Bob Kaufman
(1925-1986)
El 18 de abril de 1925, Bob Kaufman nació en Nueva Orleans, Louisiana.
Murió de enfisema el 12 de enero de 1986.
Es uno de los mejores y menos recordados poetas de la generación beat norteamericana. La fuerza mítica de escritores como Jack Kerouac, Gregory Corso y LeRoi Jones (Amiri Baraka), la relevancia fundacional de Lawrence Ferlinghetti y, por otra parte, el carisma de Allen Ginsberg, el más prolífico y famoso de los poetas de su generación, frecuentemente cierran el paso del lector hacia otros nombres como Peter Orlovsky, Philip Lamantia, Frank O’Hara, Diane di Prima y el mismo Bob Kaufman. De Kaufman solía decirse que era el mejor poeta estadounidense de los años cincuenta, y hasta llegó a ser conocido en Francia como the American Rimbaud. Originario de Louisiana, a la edad de 13 años huyó de casa. Le tomó veinte años dar nueve veces la vuelta al mundo, hasta que en la década de los cincuenta conoció en Los Ángeles a Jack Kerouac, quien lo integraría definitivamente a la naciente escena beat.
Luego del asesinato de Kennedy Kaufman hizo un voto de silencio en protesta contra la guerra de Vietnam. Ese voto duró diez años, durante los cuales no habló ni escribió una sola palabra. En 1973, cuando la guerra llegaba casi a su final, Kaufman entró en una cafetería y recitó el poema “All Those Ships that Never Sailed”.
Kaufman fue prácticamente un poeta oral, hasta el punto de que sus amigos y su esposa debían obligarlo a escribir, cuando no apuntaban ellos mismos los versos que el poeta declamaba. Esa cualidad improvisacional y performática de sus poemas —tan cercana al jazz— puede percibirse en su prosodia, su ritmo rabioso y sus imágenes muchas veces insólitas. Quizás allí resida gran parte de su atractivo: en la capacidad de conciliar en una sola voz el duende de lo callejero con las dimensiones del simbolismo y el surrealismo.
OBRA:
Abomunist Manifesto (broadside, City Lights, 1958)(All Libraries)
Second April (broadside, City Lights, 1958)(All Libraries)
Does the Secret Mind Whisper? (broadside, City Lights, 1959)(All Libraries)
Solitudes Crowded with Loneliness (New Directions, 1965)(All Libraries)
Golden Sardine (City Lights, 1967)(All Libraries)
The Ancient Rain: Poems 1956–1978 (New Directions, 1981)(All Libraries)
Cranial Guitar: Selected Poems by Bob Kaufman (Coffee House Press, 1996)(All Libraries)
El siguiente poema, “Jail Poems”, tomado del libro Solitudes Crowded With Loneliness (New Directions, 1965), se inserta en la larga y dolorosa tradición de escritores que han sufrido los males del encarcelamiento, tal como lo hicieron en épocas distintas César Vallejo, Miguel Hernández, Nazim Hikmet y Roque Dalton, entre muchos otros. (Pienso además en los venezolanos Antonio Arráiz, Andrés Eloy Blanco, Alí Lameda, Eduardo Sifontes y Rafael José Muñoz.) A lo largo de 34 fragmentos que van haciéndose cada vez más escuetos, el poema (o poemas, si tomamos literalmente el título) transita desde la solidez de lo enclaustrado hasta una suerte de disipación alarmante, como si el encierro fuera apagando las palabras del poeta para hacerlo entrar de lleno en el espacio de las revelaciones.
Como siempre, la traducción que presento, además de libre y aproximativa, es un work in progress. Espero que lo disfruten.
TRADUCCIÓN por Santiago Acosta
http://detrasdeloserizos.blogspot.com.es/2010/08/bob-kaufman-poemas-de-la-carcel.html
Poemas de la cárcel
Bob Kaufman
1
Estoy sentado en una celda con vista hacia malignas paralelas
esperando que el trueno me astille en mil pedazos.
