Sixto Cabrera González
Poeta y traductor nahuahablante mexicano (Rancho Nuevo, Soledad Atzompa, Veracruz, 1974). Ha publicado el poemario Vestigios incipientes (Orizaba, Ediciones de Pasto Verde, Serie Llovizna de Letras). Ha colaborado en diferentes revistas y suplementos culturales de su país. En 1994 obtuvo un Estímulo para la Creatividad Artística y Cultural en el Área de Letras, vía Fondo Estatal para la Cultura y las Artes. Actualmente es becario por el Instituto Veracruzano de Cultura (Ivec), en la categoría de Jóvenes Creadores, en el área de literatura náhuatl. Formó parte del Taller de Creación Literaria “Parménides García Saldaña” en Orizaba, Veracruz. Actualmente forma parte del Movimiento Poetas del Mundo. Es fundador de la Biblioteca Pública Municipal en su pueblo natal, Soledad Atzompa, donde se desempeña como bibliotecario. Tiene en su haber cinco libros inéditos de poetas mexicanos y extranjeros que ha traducido del español al náhuatl: Relámpagos que vuelven, de Antonio Castañeda; Robo calificado, de Lucía Rivadeneyra; una selección de poemas de Tomás Carrillo; Saetas de Eros, de Mario Isalasaínz, y Bellotas de agua, del guatemalteco Carlos López, así como otro poemario en proceso de traducción, La primera piel, de la poeta española Teresa Domingo Catalá.
Poemas en español y náhuatl *
Tarde serena,
simulas canto de aves
mientras muero
en la lejanía del mar,
y sólo el adiós prevalece
en la mirada del recuerdo.
Tú,
que
te
llamas
tantas
cosas
en mis poemas
y en las paredes de mis ojos.
Teotlak, moyolika,
santimochiua tiktlakuika tototlakuikaltij
ijkuak nimiki
itech iuejkayo aueyatl,
iuan san nauatilistli mokaua
itech elnamikilis itlachialistli.
Tej,
tlen
mo
toka
miek
tlamantli
itech noxochitlakuikaluan
iuan intech noixtololo tepamimej.
Allí,
atrás de mí
el bonche canta.
Ahí,
donde sembré flores
y recuerdos infantiles
grazna el olvido.
Ompa,
nokuitlapan
teuion tlakuika.
Omponi,
kanin onitlatokak ika xochimej
iuan ika tlalnamiktij
tsatsajtsi elkaualistli.
Pienso, mi amor, en ti todas las horas
Salvador Novo
A Claudia
Luz de Octubre
Se desgranan las horas, amor,
mientras
mis manos te reclaman
huérfanos de ti, siempre,
polen de violeta
grano de luz.
“Lluvia de noviembre”
aún sigue sin traducir
desde aquel octubre
por la mano llena de esperanzas,
continúa bajo un silencio restringido
bajo un sueño inédito.
-Gunsen Rosees,
se reiría del intento-.
Miro la esquina de la silla
y sin ti,
es un altar desnudo.
Tras mi espalda
pesan los recuerdos…
Amanece.
Pampa Claudia
Itlauil Octubre
Orajtij mo oyaj, tlasojtli,
ijkuak
nomauan mitstlajtlanij
iknomej pampa tej, semijkak,
violeta ixochitlikonexyo
tlauil i achyo.
“Lluvia de noviembre”
ayamo sekitlajtolkuepa
nekaj ipan octubre
ika mayotl tlen tentok ika yolchikaualtij,
kisentoka kajki itlampa se ichtakayotl tlajmachitok
itlampa se temiktli ayamo momati.
-Gunsen Rosees,
uetskas pampa tlayejyekol-.
Nikita itempan ikpalli
iuan tej amoiuan,
yion se kaltlatlalil xipetstik.
Noajkolkuitlapan
etiyaj elnamikilistij…
Tlanesi.
Sixto Cabrera González
Por Kalu Tatyisavi
Sixto Cabrera González (Atzompa, Veracruz, México), poeta en lengua náhuatl. Sus poemas: eróticos, breves. Él, sensible y expectante; sin escenarios y poses. Recuerdo a Sixto cuando caminábamos en silencio en las calles empedradas de Ihuatzio, Michoacán; fue aquí donde recién lo conocí y me recordó que, los viajes ilustran, pero no hay un método para adquirir conocimiento mas que la insistencia, por otra parte, se puede ser sabio desde un pequeño rincón —como en El Aleph de Borges—, sólo basta ser sensible, paciente y laborioso.
Recuerdo el taller de poesía en Ihuatzio, Sixto fue el primer valiente en animarse a mostrar y leer el suyo y, como siempre, al primero o le va bien o mal, este es el riesgo. Nada más le dijimos que quitara la primera y la última palabra del poema.
Ante la síntesis en los poemas de Sixto, imposible no recordar a Matsuo Basho, cómo no recordar la poesía breve japonesa —esto no quiere decir que ésta sea superior—, al ser humano curioso, inquieto, al niño que mira con ojos sinceros porque dice y descubre; el que está envuelto todavía con esa aura de naturaleza, el que pregunta el origen obtiene por respuesta la maravilla. Basho dice: “En medio del llano / canta la alondra, / libre de todo.” Como un símil, Sixto nos establece su poética: “Vestido de gala / entre la tarde y el sol / el ciruelo.” Vaya manera de condensar y observar, reducir el sentimiento porque no se desea decir más, por eso no queremos tocar eso que vemos, no queremos alterarlo. Queremos apresarlo (sic), qué palabra y manera de sentirnos dueño o de poseer algo que no deseamos su alejamiento o abandono. Quisiera preponderar el trabajo de Sixto con otro haikú, ahora de Kobayashi Issa: “Hasta mis pies / ¿cuándo y cómo has llegado? / caracolillo.”
