miércoles, 9 de marzo de 2011

MICHAEL LONGLEY {3.316] Poeta de Irlanda




MICHAEL LONGLEY

Nació el 27 de julio 1939 en Belfast, Irlanda del Norte.





La casa a la orilla del mar

Arena y ripio dejas como suelo
y cubriendo con algas los suaves cantos rodados
haces de tu casa una cámara de resonancia
que magnifica el viento como un ciclón
y te mantiene con la cabeza en alto y los hombros
sobre el nivel del susurro marino y de la costa.



La casa con forma de huevo

¿Pagas por esta casa a precio de huevo
por sus blanqueados muros limpios como una concha
y la sala, el lavadero y dormitorios ovalados
o la doble yema del Cielo y el Infierno
o los días cuando llueve y luego vuelve el Sol?



La casa sobre la pálida pradera

Ese tronco de árbol deshojado
puede ocuparse mas nunca habitarse
cuando nieva en la pálida pradera
y la casa más pequeña nunca vista por ti
oculta a quien el lino cuida
desde mínimas ventanas para ver los ladrones.



La casa hecha de césped

¿Fueron las chimeneas armadas de piedra
o es sólo el lugar para el fuego
en una casa hecha de césped, con sus techos
de astillas, frontis para proteger del agua
esta extensa caja de yesca donde hacer una hoguera
de cuanto has levantado y calentado por ti mismo?

Traducción de Juan Cameron
en Revista Liberación Cultural, Suecia, 1994





AUTOCURACIÓN

Yo quería enseñarle los nombres de las flores,
autocuración y centaura; en la gran finca
donde nunca pasta el ganado, asfódelo de ciénaga.
¿Acaso podría yo haber amado a alguien tan fuera de quicio
y, como dicen, haberle dado alas? 
Había dormido en cuna hasta los doce
por ser tan infantil, me supongo,
o por falta de cama: ¿acaso su padre no había
perdido todo en el juego menos el pastizal juncoso?
Parecía tener el cráneo cincelado como una cuña
sobre los hombros, y la espalda jorobada,
lo cual le daba un aire casi académico.
Pero no podía recordar las cosas que le había enseñado:
cada nombre flotaba sobre su flor
como una mariposa incapaz de posarse.
Ese día desfloré una tragontina
para dejar en libertad a los mareados insectos.
Con delicadeza deslizó la mano entre mis muslos.
Me dio miedo; y aún no sé por qué
pero salí corriendo, bañada en lágrimas, a contárselo a todos.
Me enteré de que todos los días de aquella semana
lo azotaron con una vara de endrino, y luego lo amarraron
en el henar. Yo podría haber sido la vaca
a la cual habría descolado después con cizallas,
y él el carnero enredado en alambre de púas
que mató a pedradas cuando lo dejaron libre.

Traducción de Pura López Colomé











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