No es suficiente estar enjaulado con uno mismo;
quiero sentarme frente a cada prisionero en cada agujero.
Las puertas se deslizan y golpean. Cada portazo señala el fin de algo, ¡bang!
El yonqui desapareció en un ruido rojo; se drogaba para sacarse un infierno.
El oloroso borracho se enorgullece porque ha dejado de fumar,
huellas dactilares sobre negras lápidas llenas de tinta,
ruidos de dolor filtrándose a través de paredes de acero, rompiéndose,
alcanzan mi dolor. Me hago parte de alguien más para siempre.
El acento salvaje de los criminales me resulta más dulce que el balbuceo de los policías,
ocupados en cerrar las escotillas de estas almas; carga
destinada a puertos de acusaciones, muelles de culpa.
¿Qué comen los policías, viejo Sócrates, aún prisionero?
2
Pintor, píntame una cárcel enloquecida, dementes celdas de acuarela.
Poeta, ¿qué edad tiene el sufrimiento? Escríbelo en plomo amarillo.
Dios, hazme un cielo en mi techo de vidrio. Necesito estrellas
para guiarme en esta atmósfera de gritos e infiernos privados,
entradas y salidas, adentro… afuera… arriba… abajo, el balancín municipal.
Yo—aquí—ahora—óiganme—aquí—ahora—siempre aquí de alguna manera.
3
En un universo de celdas, ¿quién no está preso? Los carceleros.
En un mundo de hospitales, ¿quién no está enfermo? Los médicos.
Una sardina dorada está nadando en mi cabeza.
Ah, sabemos algunas cosas, hombre, sobre algunas cosas
como el jazz y las cárceles y Dios.
El sábado es un buen día para ir a la cárcel.
4
Ahora nos dan un nuevo formulario, tembloroso como gelatina,
que demuestra que cualquier muchacho puede ser presidente de Muscatel.
Le odian porque es uno de Ellos.
Desnudez no planeada, salpicada de gris; dedos
pestilentes aferrados a la poceta. El Sr. América se quiere bañar.
¡Mira! En el piso, acostado sobre el rostro de América,
una estrella de cine que ha actuado en un millón de noticieros.
¿Qué estoy haciendo?, ¿siento compasión?
Cuando salga colaborará con mi asesinato.
Probablemente odia estar vivo.
5
Tuercas y tornillos resonando en su estómago, revueltos.
La sociedad se ha hecho pedazos en su barriga, hinchada.
Mira el gran molino americano, inclinándose hacia dentro,
bueno y sólido, como los que embriagaron América.
El éxito escrito en todo su culo rayado por las calles.
Exitoso éxito, cuarenta jonrones en un solo inning.
Deja de sufrir, Jack, no nos puedes engañar. Lo sabemos.
Este es el mejor país del mundo, ¿no lo es?
No lo logró. Borracho en la Celda 3.
6
Han pasado demasiados años en este breve lapso.
Mi alma reclama una caverna propia, como el dios del Jainismo;
mas debo lograr que continúe, ruda como el jazz, relumbrando
en esta oscura selva de plástico, tierra de largas noches, heladas.
Mi ombligo es un botón que aprieto cuando quiero salir de mí.
¿Soy algo más que una masa de entrañas y toscos tejidos?
¿Debo romperme los huesos? ¿Beber mi sangre, diluida en vino?
¿Debería arrancar viejas tristezas de mi pecho?
No otra vez,
esas antiguas bolas de fuego, engullidas con ardor, déjenlas.
Déjenme escupir vapores de introspección, pedazos de mí,
así, cuando me vaya seguiré estando en el aire.
7
Alguien que soy no es nadie.
Algo que he hecho no es nada.
Algún lugar que he visitado no está en ninguna parte.
No soy yo.
¿A qué respuestas
debo buscar preguntas?
Para este montón de calles ajenas
debo encontrar ciudades.
Gracias a Dios por los beatniks.
8
Toda la noche el hedor de cuerpos que se pudren,
el vaho que surge de piras de hombres vivos,
satura mi nariz de repugnancia gaseosa,
ahogando en lágrimas mis expuestos ojos.
9
Vendedor ambulante de Dios, reventándome el tímpano
con la parte más aburrida de un libro bueno y sensual,
impaciente por el lunes y las calculadoras.
10
Perros de ojos amarillos silbando en la noche.
11
El bebé vino hoy a la cárcel.
12
Un día más al infierno, lleno de glándulas que flotan.
13
La cárcel, un cubo de metal enorme y hueco
colgado de la luna por una cadena de plata.
Algún día Johnny Appleseed vendrá a cortarla.
14
Tres largos hilos de luz
trenzados en un rayo.
15
Soy aprensivo en cuanto a mi futuro;
mi pasado me ha dado la espalda.
16
Sombras veo, formándose en la pared,
imágenes de deseos que habían sido protegidos de mis ojos.
17
Después de pasar toda la noche construyendo un sueño,
vino la mañana y me cegó con su luz.
Ahora busco, entre montañas de cáscaras de huevos,
el maldito sueño que nunca quise.
18
Sentado aquí escribiendo cosas en el papel,
en lugar de clavar mi lápiz en el aire.
19
La Batalla de los Fracasos Monumentales, crispada;
ambos bandos anhelan una limpia derrota.
20
Ahora veo la noche, abrumando silenciosamente el día.
21
Atrapado en las imaginarias redes de la conciencia,
lloro por mis actos, mas continúo creyendo.
22
Deberían construir las ciudades en un solo lado de la calle.
23
Las personas que no arrojan sombra
nunca mueren de pecas.
24
El fin siempre llega de último.
25
Nos sentamos en una mesa
devorándonos palabra por palabra
hasta que no quedó nada, esqueletos repulsivos.
26
Estoy sentado escribiendo, sin atreverme a parar,
por miedo a ver lo que está fuera de mi cabeza.
27
Listo, Jesús, ¿ves que no dolió ni un poco?
28
Temo seguir a mi propia carne hasta esas angostas
anchas rígidas blandas camas femeninas, pero lo hago.
29
Eslabón por eslabón, forjamos la cadena.
Luego, al descubrirla alrededor de nuestros cuellos,
nos espantamos.
30
Nunca he visto una poética y salvaje hogaza de pan,
pero si la viera, me la comería con corteza y todo.
31
¿Desde cuántos años atrás vienen los bebés?
32
Universalidad, dualidad, totalidad… uno.
33
El anormal que balbuce en el suelo
alguna vez fue un hombre que gritaba sobre las mesas.
34
Ven, ayúdame a aplanar una gota de lluvia.
Escrito en la Cárcel de la ciudad de San Francisco
Celda 3, 1959.
Estos poemas han sido recientemente publicados por Editorial Laberinto, en una edición bilingüe de poesía de Bob Kaufman titulada "Trozos de mi".
Traducción de Svetlana P. Garza
El Jazz del Bagel Shop
Gente sombra, proyectada en las paredes de la cafetería.
Ecos formados de la memoria de una generación pasada
Golpeando hacia el ahora.
Criaturas del anochecer, comiéndose unas a otras
Sobre una ruidosa taza de café.
Chicas ojos de mora en medias negras,
Oliendo vagamente a gelatina de menta y al músico que anoche
tocaba los bongoes.
Haciendo observaciones profundas sobre las formas de los ombligos,
Preguntándose cómo la breve semana de atardecer
Se convirtió en larga noche de la gran avenida,
Amor teñido, Ángeles beat,
Condenados a ver sus sueños de café
Machacados contra los suelos del tiempo,
Mientras ellos arrojan sus piernas flechas
A los cielos,
Perdiendo sus dudas en el beat.
Sujetos ángel de cuello de tortuga, sujetos pelinegros de jeans,
Con mandíbulas de césar y ojos de sinagoga,
Viajeros del mundo en el autobús cuarenta y uno,
Mezclando el jazz con charla de pintura
Renta alta, Bartok, asesinos clásicos,
La escasez de hierba y el ajetreo de anoche.
