquí una luna,
aquí otro y otro aquí, asteroides,
aquí las Pléyades, y en el pecho
la vagante supernova,
una binaria azul en las caderas,
uno de cráteres abiertos en la boca,
cúmulos estelares en la frente,
hasta convertirme en la equivocada
constelación de la Medusa
fija en el firmamento de esta noche.









DEL LADO DE LOS SUEÑOS

esta noche, la noche ha pasado su buen rato
recorriendo las avenidas desoladas,
visitando el purulento río
que parte la ciudad como su tajo de podre:
incógnita e indiscreta ha subido
las turbias escaleras que conducen
a hoteles y residencias donde los pederastas
hacen el amor con los muchachos;
impúdica y con aire despreocupado
se ha ido por callejones de cuchillos,
por crudas luces que caen a las calles
como empujadas desde las cantinas
y los lupanares de gritos recedidos.

Esta noche, en tanto, yo me he ido yendo solo
por las encrucijadas del lado de los sueños,
alejado de los sobresaltos, por un mundo
muelle y quieto, cercano e impalpable,
por unos estanques de luz sin precedentes,
por unos giros desconocidos y vagos,
para caer, de súbito, al amanecer,
entre sus brazos de aurora boreal.










A. P. V. y J. J.

Llora sobre mi corazón la lluvia
de su canato de muchacho desolado.
Lloro contenido de duras gotas,
trizas de mica tibia sobre el desierto
de este pecho que agita sus dunas
alejando cada vez los oasis:
lágrimas que se hunden en la piel
buscando las cisternas de la ternura,
lagrimas que buscan la sangre
para convertirse en rosas fijas.
“¡Llora sobre Rahoon!”, llora aunque sea sobre mí.










ÉTUDE IV

La palabra “garulla” —del demótico,
la entendía y pronunciaba
de manera muy precisa.
Sabía yo lo que significaba
pero no de la manera tan precisa
como él la sabía y solía musitarla.

Hoy, yo diría,
si no fue de manera
muy “garulla” (del demótico —preciso)
como se ha alejado
hacia las costas del Long Island Sound.










LA ALCOBA ESTREMECIDA

El muchacho al alba
sobre el lecho sentado
sus pies calza y deja
caer sobre las sábanas
aromas de su espliego,
antes de irse al colegio.

A quienes a muerte
han condenado les sucede,
y a los que perdieron
la guerra y a aquellos
después de recibir
en la mejilla el beso
de la despedida, se quedan
soñando en su lecho
con el muchacho
que al amanecer deja
la alcoba estremecida.









EL MUCHACHO DEL METROPOLITANO
—reproducción Romana

Una mano le queda,
a medio empuñar,
en la nalga izquierda.

Perdió la cabeza,
por algún pederasta,
en otros tiempos.

Los pies se le gastaron
viniendo al museo
—los muñones de mármol.

Los brazos, tal vez,
los agotó nadando
para venir a América,
o en un abrazo
despidiéndose.

El tronco curvado
a la manera curva
de los que saltan
o se ofrecen.
La parte del cuello
por donde la bajaron
vino y aire.

El pubis herido
en la parte
de los genitales
benevolentemente,
como para que no
reprodujera igualdades.










FORMINX

Entre su cuerpo y el mío
es una luna su muerte.


IV

En el cuenco de mis manos
ya no caben sus hombros.
Midón: “Calló el dueño,
calló el invitado,
calló el blanco crisantemo”.

Cerca de Perigord le comparé
a un “summer´s day” que se mutó
en esta tenebra: “Je suis le tenebreux,

le veuf, l´inconsolable”.
Un mausoleo le he levantado
en la memoria y que “juzguen
los dioses como se le ha amado”.









TORSO

El pedazo que queda
consiste en los tobillos,
el epigastrio, las caderas,
el bajo vientre.

Las nalgas y la espalda
están recostadas al muro.

No se sabe si es un despojo
de las guerras dorias
o un muchacho del gimnasio.