Cuando la hoja verde del árbol roza nuestras costillas y suelta la gota nocturna, ¿cómo capturar ese momento? Todo se vuelve sensación y duda, quien conoce realmente el equilibrio de la naturaleza, quien se pregunta por la sabiduría del ecosistema, no tiene más que admirar y observar lo visible, ahí está el tiempo acumulado, la sorpresa de la proporción y armonía; el misterio y la fuerza de la noche. Por eso Sixto dice: “Nocturna luz / nocturno sueño / en que el recuerdo / va cediendo / lejos de ti.” La inquietante noche que no es reposo para quien oye gritar el río, para los oídos atentos de los animales que salen a alimentarse. Noches de ausencia, noches diferentes en el campo a la de muchos jóvenes que ceden a la tentación del alcohol y drogas en las ciudades.
El dolor de la tierra es nuestro dolor, así sea tu Atzompa o mi Yucuhiti estimado Sixto. El dolor por la marginación social y la conducta humana es la misma aquí o allá, por eso nuestro principio de esperanza es permanente. Tus montañas dialogan con la nubes por eso fundaste una biblioteca para escaparte y ser testigo al mismo tiempo; yo también hice lo mismo, tratando de buscar una salida a la realidad.
Sixto parece ser la muestra de la constancia y la reserva, la paciencia y la no búsqueda de la autopromoción a como dé lugar. Ante tanta falsedad y mentira, la poseía real triunfará con el tiempo y a pesar de las mafias.
Desde un espacio cerrado— que no está cerrado—, desde el silencio y la lectura se ve el afuera, se extrañan los momentos aunque uno está en esos momentos. La lectura y la quietud de una biblioteca ayudan a reflexionar sobre uno mismo. Pero hay otra realidad afuera, por eso a Sixto le parece asombroso la ventana: luz, bullicio, el otro. Si bien la biblioteca es la huida, el escape a la realidad, simultáneamente es, el saber sobre los demás en otra parte, el conocer lo que existe y ocurre más allá de uno mismo, de no sentirse el dueño de su momento y del mundo, de conocer que hay alguien más allá que nos mira, que nos habla y nos pregunta. Por eso la obsesión por la ventana, la necesidad también de no huir demasiado: “En la ventana canta el silencio, / a mi costado / en la silla vacía / sigue arraigada la esperanza / y el olor huérfano / de tu ombligo.”
Atento y observador, profundo en lo más pequeño, mirada inquieta e inquirente hacia el otro y lo otro, sea mujer u hombre, árbol o animal. Sixto es caminante que no está sólo porque lleva y es, la ligera pluma; Sixto camina con su lengua en la lengua, porque se sabe centro de nada, porque desea, quizá, retomar la tradición del canto y de la flor, pero obviamente, este canto y flor jamás pueden ser los de Nezahualcóyotl.
De aquél poeta, sabio y filósofo queda la constancia, ahí está su decir y la base de la tradición en lengua náhuatl, ahora, estos poetas deben insistir en esta realidad. Quien propone tiene posibilidad de fracasar, pero el fracaso tiene su contraparte.
Tlakuikal
Tlakentok ika kuali tsotsol
Itlajko teotlak iuan tonal
yej tlakilo kuauitl.
Poesía
Vestido de gala
entre la tarde y el sol
el ciruelo.
Youak
Youak posteki
iuan kipankixtia itonaltlamayouan in meetstli
In xochikuikatl mochiua semjkak
itech ameyal
Atzompa
Itech tlajtol sisiototok
Itech tlaikximej momiktiaj
tlen mo ojmelauaj in elkaual
Youak tlauil
youak temiktli
tlen itech tlalnamiktli
mokajtij
uejka pampa tej
Nocturno
La noche se quiebra
y rescata los rayos omnipotentes de la luna
El poema se hace eterno
en el manto acuífero
de Atzompa
En la palabra agrietada
En las pisadas suicidas
que se encaminan al olvido
Nocturna luz
nocturno sueño
en que el recuerdo
va cediendo
lejos de ti
Panolistli moketsa itech amochkali
Se
Itech tlanextiloyan tlahuika molotl,
nokuitlapan
itech kapulkuauitl
ompa katej tlakilomej xoxouikej
moyajkayotl.
Ome
Itech tlanextiloyan tlahuika ichtakayotl,
nonauak
itech ikpali amitlajkipia
kisentoka ompakaj neluayotitok yolchikaual
iuan i ikno ajuiakyo
moxik.
Eyi
Itech tlanextiloyan nochi panoua,
tlachialistij
iuan naualtlapajtianin sanuejka,
achipinaltij tlen moxotomaj,
elnamikilistij tlen mouitekitiuej
ipan chipauak teskatl
ika sanyolik tlatlapaluianin kinpakaj.
El tiempo se detiene en la biblioteca
1
En la ventana canta el gorrión,
atrás de mi
en el capulín
siguen las frutas verdes
de tu ausencia.
11
En la ventana canta el silencio,
a mi costado
en la silla vacía
sigue arraigada la esperanza
y el olor huérfano
de tu ombligo.
111
En la ventana todo sucede,
miradas
y conjuros a distancia,
gotas que resbalan,
recuerdos que rebotan
sobre la transparencia del vidrio
lavados por el ritmo de una pincelada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario