domingo, 31 de mayo de 2015

RANDOLFO ARIOSTTO [16.153]


Randolfo Ariostto 

República Dominicana. Nació en 1971. 
Licenciado en Filosofía Y Letras de la UASD, Record Guinnes de Lectura continua en Voz Alta, poeta, ensayista y narrador de cuentos y novelas breves, produce el programa de análisis de noticias, Telematutino Universal en Mao, Valverde. Ha publicado más de 11 libros de distintos géneros.




Poemas de mi libro: Yagtsaguenbub
Randolfo Ariostto




No ciernas la mirada mujer

Cuida de ti mujer, el pueblo tiembla al pie de la  acera. Las manos se esparcen sobre los latidos del viento hasta nuestros pechos. No será siempre, habrá canciones rememoradoras de impunidades, festivales de llantos menos manidos a la hora del voto y las tribunas cloacales. La justicia mujer, me duele la justicia más acá de tus senos tersos y dulces sin otra razón aparente que la inocencia de los miserables. La Cuentacuentos es chismosa y lo da todo con detalles, tarde que temprano abre las patas en medio del mercado y se le ofrece al loco del barrio:- shiiii, dice bajito, y al rato el mundo estalla enloquecido de llantos que derriban altares. No ciernas la mirada mujer, hay que ser frontales a la hora de amar, como ellos a la hora de amoratarnos las miradas.




Nuestro pueblo

Nos mira el pueblo querida, las palabras caen como mantos de luz sobre los dedos, con tanta impunidad de las cañadas y sus silencios. Los cantos son corceles que vienen, raudos, cuánto vigor al compás del insomnio, del desdoblamiento del colmado y la franquicia exclusiva de los pobres plebes desnudos de felicidad. No nos toca reír aún querida, debes entenderlo, y debes, con toda la rabia de las cortinas tras los dinteles del parque, razonar que no es nuestro pueblo ese que nos ve desde una burbuja de aire y aromatizantes extraños que seducen lo mismo que nos aturden el habla. Desnúdate mujer, hay que hacer el amor otra noche más, hasta alcanzar nuestro pueblo.




Los separables

Las sombras, gota a gota, caen sobre el escritorio, la luz ejercita su terrible esfuerzo de agobio al ritmo de la calle, de facebook, de las locas historietas de los Messenger. Aquí vienen a llamar las ansiedades de que estamos hechos los humanos, los separables, los que alzamos los ojos con el cuerpo aún untado de alivio, como si el impulso de vivir nos viniera de afuera. Tu rostro en la oscuridad del teclado desliza franjas de sosiego cuando las manecillas se juntan. La soledad del gentío reverdece los claustros oscuros de los proyectos políticos y los planes departamentales de la corporación. Al pie del monitor, nos bebemos de a sorbos todo el miedo dispensado a los humanos, a nosotros, los separables. Estas letras han de resbalar por las gargantas de los miserables hasta hacerles vomitar. Hay que salir desnudos a las calzadas y reverenciar las caídas de los crepúsculos antes que el sol, su luz, sus sombras que gota a gota caen sobre el escritorio, no sean suficientes para apaciguar la sed, el hambre, la ansiedad de amor entre los separables.






Avatar

El índice desliza una z sobre la pantalla del cel, tu rostro nace de entre mil posibilidades de asombros, esa ráfaga de silencio vencido desde aquel lado de mi ignorancia, y un dejo de causas sin efectos que persigue tu rostro dando vueltas en ti misma frente a mi, y mi angustia de verte aparecer en la pantalla cada instante del día; porque entre mil posibilidades de asombro y esta certeza de aliento reflejada en tu perfil, saberte en chat se eleva como una sociedad mutante desde lo improbable de parecer humanos en este avatar donde no sangro más que tu ojos: forjadores de escombros, de sustancia de tiempos venideros, como tomar de las manos a un desconocido y otorgarle poderes sobre el google map. No contamos con los gigas necesarios, mujer, no hay terabit para tanto rostro, y el asombro de verte aparecer, llena de eso infinito.





Rosa Elina Rivas Díaz

Sabías de las locas idas a la ciudad y sus carros de motores violentos, pero no te sedujeron, muchacha, ignoraste el moho en las noches de  infames carcajadas y el estallido de insomnio de los drink.Calles que eran serpientes bajo tus pasos de arena cuando el badén besaba la palma de tus pies, las plantas de cielo que solo en tu pecho vi crecer, epifanía de tarántulas abandonadas en el asfalto de Babilonia.

