JUAN HUENUÁN ESCALONA (Temuco, Chile 1977): En 1995 forma parte de los talleres literarios impulsados por la SECH Temuco, a cargo del poeta Jaime Huenun. En 1998 ingresa a la carrera de pedagogía en historia y geografía en la universidad de la frontera. Durante este período participa de diversas jornadas culturales organizadas por esta casa de estudio y por la comunidad, entre las cuales destacan "Festival de Todas Artes Víctor Jara", diversas invitaciones a lecturas poéticas, espacios en donde da a conocer su trabajo como poeta joven y cantautor. Recientemente participó en el encuentro de poesía joven "Violento Sur" organizado en Temuco. Actualmente estudia relaciones Públicas y Producción de Eventos en la Universidad Autónoma del Sur y trabaja en su libro inédito "Mudando la Piel".
Calle Abajo
Tres veces me pise la cola
Caminando calle abajo
La sombra
Era en canto helado de los tiukes al viento
Y la boca no estaba saciada aún
A esa hora de bichos y foco amarillos
Un trago al fondo siempre falta
Y unas monedas a la noche
Para la canción siguiente
Que no es de mi polvo
/Ni del tuyo.
Pez Oscuro
La barriga a la mitad de los humos servidos
Boliche de paredes delgadas
Cafichando el zumbido de cumbias y risas
Sobajeos llenos de esquina y saliva
Un mosaico la mirada de la puta
Abultada su alcancía de colillas y de rostros
Zapatean los eructos de las chauchas que ella desprecia
/En su ritual telúrico
Yo la veo entre la sal de sus prendas
Y me allego a su canal agrio
Como pez oscuro
/A desovarle versos.
Casi no estoy
Algún sentido a la forma?
rápido
entre afuera
y de afuera para dentro
el gris siendo frontera
al pintor ebrio del lente
y flash
lo decadente es mi arte arrugado de luces
miren:
/liebre por gato peludo!
Se gastó la palabra
Se gastó la palabra hasta la espera del río
Un montón de piedras tiritando sus correrías
Hasta que el paisaje oeste les cambie algo más que la voz
Al llegar la sal enorme y azul que siempre esperan cruzar las almas
Como abejas eludiendo las cruces de un parque muerto
Yo me siento hablar ahora
Pero esta muerte generosa tiene algo más de sentido
De ahí este carbón brillante de fonemas
Que entrego a los reclamos de tu ausencia
El no ver tu pelo de reojo un ejemplo
Por eso me figuro cayendo a la pendiente
A la rapidez filosa de los cauces de alta cordillera
Nacientes formidables
Sonidos de ríos cual gestos de niños transparentes
Ahí nos figuro, estoy y estás, arrastrados abajo
Limando los ángulos duros en el fragüe de los días ocultos
Y las noches saliendo en vinilos averiados
Chocando dolores hasta entender que esculpen
Una piedra blanca como corazón de todas las piedras
Y luego solo la apariencia del silencio pues no somos estanque inerte
Como procesión de peregrinos extraviados
Que recogen mis dudas como a latas en la rivera
Un mal poema arrancado a la madrugada
Nunca verá el sol de la hermenéutica más bondadosa
Al dormir sin sueño siempre escurro una saliva abundante otro ejemplo
Me faltaron los bosques para perderme como cualquier pájaro
Aunque esto suene a un mal chiste
Dicho en vísperas del ladrido de un perro conocido
Nunca se sabe con estas ramas ni con mis letras que es lo mismo
Quise caer como piedra hacia abajo te contaba
Y gastarme hasta la médula del tabaco que no fumo
Pero se me olvidaba que tu pelo también es abundante
Y tus sesos estupendos para enredarme en sus espinas.
