Sheri Martinelli
(17 enero 1918 - 3 noviembre 1996) fue una pintora, poeta y musa.
Martinelli nació como Shirley Burns Brennan en Filadelfia en 1918. De ascendencia irlandesa, fue la mayor de cuatro hermanos y comenzó a usar el nombre de Sherry en su adolescencia. Más tarde dijo que su nombre tenía el valor numerológico mal, y lo modificó como Sheri. El nombre Martinelli llegó por medio de un breve matrimonio temprano con el pintor Ezio Martinelli, con quien tuvo una hija Shelley (el nombre del poeta) en 1943.
Bibliografía
La Martinelli , Introduction by Ezra Pound . Milan: Vanni Scheiwiller, 1956.
"Duties of a Lady Female." Anagogic & Paideumic Review 1.3 (1959). Rpt. in A Different Beat: Writings by Women of the Beat Generation , Ed. Richard Peabody. London and New York: Serpent's Tail/High Risk, 1997. 154-58.
“The Tao of Canto 90”, privately printed, 1960.
"The Beggar Girl of Queretaro", Anagogic & Paideumic Review 1.4 (1960): 26-29.
"Homage to Grandpa", Light Year , Autumn 1961. [2-page letter on Ezra Pound as lover]
[Letter to the editor.] Paideuma 6.3 (Winter 1977): 415-16.
"Canto CVI", unpublished poem/commentary, dated December 6, 1984.
"For Allen." in Best Minds: A Tribute to Allen Ginsberg , Ed. Bill Morgan and Bob Rosenthal , New York: Lospecchio P, 1986. 190.
"A Memoir", Paideuma 15.2-3 (Fall-Winter 1986): 151-62.
"Pound as Wuz", unpublished commentary on Laughlin, dated April 11, 1988.
"Goodbye Anaïs", Anaïs : An International Journal 12 (1994): 77.
"Mexico, His Thrust Renews.” Gargoyle no. 44 (December 2001): 9-18.
TIPOGRAFÍA DEL CAOS
Cuando mi cuerpo sea un suburbio de tu vida,
una planta sin luz,
una habitación que muerda heridas,
con solo mirar la tarde por la ventana
sabré a qué saben las doce de la noche y las 3:33 de la madrugada
cuando tu cuerpo sea un absurdo
curtido, descosido y rematado
en mil hazañas,
y pernocten en tus noches los recuerdos
cual rameras que siempre marchan,
desfilarás por el desgarro con elegancia
mis ojos definen lluvia
sin ti se acota el universo
mis ojos definen lluvia
sin ti se acota el universo
rezarle al rocío que le llora a la copa que te calma,
detonar versos que sean peligro,
esculpir brillantes amaneceres en ataúdes que laten rojo,
mientras mis dioses ovulen trucos de trilero
a la salida de los cines donde tú y yo nos follamos todos los finales felices
hacer del caos una delicia será un hecho
el manjar que nos manche los dedos
talaremos la pena en caliente y la abandonaremos desdentada y apagada
seremos lluvia de pedazos
saltaremos por los aires con el vientre lleno de lágrimas
y palabras que empujan salvajes inventando senderos y cornisas en la piel
encogidos en los restos nos lloraremos con cada órgano
estaremos en ninguna parte
suspendidos en el itinerario de la caída a ojos cerrados
derramando nuestros nombres
despintando muecas con los puños que saben a barro
que la tentación sea vivir hasta desvivirse
albergar el tugurio que nos emborrache con los ojos de la hora enferma
y atrapar la felicidad que nos gangrene enteros,
temblarnos rojos y expuestos
sernos puerto y hallar la belleza de las agallas
y de la piel en coma no saber nada
declaro que mi cuerpo sea tu trinchera
defiendo que te viertas amante de la noche depravada
la piel vuelta, lo sabes, no regresa
detrás de ti no hay nada
Sheri Martinelli, del blog Missdesastresnaturales
Charles Duits
The Birth of Sheri Martinelli
I was never virgin nor was born as others are
A green drum beats in front of a blue curtain
And it was beneath a dawn of great violence that two fishermen bent by the wind
discovered there in the wet sand my two white feet budding like flowers
And it was a terrible delight to be drawn from the beach’s womb inch by inch
thanks to those two fishermen
The beating of the drum became a pair of arms before which the curtain parted
O grains of yellow sand, like insects you slid off me
Voluptuous wet sand sliding down my thighs
I recall the ochre-colored spasm and how I opened eyes heavy with sleep to see
the tempest on the faces of the fishermen
My eyes were like crystal jars filled with seawater in which little fish, having
made love, laid chains of eggs in which tadpoles could already be seen
Look, said the fishermen, she is blind
And suddenly in hushed voices, She is naked, completely naked
Veils of ochre-colored blood, you no longer protect me
The blue curtain folds through the green dream
There where I had been sleeping in the wet sand
The sand crabs with their multitudinous feet traversed my throat every day as
they would have climbed mounds of sand
But these tender hills were kneaded of a softer clay
And in my parted lips the sand crabs sat as in an armchair
And bantered with their fellows, insinuating themselves on the balcony of my
shoulders
On the balcony of my shoulders, I mean my collarbones
The sand envelops my flesh, the sand was a featherbed of tenderness
The drum beats far away, calling, calling
At nightfall O dark crustaceans rising from the depths of the waves you have
chosen a very soft bed in me you have spread out your limbs in a caress you
have chosen to live in my vulva
The foam clings less to the rocks than your pincers deeply grafted to my most
secret flesh
And I, I am tired of being a woman preyed upon by starving men
Tired of being given over to their need to be wounded, to be abandoned
And I long for a lover who will sleep all night his lips on mine and his hand in
the same fault and as delicate as the claws of the crabs
What to say of the taste of the sea, what to say of the cave of sleep
The fishermen, their faces changed, took of my body in order to quell their
hunger
O I am not nourishment for starving men
I wish only to be a house
A house of lips and secret folds
Where they may exist in peace
And sleep like insects all night in my mouth
Their fingers in my vulva
Their fingers deep in the sand
Tranquil and the drum beats on
The drum beats out the call of heaven
(Written ca. 1946; trans. George Kearns and Rikki Ducornet)
"No veo brío en tu obra". Esta frase de Sheri Martinelli, editora y musa de Ezra Pound, inauguró una larga serie de cartas entre ella y Charles Bukowski. El sello La Poesía, señor hidalgo publicó la correspondencia entre ambos bajo el título Noches de escupir cerveza y maldiciones.
Querida Sheri Martinelli:
Es muy posible que no haya brío en mis poemas, ni en mí. Una situación degradante y vergonzosa, eternamente reprobado por los dioses por no decir lo suficiente o lo bastante bien o a su manera. Joder, he leído tus clásicos, he desperdiciado toda una vida en bibliotecas, pasando páginas, en busca de sangre. Me da la impresión de que no se ha echado basura SUFICIENTE, las páginas no aúllan; siempre la dignidad afectada y la pedantería y la página abrasada por el sol y lánguida como la mies.
"He tenido tiempo para pensar mientras yacía medio muerto en los pabellones de caridad"
Por cierto, ¿es que todos los supuestos modernos tenéis que utilizar el yo yo yo yo y prescindir de las mayúsculas? eso resultó efectivo durante una temporada pero ahora es sencillamente una pesadez sin sentido.
¿Pound? Parte de Pound estaba bien, claro, pero también había mucho de circo y charlatanería, del maestro maestro repartiendo zarandajas y adaptándose para encajar los reveses, del efecto de hacer algo, dando la impresión de caminar erguido mientras está tumbado. No llevo patillas, me lavo los dientes, pero no obedezco órdenes chinas, obedezco mis propias órdenes y detesto a los polis porque la mayoría son jóvenes y van vestidos de negro, llevan porra y pistola y menean su culito engreído y no entiendo a Beethoven ni Mahler ni Chopin ni a ninguno de los músicos o escritores rusos. Hay mucho de cierto en eso que dices de que me limito meramente a enumerar la vida y hay mucho de cierto en lo de que no estoy contando gran cosa y estoy contando demasiado en el sentido subjetivo, que hay cierta basura, pero sencillamente sobre la base de los clásicos y la certeza de que no voy bien, no puedo liberarme. La obra en sí debe encontrar su propia conclusión a partir de mí mismo y únicamente conmigo mismo como base, liberarse de lo que ha ocurrido o de lo que otros han hecho. Cumpliré los cuarenta en agosto y, quizás, aún sigo viviendo como un crío escribiendo como tal pero eso debe continuar mientras sea lo que me resulta más natural.
Los críticos tienden a sobrestimar o infravalorar una obra ahondando en el subsuelo, atisbando la trama en la dirección forzada que quieren dar a su propio relato. Si Dios se pusiera a mear unos lo verían como una bendición dorada y otros cogerían sus cerbatanas y se enmarañarían en sus reniegos.
He tenido tiempo para pensar mientras yacía medio muerto en los pabellones de caridad y estaba al sol en el hipódromo y dormía con las putas gordas, sus pies sudorosos plantados sobre mi corazón. Ya no sirve de nada seguir leyendo, la maquinaría ha quedado reducida a cenizas, no pienso adoptar la pose locuaz. ¿Prefieres que elimine por completo la experiencia del poema? A Li Po le gustaba prender fuego a los suyos y ver cómo se iban flotando río abajo, y a LP también le gustaba darle al vino. No puedo cambiar mi curso para adaptarlo a la crítica. No adoro mis poemas, la verdad es que los aborrezco por completo, y sin embargo no estoy lo bastante furioso como para ponerme a hacer cabriolas sólo para prosperar. Recuerdo infinidad de poemas chinos de la mujer que espera a que su hombre regrese de las guerras, desgarrada de amor por un hombre y sencillamente esperando, la horrenda brecha de la espera, mirando la colina, la flor que se mece al sol sin que aparezca nadie, y sin embargo, comprensiva y dispuesta a sacrificar su hombre a los dioses. Poemas de 5 y 6 versos, experiencia sin lugar a dudas, y sin embargo, si me permites utilizar esa palabra vacía: hermosos. Ah, ya lo sé, sí sí sí, todo ello ceñido al molde clásico. No, no, no. La experiencia. No me gusta la gente que dice que todo esto ya ha ocurrido, no podemos escribirlo. Está ocurriendo ahora. AHORA. Los muertos están muertos, y lo creas o no, precisamente porque están muertos sus palabras, en cierto sentido, también están muertas. Milton el Ciego no es ni remotamente tan trágico como cuando vivía. El arte sólo preserva una parte y está sobrestimado. Veo mis dedos sobre las teclas, tengo de cara a mí una planta medio muerta con una hoja como la oreja de un conejo caída hacia la izquierda, las mujeres del mundo deambulan por mi cerebro, una rata me roe el estómago y escarba, pasa una furgoneta de los helados bing bing bing bong bing bong bong, y el Arte, el Arte no es nada, son mis dedos sobre las teclas AHORA esculpiendo y gritando Chopin y la música y la rebelión, al infierno con los clásicos, al infierno con la forma, al infierno con Pound, sal, sal y sangra, sangra ilimitadamente contra la turba, la mediaRoma, el mediopoema, el mediofuego, el mediobeso. Sal, sal, sal.
Atentamente, Charles Bukowski
Charles
Ángeles Perdidos mediados de junio '60
Querida Sherimar:
No soy un "poeta joven". Cumpliré los 40 el 16 de agosto de este año. Llevo 5 años escribiendo poesía, antes de eso: 10 años borracho; antes de eso, relatos breves. Cierta historia en ese sentido, pero poco importante. Hoy cansado, consumido; mirlos revoloteando al otro lado de la ventana, una masa de sinsentido. Hearse va a publicar un opúsculo mío, Flor, puño y gemido bestial, dentro de un mes o así. He tenido noticias de Light Year, han dicho "poemas de la hostia", "contundentes", "demasiado oscuros, demasiado oscuros". Lo mismo por parte de otros una y otra vez. Supongo que cuando el humo se haya dispersado del todo Pound seguirá ahí, el oído para el lenguaje, la ráfaga que acuchilla la página. Ese tipo sabe dejarse de hostias, hola y adiós.
con respecto a la soledad: soy un aislacionista a ultranza, machaco a la gente. música, pintura, sonido de pintura, música roja.
pero esto tiene que ver mayormente con la dirección de Matz. De acuerdo. Li Po, ah, sí, vivir en el breve sonido de la canción, cada momento demasiado pequeño para él. ¿qué podemos hacer? Desdén y hurgamiento y enfermedad.
Sorbete, y espondeo
Charles
Charles Bukowski
malditos sean los curiosos y que los malditos sean curiosos: la esencia de la poesía es una mezcla de insensatez y látigo...
Traducción de Eduardo Iriarte Goñi.
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