No huyo a ti para  recordar las cosas que muchos conocen mejor que yo, ahora requiero mirarme en tu sonrisa, esta vez más, respirar tu mirada de agua, tu vuelo incesante de palabras olorosas a guiso de la  abuela, esa tecnología con que ensombrecías la  angustia y el ansia  insensata de volar sin necesidad de propósito. Muchacha seria y formal, qué jovial nos parecías, hecha de metales primitivos y trascendentes a la futilidad del mercado, más preciados que las parafernalias de la red.

Nos requirieron pasaporte, muchacha, nos lo pidieron con formalidad de estrado y premura de cuidados intensivos. No se reír con los ojos descalzos, no se callar con las palabras desnudas frente al silencio. No se restregar la alborada en el rostro de la tarde. Verás, te hablo como a una cosa verde que no dejaron madurar, muchacha, no te dejaron, y así no se hace. No debieras contemplar el sol con los ojos gastados, y también digo, no se dejarte partir sola, al atardecer, porque el olvido me provoca esta cosa negruzca que me estalla en el pecho, y llamo a los científicos que acordonaron a Dios, y fundo miles de almas sobre las plazas de los desalmados. No deberían burlar la humanidad hasta el cansancio, ¡carajo! Y te ves muy verde, muchacha, y eres tan verde, que si te llevan con los ojitos vendados, puede que quieras madurar.



Entre luces

Me presumo entre luces que huyen a las sombras del día como murciélagos de metal, almas calcinadas de pobres sedientos de ataúd y lágrimas. Habrá que regresar a los viejos versos de muchachitas putas tendidas sombre príncipes negros para alivianar un poco, tanta luz innecesaria.




Cadáver de sueños

La misma luz que de la sombra guarda el resabio de una paz, fresca, bajo el ala de un labio, esa, por la que suspiráramos en el altar del tiempo hasta que el fuego fraguara el holocausto del adiós. Sí, la luz, esa de color sin nombre que rodó de una mañana vulgar, de séptimo día, de nadar desnudos. Ha venido a mi ventana con una sábana enredada en el filo de su amnesia, a regresarme a mí, antes de ti. Que me deje con mi sombra, oscurecer en ti, como un cadáver de sueños…




Como en face

Tu figura no ocupa el espacio que quisiera: mujer, una noche de museo, el solsticio de una cuadra al salir del boulevard, tu figura, mujer, no está donde te quiso el instinto, no está en el detalle exacto de nuestras casas licoreras, ni en el envoltorio del mercado. Un dedo punteó la sábana, la acuarela del tiempo temerosa de tus ojos, como en face, y sin embargo no estás donde te naces, ahora, en este instante de luz eternizado como un museo de helechos. Tampoco estas donde no quisieras, porque entre el instante preciso y desarmado en que tus ojos retrataron el tiempo de nuestras soledades perdiste tu propia soledad, o fue la mía que soñó ser tuya, envuelta en acuarelas y tiempo, eternizado en tus ojos. Tú figura no ocupa el espacio que quisiera. Es que perdí mi soledad, y tu compañía que es más tuya que mi soledad, tampoco está contigo…




Felicidad

Se me antoja sublime la violencia de la multitud. Las masas, las subamamantadas, elevadas al orgasmo del sol y la autopista, extraño canto de ángeles mal vestidos, niñas sedientas de olor entre los  poros  y el alma, clamando mendrugos de pan, agua, luz, y un mejor  modo de manosearles la calma, esa paz cotidiana que desvanece en  el colmado, a la vuelta, en la farmacia, al tomar la pastilla del día después. Igual estabas allí, mujer, en la ardiente multitud de ángeles desenfrenados, tan profanada desde el primer día que mi mano cubrió tus labios por decir las palabras renegadas a los pobres.



MARIO ALBÁN CAMACHO [16.152]


Mario Albán Camacho

Nació en Heredia, Costa Rica, Centroamérica, en 1955. Inició su obra literaria en 1970. Durante los años de esa década su creación fue intermitente. Pero a partir de 1983 –cuando escribió El pájaro del Alba, poema en 22 secciones y, simultáneamente, otro en 17 estancias llamado Rapsodia para un amor– su obra es un vasto latido incesante, integrado hasta ahora por 42 libros.

La temática de su poesía es plural: desde la más delicada expresión amorosa hasta la más enconada erupción política, atravesando en épocas por entre la celebración de la naturaleza en un tono casi religioso o un existencialismo asfixiante, hasta el crudo emplazamiento místico.