Perdidos en un mundo de sueño,
Donde el tiempo se dice con un latido.
Universitarios de Ivy League con rostros de cafeína, en chaquetas de Cambridge,
Cuyo Harvard personal fue un peldaño del distrito Fillmore,
Pesado con un par de congas,
La cruz ancestral, la maldición tendida por Otelo,
Hablando de Bird, y Diz y Miles,
Las terribles, secretas heridas,
Envueltas en tibias sonrisas hipster,
Diciéndose a sí mismas, debajo de la charla,
Este shot será el último,
Deseando que el beat sea la verdad.
La policía culpable llega.
Breves, hermosas sombras, se queman en las paredes de la noche.
EN
En prisioneras esquinas de deseos embriónicos, ahogadas en una gota de heroína.
En prisioneras esquinas de vuelos estacionarios para sonar los bolsillos llenos en el espacio.
En neuro-esquinas de cerebros desnudos y desesperados electro-cirujanos.
En alcoholizadas esquinas de discusiones inútiles y cronísticas crudas.
En televisivas esquinas de literarios cornflakes y rockwells América impotente
En universitarias esquinas de intelecto a la medida y abrecartas griegos.
En militares esquinas de muertes megatónicas y anestesia universal.
En religiosas esquinas de quintillas teológicas y
En radio esquinas de grabaciones eternas y eventos estáticos.
En publicitarias esquinas de helados con filtro e instantáneos instantes.
En adolescentes esquinas de seducción de libros de comics y guitarras corrompidas.
En políticas esquinas de candidatos buscados y mentiras rituales.
En cinematográficas esquinas de lassie y otros símbolos.
En intelectuales esquinas de terapia conversacional y miedo analizado.
En periodísticas esquinas de encabezados sexys e historietas escolares.
En divididas por el amor, esquinas de -muera ahora pague después- funerarias.
En filosóficas esquinas de criminales semánticos y traficantes de ideas.
En clasemedieras esquinas de pubertad de escuela privada y revueltas anatómicas.
En ultra-realistas esquinas de amor en montañas rusas abandonadas.
En esquinas de poetas solitarios, de hojas que yacen por lo bajo y de ojos de profetas enmohecidos.
A Terror is More Certain . . .
A terror is more certain than all the rare desirable popular songs I
know, than even now when all of my myths have become . . . , & walk
around in black shiny galoshes & carry dirty laundry to & fro, & read
great books & don’t know criminals intimately, & publish fat books of
the month & have wifeys that are lousy in bed & never realize how
bad my writing is because i am poor & symbolize myself.
A certain desirable is more terror to me than all that’s rare. How
come they don’t give an academic award to all the movie stars that
die? they’re still acting, ain’t they? even if they are dead, it should
not be held against them, after all they still have the public on their
side, how would you like to be a dead movie star & have people sit-
ting on your grave?
A rare me is more certain than desirable, that’s all the terror, there
are too many basketball players in this world & too much progress
in the burial industry, lets have old fashioned funerals & stand
around & forgive & borrow wet handkerchiefs, & sneak out for
drinks & help load the guy into the wagon, & feel sad & make a
date with the widow & believe we don’t see all of the people sink-
ing into the subways going to basketball games & designing baby
sitters at Madison Square Garden.
A certain me is desirable, what is so rare as air in a Poem, why can’t
i write a foreign movie like all the other boys my age, I confess to all
the crimes committed during the month of April, but not to save
my own neck, which is adjustable, & telescopes into any size noose,
I’m doing it to save Gertrude Stein’s reputation, who is secretly
flying model airplanes for the underground railroad stern gang of
oz, & is the favorite in all the bouts . . . not officially opened yet
Holland tunnel is the one who writes untrue phone numbers.