Juan Huenuán con Fernando Sabido Sánchez en Temuco (Chile)
Romería (Del Aire editores, edición Kütral 2010)
de Juan Huenuán Escalona
Por Ernesto González Barnert
Romería es, tanto un viaje digno y poético, como una peregrinación y festejo bien tallado, seguro de sí mismo, emocionante y perceptivo. Sabe que el asado del poema -para empezar a hablar de literatura, en serio-, se hace con las brasas y no con el fuego. Y así templa y prepara un libro de 73 páginas imperioso, firme y cortante. Que trata sobre un chileno de origen mapuche, marcado por el mapa roto de su estirpe, en la frontera, escudriñando o reconciliándose en la figura del salteador de la memoria entre su ralea. Donde reconstruye -desde los vestigios de su propia memoria, sobre la tradición fragmentada de su pueblo e historia, atento a las voces muertes y vivas que arden en su comarca-, un canto oscuro, vivo y poético donde maldice y perdona a la vez anudando al que es. Todo esto más bien sobre una “comarca” interior y mental que concreta y asible. Y con un lenguaje en el que confluye una metaliteratura de raíces surrealista “a la chilena”, dejos nerudianos, la tradición poética mapuche.
Ciertamente, Juan Huenuán Escalona (1977, Temuco) nos lega en su primer libro una obra madura y viva, entroncada con las raíces de la poesía chilena y mapuche, hija de su tiempo, donde perito se vale de un castellano castizo e incisivo, que saca chispas a la lengua invasora y le agrega la profundidad atmosférica de la mapuche sin utilizar nunca una palabra en mapuzugun, lo que no sé si es bueno o malo, pero constata la ruptura y pérdida de la cultura del hablante lírico con inusitada fuerza crítica. Por eso, se me antoja, equivocado el gesto de hacer éste un libro bilingüe. Pero eso es harina de otro costal. Por otra parte, la factura material del libro, es atractiva, ideal, a pesar, incluso, de la falta de índice. Lo que en días en que proliferan auto-publicaciones descuidadas y sin editor, constituye una gracia.
Romería no sólo es un buen libro de poesía (más allá de los subtítulos o apellidos), es un libro que no los necesita en lo más mínimo. Y a su vez el libro de un amigo, un compañero de ruta generacional y de frontera y al que no puedo dejar de aplaudir por su primera y voluntariosa entrega desde esta tribuna, ya con ganas de ver el siguiente paso en su poesía donde espero este autor siga entusiasmándonos y mejorando de camino al corazón de los aficionados.
De “Romería”
ROMERÍA
I
Se quebró el mapa en las patas de la bestia
y el galope se deshizo al sueño del corral
que contuvo tu vejez.
La única puerta de ceniza que el caballo huele,
es la salida a la comarca que maldice y que perdona
en el mismo canto.
Entonces llegaste con la huella del río,
como peregrino que esconde su lepra
y ve acercarse y alejarse las naciones
y ve que sus catres nunca hospedarán tu ira.
II
Y la panza de la noche abriste con guadaña,
vaciándose de pueblos semejantes al silencio.
Sus hombres te vieron como un santo desgranando rosarios
para darles la carne del milagro.
Así bebiste con ellos hasta la preparación del lecho,
bellos cueros manchados por el canto de sus hijas,
viejo tajo que se adora cada vez que el plato
se rompe por el calor de la sangre,
pulso innato que reconoces como gotera
en la caverna de tu estirpe.
BOCA ADENTRO DEL CERRO
Boca adentro del cerro
el pulmón del lodo sopla su canto.
La vértebra de la miseria
apaga su antorcha en los ojos
de la niña
y los zaguanes con sus piedras
y las rendijas de la tabla
custodian sus sueños
como a los huesos del cielo.
AJÍ AL FUEGO
Colgada está la guitarra en la pared de la rancha.
El hombre talla el madero,
mientras se ahúma de la cara los surcos.
El mosco verde entona la copla de los muertos
zumbando en la boca del instrumento.
Afuera pasó el jinete a romancear la memoria del ganado.
El hombre deja a un lado el madero y arroja un ají al fuego
para alejar las malas presencias,
dice.
EL MAPA ROTO DE LA SANGRE
Cuando la queja madura cada tarde,
de vuelta al catre y a su signo polvoriento,
las piedras de tus ríos se cubren azarosas
en las rutas que escarban tu morada:
Canto que tu mano va sellando,
ya quebrado el acertijo de la infancia.
Solo el viento te siguió como perro,
en esas tardes sin fogón ni caldo tibio,
en su hocico portando el recado de la trilla
y tu sueño en ancas del muelle de paja.
Hecho está el mapa roto de la sangre.
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