Elizabeth Azcona Cranwell
poeta, narradora, articulista, traductora y crítica literaria argentina, nacida el 10 de marzo de 1933 en Buenos Aires y fallecida en la misma ciudad el 4 de diciembre de 2004.
Se recibió en la facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Buenos Aires. Se desempeñó además como docente, dictando talleres y seminarios. También realizó críticas literarias en el Diario "La Nación". Fue traductora de los poemas de Dylan Thomas y William Shand y de cuentos de Edgar Allan Poe.
Su estilo se enmarca dentro de la poesía surrealista, con influencias de Olga Orozco.
Libros
"Capitulo sin presencia"
"La vida disgregada"
"Los riesgos y el vacío"
"De los opuestos"
"Imposibilidad del lenguaje o los nombres del amor"
"La vuelta de los equinoccios"
"Anunciación del mal y la inocencia"
"El mandato"
"Las moradas del sol"
"El escriba de la mirada fija"
"La mordedura"
"El reino intermitente"
[editar]Premios
1969 Municipal de Poesía (por "De los opuestos").
1969 Primer premio Fondo Nacional de las Artes (por "De los opuestos").
1971 Primer premio Municipal obra inédita en narrativa (por "La vuelta de los equinoccios").
1971 Primer premio medalla de oro Fondo Nacional de las Artes (por "La vuelta de los equinoccios").
1984 Diploma de honor Konex de poesía primera obra publicada después 1950.
1985 Municipal de Poesía (por "El mandato").
1988 Medalla del diario "La Nación" como figura destacada de las letras.
1989 Medalla de la Fullbright Comission como becaria sobresaliente.
1990 Premio Trébol de Plata y Diploma del Rotary Club Internacional como figura relevante de las letras argentinas.
1990 Primer premio de poesía "First".
1992 Primer premio Fundación Inca en narrativa (por el libro de cuentos "La mordedura").
1992 Premio único de cuentos diario "La Nación" (por los cuentos "La mirada de Dios", "En las dunas" y "Lo que ya estaba escrito").
Esa venganza estéril
Esta carga de luz que a veces duele,
condena o gozo,es un destino necesario.
¿Cuál es el reino del poeta, su privilegio,
el poderío de sus ojos?
Nuestro albergue es pequeño.
Como el canto del gallo nos lastima tres veces
la medida del tiempo.
Y hacemos una frase con el Réquiem de Mozart
y el resabio de una tarde de sol.
Un personaje con harapos se nos antoja bello
en el andén de la mañana,
las palabras se cargan como un rito
y es el mandato que nos urge la vida.
toda salmodia se comenta en rezo, vibra y cae
y es la palabra un fuego que consume las cosas
cuando las cambia con lo intangible de la voz
y las convierte en tiempo por una enunciación que roba
su gravedad y su cuerpo.
¿Es privilegio esa venganza estéril
sobre la tiranía de las cosas?
Yo te pregunto por la tierra,
qué formas nuevas rescatamos en este hablado amanecer.
Yo te pregunto por los árboles,
por su sereno resplandor en la lluvia
y por las calles y los diarios y los objetos cotidianos
por las tareas, los saludos y los enseres de la vida.
Nuestro desorden, esa región que nos hermana
en la lengua feroz, la rebeldía,
la intención de domar el equilibrio de las cosas
no alcanza para un reino
donde un gesto crispado nos convenza
de que esta insurrección es el amor.
De "El Escriba de mirada fija". Editorial Fraterna.
Esta carga de luz que a veces duele,
condena o gozo,es un destino necesario.
¿Cuál es el reino del poeta, su privilegio,
el poderío de sus ojos?
Nuestro albergue es pequeño.
Como el canto del gallo nos lastima tres veces
la medida del tiempo.
Y hacemos una frase con el Réquiem de Mozart
y el resabio de una tarde de sol.
Un personaje con harapos se nos antoja bello
en el andén de la mañana,
las palabras se cargan como un rito
y es el mandato que nos urge la vida.
toda salmodia se comenta en rezo, vibra y cae
y es la palabra un fuego que consume las cosas
cuando las cambia con lo intangible de la voz
y las convierte en tiempo por una enunciación que roba
su gravedad y su cuerpo.
¿Es privilegio esa venganza estéril
sobre la tiranía de las cosas?