Bibliografía

El pájaro del Alba (1983)
Ocho caminos de ingenuidad en el infierno (1982-1985)
Código de modales (1985)
El pájaro testigo (1985-1989)
Divertimientos (1986-1987)
Sello de clausura (1987)
Travesía (1987-1989)
El juego inmoderado (1988-1989)
Imágenes para que tal vez nos dejen cantar (1991-1992)
Ciclón (1992)
Señales (1994)
Río de haikus para un milenio que nos acecha (1998)
El pozo de los deseos (1997-1998)
Voz testigo (antología de su poesía, publicada en 1999 por el Ministerio de Cultura de Costa Rica)
Alquimia (1997-2001)
Canción de los devotos del sol  (1999-2001)
El revés mentiroso del derecho (2001)
Poemas del lícito ilusionista (2002)
Credo del amante (2002)
Definiciones y antidefiniciones (2002)
Muchacha (1998-2003)
También soy Job (2003)
Un loco toma la palabra entre millones de juiciosos que ya chiflaron al mundo (2003)
Resplandores (1983-2003)
Sueño de otros sueños (1985-2004)
Personajes (2004)
Habitaciones del corazón (2000-2005)
Plantas de poder (2007-2009)
Los haikus del milagro (2009)
Brasil patria de poesía (2009)
Canción del Amante Cósmico (2010)
Libro de las contradicciones (2011)
En busca del bosque perdido (2012)
En la ciudad de la utopía (2013)
Nuestro sitio de amar (2013)
Memorias de amor (2013-2014)

WEB DEL AUTOR: http://lamiradaincesante.blogspot.com.es/



POEMAS DE EL PÁJARO DEL ALBA

IX

Que no sea hora, estrategia, compromiso.
Que aun siendo del hombre, de la umbría
de su sangre y su mirada, sea
la cascada del sol entre el follaje.
Que sea bello como la luz y como el sexo.
Que aun humano, aun del combate
entre la bestia y el cerebro, sea
el pájaro volando adonde quiere.
Sí. Que el amor, aun bajo la piedra
y el fastidio, sea
la contienda entre el sol y el rocío.


XI

¿Es que puedo sentir
la paz del alba, el júbilo
de gallos y de pájaros, el latido
del sol derramado en el follaje?
¿Es que yo, opreso del tiempo
y de las calles, encallecido de trabajos
y de noches, atenazado de hambres y de guerra,
es que yo puedo, acaso, ser un hombre?
Si me rodea solo la piedra, la piedra
sonriendo en los periódicos, la piedra
exhibiendo sus vestidos, la piedra
gritando, discurriendo,
¿puede mi corazón ser
como el alba, iluminar
mis sueños y mi sangre?

Pobre cosa que preguntas,
¿a dónde está tu flor, a dónde el agua?



XIV

Se han acostumbrado a este cerco.
Han llegado a creer que esto es la vida:
Estos días engolfados en relojes y las noches
ahogadas por las calles. Estos seres
con duradera sed, trabajos y, a veces, sin la luz de una comida.
¿Qué se hace, en dónde queda, la sangre
fresca que se ríe en la cuna?
¿Qué se hizo, a dónde ha ido, el hombre
savia de los ríos y el viento, hermano de la flor
y del jilguero, espejo de los astros
y la tierra, habitante de la vida
y luz creciendo?



XVI

Ese pájaro que enciende la mañana, es la mañana
misma, es su frescura:
Es el parto del día que alza vuelo.
Ese pájaro no tiene calles sumergidas en su canto
y a su día no lo asuelan los relojes, lleva paisajes
en la luz de su mirada y el horizonte
muere bajo su vuelo.
No importa si ese pájaro es paloma,
o si es una golondrina o un jilguero. Ese pájaro es.
Y es como el viento.
El hombre, parece que llegó después del ave,
y sin embargo, fue señor y hermano de la tierra
y continente de la vida y del albor. Mas su corazón
cayó cautivo de su propio albedrío y sus abismos.
¿Por qué, animal amurallado, por qué
si aún llevas corazón, si eres el hombre,
no recobras el pájaro de libertad,
que es tu camino?



POEMAS DEL LIBRO "TRAVESÍA"


No podemos envejecer esperando las condiciones idóneas.  Tenemos que vivir y explorar la luz de cada instante.  Como el pájaro vuela en cualquier cielo y canta sobre cualquier sitio.


µ

Uno no solo debe acercarse estéticamente al hombre: dejaría por fuera a los desdentados, caras de rata, cuerpos de mono y arrastra pies.  Uno, sobre todo, debe acercarse al hombre como hombre: en esta animalidad compartida cualquier fealdad es pequeña y prevalece la sangre que en nuestra especie es capaz de crear justicia.


