Jorge Rodríguez
(Monterrey, Nuevo León, México, 1957). Novelista y narrador. Actualmente es miembro del Centro de Creación Literaria del Tecnológico de Monterrey, Consejero de Literatura en el Consejo para la Cultura y las Artes del estado de Nuevo León, Catedrático de la Fábrica Literaria y miembro de catálogo de la Biblioteca de la Real Academia Española. A la fecha ha publicado El medallón de las rosas (novela, Conarte, 2009), Martín Calavera (novela, Erre con Erre, 2009), La nuez vana (novela, Jus/UANL, 2009), No nos pongan flores amarillas (novela, Erre con Erre, 2010), La Dama de Bohemia (novela, Erre con Erre / UANL, 2011) y Más allá del río (novela, Alabastro/Erre con Erre, 2013).
De Clamor de los demonios
A golpe de viento
Aún te recuerdo
arrullada en la media tarde
lo blanco de tus breves prendas
apenas cubren el olvido del tiempo
esa tu piel de alabastro
de plenilunio
de mediodía
Lluvia de madrugada convertida en arroyo
la curva de tu espalda entre hilos de plata
humedad cautiva
mar de caracolas
ávida mirada que arrasa tu huella
devoción de cuáquero subyugado
¿Qué puede un ciego contra el fulgor del horizonte?
¿Qué puede un sordo contra el barrunto de tu arribo?
Tempestad de mi alma
azote de mis demonios
dile al sol del color de tus ojos
dile al mar del sabor de mi cuello
De madrugada
Es medio guiño y el tiempo ya no existe
tienes esa cualidad
Cae Roma, cae Cartago
y resguardas su grandeza
su abolengo
Eres sal, bienaventuranza
eres sol de estío
¿Cómo, si no, pez de mar, el amor a fuego esculpes?..
Y conviertes un destino en alborada
y reviertes desatinos en quimeras
y me adviertes y me escalpas y sacudes mis demonios con tu espalda
¿Cómo, si no, pez de mar, el amor a fuego esculpes?
Como aleteo de espadas
como clamor de tormenta
como centella punzante de los siglos de tu imperio
como estrella de invierno
como pluma de plata
¿Cuántas vidas? ¿Cuántos vuelcos? ¿Cuántos trances de esperanza?
Sufrir el hierro
el espumarajo enfermo del que todo lo pierde
el sin sentido de la gloria
de tu ausencia
de tu esencia
del perdón y la distancia
¿Qué me mueve a tomar la noche y hollar la rambla solitaria?
¿El clamor de mis demonios?
¿El murmullo de tu estela?
es un golpe de la nada que se instala en lo profundo
en el hondo sentimiento de las gárgolas de otoño
es querer saberlo todo
es comprender la nada
es asirse con el alma a esa esfera que levita que crepita que restalla salvedad
Tenues luces ocultan mis pasos
atenúan mi cansancio
allá van valquirias lagartos sierpe crótalos de espanto
arcabuz de estruendo
legión en fuga
Todo es nada y la nada es paz
as de espadas haz de clavas haz de luces que avasallan
que subyugan
que trasquilan
que perfilan el hervor de tus arcanos
Dime
¿No lo sientes?
Eres sal bienaventuranza
eres sol de estío
pez de mar pez de abismo
somos dos contracorriente
somos dos de un mismo río
Pretil de alivio
Cuando en los rayos del sol
tu presencia es sombra fresca
cuando en el plenilunio
calor y sabiduría
Alma de oro patena de obsidiana
¿dónde termina el fulgor de tus huellas?
sigo la estela de tus desventuras
disuelvo palmo a palmo la distancia
desprecio nieblas y rechazos
soy en ti paramento inamovible
polvo de amaranto
¿Quién sino tú estremeces mi destino?
¿quién sino tú ahogas mi clamor?
soy en ti peldaño de granito
escabel de plumas
desgástame con tu paso
hóllame con tus plantas
reposa en mí tu cansancio
estoy ahí cor de fuego
mar de templanza
ciénega de quimeras
Soy en ti fragor de tormenta
soy en ti portal de espera
soy en ti sólo en ti alcázar de soledad
manantial de lejanías
sinrazón de nuestra existencia
Agua
Por la ventanilla trasluce el paisaje
verde inmensidad mar de molinos sin viento
¿quién empuja las aspas cuando todo es calmo?
¿quién orienta el molino cuando el viento muere?