Yo te pregunto por la tierra,
qué formas nuevas rescatamos en este hablado amanecer.
Yo te pregunto por los árboles,
por su sereno resplandor en la lluvia
y por las calles y los diarios y los objetos cotidianos
por las tareas, los saludos y los enseres de la vida.
Nuestro desorden, esa región que nos hermana
en la lengua feroz, la rebeldía,
la intención de domar el equilibrio de las cosas
no alcanza para un reino
donde un gesto crispado nos convenza
de que esta insurrección es el amor.
De "El Escriba de mirada fija". Editorial Fraterna.
Elíjanme
Una voz trata de nacer, nada dice el jardín,
el sol cancela los colores, el viento desordena la tierra.
Las palabras me ahogan, pero el poema no se forma.
Espero, apostada en la tarde que algo descienda a mí.
Elíjanme, elíjanme, buen espíritu del agua
bruscas maneras donde brama el fuego.
Canta mi desarraigo de transeúnte indómita.
que lo que escribo pueda verse a la luz de un relámpago.
¿Quién sopla palabras en el habla mecánica del sueño?
Se despierta la voz
temo al dibujo oscuro del silencio.
Haz que la lluvia pague por su temblor.
Cómo llegué a este mundo
si alguien me ha escogido para decir de la vida y muerte,
estos poemas hablarán por la boca agridulce
de un halcón que llamea su vuelo. Alma vieja de un bardo
hablemos aunque tu cuerpo sea un hato de huesos desdeñado.
y que tu voz golpee mi ventana con nudillos de niebla.
Elíjanme, elíjanme como si el río decidiera engendrar
entre sus ritmos crudos la salud de la tierra.
La voz del agua se prolonga
puede tocar el aire y regresar a su manera natural,
en ella está el origen, los dioses hablan en su cadencia.
El aire oculta frágiles costumbres en sus modos translúcidos.
La escritura se cae, las voces se silencian.
Pido ayuda al destierro que me aparta del mundo
Ruego la voz, ruego que sea voz y no el aullido
de un alma sola que logra encenderse en sus raíces.
La alondra ciega de resplandor
aquello que repite la verdad ignorada
como dos ramas que se reverencian
en la caída de la tarde.
Elíjanme, soy tiempo aislado, una suma de horas que nada sabe.
Un amor terco por perseguir el sol, el canto único del día
las plegarias del búho en la tiniebla -todo lo que me hizo nacer
que decretó mi vida
y tejió la entretela de mi muerte-
Elíjanme las vísperas han cantado su nombre
lo olvidé entre las cosas ausentes del lenguaje.
El habla tiene un límite
la sangre de las rosas crea un mito sin voz en las palabras
Una voz trata de nacer, nada dice el jardín,
el sol cancela los colores, el viento desordena la tierra.
Las palabras me ahogan, pero el poema no se forma.
Espero, apostada en la tarde que algo descienda a mí.
Elíjanme, elíjanme, buen espíritu del agua
bruscas maneras donde brama el fuego.
Canta mi desarraigo de transeúnte indómita.
que lo que escribo pueda verse a la luz de un relámpago.
¿Quién sopla palabras en el habla mecánica del sueño?
Se despierta la voz
temo al dibujo oscuro del silencio.
Haz que la lluvia pague por su temblor.
Cómo llegué a este mundo
si alguien me ha escogido para decir de la vida y muerte,
estos poemas hablarán por la boca agridulce
de un halcón que llamea su vuelo. Alma vieja de un bardo
hablemos aunque tu cuerpo sea un hato de huesos desdeñado.
y que tu voz golpee mi ventana con nudillos de niebla.
Elíjanme, elíjanme como si el río decidiera engendrar
entre sus ritmos crudos la salud de la tierra.
La voz del agua se prolonga
puede tocar el aire y regresar a su manera natural,
en ella está el origen, los dioses hablan en su cadencia.
El aire oculta frágiles costumbres en sus modos translúcidos.
La escritura se cae, las voces se silencian.
Pido ayuda al destierro que me aparta del mundo
Ruego la voz, ruego que sea voz y no el aullido
de un alma sola que logra encenderse en sus raíces.
La alondra ciega de resplandor
aquello que repite la verdad ignorada
como dos ramas que se reverencian
en la caída de la tarde.
Elíjanme, soy tiempo aislado, una suma de horas que nada sabe.