µ

Todas las mañanas, silenciosa, triste, contenida,  vende comestibles a los madrugadores del pueblo.  Pálida, ojerosa, prematuramente mustia, pero con una hermosa cabellera, prolijamente cuidada, intenta diluirse entre la diversa mercadería. Pero es atenta y detrás de su sonrisa temerosa palpita una sedienta ternura.  Vende víveres a chabacanos, adormilados, sufrientes, alegres, fugaces, tensos, enajenados.  Y ninguno percibe la cascada de su cabello ni la flor de su sonrisa.  Vende, vende, vende –sus hermanos, los dueños, entretanto duermen. Vende, vende, vende, y nadie ve que es una mujer, un jardín dispuesto al beso.  Como un fantasma deambula por los estrechos pasadizos, cubiertos solo de productos, de innúmeras marcas frías.  Cuándo llegará el amor que, atrevido, la haga deliciosamente humana...


µ

Por esta calle he pasado muchas veces, pero no esta vez; he vivido muchas noches, pero no esta noche; me han deslumbrado muchos plenilunios, pero nunca este; innúmeros grillos he escuchado, pero nunca estos; he sentido la serenidad posada en el follaje, pero no la que como un firmamento de silencio se extiende por la tierra, los árboles y el aire en la pacífica umbría de esta noche; de la lejanía, rasgando sombras, me han llegado en otras horas rompientes aullidos de perros y rítmicos cantos de gallos, pero nunca los entremezclados ladridos y cantos que surcan el suceder inmóvil de esta noche; he percibido en otras noches de verano vaga cercanía de lluvia, pero no la sutil presencia de invierno que palpita en el rocío de esta noche; he mirado en innombrables instantes las estrellas, pero nunca las he mirado este instante: todo incesantemente muere, incesantemente nace; mi cuerpo de este momento no es el mismo que hace poco veía la leve luz del cielo; la vida que sucede es –a un tiempo– brote, tiniebla, agua y yermo: existir es, por lo tanto, ser capaz de aprehender en la petrificada calle conocida, el novedoso, fértil e impredecible retoño del latido: huella latiente, verde –nunca callo–, de la vida que fue y, por no seguir anuarios, continúa inmarcesible, creadoramente siendo.



POEMAS DEL LIBRO "EL PÁJARO TESTIGO"


¿A DÓNDE?

Yo vengo de tiempos
adonde los niños podíamos jugar con papalotes
(cielos abiertos a los sueños, los pájaros, los vientos).
Por el latido de un cordel subíamos hasta el cielo,
conversábamos con nubes y azules
y el follaje nos aplaudía desde los árboles.
A veces golondrinas o yigüirros
cortejaban con sus juegos nuestro vuelo,
y la brisa, limpio mar de transparencia,
cundía de músicas la nave de polícromo papel donde soñábamos.
Éramos magos: resplandecientes duendecillos de campiñas.

Niños de hoy -prisioneros de calles y T.V.-,
a dónde irán ustedes
con cielos cautivos de azoteas,
pájaros que se degüellan en los cables
y vientos radiactivos sin follajes.

A dónde iremos todos sin la vida.


CUENTO A MUCHA DISTANCIA DE LAS HADAS

Hijos,
¿cómo decirles,
cómo contarles cómo eran las cigarras
-chicharras las llamaban en mi pueblo-?
A ver... ¿Con qué mostrarlas,
con cuál palabra,
cómo inventarlas hoy, que poco queda?
Eran verdes, sueños, amarillas,
eran el latido del follaje.
Sus alas eran como el agua,
cristalinos óvalos sustentados sobre encaje.
Posadas en un árbol eran hojas,
mínimos satélites de estío: he aquí
su altísima esencia de cigarras:
Eran pequeñas navecillas del verano,
comitiva de la luz derramándose, solar,
por frondas, montañas, espesuras.
Y cantaban, además cantaban;
en las verdes copas vegetales
su concierto era mejor que los chillidos
que hoy enriquecen a los divos del rock entre miserias.
Cantaban.  De crepúsculo a crepúsculo
su canto era la voz llameante,
la palabra vital de los veranos.
Y llovían.  Desde el cielo como un mar de fulgor y mediodías,
las cigarras llovían, eran llovizna
humedeciendo los sueños de niños y de plantas.
Ah, las cigarras,
tan capaces de habitar fulgor y aire,
tan dueñas de los árboles y el día,
las cigarras provenían de la tierra,
años enteros dormían en su germen,
junto al latido de la sombra y las raíces,
en la nutricia fuente de la vida,
sí, las cigarras brotaban de la tierra.
Yo, que fui niño como ustedes,
que fui animal libre como ustedes,
yo, hijos míos,
yo vi germinar a las cigarras,
flores desnudas hacia el sol,
desde diminutos huecos tan redondos
como las formas de la luna y las estrellas.
Yo, de la tierra vi emerger
a los músicos insectos del verano
y, en mis manos, por primigenia vez
al cielo se elevaron.
Mas hoy, como aquel piel roja,
que en su inocente unidad con las praderas,
no pudo comprender
por qué un tren valía más que infinitas manadas de bisontes,
yo, hijos míos,
no puedo tampoco hoy comprender
que las cigarras ya no escolten los veranos,
porque los mercaderes que envenenan el herbaje
exterminan también el terrestre vientre de los cantos.


