jueves, 22 de mayo de 2014

JOSÉ EDUARDO GUERRA [11.772]


JOSÉ EDUARDO GUERRA BALLIVIAN

(La Paz, Bolivia, 1893 - Santiago de Chile, 1943).- Novelista, poeta y literato.
En sus inicios se desempeñó como profesor de literatura en la Normal de La Paz (1918-1924), luego se incorporó al servicio diplomático, desempeñando funciones en España, Francia, Bélgica, Japón y Suiza (1925-1940), hasta ocupar la cartera de Subsecretario de RREE (1941-1943).
Juan Quirós define su faceta literaria al anotar: “Posee el sortilegio de la propia tortura. Se atormenta preguntándose qué es el ser, su propio ser, qué la vida, qué la muerte. Quiere descifrar el misterio de la muerte. /.../ Nadie entre nosotros buceó en su propia alma cual lo hizo él. Como poeta que se sumerge en los meandros de la existencia y su final destino, Guerra es la voz trágica y terrible que no tiene par en nuestra literatura”.
Otra valoración es de Eduardo Mitre, quien destaca uno de los libros al decir: "Intima, cotidiana, soliloquio y confesión metafísica, distante del tono solemne y olímpico de Franz Tamayo, ‘Estancias’ constituye junto a Castalia Bárbara de Jaimes Freyre, la expresión más perfecta de nuestra tradición poética moderna".
Un poema breve de Estancias, dice: “En el jardín de la contemplación / mi alma era una estatua sensitiva / y una viva corriente en carne viva / era la savia de mi corazón...”.

LIBROS

Novela: El alto de las ánimas (1919).
Poesía: Del fondo del silencio (1915); Estancias (1924).
Estudios: Poetas contemporáneos de Bolivia (1920); Itinerario espiritual de Bolivia (1933).



NOCTURNO 

Se proyectó mi sombra, 
desmesurada y negra, en el camino... 

Un cielo sin estrellas, 
desoladoramente lívido, 
como el tumbado de una cripta 
limitar parecía el infinito. 

Detrás de mí, la luna 
- deforme, opaca - sobre el filo 
de las montañas áridas surgía 
como un inmenso cirio 
que velara cadáveres de cíclopes 
en un cósmico sueño empedernidos 
y amortajados por el hielo eterno 
que ignora el beso del estío... 

Y yo seguí a mi sombra 
sobre la arena del camino. 
De pronto vi que, poco a poco, 
con un alongamiento indefinido, 
se prolongaba y se perdía 
en la remota vaguedad de un limbo... 
y vi después que se estrechaba, 
que cada vez más imprecisos 
se iban tornando sus contornos... 

Luego, 
por indecible horror sobrecogido 
advertí que ya nada 
quedaba de mi sombra en el camino... 

A mis plantas el páramo 
sentí que vacilaba. 

Un frío 
de ultratumba colóse hasta mis huesos 
perforando mi carne. 

Con el ritmo 
del cerebro detuvo 
mi corazón en trance sus latidos. 

De la raíz de mis cabellos 
un sudor repentino 
resbaló por mi cuerpo... 
y en mis ojos 
encendiáse la llama del delirio... 
Detrás de mí, la luna 
- deforme, opaca - sobre el filo 
de las montañas áridas 
paralizó su curso en el vacío, 
y ni un ser, ni una planta, ni un guijarro 
proyectaban su sombra en el camino. 

Entonces bajo el peso de la angustia 
que aguzaba mis nervios en martirio, 
comprendí que aquel ser que caminaba 
sin camino y sin luz, no era yo mismo 
sino mi propia sombra en el futuro 
de viaje por la estepa del olvido... 
Y al sentir como ríspida cadena 
detenerme el terror en el camino, 
de mí garganta estrangulada 
por la congoja inenarrable, un grito 
brotó con estertores de agonía... 
Y de las fauces del abismo, 
rasgando el desconsuelo del silencio, 
el eco con un lúgubre alarido 
me devolvió una voz que no era mía... 







TUS AMBICIONES QUEDARAN... 

Tus ambiciones quedarán 
abandonadas al vaivén 
de los instantes que se van 
y que al vivirse no se ven; 
por tantas cosas que hoy están 
has de llorar cuando no estén 
y buscarás con hondo afán 
lo que hoy merece tu desdén: 

¡irremediable indecisión 
que va agostando en tu jardín 
las ilusiones en botón 

mientras la niebla del esplín 
envuelve ya tu corazón 
en un crepúsculo sin fin! 







