sábado, 12 de abril de 2014

MANUEL A. ALONSO Y PACHECO [11.519]


Manuel A. Alonso y Pacheco

Manuel A. Alonso y Pacheco (San Juan, Puerto Rico, 6 de octubre de 1822 - San Juan, Puerto Rico, 4 de noviembre de 1889) fue un escritor y médico puertorriqueño. Se le considera una de las primeras figuras literarias del Romanticismo antillano.

Manuel Alonso era hijo de don Juan Francisco Alonso, militar gallego, y de doña María de África de Pacheco, española de origen, pero nacida en Ceuta. La infancia de Alonso transcurrió en San Juan hasta 1826, año en que la familia se trasladó a la ciudad del Turabo, Gurabo. Estudió en el Seminario Conciliar de San Juan.

Formación académica

El 22 de octubre de 1842 ingresa en la Universidad Condal de Barcelona donde completó el bachillerato en Filosofía. En 1848 se doctoró en medicina y cirugía. En 1849 se publicó en Madrid su obra El Gíbaro.

Regreso a Puerto Rico

En 1849 Manuel A. Alonso regresa a su patria, y se instala en Caguas, donde ejerce su profesión galénica y continua, en sus ratos de ocio, su afición literaria y periodística. Residió en España en dos ocasiones más, entre 1858 y 1861 y luego entre 1866 y 1871, donde ejerció la medicina. En 1871 se convierte en director del Asilo de Beneficencia de Caguas, cargo que mantiene hasta su muerte.

Obra

El Gíbaro
Aguinaldo puertorriqueño
Álbum puertorriqueño
Cuadro de costumbres de la isla de Puerto Rico (Barcelona: Imprenta de Juan Olivares, 1849).








El salvaje

Debajo de una palmera,
en una tarde serena,
se mira sobre la arena
un salvaje reposar.
Junto a sí tiene las flechas
que mil blancos han herido,
y, como él mismo, han sufrido
de cruda guerra el azar.

Su rojo cuerpo desnudo
muestra toda su pujanza,
y en su pecho alguna lanza
atrevida penetro.
Fija la vista en los montes
canta de pesar exento,
sin recordar ni un momento
las riquezas que perdió.

Que venga aquí el europeo
codicioso,
y si acercarse le veo
morirá al punto a mis manos.
Que para sufrir tiranos
en su patria no nací.

Y la muerte
que le diera
prefiriera
con placer,
a la vida
regalada
y pasada
como él.

Que es mi dicha vivir libre
sin cadenas que me opriman,
con su peso solo giman
los esclavos y no yo.

Cuando de noche o de día
yo despierto,
y siento en la selva umbría
de los tigres el aullido,
o de la sierpe el silbido,
mi gozo no tiene igual.

En los valles 
y florestas
son mis fiestas
pelear,
con las fieras
más temidas
y sus vidas
acabar.

Que es mi dicha vivir libre
sin cadenas que me opriman,
con su peso solo giman
los esclavos y no yo.
Me han quitado la llanura.
no me importa.
Para probar mi bravura
los montes bastan y sobran
si los indios no recobran
lo que el blanco les robó.

Yo no siento
desconsuelo.
En el suelo
duermo bien.
Y si velo,
mi querida
es mi vida,
mi sostén.

Que es mi dicha vivir libre 
sin cadenas que me opriman,
con su peso solo giman
los esclavos y no yo.






Boceto

Color moreno, frente despejada,
mirar lánguido, altivo y penetrante,
la barba negra, pálido el semblante,
rostro enjuto, nariz proporcionada.

Mediana talla, marcha compasada;
el alma de ilusiones anhelante,
agudo ingenio, libre y arrogante,
pensar inquieto, mente acalorada.

Humano, afable, justo, dadivoso,
en empresa de amor siempre variable,
tras la gloria y placer siempre afanoso.

Y en amor a su patria insuperable!
Este es, a no dudarlo, fiel diseño
para copiar un buen puertorriqueño.

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