TÚNELES

Todo: agua, aire, árbol, flor;
libres, deslumbrantes bellezas de los pájaros;
inabarcables latidos de los bosques;
azules, vivas, amplísimas recámaras del mar:
Todo, lo nombrado y lo no dicho, todo
está por perecer.  No lo quiere
la fundadora luz del sol,
ni las fértiles habitaciones de la tierra,
no lo quiere el ciervo copulando con su hembra,
ni lo quiere el anónimo polvo del desierto,
no lo quieren la hierba ni los astros:
No lo quiere la vida.  No lo quiere.  Lo busca
el hombre, sumergido en la impudicia del mercado;
el hombre, nunca dueño de sus íntimos fulgores,
más infeliz aun que una gaviota,
todavía más oscuro que la noche.  El hombre,
ese angustiado y gran desconocido,
se ha creído sin embargo dueño y sabio
de los valles, los ríos y las montañas,
del follaje, la luz y los océanos.
Y donde hubo bosques con sus nidos
ha edificado rascacielos y negocios.
Y donde hubo ríos y floración
manufactura venenos y desechos.
Y donde hubo cielos y albores
ha puesto torres, aviones, humaredas.
Sí, el hombre,
que no es dueño aun ni de su edad,
que no puede siquiera decidir
sobre la caprichosa disposición de sus arrugas,
sí, animal de tan confusas vocaciones, el hombre
ha decidido ser el amo y el juez de la existencia.
Y la vida, que incesante apunta hacia la luz,
él, laberíntico, la arroja hacia sus túneles.


LA LLUVIA

Lluvia, yo, cuando niño,
amaba mucho tus canciones,
tus tambores sonar entre las nubes,
tus trompetas vociferando sobre ríos,
tus flautas cadenciosas entre los arpegios de los pinos,
tus armonías danzando con los gorgoritos de las aves:
Todo el espacio y la luz y la espesura
y los charcos, las flores y las piedras
y el cielo, las cimas y las eras: todo latía,
rezumaba, la prolífica melodía de tus gotas.
Y yo niño, fecundo como tú,
amaba mucho  —lluvia—  el amor
que desplegabas por los campos.
Entonces, mi padre, casi roble, cedro, sauce,
sembrador de vida y de maíz,
inundado llegaba  —lluvia—  de tus aguas,
y era como si por la puerta penetrase
una mano de tu aguacero generoso.
Yo niño, casi un glóbulo
de tu líquida abundancia  —lluvia—,
amaba mucho la vida que fundabas.
Por eso hoy, cuando escucho
tus caballos en estampida por el cielo
y te miro correr por las aceras
y las paredes de macilentos edificios,
sucia, negra, confundidas tus nubes con smog,
tus innúmeros globos cuajados de ponzoña
—una herrumbrosa metáfora de vida—,
entonces lluvia, indoblegable lluvia,
admiro más tu indomable música creadora,
pues quemante y venenosa
como los industriales humanos te hemos hecho,
sigues cayendo, cayendo y empapando:
Estás en guerra
contra el desierto planetario que construimos.
Ah, hermana, madre y abuela de la vida,
antigua lluvia, elemento primordial,
¿seremos los hombres capaces algún día
de ser fecundo espejo de tu música...?




DE "OCHO EPISODIOS DE INGENUIDAD EN EL INFIERNO"

LOS CAMINOS                                  

Aquí hay dos caminos:

Drogas oficiales:

Éxito,
silencio,
aplaudir al grande,
domingos de misa,
fiestecitas pulcras,
ser un patriotero,
estar en el partido
que gana el poder,
ser un elegante,
seguir memorandos,
preservar el medio:
Vivir como un buey.
Si esas drogas usas
serás "buen muchacho",
"persona ejemplar",
y puedes ser ministro
o, al menos, su amigo.