ESTE TU INÚTIL CAMINAR 

Este tu inútil caminar 
en incesante ir y venir 
únicamente ha de acabar 
si te resuelves a morir; 

no tienes fuerzas para obrar, 
para pensar, para sentir: 
¡estás cansado de esperar 
lo que jamás ha de venir! 

Ya no es tu voz la del amor 
y para ti no ha de volver 
la primavera siempre en flor... 

¿Por qué te obstinas en querer 
cerrar los ojos al dolor 
si lo que pudo no ha de ser? 







CAMINO QUE SE TUERCE A CADA PASO 

Camino que se tuerce a cada paso, 
argumento sin fin y sin principio 
que nos deja - fracaso tras fracaso – 
un hueco que se llena-con un ripio. 

Lección que se repite hasta el cansancio 
y que nunca se da por aprendida: 
mendrugo sin sabor y vino rancio 
que se masca y se traga sin medida. 

Sañudo aburrimiento que discurre, 
aquí y allá, su sombra inoportuna 
mientras el tiempo atómico transcurre 
sin amor, sin belleza, sin fortuna. 

Sombría encrucijada, nudo ciego 
de sitios y de nombres y de fechas 
que dejan un mortal desasosiego 
en el alma y la carne insatisfechas. 

Confuso malestar, pequeña insidia 
de la eterna inquietud por el mañana; 
hipótesis pueril que nos fastidia 
complicando la vida cuotidiana. 

Implacable carcoma del minuto 
que con diente menudo y escondido 
va royendo la médula del fruto 
que antes de madurar se habrá podrido. 

Complicidad cobarde de la duda 
cuando, de subterfugio en subterfugio, 
damos la espalda a la verdad desnuda 
y buscamos a tientas un refugio. 

Tortura de la carne por la furia 
de la imaginación, en el hastío, 
que embota los sentidos de lujuria 
mientras se asfixia el alma en el vacío. 

Incuria, pesadez, apocamiento, 
inconsciencia y ausencia de uno mismo 
como si se estancara el pensamiento 
en la inmovilidad del idiotismo. 

Astuta mal suerte agazapada 
y en acecho por todos los resquicios 
combinando en la sombra la jugada 
preñada de infalibles maleficios. 

Proseguir caminando y caminando 
sin saber el por qué ni el hasta dónde 
en este eterno diálogo del cuándo 
con ese no lo sé que nos responde. 

Hilo sin ilación de la comedia 
que de nosotros mismos nos separa 
porque el miedo risible nos asedia 
de hallarnos y mirarnos cara a cara. 







ES EL HOMBRE UN HOMBRE DOBLE 

Es el hombre un hombre doble: 
el otro sombra del uno; 
uno móvil, otro inmoble, 
pero en reposo ninguno. 

El terror los enajena 
de mirarse cara a cara 
y de romper la cadena 
que, uniéndolos, los separa. 

Se buscan cuando están lejos, 
cuando están cerca se huyen; 
si se hallan quedan perplejos 
y sin quererlo se excluyen. 

Es una misma su pena 
porque del mutuo desvío 
cuando el abismo se llena 
sólo lo llena el vacío... 

Mas ni uno ni otro comprende 
que del abismo a la cumbre 
hay una sombra que asciende 
y al ascender se hace lumbre; 
y en su noche es uno mismo 
el error que los oprime 
pues aunque ven el abismo 
no ven la luz que redime... 

Siguen diverso camino 
mas no es su meta diversa; 
de la cuerda del destino 
tiran los dos a la inversa; 

y en esa pugna secreta 
ni el uno ni el otro sabe 
si llegarán a la meta 
cuando el camino se acabe... 

(Cuando se arranque la cuerda 
¿se arrancará su destino 
o, sin que nada se pierda, 
proseguirán el camino?) 

Sólo en el trance oportuno 
dejarán de ser - por suerte – 
uno en dos y dos en uno 
para ser uno en la muerte. 







CON CALIDA EMOCIÓN 

Con cálida emoción - óleo lustral - 
en el pecho, en las manos y en la frente – 
ser en cada momento, íntegramente, 
sentimental, sensual, intelectual; 

anhelo de morir y renacer 
con todo lo que muere y lo que nace, 
vivir desde el proemio al desenlace 
en la novela del acontecer; 

ansia de ubicuidad - al más allá 
del tiempo y del espacio proyectada - 
desde siempre basta nunca - todo y nada – 
viene del sueño y hacia el sueño va;
¿viril orgullo o vanidad pueril? 
llama y humo a la vez, ola y espuma; 
mundo fecundo de la acción y - en suma – 
pompa irisada en el azul sutil... 