La respuesta sobrevive y recorre los pasillos
no hay quién se ocupe de quehaceres sin sentido
de placeres sin pudor de amaneceres oscuros
Y aunque el viento muere el agua corre
En el río tu agua va
bajo el puente fluyes serena
y nada sabes de rutas
ni de prisas
ni destinos
vas y llevas en ti lo que en ti se abandona
Te pienso al momento siento tu influjo
como caudal de esas aguas
como fresca sensación de tu roce
Y lo que no es desaparece
Sólo queda en mi tu esencia
En ti me abandono
y vivo la deriva de tus placeres
la ilusión del que todo lo tiene
y soy en ti porque en ti quiero
Y en el río tu agua va
y en ella mi yo que transgrede
Punto de quiebre
Por las calles pobladas de llovizna sólo pienso en ti
arrastro mi fardo empuño el paraguas
y hostal tras hostal la respuesta es la misma
estamos llenos me dicen
y mis pies reclaman
Repica la lluvia en el raso
escurre por los bordes empaña la distancia
cruzo puentes y portales centenarios
camellones y empedrados
La respuesta es la misma
Todo retumba en mi adentro
tu rostro tu aroma tu espuma
mar de tiempo que se acaba
mar de fuego que se extingue
¿cómo navegar tus aguas en un balandro sin vela?
Doblo una esquina doblo dos
doblo cada recuerdo que sale a mi paso
veleta sin rumbo extravío silente
y afuera todo sucede la lluvia el frío el dolor
el agua entre las piedras la duda la anticipación
Mis pasos descorren el camino
de nuevo en el atrio
en el fragor que despierta mi angustia
el que da forma conciencia
el que dicta el próximo destino
De nuevo la espera
de nuevo el flagelo
de nuevo el reclamo de las tantas lunas
de los tantos cuervos
de los tantos gracos que esperan mi muerte
Más allá de la lluvia un silbato rompe el hielo
y transforma el silencio
la velocidad
el alejarse de todo
adentrarse en lo incierto
en otra moción en otro talante
en la luz de tus cirios
en el canto de tus arroyos
Me nublas
Huellas en el playón solitario
aguas de estuario irreverente
llovizna de ocaso que todo lo nubla todo lo moja
graznidos de gaviotas que envuelven al silencio en un reclamo
Tú me nublas me desnudas
me disuelves en tu lengua
¿Acaso el cenzontle no duerme?
¿Acaso el colibrí no emigra?
de sus trinos y cetrinos albores se construye la leyenda
ya es de noche lóbrega palestra que nos une
ya es de día lúcido cadalso que nos aleja
ya es de la oscuridad el fuego
ya es del santuario el duelo
El silencio y el recuerdo incrustados en la piedra
inamovibles señuelos de sopores de batallas
¿Cuánto esconden en sus vientres las sibilas?
¿Cuánto escriben en sus palmas las mentoras?
Sórdidos rumores de distancias
álgidas horas de desamor
demonios y venturas engendros conjeturas
de no saberte el lobo azul me engulle
de no tenerte el todo muere y te absuelve
y la ruta se prolonga
y el arcén se desdibuja
el rastro de tus hojas ya no es ruta
la voz de las esfinges no es destino
¿Qué tan lejos llegará un velero cuando el viento amaine?
no lo tanto que la brisa alcanza
no lo tanto que el milano abarca
no siquiera el vaivén de tu espalda
no el recuerdo de mi último bramido
Y despiertas con tu pez mi pensamiento
y me pierdo en el rincón de tus caderas
en el ardiente umbral de tu deseo
Y en el centro del abismo ese placer de voces
de roces
de perderme en tu fragancia
en tus mares de plata
en el dulce desenfreno de un vaivén interminable
donde todo lo que es desaparece
donde todo lo que somos desfallece
Todo acaba en nada
Absorto en genuflexión frente al todo otro
el silente
el extravagante
me ahogo en sus polvos de sabiduría
en sus humos de paz
en sus cuelmos de luz
Y el todo otro calla
y el todo otro es silencio
y el todo otro es la nada
la nada hecha de piedra
la nada hecha de coros
la nada hecha de tubos sonoros y motetes castos
Y detrás de las piedras los coros y los tubos la nada es eso
Nada
Y el todo otro calla
permanece silente
Te filtras por un vitral
retiemblan las nervaduras
escurres por las columnas y todo lo invades
y el viento amarillo se transforma en hervor
y hierves y sublimas y todo lo evaporas
estás en mí donde la espuma crece
Ara milenaria de sacrificio incruento
luz votiva fuego imperecedero
fragor de campanas que aturden la tarde
la resquebrajas la secuestras
la haces polvo en tus caderas
Soy martirio entre tus sienes
soy alivio en tu alborada turbia
soy efluvio de pebetero ardiente
salvia hinojo estragón tomillo
Verde musgo que repta las murallas
los oscuros rincones de la inconsciencia
rastro de sal de tus sacros sudores
letanía de ensalmos estertor arcano
murmullo que consagra en tres palabras
En cada palabra un cirio
en cada cirio una flama
en cada flama el estruendo del torrente bestial
el unísono que derrama
el que sangra
el que expía
el que salva
el que todo en la nada encuentra
Y el todo otro calla
Sólo flota en el azul el aroma de tus pechos
el mador de tu espalda
el mullido placer de tu boca encendida
aullidos de tu desnudez temprana
copiosa humedad de tus entrañas
Y el todo otro calla
y el todo otro escucha
el murmullo de mi consagración
Vivo en ti
muero en ti
soy en ti
jrodriguezrodriguez@gmail.com
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