Y al otro lado:

El campo prohibido:
Besar a la vida,
su rostro de fuego:

Ignorar los rangos,
censurar el hambre,
soñar con los astros,
amar como un niño,
oponerse a modas,
abrazarse a un pino,
no oír los discursos,
vomitar periódicos,
llorar cuando quieres,
detestar caretas,
gritar "libertad" enfrente de bestias,
mirar en los sapos un sueño de estrella:

Ser solo un vecino.
Pero de ojos firmes.
Si la vida aceptas:
Si su aire y su trino
tomas como emblema,
no serás ministro,
ni menos su amigo:
Solo serás libre,
es decir: un hombre.


UN CIUDADANO COMÚN

Yo trabajo, sufro, estoy atado.
He iniciado amores en un parque – ,
bajo la luna azul entre la fronda,
que han concluido simplemente en algún bar.
No tengo otra razón que los salarios,
que algún placer al filo de la sombra.
Soy nada. Apenas una cifra del sistema.
Mírenme aquí de piedra por las calles.



MI PAÍS

La democracia
                      es la corrupción
                              llevada
a categoría de dios
   y, como una Penélope hechicera,
                                      cortejada por nuestras aves de rapiña
                                      y sostenida por la desidia nacional.

Y es el pueril
               patrioterismo
de nuestros acomodaticios burócratas
que,
         a falta de gónadas
enarbolan en sus impotentes
                         y monocordes escritorios
y en la imbecilidad
                         de estadios y cantinas,
los símbolos idílicos
                         de una nación
                       de vida nada idílica,
                   cuyo decoro es lupanar
                                          de la prensa cortesana,
                                          los mastines políticos de turno
                                          y los dogos del emporio americano.
Nuestra democracia es un carnaval
donde se conmemora la ceguera colectiva,
                 en medio de un planeta
                                  desolado
                                       por mercaderes fratricidas
                                       y guerras azuzadas
                                       para mantener la capital del latrocinio
                                       en donde la cofradía del renacuajo
                                       planea la inundación universal.






AUGUSTO MEYER [16.151] Poeta de Brasil


AUGUSTO MEYER

Augusto Meyer (Porto Alegre, 24 de enero de 1902 — Río de Janeiro, 10 de julio de 1970) fue un escritor, periodista, ensayista, poeta, memorialista y folclorista brasileño. Fue miembro de la Academia Brasileña de Letras y de la Academia Brasileña de Filología. Está considerado como uno de los más importantes representantes del modernismo en Río Grande del Sur, junto con Raul Bopp y Mário Quintana.

Sus padres, Augusto Ricardo y Rosa Feldmann Meyer, eran inmigrantes alemanes. Realizó sus primeros estudios en Porto Alegre, para luego dedicarse a los estudios literarios y de idiomas. Colaboró en diversos periódicos de Río Grande del Sur, especialmente en Diário de Notícias y en Correio do Povo, ambos de Porto Alegre, escribiendo poemas y ensayos críticos.

En 1920 publicó su primer libro de poesías, A ilusão querida, pero fue con Coração verde (1926), Giraluz (1928) y sobre todo con Poemas de Bilu (1929) que su trabajo alcanzó renombre nacional. Como poeta que formó parte del modernismo gaúcho, introdujo una veta regionalista en su poesía.

Formó el primer grupo modernista de Río Grande del Sur, junto con Teodomiro Tostes, Rui Cirne Lima, Vargas Neto y Pedro Vergara. En 1926 fundó la revista Madrugada con Theodemiro Tostes, Azevedo Cavalcante, João Santana, Miranda Neto y el ilustrador Sotéro Cósme.

Como ensayista y crítico literario ayudó a divulgar en Brasil gran cantidad de autores nacionales y extranjeros, entre ellos Proust, Rimbaud y Camões. En particular se destaca su ensayo sobre Machado de Assis. También estudió el folclore de Río Grande del Sur en títulos fundamentales como Guia do folclore gaúcho (1951) y Cancioneiro gaúcho (1952).

Su obra como memorialista, influida por Proust, se caracteriza por una línea lírica, mezcla de memoria, autobiografía y fantasía evocativa. Incluye los títulos Na Praça da Matriz – Trecho de Memórias (1946), Segredos da infância (1949) y No tempo da flor (1966).