Pero muerto como vivo
es una mera estatua.

http://www.antoniomiranda.com.br/
iberoamerica/colombia/amilcar_osorio.html








ALBERTO DA COSTA E SILVA [4.835] Poeta de Brasil


Alberto Vasconcellos da Costa e Silva 


(São Paulo, Brasil  1931), uno de los más notables poetas brasileños contemporáneos, hijo del poeta simbolista Antônio Francisco da Costa e Silva, hizo sus estudios de primaria en un colegio de Fortaleza y de secundaria en Rio de Janeiro donde se diplomó en el Instituto Rio Branco en 1957. Doctor Honoris Causa en Letras de la Universidad Obafemi Awolowo de Nigeria, ha servido en su larga carrera diplomática a su país, en diversos destinos como Lisboa, Caracas, Washington, Madrid, Roma, Lagos, Bogotá y Asunción, y en dos ocasiones ha presidido la Academia Brasileira de Letras.

Obras do autor

Como poeta


O parque e outros poemas, 1953
O tecelão, 1962
Alberto da Costa e Silva carda, fia, doba e tece, 1962
Livro de linhagem, 1966
As linhas da mão, 1978 (Prêmio Luísa Cláudio de Souza, do Pen Club do Brasil)
A roupa no estendal, o muro, os pombos, 1981
Consoada, 1993
Ao lado de Vera, 1997 (Prêmio Jabuti, da Câmara Brasileira do Livro)

Como historiador e africanólogo


A enxada e a lança: a África antes dos Portugueses. Edições 1992/96
As relações entre o Brasil e a África Negra, de 1822 a 1° Guerra Mundial. Ed.1996
A manilha e o Libambo: A África e a Escravidao, de 1500 a 1700. Ed.2002.
Um Rio Chamado Atlântico, 2003
Francisco Félix de Souza, Mercador de Escravos. Ed.2004

Como ensaísta


O vício da África e outros vícios, 1989
Guimarães Rosa, poeta, 1992
Mestre Dezinho de Valença do Piauí, 1999
Castro Alves: um poeta sempre jovem, 2006

Como memorialista

Espelho do Príncipe, 1994.




Fragmento de Heráclito

Todos los días son iguales – el griego
y el niño que fui
siempre lo supieron.

Él lo pensaba; yo lo vivía,
amargo.

El sol
cegaba, en los techos.
Pero el niño de ayer, hoy,
cantaba.



Soneto a Vera

Estabas siempre aquí, en el paisaje.
Y en él sigues, en medio de este asombro
del tiempo que tan sólo es lo que fuimos,
un cielo quieto sobre el mar del día.

Súbitamente en despedida vives,
calma de sueños, simple visitante
de aquello que te cerca y lo que queda
inmóvil en lo que es breve, poco e humano.

Las regatas al sol, de la penumbra
donde abría ventanas. Y de entonces
voy al campo de trébol, a tu espera.

Lo que pasa persiste en lo que tengo:
la ropa en el tendal, muro, palomas,
todo es eterno cuando lo miramos



5 de septiembre

Cuando nos crearon,
las manos del dios ya estaban
cansadas.

Por eso,
somos frágiles y mortales. Y amamos,
para rescatar lo que en el dios
fue sueño.



Imitación de Botticelli

Como la luz en una caja de naranjas,
o la lluvia sobre la mesa de verduras en el mercado,
desciende la mañana en este jardín, descalza,

y las flores que trae, en la involuntaria belleza,
parecen, contra su cuerpo de verano inflado,
musgo, limo, herrumbre, las heridas que los pájaros

abren en la corteza lisa y perfecta de un fruto.




A un hijo que cumple dieciocho años

Antonio,
los dioses pintan mariposas
mas nosotros sabemos como
en los hombres sueñan
y sangran.

