sábado, 19 de abril de 2014

CONCEPCIÓN SILVA BÉLINZON [11.559]



Concepción Silva Bélinzon 

(Montevideo, URUGUAY   1900 - ídem, 2 de noviembre de 1987), poeta uruguaya. Se especializó tanto en sonetos, como en oda sáfica. Comenzó a publicar en la década del 40, y su primer libro fue El regreso de la samaritana.

Con apenas 10 años fue a vivir con dos tías solteras, que la marcó en soledad y "rareza". Concepción fue hermana de Clara Silva, destacada y reconocida poeta y narradora; la familia, fervientemente católica, les inculcó el amor indiscriminado, los valores religiosos. La religiosidad se ve en sus obras, es más espiritual que intelectual, pues para Concepción a veces era Dios quien le dictaba, a veces "las almas de los poetas unidos que quieren no morir".
Comenzó a publicar en la década del 40, por eso el término "reservista" con que la crítica la denominó. Su primer libro El regreso de la samaritana aparece en 1945, y luego sus libros fueron apareciendo cada dos, tres o cuatro años.

Obra

El regreso de la samaritana (1943)
La mano del ángel (1945)
El plantador de pinos (1947)
Amor no amado (1950)
Los reyes de oro (1953)
El cordero terrible (1956)
La ciudad invisible (1959)
Muero y más vivo (1962)
Me espera el mundo entero (1963)
El más justo llamó (1965)
Al oído del hombre (1970)
Sagrada cantidad (1973)
Disimulada gloria (1976)
Llamarlo y despedirlo (1976)
Sitios abandonados (1978)
Página eterna (1979)
Antología poética (1980, con prólogo de Arturo Sergio Visca)
Poesías (1981)


De "Al oído del hombre" - 1970



Aquí no ha muerto nadie

De espaldas en la calle con mi hermano
para arreglar las puertas y pestillos:
aquí no ha muerto nadie de gusano
a los hombres con hambre mis anillos.

Una vez para siempre más cercano
(con gran economía de pocillos)
entre las sillas verdes un enano
la mesa está rodeada de cuchillos...

He sido muy ajena a mis parientes:
hay sábanas pintadas con venenos
y párpados caídos en las fuentes.

Adelanta la mano bajo cera;
los cielos más profundos sin terrenos
y el acolchado rosa sin manera.





El lobo se quedó sin la pastora

Adentro de paredes sufres miles
yo te espero en la puerta con el fresco,
de millones de justos invisibles
tu silla está muy cerca a lo grotesco.

Ya no estoy incompleta entre gentiles
se escapa de mi cuerpo el parentesco:
los cambistas de joyas y fusiles
y el ruido de las sedas tan burlesco.

El lobo se quedó sin la pastora;
ganado el equilibrio entre las redes
con tanta realidad abrumadora.

Sin fondo el corazón bajo la cera:
de peldaño en peldaño entre paredes
súbitamente luce la escalera!







La casa sin puertas

Habrá palabras nuevas sin cantores
y es preciso buscarlas bien ligero;
también sobrevivir sobre traidores
y el salto del poema lo primero.

Viejo olor a familias y a rencores
mañana no será como yo quiero:
largas mesas provistas de licores
no es bueno repetir como el portero.

No es bueno repetir lo que está dicho:
para qué, para qué morir de peste
no es lo mismo la nada sin capricho.

Puerta no tengo miedo puerta puerta;
y si acaso me escucha me conteste
entre vidrios oscuros descubierta.





Sagrada cantidad

Para Norberto y Julia Izetta

Qué pálido está el sol sobrecargado
no es muy recomendable tantos gustos;
hablan con reverencia del pecado
el murmullo de jóvenes arbustos.

Enredan los demonios sin cuidado
el volante cabello de los justos;
casi no hay corazón sacrificado
para estar ordenado menos sustos.

Las manos taladradas son de todos:
aprendí nuevas frases para el hombre
sagrada cantidad sin acomodos.

Tercera parte y última escalera:
tropiezo con el viento del renombre,
también un danzarín en cada acera.






Una hormiga en el polvo

El sol contra la noche y su rocío
no veían el cielo ojos abiertos;
como crucificado en el vacío
ni los tallos de menta descubiertos.

El equívoco inmundo de su río
sobre su pobre cara los desiertos:
candelabros sobre un banquete frío
trabajan los fantasmas más expertos.

"Lo he perdido por poco", dijo a uno:
es tiempo de quemar el carricoche
lujosos atavíos del tribuno.

Menos que dura un rayo abandonado:
mejor el corazón para el reproche
una hormiga en el polvo su pecado.




             De "Sitios abandonados" - 1979 


Mas sabes que los astros

A Marosa di Giorgio

Mas sabes que los astros la armonía
del que siempre te tuvo, en su corona,
la cascada del bosque que pregona
tu voz más que el silencio yo diría.

Sobre dolientes líquenes vigía
hasta la niebla misma te perdona;
y el lagarto celeste se abandona
por la luz verdadera que lo guía.

En su gran Mano de Oro tu cabeza,
junto al niño que cuidan las doncellas
no conoces secretos ni flaquezas.

Como el sol en las uvas moscateles;
supiste madurar con las estrellas
la rueda se derrumba en tus laureles.





No hay un orden visible para amarse

Pánico entre las hojas amarillas
piedras irregulares las calzadas...
perseguidas de cerca sin orillas
maletas de estaciones olvidadas.

¿A dónde van tan pobres sin hebillas
sus pequeñas cabezas limitadas?
como lunas andantes de rodillas
a perder su belleza condenadas.

No hay un orden visible para amarse;
del color sin color sus infinitos
pero no es peligroso aproximarse.

Del tiempo y de lo oculto los momentos;
son putrefactos cuerpos son benditos
y después de la furia nacimientos.







Sitios abandonados

Sitios abandonados, mi trabajo,
estoy inaugurando otra existencia;
porque ya recomienza muy abajo
repito millonaria esta presencia.

Fe de revelación en mi demencia
fresca y eterna de magnolia un gajo;
llenar de amor, olvido y penitencia
gemir de aquella flauta, ya no atajo.

Apenas son dos ojos que persigo
no me reservo nada, cada día
cumpliendo con mi oficio voy contigo.

Son apenas dos manos, son mil puertos
un pájaro flirteaba y se desvía
y todo comenzó sobre los muertos.






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