Fue director de la Biblioteca Pública del Estado, en Porto Alegre, desde 1930 a 1936. Invitado por el presidente Getúlio Vargas para organizar el Instituto Nacional do Livro, se trasladó a Río de Janeiro en 1937 junto a un grupo de intelectuales gaúchos. Fue director del INL durante cerca de treinta años. Dirigió la cátedra de Estudios Brasileños en la Universidad de Hamburgo, Alemania, y fue agregado cultural de Brasil en España. El 12 de mayo de 1960 fue elegido miembro de la Academia Brasileña de Letras. También fue miembro de la Academia Brasileña de Filología.

En 1947 recibió el Premio de la Sociedad Felipe d'Oliveira en la categoría Memorias y en 1950, el Premio Machado de Assis de la Academia Brasileña de Letras por el conjunto de su obra literaria.

Obra

Poesía

A ilusão querida (1920)
Coração verde (1926)
Giraluz (1928)
Duas orações (1928)
Poemas de Bilu (1929)
Sorriso interior (1930)
Literatura & poesia, poema em prosa (1931)
Poesias 1922-1955 (1957)
Antologia poética (1966)

Ensayos

Machado de Assis (1935)
Prosa dos pagos (1943)
À sombra da estante (1947)
Notas Camonianas – Comentários críticos (1955)
Le Bateau ivre. Análise e interpretação (1955)
Preto & Branco (1956)
Gaúcho, história de uma palavra (1957)
Camões, o bruxo e outros estudos (1958)
A chave e a máscara (1964)
Prosa dos Pagos (1960)
A forma secreta (1965)

Sobre folclore

Guia do folclore gaúcho (1951)
Cancioneiro gaúcho (1952)
Seleta em prosa e verso (1973)

Memorias

Na Praça da Matriz – Trecho de Memórias (1946)
Segredos da infância (1949)
No tempo da flor (1966)



Augusto Meyer, pintura de Cândido Portinari,
1937 – pintura a óleo/tela Rio de Janeiro, 65,5x55 cm





Traducción de Adán Méndez


MINUETE

El minuete de las flores va empezar.

Hay una rosa roja que oscila, oscila,
en reverencia a un lirio.

Tocan los grillos escondidos para la cuadrilla.

Hay un crisantemo crespo muy orgulloso,
y su corola parece que gira.
Él baila inmóvil consigo mismo...

También las hojas secas valsean,
— organillo al viento —
valsean remolinos silenciosos,
— hojas ingenuas — baile de pobres...

Bailan las flores, bailan perfumes en mi alma.
El minuete de las penas va empezar.
Mi alma no baila con las otras almas:
— baila inmóvil — consigo misma...

Extraído de VISIÓN DE LA POESÍA BRASILEÑA – Edición bilíngue. Selección y prólogo de Thiago de Mello.  Santiago de Chile: Red Internacional del Libro; Embajada de Brasil, 1996



FIGUEIRA, Gaston.  Poesía brasileña contemporânea (1920-1946)  Crítica y antologia.   Montevideo: Instituto de Cultura Uruguayo-Brasileño, 1947.  142 p. 18x23 cm.  Col. A.M.



ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES

Nuestra Señora de las siete espadas
clavadas,
enséñame a salir de las encrucijadas.

Rosa adorada, Madre, parece
que mí boca impura se estremece
cuando murmura: Nuestra Señora...

Voy a hacer ahora la loa más pura,
voy a rezar tan simplemente la plegaria
que tú, Madre, sonreirás con pena de mí, oyendo mis palabras rimadas.

Bien sé cómo es vano poner en verso la humilde canción.
Mas bien sé también que Tú eres tan buena,
tan buena y tan grande, María,
que no quise comenzar este rezo diciendo: Vos...

Ten (pena de la mirada que no se posa y de las manos que no paran!
Ten pena de nos!
Dame tu pensamiento un minutíto —así— como la uña del dedo menique.

Llega —
             feliz, comienzo a cantar,
cantar como la voz viva y clarísima de las fuentes,
cantar tu nombre, Santa María, que pone una rosa adorable en la boca,
a cantar tan bien. Madre, que los hombres dirán: milagro!
Nuestra Señora tocó en su corazón con la punta del dedo meñique.






MINUETE

O minuete das flores vai começar.

Ha uma rosa vermelha que balouça, balouça,
em reverência a um lírio.

Tocam os grilos escondidinhos para a quadrilha.

Há um crisântemo crespo muito orgulhoso,
e sua corola parece que gira.
Ele dança imóvel — consigo mesmo...

As folhas secas também valsam,
— realejo ao vento —
valsam remoinhos silenciosos,
— folhas ingênuas — baile de pobres...

Dançam as flores, dançam perfumes na minha alma.
0 minuete das mágoas vai começar.
Minha alma não dança com as outras almas:
                   — dança imóvel — consigo mesma...