Existe el río.
Existe el campo. Existen
amapolas y un cielo temprano.
Existen el no y la páscua y la noche obesa
y el ocio furioso. El iluminado
gusto de la fiebre y la herida existen.
Existen lo eterno y la sombra
de un cielo fosco y desierto
sobre cuando lo olvidamos.

Existen
veleros y sonámbulos, el día,
las escamas del pez, la alegría.
Existen la soledad – zambullimiento, asombro –
y el soñares contigo.
El dolor existe.

**

Antonio,
enséñame a no tener miedo
de caminar despierto
y a recibir el azote del éxtasis.

Devuélvame el espanto
frente a la iniquidad
y al rugir de la fiera.

Repón en mi la fuerza
de resistir a la fatiga
de tanto cielo y abismo.
Perdóname la tristeza,
como si fueras mi padre
y no mi hijo.
Usciamo
a riveder le stelle.

*** 

Aparceros, Antonio, en secreto,
así de amor se viste el cuerpo.
Así se acuesta el cuerpo en la tristeza.
Así recoge el tiempo flores, en brazadas.

Todo es silencio, al reverso. La vida
es una vieja cansada. La vida encobre
el sol.
Siempre ha sido pobre
la mano que traza este surco en el día,
este surco en lo oscuro,
incomprensible e inútil
como llevar un buey a pastar en la playa.

(Mas los dedos de la vieja mueven los bolillos,
y la luz vuela.)



El niño a caballo

(Fragmento 3)

La mano de mi padre en papel dibuja,
de un solo trazo, casi, el niño a caballo.

Sale de su mano mi mano a hacerle señas,
y va sobre el papel el niño en el caballo.

Lloro sobre le regazo del triste, ciego y huérfano
a todo lo que estaba atado a la vida, vivo,

mas sin sueño y sin carne, a hablarme sin nexo
sobre un cielo y un sol de que fue desterrado,

mas que ponía alrededor del niño a caballo.

El rostro largo y sólo, rasgado de arrugas,
la mirada a rever lo perpetuo que tenía

y que nunca me ha dicho, en su pensar cortado
del día en que vivía ( en convivencia rara

con la silla de brazos, el pijama, sus pájaros,
la ceniza y la rutina de estar muerto y despierto),

en el papel unía la mano a dibujar
a la mano que hacía señas al niño a caballo,

en este adiós en que estoy, desde entonces, a su lado,
el niño que vuelve, a llorar, a caballo.

Traducciones de Izacyl Guimaraes Ferreira.

http://www.arquitrave.com/poetas/da_costa_silva/poeta_da_costa_silva.html



FIumen, fluminis

Escuchemos el fluir de este curso de río
entre viejos muros inmóviles de fatiga
ni siquiera meras lajas limitadas y cenicientas
sino piedras tristes y tranquilas
entre las que se escurre el límpido silencio
del agua que fluye sobre la desnudez
pura de la muerte

en njnguna otra fuente, el cansancio
de ser mañana cuando la noche se inclina
sobre nosotros, sufriremos
pues tan extravíos seremos el murmurio
de sus aguas veladas
a la música que nada anuncia que no sean primaveras
como ahora, anhelantes, nos reclinamos
sobre el líquido móvil de este río que lleva
hacia el mar distante e ignorado
estas formas maduras y tranquilas
este soplo perfecto
de eso que fue apenas el huidizo y precario polvo



La despedida de la muerte

Hablo de mí porque sé que la vida
lava mi faz con sudor de los otros,
que también soy, pues todo aquello soy

que alrededor se calla, y piedra o agua
murmura apenas: —Tu tiempo es la traba
que te impide tener la calma clara

del suelo de lajas que el sol recubre,
este esperar por todo lo que no corre,
ni para ni apura, y sólo es estado,

y ni aún murmura: —Lo que te traen
es la risa y el lamento, el ser amado
y el rozar cada día tu morir,

que no repone en ti el, sin pasado,
yacer en tu oscuro, pues heredaste
y legas susurro, ruido de pasos,

una sombra, un contemplar el paisaje,
memoria, caldo, humus, y he aquí que el mundo
nada rechaza, siendo pobre y triste

en el lustre que nos da. La madrugada.