MI CORAZÓN QUE SE LANZARA... 

Mi corazón que se lanzara - en pos 
de la gran ilusión - al infinito, 
plegó las alas trémulas, contrito 
ante el tremendo incognoscible: Dios; 

perplejidad, desasosiego, atroz 
congoja en que se quiebra el pensamiento 
(llanto, sangre, sudor hubo en mi intento 
del que sólo un temblor queda en mi voz); 

y entre carne y espíritu - los dos 
enigmas que saturan la existencia – 
en lo profundo de mi subconsciencia 
una conciencia vigilante: Dios. 








A LO LARGO DEL ARDUO CAMINAR 

A lo largo del, arduo caminar 
a que me urgieron tantas impaciencias, 
enfermo de distancias y de ausencias 
en cuánto sitia estuve sin estar… 

por el constante trashumar, después 
- sintiendo todo albergue transitorio – 
esclavos de su sino ambulatorio 
ya no pudieron arraigar mis pies; 

y hoy que de tantas tierras el confín 
violaron - afanosos peregrinos – 
saben cómo son cortos los caminos 
que en el ensueño no tuvieron fin. 






JUGUÉ TODOS MIS SUEÑOS 

Jugué todos mis sueños a la vez 
contra una realidad (que era otro sueño) 
sin reparar que en el doloso empeño 
jugándome la vida iba tal vez; 

y tan porfiado en la ceguera fui 
de arriesgar mi existencia en el envite, 
que por perderlo todo, y sin desquite, 
hasta la gracia de soñar perdí. 








FUI POR EL AUTOANALISIS 

Fui por el autoanállsis precoz 
en la efusión sentimental tan seco, 
que al no encontrar en su ansiedad un eco 
en larga pausa enmudeció mi voz; 

(en esa pausa refluyendo fue 
la fuente de mis lágrimas, y fueron 
palabras que en la entraña me nacieron 
las palabras que nunca pronuncié); 

y esa mí voz nostálgica al volver 
se muestra tan cansada y tan dolida, 
que yo no sé si vuelve envejecida 
o envejecida se mostró al nacer. 







NOCTURNO 

Eran sus pasos inaudibles como 
los pasos del silencio. 

Y sin embargo aquella noche 
en la oquedad de mi cerebro 
rimando con el vago 
zumbido del silencio 
en obsesora persistencia 
con un largo rumor repercutieron. 
Eran sus ojos apagados como 
dos extintos luceros. 

Y sin embargo aquella noche 
sus dos ojos de fuego 
se fijaron inmóviles 
como dos enigmáticos luceros 
enigmáticamente pensativos 
en mis ojos sin fuego. 

Eran sus labios invisibles como 
los hálitos del cierzo. 

Y sin embargo aquella noche 
yo vi sus labios negros 
que a los míos se fueron acercando 
y sentí que mi cuerpo 
se estremeció al contacto imaginario 
de aquellos labios negros. 

Se hicieron más precisos 
los rígidos contornos esqueléticos 
y sobre el fondo espeso de la sombra 
que saturaba el aposento 
con ese olor ultratumbal que tienen 
las cosas y las épocas que fueron 
- fondo de pesadilla, 
escenario borroso de un mal sueño – 
vi que cobraban poco a poco 
plasticidad y movimiento. 

Y sentí más distintos 
sus pasos percutir en mi cerebro, 
me pareció que de sus ojos 
se avivaban los círculos de fuego 
y vi que se movían 
en confuso temblor sus labios negros. 

Y se aguzaron mis sentidos. 
Con dolorosa prontitud mis nervios 
en la inmovilidad de mi reposo 
que colmaba el horror se distendieron
y oí que murmuraban 
con una voz sin voz sus labios negros 
lo que nunca se dice, lo que acaso 
sellado por el sello del secreto 
sólo una vez - y para siempre – 
se murmura al oído del silencio... 

Y se alejaron sus pisadas. 
Las luces de sus ojos se extinguieron. 
Y se fundió en la sombra 
la mancha negra de sus labios negros. 

Mas desde aquella noche 
- realidad o mal sueño - 
por siempre y para siempre 
en la oquedad de mi cerebro 
percutieron sus pasos 
y mis ojos 
conservaron el fuego 
de sus ojos insomnes 
y en mis labios 
quedó la huella de sus labios negros. 





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