Un amor terco por perseguir el sol, el canto único del día
las plegarias del búho en la tiniebla -todo lo que me hizo nacer
que decretó mi vida
y tejió la entretela de mi muerte-
Elíjanme las vísperas han cantado su nombre
lo olvidé entre las cosas ausentes del lenguaje.
El habla tiene un límite
la sangre de las rosas crea un mito sin voz en las palabras
(para Casandra)
Visiones de relámpago
Pierdo todos los días un nombre en mi jardín
¿Qué hay del llamado de los muertos?
Pido que dispongas de mí
Piensa que soy tu agua o la fruta del sol en tu avidez
Quiero que me devores suavemente
como a una franca miel, como a una hostia envenenada.
¿Te alarman mis ausencias?
Escudriña en las flores, rasga la oscuridad.
Ese fulgor custodio es mi gran sed que te acompaña
¿Nadie nombra cuando el saurio feroz de la inocencia
vuelve a la orilla enloquecido de humildad y de sed?
En lo que escribo un sentido se crea
una presencia se destruye.
Canta si no sabes decir
la palabra se armará solitaria
entre los cielos de tu boca
Cita
La amazona de arcoiris y muerte se hundió de amor en el lago
sombrío
Cada noche sin luna su caballo remonta una viudez de estrellas
para beber del agua que la abriga,
La vida
esa extraña vigilia en la que descansamos de la muerte.
Música, salud del alma
siempre es tu hora de nacer
Pierdo todos los días un nombre en mi jardín
¿Qué hay del llamado de los muertos?
Pido que dispongas de mí
Piensa que soy tu agua o la fruta del sol en tu avidez
Quiero que me devores suavemente
como a una franca miel, como a una hostia envenenada.
¿Te alarman mis ausencias?
Escudriña en las flores, rasga la oscuridad.
Ese fulgor custodio es mi gran sed que te acompaña
¿Nadie nombra cuando el saurio feroz de la inocencia
vuelve a la orilla enloquecido de humildad y de sed?
En lo que escribo un sentido se crea
una presencia se destruye.
Canta si no sabes decir
la palabra se armará solitaria
entre los cielos de tu boca
Cita
La amazona de arcoiris y muerte se hundió de amor en el lago
sombrío
Cada noche sin luna su caballo remonta una viudez de estrellas
para beber del agua que la abriga,
La vida
esa extraña vigilia en la que descansamos de la muerte.
Música, salud del alma
siempre es tu hora de nacer
Maneras de existir
Cómo amanecesi
cae una palabra
al centro del poema.
Rosas envejecidas
caen a un agua quieta.
Desencantadas amazonas
de galope truncado
hacia una noche celebrante.
No temas al silencio cuando ya no hay palabras
en tus manos
En el desván del alma las cosas desempolvan nuevos
nombres
que habrán de obedecerte
dócilmente.
En el corazón de la materia
alguien mató a mis reyes de música y silencio.
Alúmbrate y me salvas. Es un mensaje que leí en sol.
por no entender del todo el idioma del mundo.
Oración:
es la nieve que arde
sola entre dos palabras
Soy tu inocencia.
Restaura tu locura.
Cómo amanecesi
cae una palabra
al centro del poema.
Rosas envejecidas
caen a un agua quieta.
Desencantadas amazonas
de galope truncado
hacia una noche celebrante.
No temas al silencio cuando ya no hay palabras
en tus manos
En el desván del alma las cosas desempolvan nuevos
nombres
que habrán de obedecerte
dócilmente.
En el corazón de la materia
alguien mató a mis reyes de música y silencio.
Alúmbrate y me salvas. Es un mensaje que leí en sol.
por no entender del todo el idioma del mundo.
Oración:
es la nieve que arde
sola entre dos palabras
Soy tu inocencia.
Restaura tu locura.
Si el espacio es distancia
Quizá porque era invierno entonces
con persistencia de hojas concluidas
invierno no elegido
apenas un lugar para partir el vino
y entender esa zona baldía
entre el vértigo y toda permanencia.
Cualquier forma de hablar nos fue lejana
porque siempre ignoré tu despertar
caído desde un sueño mutable
tu despertar tan nuevo en la memoria
como es nuevo el amar
y otro el murmullo de la nieve
ahora que otra vez es invierno
en un pronto país desconocido
y hemos quedado a espaldas del amor.