Soneto

Una ausencia de mí por mí se afirma.
Y, partiendo de mí, en la sombra sobre
el suelo no mío, en el césped simple
el otro ser que soné se echa y sueña.

¿Lo soñé o me soñé? Me soñó el otro
—y el mundo que me circunda, aire, flores,
las bichos bajo el sol, la lluvia y todo-
o fue el sueno de los demás que sueño?

Me vistió la epidermis de la vida,
o breve imaginar de un ocio inútil
se irguió de la sombra a mi carne, o soy


un capullo de tiempo, centro y soplo
del otro ser absorto que de mí habla
y que, sanando el mundo, en mí se acaba.




Imitación de Botticelli

Como la luz en una caja de naranjas,
la lluvia sobre la mesa de verduras en el mercado,
desciende la mañana en este jardín, descalza,

y las flores que, trae, en la involuntaria belleza,
parecen, contra su cuerpo de verano hinchado,
musgo, limo, herrumbre, las heridas que los pájaros

abren en la corteza lisa y perfecta de un fruto.

[Traducciones de Carlos Germán Belli]






A cuento de dos poemas de Alberto Da Costa e Silva,  
Premio Camões 2014
Una rápida lectura a las notas con que la prensa lisboeta saludó la concesión del más reciente Premio Camões al brasileiro Alberto da Costa e Silva (São Paulo, 1931) despertó de inmediato mi interés. De entrada, por la instintiva camaradería que nos acerca a aquel con quien compartimos profesión, pues comenzaban aquellas líneas subrayando que el brasileiro es diplomático, con una larga y exitosa carrera a las espaldas, ejercida casi por completo en el ámbito de la “latinidad” (Caracas, Bogotá, Asunción, Madrid, Roma y Lisboa, donde sirvió en dos períodos) y en África (puestos en Benin y Nigeria) e incluyendo varias Jefaturas de Misión. Pero si aquello llamó mi atención, más aún lo hizo lo poco que en esas nótulas pude entrever acerca de su obra literaria, compuesta por una decena de títulos de poesía y unos pocos ensayos sobre asuntos cercanos a mi interés y títulos más que sugerentes: O Vício da África e outros Vícios, A Enxada e a Lança: a África antes dos portugueses o A Manilha e o Libambo: a África e a Escravidão. Inmediatamente sentí la necesidad de hacerme con alguna de esas obras, y a ello me puse con afán, solo para darme de bruces una vez más con la sólida certeza de que los libros brasileños simplemente no llegan a Portugal, por motivos diversos y que aquí no vienen al caso —el que quiera comprobarlo, pregunte en las librerías de Lisboa por obra tan central en la literatura en lengua portuguesa del siglo pasado como el Grande Sertão de Guimarães Rosa; yo, en cuatro años, solo he encontrado un ejemplar en lance: de la edición de Seix Barral con magnífica traducción a nuestra lengua de Ángel Crespo. Espoleado por el fracaso, indagué cerca de varios amigos informados en estos asuntos que suponía debían conocerlo, de quienes tampoco conseguí rascar mucho más: aunque alguno de ellos recordaba haber compartido mesa y mantel con el brasileiro en su última estancia lisboeta, siendo este embajador de su país, y aun es posible que tuvieran en su biblioteca alguno de sus libros, tuve la sensación de que el recuerdo que Costa e Silva había dejado en ellos era lejano, leve, como una huella no demasiado profunda, que probablemente es lo máximo que los pasos de un diplomático aspiran a dejar en los lugares que lo acogen —aun un diplomático como Costa e Silva en un país como Portugal, unidos ambos por una tupida red de hilos biográficos e intelectuales.