CANÃO DO NEGRINHO DO PASTOREIO

Negrinho do Pastoreio,
Venho acender a velinha
que palpita em teu louvor.
A luz da vela me mostre
o caminho do meu amor.

A luz da vela me mostre
onde está Nosso Senhor.

Eu quero ver outra luz
clarão santo, clarão grande
como a verdade e o caminho
na falação de Jesus.

Negrinho do Pastoreio
diz que Você acha tudo
se a gente acender um lume
de velinha em seu louvor.

Vou levando esta luzinha
treme, treme, protegida
contra o vento, contra a noite. . .
É uma esperança queimando
na palma da minha mão.

Que não se apague este lume!
Há sempre um novo clarão.
Quem espera acha o caminho
pela voz do coração.

Eu quero achar-me, Negrinho!
(Diz que Você acha tudo).
Ando tão longe, perdido...
Eu quero achar-me, Negrinho:
a luz da vela me mostre
o caminho do meu amor.

Negrinho, Você que achou
pela mão da sua Madrinha
os trinta tordilhos negros
e varou a noite toda
de vela acesa na mão,
(piava a coruja rouca
no arrepio da escuridão,
manhãzinha, a estrela d'alva
na luz do galo cantava,
mas quando a vela pingava,
cada pingo era um clarão).
Negrinho, Você que achou,
me leve à estrada batida
que vai dar no coração.
(Ah! os caminhos da vida
ninguém sabe onde é que estão!)

Negrinho, Você que foi
amarrado num palanque,
rebenqueado a sangue
pelo rebenque do seu patrão,
e depois foi enterrado
na cova de um formigueiro
pra ser comido inteirinho
sem a luz da extrema-unção,
se levantou saradinho,
se levantou inteirinho.
Seu riso ficou mais branco
de enxergar Nossa Senhora
com seu Filho pela mão.

Negrinho santo, Negrinho,
Negrinho do Pastoreio,
Você me ensine o caminho,
pra chegar à devoção,
pra sangrar na cruz bendita
pelo cravos da Paixão.
Negrinho santo, Negrinho,
Quero aprender a não ser!
Quero ser como a semente
Na falação de Jesus,
semente que só vivia
e dava fruto enterrada,
apodrecendo no chão.



GAITA

Eu não tinha mais palavras,
Vida minha,
Palavras de bem-querer;
Eu tinha um campo de mágoas,
Vida minha,
Para colher.

Eu era uma sombra longa,
Vida minha,
Sem cantigas de embalar;
Tu passavas, tu sorrias,
Vida minha,
Sem me olhar.

Vida minha, tem pena,
Tem pena da minha vida!
Eu bem sei que vou passando
Como a tua sombra longa;
Eu bem sei que vou sonhar
Sem colher a tua vida,
Vida minha,
Sem ter mãos para acenar,
Eu bem sei que vais levando
Toda, toda a minha vida,
Vida minha, e o meu orgulho
Não tem voz para chamar.





MEYER, Augusto.  Poemas de Bilu. 2ª. Edição.  Rio de Janeiro: Irmãos Pongetti, 1955.  102 p.  13x19 cm.    “Orelha” do livro por Érico Veríssimo.  “ Augusto Meyer “  Ex. Biblioteca Nacional de Brasília.



FÔRÇA

Olha o sol!
Corre uma sombra no lombo do morro.
Há pedaços de luz que já voltaram.

Tudo invade a visão:
esguicho roxo de jacarandás,
atropelo vermelho dos telhados,
verde-gaio na folhagem trêmula.

Que ventinho moleque bulindo nas folhas...

Parece que o mundo nasceu de novo.



GRINFA

Quero provar o gosto novo das palavras
sobre a tua boca.
Será um poema gostado:
a tua boca forma a rima cruzada.

Quero medir a terra boa do teu corpo,
também sou agrimensor.
Te dou um vestido de mãos.
Toma um cinto de abraços.

Como a gente se completa...
O corpo-duplo tem alma.
Um mais um igual a Um.

Mas não fales no AMOR.

Repara:
é uma palavra desgraçada

é uma palavra engraçada que separa.



CAVAQUINHO

O amor é um mal engraçado,
dá na gente de repente,
dá mas pede, pobrezinho,
pede esmolinha, coitado.

O amor nasce desgraçado.

Mas ô besteirinha atroz,
arretira os é de riba,
amor é cruz enfeitada
que põe desgraça na vida,
é loucura dividida
na solidão disfarçada.

O mar é estrada batida.

http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/brasil/augusto_meyer.html