Quizá porque mis manos son de muro
y me apartan de ti
manos libres que nunca quisieron apresarte
acaso aquel furor huyó
por la pared de vidrio entre mis dedos.
Qué incandescencia les faltó a los días
qué chasquido del sol, qué voluntad de noche
qué giro de la gracia entre las hojas?
O es que el amor es otro,
siempre lejos, muy otro
fuera de toda unión posible
y del silencio revelado?
Hablo para reconocernos.
Quizá porque era invierno entonces
con persistencia de hojas concluidas
invierno no elegido
apenas un lugar para partir el vino
y entender esa zona baldía
entre el vértigo y toda permanencia.
Cualquier forma de hablar nos fue lejana
porque siempre ignoré tu despertar
caído desde un sueño mutable
tu despertar tan nuevo en la memoria
como es nuevo el amar
y otro el murmullo de la nieve
ahora que otra vez es invierno
en un pronto país desconocido
y hemos quedado a espaldas del amor.
Quizá porque mis manos son de muro
y me apartan de ti
manos libres que nunca quisieron apresarte
acaso aquel furor huyó
por la pared de vidrio entre mis dedos.
Qué incandescencia les faltó a los días
qué chasquido del sol, qué voluntad de noche
qué giro de la gracia entre las hojas?
O es que el amor es otro,
siempre lejos, muy otro
fuera de toda unión posible
y del silencio revelado?
Hablo para reconocernos.
La nostalgia
Hay un día en que las cosas son un hondo precipicio
conozco el rostro húmedo y las manos que nunca me abandonan
la noche que se abre
como un pueblo de alondrasdisperso en la tormenta.
Yo he escuchado a mi amor desde lejos en una lengua extraña
mientras la nostalgia murmuraba sus frases de curiosa hechicera
ella alargaba sus caricias en las ventanas del insomnio
como una huésped cuya mano asolaba el relámpago.
Porque ella no era el día
y tampoco era el ángel sediento de palabras
mi propia voz la nombra como a una desterrada
desabrigada madre, de pechos dulcemente vacíos.
Más allá de la noche donde se enciende la ternura
más allá de la calle donde el viento deshace la forma de los pasos
sé que hay un país nuevo, cansado de las sombras.
Una música fija
un tiempo de colores intensos como dioses desnudos.
Pero mi corazón sigue clavado parta siempre en los sitios imposibles.
Hay un día en que las cosas son un hondo precipicio
conozco el rostro húmedo y las manos que nunca me abandonan
la noche que se abre
como un pueblo de alondrasdisperso en la tormenta.
Yo he escuchado a mi amor desde lejos en una lengua extraña
mientras la nostalgia murmuraba sus frases de curiosa hechicera
ella alargaba sus caricias en las ventanas del insomnio
como una huésped cuya mano asolaba el relámpago.
Porque ella no era el día
y tampoco era el ángel sediento de palabras
mi propia voz la nombra como a una desterrada
desabrigada madre, de pechos dulcemente vacíos.
Más allá de la noche donde se enciende la ternura
más allá de la calle donde el viento deshace la forma de los pasos
sé que hay un país nuevo, cansado de las sombras.
Una música fija
un tiempo de colores intensos como dioses desnudos.
Pero mi corazón sigue clavado parta siempre en los sitios imposibles.
Estimado Fernando:
ResponderEliminarbuscando información sobre Elizabeth, di con tu página y me entero que ha fallecido. Yo vivo en México y me pregunto si sabes de alguna dirección para comunicarse con alguno de los pariente de Elizabeth para ver lo concerniente a una posible publicación de su trabajo.
Gracias adelantadas.
Rafael Antúnez
Fernando:
ResponderEliminarBuscando información en la red sobre Elizabeth Azcona, me encuentro con la noticia de que ya ha fallecido. Me pregunto si tú tendrás alguna dirección de alguno de sus herederos o familiares para ver lo relativo a una posible publicación de su trabajo.
De antemano te agradezco la atención a la presente.
Rafael Antúnez
Rafael, no tengo la dirección ni el email de su familia, pero te haré algunas gestiones con mis amigos de allá
ResponderEliminarabrazos
Fernando:
EliminarMuchas gracias. Eres muy amable.
abrazo.
desearía que se publique algo narrativo de ella, gracias por los poemas difundidos, no conocía la obra de esta poeta y estoy leyéndola.
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