Pero ayer, inopinadamente, en una de esas librerías de centro comercial, tan improbables como lisboetas, encontré por fin dos libros del más reciente Premio Camões: uno de memorias ficcionadas, Espelho do Príncipe (1994), y otro de poemas, Ao lado de Vera (1997). Sin tiempo aún para dar cuenta del primero, sí he leído, de un tirón y con notable gusto, el segundo. Obra de madurez, Ao lado de Vera es un conjunto de poemas teñidos con un tono elegíaco, pero que nunca caen en esa querencia natural del alma lusíada que es el saudosismo, porque por detrás de la lente melancólica se adivina siempre una sensibilidad inquieta y comprometida con lo real, con la trascendencia de lo en apariencia insignificante. ¿Y cuáles son las coordenadas de la navegación de esa sensibilidad en el mundo? Las que representan los pequeños universos que todos nos formamos y que a todos nos amparan de la malaise que tarde o temprano acaba por alcanzarnos. Y de cuya calidez estamos si cabe más necesitados quienes hacemos nuestra vida en esta errancia por los caminos de Dios: no es por ello extraño que las galaxias más trasegadas por Costa e Silva en este poemario sean las la familia y las de la memoria, que son por fuerza las de la infancia. Si a lo anterior se añade una notable contención de los medios expresivos, que aleja esta poesía de los concretismos y otros "ismos" tan caros a la lírica brasileña (y que, como afirma Nilo Scalzo en la cuarta de forros, “recuerda a los grandes momentos de la poesía inglesa”), los poemas de Costa e Silva acaban por confluir con ciertos veneros de la poesía en portugués del siglo pasado que corren por encima de las fronteras nacionales, abriendo sugerentes caminos: los desbrozados antes por Pessoa, por Drummond de Andrade, por Rui Knopfli. Como muestra, aquí quedan dos de los poemas más emocionantes de Ao lado de Vera.    

p.s.: En la esclarecedora bibliografía del autor que ocupa las páginas finales de Ao lado de Vera se puede leer que varios de sus libros de poemas fueron lo que entre nosotros se suele llamar con cierta displicencia “autoeditados”. El poeta prefiere indicar que son “ediciones para los amigos, fuera del comercio”; y en esa pequeña indicación leo yo un manifiesto: en tiempos como los que corren, en que los atrios de todas las iglesias han sido tomados por los mercaderes, Da Costa e Silva entiende el oficio poético como la sola tarea intelectual que aún puede salvarse de resultar contaminada por ciertas compañías indeseables; y concibe el poema como la única ofrenda posible a los amigos verdaderos, donde caben todos los lectores que sepan apreciarla —yo, lector suyo, ya me considero su amigo. Desafortunadamente, reflexión tan placentera fue interrumpida por cierto escritorzuelo de cuarta, cuyo nombre me ahorro para no contaminar los poemas que siguen, quien escribió recientemene en su cuenta de facebook que se proponía limpiarla de “poetas autoeditados”. También me ahorro la lista de los “poetas autoeditados” cuya lectura redundaría en beneficio de su cultura literaria (es un decir). Pero la culpa no es suya. Bien empleado me está por “aceptar amistades” fuera de aquellas que se forjan en las páginas de los libros ofrecidos y recibidos, compartidos y admirados. Ahora sí, a lo que de verdad importa: los poemas.


A UN HIJO QUE CUMPLIÓ DIECIOCHO AÑOS


*

António,
los dioses pintan mariposas,
pero nosotros sabemos que
los hombres sueñan
y sangran.

Existe el río.
Existe el campo. Existen
amapolas y un cielo temprano.
Existen el no, y la pascua, y la noche obesa,
y el ocio furioso. El iluminado
sabor a fiebre y a herida existe.
Existen lo eterno y la sombra
de un cielo hosco y desierto
sobre cuanto olvidamos.

Existen
veleros y sonámbulos, el día,
las escamas del pez, la alegría.
Existen la soledad —zambullida y asombro—
y soñar contigo.
El dolor existe.


**

António,
enséñame a no tener miedo
a caminar despierto,
y a recibir el azote del éxtasis.