A desirable poem is more rare than rare, & terror is certain, who
wants to be a poet & work a twenty four hour shift, they never ask
you first, who wants to listen to the radiator play string quartets all
night. I want to be allowed not to be, suppose a man wants to
swing on the kiddie swings, should people be allowed to stab him
with queer looks & drag him off to bed & its no fun on top of a
lady when her hair is full of shiny little machines & your ass
reflected in that television screen, who wants to be a poet if you
fuck on t.v. & all those cowboys watching.
Believe, Believe
Believe in this. Young apple seeds,
In blue skies, radiating young breast,
Not in blue-suited insects,
Infesting society’s garments.
Believe in the swinging sounds of jazz,
Tearing the night into intricate shreds,
Putting it back together again,
In cool logical patterns,
Not in the sick controllers,
Who created only the Bomb.
Let the voices of dead poets
Ring louder in your ears
Than the screechings mouthed
In mildewed editorials.
Listen to the music of centuries,
Rising above the mushroom time.
O-Jazz-O War Memoir: Jazz, Don’t Listen To It At Your Own Risk
In the beginning, in the wet
Warm dark place,
Straining to break out, clawing at strange cables
Hearing her screams, laughing
“Later we forgave ourselves, we didn’t know”
Some secret jazz
Shouted, wait, don’t go.
Impatient, we came running, innocent
Laughing blobs of blood & faith.
To this mother, father world
Where laughter seems out of place
So we learned to cry, pleased
They pronounce human.
The secret Jazz blew a sigh
Some familiar sound shouted wait
Some are evil, some will hate.
“Just Jazz, blowing its top again”
So we rushed & laughed.
As we pushed & grabbed
While jazz blew in the night
Suddenly they were too busy to hear a simple sound
They were busy shoving mud in men’s mouths,
Who were busy dying on the living ground
Busy earning medals, for killing children on deserted street corners
Occupying their fathers, raping their mothers, busy humans we
Busy burning Japanese in atomicolorcinemascope
With stereophonic screams,
What one hundred per cent red blooded savage, would waste precious
time
Listening to jazz, with so many important things going on
But even the fittest murderers must rest
So they sat down in our blood soaked garments,
and listened to jazz
lost, steeped in all our death dreams
They were shocked at the sound of life, long gone from our own
They were indignant at the whistling, thinking, singing, beating,
swinging,
They wept for it, hugged, kissed it, loved it, joined it, we drank it,
Smoked it, ate with it, slept with it
They made our girls wear it for lovemaking
Instead of silly lace gowns,
Now in those terrible moments, when the dark memories come
The secret moments to which we admit no one
When guiltily we crawl back in time, reaching away from ourselves
They hear a familiar sound,
Jazz, scratching, digging, blueing, swinging jazz,
And listen,
And feel, & die.
Walking Parker Home
Sweet beats of jazz impaled on slivers of wind
Kansas Black Morning/ First Horn Eyes/
Historical sound pictures on New Bird wings
People shouts/ boy alto dreams/ Tomorrow’s
Gold belled pipe of stops and future Blues Times
Lurking Hawkins/ shadows of Lester/ realization
Bronze fingers—brain extensions seeking trapped sounds
Ghetto thoughts/ bandstand courage/ solo flight
Nerve-wracked suspicions of newer songs and doubts
New York alter city/ black tears/ secret disciples
Hammer horn pounding soul marks on unswinging gates
Culture gods/ mob sounds/ visions of spikes
Panic excursions to tribal Jazz wombs and transfusions
Heroin nights of birth/ and soaring/ over boppy new ground.
Smothered rage covering pyramids of notes spontaneously exploding
Cool revelations/ shrill hopes/ beauty speared into greedy ears
Birdland nights on bop mountains, windy saxophone revolutions.
Dayrooms of junk/ and melting walls and circling vultures/
Money cancer/ remembered pain/ terror flights/
Death and indestructible existence
In that Jazz corner of life
Wrapped in a mist of sound
His legacy, our Jazz-tinted dawn
Wailing his triumphs of oddly begotten dreams
Inviting the nerveless to feel once more
That fierce dying of humans consumed
In raging fires of Love.
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