Devuélveme el asombro
frente a la iniquidad
y el rugir de la fiera.

Repón en mí la fuerza
para resistir al cansancio
de tanto cielo y abismo.
Perdóname la tristeza,
como si fueses mi padre,
y no mi hijo.
                        Usciamo a riveder le stelle.



***

Como un compañero, António, en secreto,
así el cuerpo se va vistiendo de amor.
Así el cuerpo se reclina en la tristeza.
Así el tiempo recoge las flores, en brazados.

Todo es silencio, vuelto del revés. La vida
es una vieja cansada. La vida cubre
el sol.
            Siempre ha sido pobre
la mano que traza esta raya en el día,
esta raya en lo oscuro,
incomprensible e inútil
como llevar a un buey a pastar en la playa.

(Pero los dedos de la vieja mueven los bolillos
y la luz vuela)




ELEGÍA DE LAGOS

Aquí
los viejos navíos
venían a limpiar sus cascos,
no de las olas, ni de los vientos, ni de lo que sueña en la distancia,
sino de lo que tiende a tierra y a piedra, al caracol, al sapo y al lagarto,
a lo que es feo y se aferra
a la superficie del mundo
y es inercia y espera.

Bajo
la calle de mi infancia, de camino a la playa,
y acabo en este puerto de esclavos.
Aquí,
en los charcos,
los niños
venden mangos y gallinas,
varias gallinas atadas por las piernas,
como un ramo de flores, las cabezas desesperadas
huyendo del agua,
los pescuezos en u,
las líneas puntiagudas
surgiendo, pistilos, de los picos semiabiertos.

Pasa un muchacho
con una penca de plátanos
en equilibrio sobre la cabeza,
con la misma displicencia con que Dios
traza en sí mismo la curva del universo.
Y otro
canta,
y tamborilea
en la madera podrida
por la lluvia, esta tristeza
de las lanchas de pesca con las redes lanzadas
sobre las aguas del canal y todas las ausencias.

Hace mucho tiempo, mi cuerpo sobre la playa
podía ser un barco puesto a secar.
Aún quedaba
el envite salino del futuro. La vida
no nos negó las mareas, los tifones, y las fiebres,
el abismo y las plagas.
La vida no acostó
al niño,
con el libro iluminado,
en la silla de lona, descansando de haber sido
un sueño y algunos versos
en que el amor está en todas las vocales, envejecido
de jardín y de sol.

Crece la papaya en el huerto de mi casa.
Pero ya no sé sacar de su rama la simple flauta
y el débil silbido.
Desaprendí
a lanzar la peonza
y a correr sobre los muros,
aunque viva
en la abundancia de flores amarillas,
del calor y de las garzas.

Este jumento manso,
perseguido por las moscas,
cierta mañana, después de la lluvia, entre los cestos
de palomos.
Camina lento,
tal la luz húmeda,
por un huerto ya acabado.
Allí,
sentí que la muerte de alguien en mí sucedía,
cuando el cestero, con el mango
del cuchillo apretado contra el vientre,
iba trenzando el mimbre, y el cuchillo
abría apenas el espacio para enlazar
las fibras; no hería, solo cortaba
el remate de las varas —como la noche
solo cierra los ojos
del exacto fin
de la tarde.

Llega el borrico junto al muro en que me siento,
desvistiéndome de la vida.
La muerte
se descasca
como una haba: caen
de su interior los días,
aun el más antiguo,
en que oímos su nombre por primera vez.
Ella nos pone su hocico, es un perro, en las rodillas
y está llena de sarna, de infancia y de miedo.

Me abandona lo que veo
y queda en mí preso.
Fui
lo que nunca imaginé haber sido. Sé que los días
me abrazan.
Por eso,
ahora,
paso la mano humildemente por el pelo del cachorro,
casi pidiendo
al maldito,
al olvidado,
que se acomode en mis pies
y aquí
se quede.


por Luis María Marina

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